Capítulo 27: Borracho y sincero
No sé cuántas botellas de cerveza había tomado, pero todas se encontraban tiradas y esparcidas encima de la mesa del comedor. Mis padres habían ido al teatro para ver actuar a Kara en aquella obra del colegio en la que estaba. Así que me encontraba solo, en el apartamento, cuando se me ocurrió la brillante idea de destapar una cerveza de la alacena. Las había sacado de las botellas que papá guardaba para alguna ocasión familiar, ya sea algún cumpleaños, Navidad o Año Nuevo. Ahora yo me las había tomado casi todas. Y estaba borracho hasta decir basta.
La puerta del apartamento se abrió. Cerré los ojos, asustado con que sea mis padres a pesar de que se habían ido a penas hace una hora. Pero no eran ellos. Era Kylan. Caminó lentamente hasta adentrarse a la sala-comedor, notando que yo estaba sentado en el sofá, con otra botella media llena a mi lado, mirando a la nada mientras los altavoces de la sala impregnaban el lugar con la voz de Demi Lovato cantando Sorry not sorry, la canción que había cantado Ruby hacía unas semanas.
Me encontraba fatal.
Apenas podía moverme y mucho menos levantarme, ya lo había intentado y había caído sobre el suelo con un sonido fuerte al caer sentado. Mi trasero seguía adolorido por esa aparatosa caída. Me había vuelto a sentar en el sofá, pero no pensaba levantarme para nada.
—¿Decidiste tomar todo tu peso en bebida? —preguntó mi hermano en un tono jocoso—. Estás borracho.
—Qué listo eres, Sherlock.
Se mantuvo callado. Seguro estaba insultándome en mil idiomas distintos porque luego tendría que ayudarme a llegar a mi habitación porque yo solo no podría.
Para mi sorpresa, se puso de pie y se fue. Volvió minutos después con dos botellas de cerveza en la mano, ambas heladas y recién sacas del refrigerador, que era donde las había puesto para disfrutarlas más.
Sonreí, extendiendo una mano para tomar una, pero él se sentó en el sofá individual, negando.
—Son para mí. —Desenroscó la tapa y bebió un largo sorbo. Luego se quedó mirado al frente, a la pared de la sala como si yo no estuviera ahí presenciando su expresión triste, lejana—. La vida es una mierda.
—Dímelo a mí —murmuré apenas, con la lengua adormecida.
Nos quedamos en silencio analizando nuestras palabras y compartiendo un momento de reflexión mientras tomábamos de nuestras cervezas como si la vida misma fuera a acabarse en el siguiente minuto.
—Enamorarse es una mierda. —Rodé los ojos. No dije nada. Kylan volteó el rostro para mirarme—. Supongo que para ti debe ser mucho peor, ¿no? Enamorarte de dos chicas distintas.
—No estoy enamorado de Ada si es lo que piensas. —Me reí con aquella absurda afirmación suya—. Jamás lo estuve ni lo estaré. Solo fue un gusto pasajero.
—Y por culpa de eso dañaste a Ruby.
—Tú más que nadie sabe lo que realmente pasó.
Se quedó en silencio por varios minutos.
—¿Realmente te drogó? —preguntó, pero no me dejó terminar—. Es decir, fuiste a su casa voluntariamente y te demoraste horas. Ese día Ruby te llamó varias veces, pero tu celular parecía apagado. Cuando te encontramos con Ada y Kiwi, no se te notaba drogado para nada, parecías consciente de tus actos. Así que, ¿realmente te drogó o es solo una mentira para zafarte del embarazo de Ada?
Me puse de pie, Kylan hizo lo mismo.
—¿Estás insinuando que mentí?
Kylan negó, sonriendo.
—No estoy insinuando nada, estoy afirmando un hecho obvio —murmuró molesto—. Ese día que fuiste a su apartamento te acostaste con Ada porque tus ganas de coger fueron más fuertes que tu supuesto amor por Ruby.
No lo pensé mucho y lo golpeé con fuerza en la cara.
Kylan se llevó una mano al ojo, sonriendo. Como si estuviera feliz con mi reacción.
—Eres una mierda —dijo bajo su aliento y luego tomó sus dos cervezas del suelo y se fue sin decir nada más.
Se fue por el pasillo hasta su habitación, encerrándose en ella. Minutos después se escuchó rock pesado por los altavoces de su cuarto, a todo volumen, opacando la canción pop de Demi Lovato que yo había colocado en el reproductor de la sala.
