Capítulo 24: Confesiones a medianoche
Ahora más que nunca me enfoqué tanto en mi trabajo que muchas veces perdía la noción del tiempo y olvidaba comer. Había bajado algunos kilos por aquello, pero lo compensé con esforzarme más en el gimnasio. Trabajaba duro durante horas y luego tomaba un descanso yendo al gym de la ciudad para desfogar un poco de energía.
Así era mi día a día.
Aquella noche no era diferente.
Era casi el anochecer mientras tecleaba en mi ordenador. Había pasado dos horas en el gimnasio trabajando mis piernas y brazos, luego me había dado una ducha veloz ahí y había pasado por una cafetería diferente a Dolce Casa, para no encontrarme a Ruby, para tomar un café cargado.
Ahora estaba en mi casa, corrigiendo un manuscrito y escuchando música clásica para no quedarme dormido. El café estaba haciendo su trabajo, pero luego de varios días sin dormir mi cuerpo necesitaba un descanso.
Sentí un golpe en la puerta de mi balcón que me dejó confundido.
Miré allí, encontrándome con Ruby.
Una Bizcochito con la nariz roja por el frío y el cabello desordenado.
Inmediatamente la abrí.
—¿Ruby?
—Sí, soy yo, idiota, no un fantasma. No me mires así. —Frunció el ceño—. Solo quiero hablar con tu hermano.
Vestía ropa de dormir, un jersey negro y unos leggings del mismo color con medias rosadas hasta los tobillos y sus pantuflas blancas de peluche.
—¿Qué ha pasado?
—¿Que qué ha pasado? —repitió molesta—. ¿Encima me lo preguntas? —Intenté hablar pero no me dejó—. Ha pasado que tu hermanito Kylan y mi supuesta mejor amiga les han dicho a mis padres acerca de Kiwi y no sé dónde rayos está. Lo dejé esta mañana con Dan pero sé que ahora Kylan lo tiene.
Sonaba frenética, asustada.
—Ese imbécil hijo de puta —maldije en voz baja.
La tomé del brazo y la arrastré fuera de mi habitación llevándola por el pasillo hasta la de Kylan. La abrí sin tocar y vimos en la cama a mi hermano jugando con Kiwi. Al notarnos, nuestro pequeño cachorro, que había crecido desde la última vez que lo vi, saltó de la cama y corrió hacia nosotros, saltando en dos patas y moviendo la cola sin parar. Me agaché para tomarlo en brazos y dejar que me diera lamidas en el rostro para luego entregárselo a Ruby.
Ella lo apretujó contra su cuerpo, cerrando los ojos aliviada al tenerlo en sus brazos.
Ruby se alejó en dirección a mi dormitorio, yo me quedé.
Kylan se sentó sobre la cama, mirándome con una ceja alzada, desafiante.
—Eres un idiota —murmuré molesto—. Si tan solo quisieras a Ruby de verdad, no habrías hecho lo que hiciste.
—Esas mismas palabras van para ti, Kem.
—Sabes que yo nunca le hice daño adrede. —Negué—. No soy como tú.
Luego cerré la puerta a mis espaldas sin esperar una respuesta.
Me dirigí a mi habitación viendo a Kiwi con Ruby, los miré esperanzadamente, pensando en que algún día podría tenerlos de vuelta en mi vida. Rogaba por que eso sucediera pronto. Más que nunca.
—Lo que hizo Kylan...
—No importa —me cortó sin querer oírme. Dejó a Kiwi en el suelo mientras él olfateaba esta habitación que recordaba tan bien pero que hacía días no estaba aquí—. Luego hablaré con él y con Amber.
—No hace falta, ya puse a Kylan en su lugar.
Asintió, cruzándose de brazos.
—Escucha, Kem —murmuró con súplica en su mirada—. Sé que no me debes ningún favor ni yo a ti, pero quiero pedirte algo. —Asentí sin dudar—. Quisiera que cuides a Kiwi como antes. Quisiera que tú lo tuvieras. Dan lo estuvo cuidado pero al parecer hoy se lo dio a Kylan sin siquiera preguntármelo y... mira, estoy castigada y sé que mis padres son muy pesados. Buscarán mis cosas ahora que saben que trabajo, harán todo lo posible por...
Volví a asentir.
—No te preocupes, Bizc... —carraspeé—. Ruby. Yo lo cuidaré por ti.
Casi cometí el desliz de llamarla por su apodo y no por su nombre. Pero aún no estaba acostumbrado a tratarla de manera distante como ella quería ser tratada. Su rechazo dolía como la mierda, así que tenía que empezar a acostumbrarme a llamarla por su nombre. No quería volver a mirar en su rostro una expresión de enojo o desconcierto, no ahora que yo iba a ser el guardián de nuestro cachorro.