Apagué la música para dejar de torturarme y decidí limpiar todo.
Molesto con Kylan y por reaccionar así.
Me puse de pie pero todo me dio vueltas. Caminé agarrándome de la pared hasta llegar a mi habitación. Me iba a tirar en la cama para echar una siesta, pero miré el balcón abierto y una pequeña sonrisa se asomó a mi rostro.
Moría por verla.
Decidí seguir a mi voz inconsciente dentro de mí y bajé por las escaleras, resbalándome en el último escalón. Noté a Bizcochito sentada en su cama, con un libro en la mano y una manta cubriéndole el cuerpo del frío de otoño. Me acerqué por el balcón hasta entrar, ella notó el exabrupto porque se sobresaltó. Se puso de pie y yo al instante noté la chaqueta verde que usaba y que yo había dejado aquí la vez pasada, a propósito, para tener una buena excusa y verla.
Este era un buen momento.
Ruby salió de su habitación y cerró las mamparas de vidrió detrás de ella.
—Puaj, Kem —dijo alejándose de mí tapando su nariz—. ¿Cuánto has tomado?
Me miraba de pies a cabeza, seguro fijándose en mi ropa arrugada y en mi rostro somnoliento. En definitiva era un desastre, y en otra ocasión no me hubiera gustado que me vea así de miserable, pero ahora estaba tan borracho y con las ideas en desorden, que poco me importó mi aspecto desaliñado.
—No mucho, Bizcochito —murmuré sonriente, con las palabras saliendo torpes en mi lengua. Me acerqué a ella e inhalé su aroma a vainilla. Cuánto la había extrañado, joder—. Hmm, hueles delicioso y estás usando mi chaqueta, Bizcochito. —Me reí por decir tantas veces su apodo—. Me encanta llamarte de esa manera: Bizcochito. Ese apodo te queda taaan bien.
Su ceño se profundizó.
—Estás muy borracho —murmuró como si fuera algo malo. Su tono de voz era de decepción. No quería decepcionarla. Mi expresión decayó—. Tienes que irte, Kem
Negué repetidas veces. Cualquier cosa menos eso.
—De aquí no me voy. —Sonreí—. No sin mi Bizcochito.
—No soy tu Bizcochito.
—Lo eres, pequeña. —Alcé una mano hasta posarla en su mejilla y con mucha suavidad la acaricié—. Eres el amor de mi vida, ¿aún no lo entiendes?
Se quedó callada, mirándome fijamente.
Yo sonreía como un poseso.
—Bien, es hora de que te vayas.
Mi mano cayó abierta a un lado.
Ella tomó mi brazo y me arrastró hasta las escaleras de emergencia hacia mi dormitorio. Me planté, intentando darme la vuelta para no irme.
—Ya te dije que no me voy, Bizcochito.
Ella suspiró con fuerza.
—No hagas esto más difícil, Kem.
—¿Yo hago esto más difícil? —repetí con incredulidad—. Tú eres la que hace esto más difícil. No quieres estar conmigo. Y yo te amo, solo a ti. —No pude evitar soltar el eructo que estaba en mi garganta, logrando que ella cerrar los ojos, asqueada. Continué, como si nada hubiera pasado—. Ni siquiera sé por qué estuve con Ada. —Rodó los ojos, como si no me creyera—. Desde que me dejaste soy miserable. Solo debes mirarme para darte cuenta. —Me reí, porque todo me parecía gracioso ahora mismo—. Nunca creí que una chica podría ponerme así, ¿sabes? Yo amaba estar con chicas, estuve con varias. Creo que este es mi karma, estoy pagando todo lo que hice mal.
Quería echarme a llorar, pero no pararía hasta suplicarle que regrese conmigo y no quería hacer el hazmerreír estando borracho, así que solo solté una carcajada riéndome de mí mismo. Las lágrimas cayeron por mis mejillas.
Joder.
Era un completo desastre ahora mismo.
—Soy un idiota, ¿verdad?
—Eso se puede corregir. —Se encogió de hombros—. Ven conmigo.
—Eso quería oír, Bizcochito.
Pero en vez de llevarme a su habitación, volvió a jalarme hacia las escaleras. Pero en vez de empujarme para subir yo solo, ella lo hizo detrás de mí. Apenas pude mantenerme en pie mientras subía, pero ella pudo lograr ayudarme hasta llegar a mi piso, donde aterricé casi cayéndome. Ruby estuvo ahí para sostenerme y no dejarme caer. Rodeó mi hombro y me sujetó por el costado para que me apoyara en ella. Yo aproveché aquello para inclinarme y enterrar mi cabeza en su cuello.