Me acerqué a Ruby al notar cómo sus ojos se cristalizaban. Bajó la cabeza y empezó a sollozar en silencio, llorando fuertemente mientras sus brazos y hombros se movían con la misma fuerza de su llanto. Me aterró verla así por mi culpa. La atraje hacia mí, envolviéndola con mis brazos. Al principio se rehusó, tratando de alejarme. Pero al final dejó la pelea y enterró su cabeza en mi pecho, llorando aferrada a mí como si yo no fuera el causante de sus problemas.
—Shh, Ruby. —Acaricié su cabello castaño dócil y suave—. Lo siento tanto. Perdóname, nena, perdóname.
Ella se rompió ahí, en medio de mi habitación con Kiwi dando vueltas entre nuestras piernas. Mientras que ella se aferraba a mí como un salvavidas, enterrando su cabeza en mi pecho y dejando que yo acariciara su cabello y sus hombros, tratando de infundirle cariño y serenidad.
No respondió a mis palabras. Pero no hacía falta, sabía que algún día, lo haría.
—Sé que la cagué —murmuré con voz rota. Ella se alejó, poniendo distancia entre nosotros para mirarme a los ojos. Los suyos también estaban llenos de lágrimas como los míos—. Pero te quiero, Ruby. Soy miserable sin ti. Me he enamorado como un idiota de ti.
—Tú no me quieres —respondió negando—. No me quisiste cuando te acostaste con Ada y mucho menos ahora que ella espera un hijo tuyo. No me quisiste cuando te ibas con ella y luego volvías a mí. No me quisiste cuando no me dijiste la verdad y preferiste quedarte callado referente a Ada. Solo querías usarme a mí y a ella, así que no me digas que me quieres o que estás enamorado de mí porque, sinceramente, no te creo.
Negué, acercando mi rostro al suyo, colocando mis manos en sus mejillas y sosteniéndola como si fuera mi mundo entero.
Lo era.
—Creo que no tienes ni la más remota idea de lo que me haces sentir. —Sus ojos azules me traspasaban con la mirada, haciendo que mi corazón entrara en una alocada carrera y corriera aceleradamente—. Estás loca si crees que no te quiero, porque lo hago, Ruby. Te quiero.
Y luego bajé mi rostro al suyo, besándola.
Ella no hizo nada por detenerme, así que continué, abriendo mis labios y entrando en su boca. Ruby estaba completamente quieta, ni siquiera movió sus labios al ritmo de los míos como tantas veces lo había hecho antes. Ahora era un témpano frío y desierto. Pero no me importó, porque si este era nuestro último beso, iba a tomarlo y disfrutar.
Luego de varios segundos, Ruby abrió sus labios moviéndolos contra los míos. Ahogué un gemido mientras me movía, correspondiendo su beso con ímpetu. Enterré mis manos en su cabello y la acerqué a mí queriendo que estuviese más cerca.
Con los ojos cerrados me dejé llevar y me olvidé de todo a mi alrededor, como cada vez que estaba con ella.
Ruby se separó, respirado rápidamente para tomar aire.
Uní nuestras frentes sin querer soltarla todavía.
—Te extraño tanto, Ruby... —murmuré acariciando sus mejillas—, tanto. Quisiera intentarlo de nuevo, que me des una segunda oportunidad. Sé que lo que hice es algo imperdonable, pero te quiero, y haré lo que sea para que lo nuestro vuelva a funcionar.
—Lo nuestro no tiene solución, Kem. Tú serás padre, y yo no interferiré entre ustedes. Ada siempre será parte de tu vida, y yo no creo que pueda soportarlo.
—Podemos intentarlo —supliqué teniendo un poco de esperanza—. Ir poco a poco. Sé que aún no me perdonas, pero en un futuro podrías. Volveré a enamorarte, Ruby, porque no puedo imaginar una vida sin ti. Eres mi todo, y haré lo que sea para que vuelvas a quererme.
Esta vez se alejó de mí.
—Kem... lo nuestro nunca podrá ser —Mi expresión decayó—. Fue un error besarte. No quiero que lo malinterpretes. Fue... un beso de despedida.
Mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas, pero no dejé que cayeran. Ella vio mi mirada y se alejó. Caminó hacia mi balcón y tomó el primer escalón para bajar. No quería que se fuera, no así de aquel modo. Me arrodillé, esperando una última oportunidad en aquel lugar, con la luna como testigo de mi desesperación.
Ruby volteó a verme, sorprendida.
—Sé que no lo merezco y que el daño que te hice es irreparable, pero te quiero, Ruby. Y eso no es mentira, sé que lo sabes. La cagué, porque soy un idiota que no te supe valorar y respetar como mujer. Pero ahora que no te tengo es... como si me desgarraran el alma. —Hice una pausa observando su rostro—. Dame una oportunidad, por favor. Te amo.
—No.
—Te amo, Ruby —repetí con voz rota.
—También te amo, Kem —dijo ella—, pero me amo más a mí.
Esta vez se alejó.
Y yo no hice nada por detenerla.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top