Mi lugar favorito de su cuerpo, justo después de sus labios.
Me golpeó en el brazo, lo que hizo que me tambaleara hasta caer, pero aún así en mi estado, me moví para que Ruby cayera sobre mí y no a mi lado, amortiguando su caída con mi cuerpo. Abrazado a ella comencé a reírme nuevamente.
—¿Qué te pasa? —preguntó enfurecida.
Su molestia no duró mucho al oír mi risa, porque se sumó a mis carcajadas.
La miré, embelesado.
—Eres preciosa cuando ríes, Bizcochito.
Resopló aun riéndose. Bajó la cabeza y presionó su frente en mi pecho, su cuerpo se sacudía a carcajadas. Cuando se calmó, se levantó sin ayuda y luego extendió su brazo para ayudarme a mí. Me llevó hasta mi cama y me recostó como si fuera un niño. Metí mis manos detrás de mi nuca y decidí cerrar los ojos solo por unos segundos mientras escuchaba a Bizcochito moverse por mi dormitorio.
Luego de varios minutos u horas, no tenía idea de la percepción del tiempo en aquel estado, me levanté cuando me di cuenta que ya no la oía. Me puse de pie con dificultad, notando que el mareo había cesado solo un poco. Me apoyé de las paredes para salir de mi habitación y caminar por el pasillo.
Escuché unas voces provenientes del baño.
Me asomé, escuchando la voz de mi hermano, luego la de Ruby.
—¿Estás aquí por mi hermano, verdad? ¿Estabas aquí con él, cierto? —Se escuchó la voz de Kylan. Ruby se tardó en contestar, por lo que él prosiguió—. Por supuesto que sí, claro que él fue a verte. Incluso estás usando su ropa. ¿Y después de todo lo que ha hecho, piensas volver con él?
—No sé por qué preguntas eso.
Se quedaron en silencio por varios segundos.
—Espera, Ruby —dijo Kylan—, sé que lo amas y él a ti, y que no tengo derecho a decirte esto pero necesito hacerlo: No vuelvas con él. Él no te merece. Tú te mereces a alguien que te ame completamente, que tengas todo su amor, y si sigues con él nunca lo tendrás. Tendrías que compartir su amor con su hijo, o hija, y te dejará de lado. Tú no te mereces eso.
—Eso no lo decides tú, Kylan. Pero te diré algo; si es que regresara con Kem, jamás competiría con el amor hacia su hijo. ¿Y sabes por qué? Porque eso no se hace, cuando uno ama completamente no comparte, sino que ama también. Amaría a su hijo porque sería suyo, y porque lo amo.
Luego de aquello Ruby salió, con la cabeza gacha chocando contra mi pecho. Levantó la mirada, asustada. Pasó por mi lado y se dirigió a mi habitación, ignorándome.
Caminé detrás de ella, ayudándome con la pared hasta entrar en mi dormitorio. Kiwi entró justo antes de que cerrara la puerta con seguro y me recostara en la puerta, mirándola con suavidad.
—Los escuché. —Hice una pausa—. Te escuché.
Mi mente estaba nublada por el alcohol, pero aún así seguía siendo consciente de mis actos. No había estado bien espiarlos, pero la curiosidad fue mucho mayor. Mi hermano seguía siendo un idiota por seguir mencionando su enamoramiento a Ruby, pero por suerte ella no correspondía esos sentimientos. Si ella hubiera sido cualquier otra chica, probablemente hubiera aceptado a Kylan para vengarse de mí. Pero era Ruby. La chica más desinteresada y bondadosa que conocía. Era humilde y le gustaba ayudar a otros, amaba los animales y se interesaba más por otra persona que por ella misma.
Amaba todo de ella.
—Sé que no debí espiarlos —empecé a decir—, pero salí de mi habitación buscándote y escuché murmullos en el baño. Cuando me acerqué los escuché, todo lo que te dijo y todo lo que le respondiste. —Como no dijo nada, presioné—. ¿Fue verdad? ¿Fue verdad lo que dijiste acerca de mí y mi... hijo?
Aun no estaba acostumbrado a aquello. Saber que iba a tener un hijo e iba a ser papá era algo que mi mente aun no asimilaba. Peor aún ahora en la nubla del alcohol, parecía algo imposible.
—Sí —respondió con honestidad.
—Entonces, ¿hay posibilidad entre nosotros? —pregunté, esperanzado.
—No lo sé, intento alejarme de ti pero me es imposible.
Intenté dar un paso adelante pero me tambaleé, Ruby tuvo que venir y ayudarme, tomándome del codo para llevarme a mi cama. Me sentó sobre ella y yo sonreí, mirándola con ternura. Estaba preciosa en mi chaqueta.
—Debes descansar.
—No quiero. Si duermo, cuando despierte ya no estarás.
Se rio.
—Por supuesto que no, no vivo aquí. —Hice puchero, pero ella negó con la cabeza sin amilanarse—. A dormir, Kem.
Fruncí el ceño y la boca, sin querer hacer lo que me decía. Ruby me empujó y yo caí en la cama con un golpe sordo, no pude hacer otra cosa que cerrar los ojos mientras sentía que me arropaba.
Caí en un sueño profundo rápidamente. Esta vez sin sueños y sin pesadillas.
Desperté porque un movimiento a mi lado me hizo abrir los ojos, asustado. Pero solo era Ruby, recostándose a mi lado luego de quitarse las zapatillas. Sonreí incrédulo, sin poder creer lo que mis ojos veían.
—No te fuiste.
Negó.
—Me quedo.
La atraje a mí rodeando su cuerpo con mis brazos, colocando la manta también sobre ella.
—Gracias, Bizcochito.
☾ ☾ ☾
Cuando desperté estaba aferrado a alguien.
Mi mente demoró en darse cuenta de las cosas. Hice un rápido repaso mental.
Había tomado alcohol como un poseso y Ruby me había arropado en la cama, luego había vuelto para meterse conmigo debajo de la manta. Y ahora, estaba con mi agarre pétreo sobre ella. Ruby intentaba quitar su cuerpo de mi agarre pero parecía serle imposible.
—No —murmuré aferrándome a ella.
Si esto era un sueño, no quería despertar.
—Kem... tengo que irme a casa —susurró. Negué. No quería que se fuera. Si tan solo mantuviera los ojos cerrados por más tiempo, podría seguir imaginando que Ruby estaba a mi lado y que nunca se iría. Pero volvió a hablar—. Oye, en serio, es casi medianoche ya.
A regañadientes abrí mis ojos.
—No te vayas, Bizcochito, por favor —supliqué mirándola con temor—. Solo por esta noche quédate conmigo. Solo por hoy.
No respondió, pero vi cómo yo había ganado.
Asintió, cerrando los ojos luego de un suspiro.
Yo sonreí, relajando mi agarre.
—Bizcochito...
—Si no duermes... —empezó a decir ella, pero llevé un dedo a sus labios para callarla. Me hubiera gustado callarla con un beso, pero seguro era algo que no aceptaría muy bien.
—Gracias, Bizcochito —murmuré en voz muy baja.
Luego la vi asentir, aún con los ojos cerrados, quedándose profundamente dormida.
Me quedé mirándola por lo que parecieron horas, preguntándome si volvería a tenerla de aquella forma en un futuro. Si todavía me dejaría amarla. Ahora, mientras estaba en mi brazos, se sentía como si fuera un sueño. Como si no fuera real. Quería que alguien me pellizcara, pero estaba tan cómodo con ella a mi alrededor que solo pinché mi burbuja y logré disfrutar de su cuerpo junto al mío. Pensando que tal vez era nuestra última noche juntos.
Sonreí sin poder evitarlo. Había soñado tanto con este momento en las últimas semanas que, ahora que era realidad, mi cerebro tardaba en procesarlo.
Es por eso que no quise cerrar los ojos y volver a dormir.
Ahora quería mirarla.
Su pecho subía y bajaba en un suave movimiento. Su respiración tranquila y acompasada me indicó que se había quedado dormida. Sus párpados estaban cerrados y podía notar sus pestañas largas descansando en sus mejillas. Sus labios rosados y regordetes estaban ligeramente abiertos, provocándome para besarlos.
Moría por hacerlo, pero me controlaría.
Miré su cabello y no pude evitar acariciarlo, lo hice rítmicamente mientras mi mano subía y bajaba por su cabeza.
No sé cuánto tiempo estuve despierto, pero en algún momento me quedé dormido.
Cuando desperté a la mañana siguiente, ella ya no estaba.
Me pregunté si todo había sido un sueño mío o solo mi imaginación jugándome una mala pasada por el alcohol.
De cualquier manera, su aroma a vainilla me persiguió todo el día.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top