Capítulo 21: Dolor en el pecho

Luego de haberle contado la verdad de mi historia con Ada a Ruby, subí a mi apartamento. Ya no podía hacer nada, por lo menos no hoy. Tenía que darle su espacio, la había dañado mucho y nunca me perdonaría por eso, pero era muy egoísta y quería su perdón, quería que todo volviera a ser como antes.

Maldecía el momento en que decidí coquetear con Ada. Aunque no solo era su culpa, sino también mía.

Deseaba retroceder el tiempo y enmendar los errores que había cometido. Me sentía tan mierda que estaba a instantes de pedirle a mi hermano que me golpeara otra vez. Odiaba a ese imbécil por poner sus ojos en mi chica, pero no me vendría mal otro par de golpes de su parte. Aunque no podía culparlo, yo también quedé deslumbrado la primera vez que la vi. Ahí en su balcón, echando un vistazo a nosotros.

No quería que mi hermano la viera primero, quería ser yo en quien se fijara.

Mientras estaba colocándome ropa de dormir, la puerta de nuestro apartamento sonó. Mi hermano Kylan estaba en su habitación, mis padres en la suya y Kara también. Así que fui yo a abrir la puerta.

Al ver a Ada ahí apreté mi mano en el pomo de la puerta tratando de no cerrarla de golpe.

Tenía ojeras en el rostro y estaba más pálida y delgada de lo normal. Me hizo una señal para entrar y yo acepté. Por Dios, íbamos a tener un bebé. No podía ser tan cabrón con ella aunque le hubiera soltado todo a Ruby cuando no tenía el derecho de hacerlo. Me correspondía a mí contarle todo, no a ella, joder.

Cerré la puerta y me volteé, ella se quedó parada a unos metros de mí con los brazos cruzados. El ambiente entre nosotros era incómodo, más aun cuando ella se quedó en silencio por varios segundos antes de hablar.

—Voy a abortar —dijo ella sin mirarme—. Es lo mejor para ambos y aún estoy a tiempo. Es obvio que no quieres tener al bebé y yo menos. —Se limpió las lágrimas que salían de sus ojos—. Somos jóvenes. Tú estás enamorado de alguien más y yo no podría hacerlo sola.

Mi pecho se apretó al oír aquello. Era un tema delicado que no me gustaba opinar porque era cosa de mujeres y lo que hicieran con su cuerpo no era de mi incumbencia.

Si ella quería abortar, yo no era nadie para impedirlo.

—¿Estás segura, Ada? —pregunté con voz ronca. Tenía un nudo de emociones contradictorias en la garganta—. Eso es una decisión apresurada, ¿no?

Ada negó, se tapó el rostro y comenzó a llorar.

—No sé que haré... —hipó entre sollozos incontrolables—. Mis padres me matarán.

Me acerqué a ella poniendo una mano en su hombro, tratando de darle mi apoyo.

—Yo te ayudaré en lo que sea que decidas, Ada. Si quieres el dinero, lo tengo. Si quieres continuar con el embarazo... —Tragué con fuerza—. Estaré contigo. No te dejaré pasar por esto sola. ¿Está bien?

A pesar de que esto era su culpa, no podía dejarla sola. Ella no se había embarazado sola.

Tenía dinero ahorrado gracias a mi trabajo, así que lo que decidiera ese dinero sería para ella

—Está bien. —Enterró su cabeza en mi pecho. Alcé la mano sin saber dónde ponerla. Esto no era lo que quería. Ella no era a quien quería, y aún así debía apoyarla. Pero no la toqué.

Dejé que llorara sobre mí hasta que se apartó, se limpió las lágrimas y salió sin decir nada más.

Aquella noche no pude dormir.

El rostro de Ruby lleno de decepción y dolor me perseguía en mi mente. Ni siquiera pensé en Ada y eso me ponía mucho peor. Estaba volviéndome loco.

Mi mente solo tenía a una persona y esa era mi chica.

Al día siguiente sentí la lluvia golpear la ventana de mi balcón. Ya era otoño. Hacía frío y se sentía como la mierda. El clima contrastaba con mis sentimientos.

Anoche no había podido dormir con los pensamientos rondando en mi cabeza. Por un lado Ruby, y por el otro, Ada y su decisión.

El sonido del timbre del apartamento sonó mientras yo estaba en la sala y con la computadora en mi regazo sin poder leer un párrafo más del manuscrito que debía corregir. Me levanté con desgano para abrir la puerta. Me sorprendió mucho ver que la persona que estaba frente a mí era Ruby.

Las ganas que tenía por tomarla del rostro y besarla me eran casi imposible de refrenar, pero la expresión que tenía, me hizo retorcer las manos para evitar aquella tentación.

—Quiero hablar con Kylan —demandó sin mirarme a los ojos—. ¿Está?

Apreté mis manos en puños al oír aquello. ¿Quería hablar con mi hermano? «Celos» era una palabra muy corta para describir lo que sentía cada vez que pensaba en ella con Kylan.

Intenté hablar con voz neutra sin que se me notaran los celos.

—Sí, está en su habitación. ¿Por qué quieres hablar con él?

Ruby alzó la mirada, mostrándome esos hermosos ojos azules que yo tanto adoraba.

—Qué te importa —contestó con sequedad. Se abrió paso al apartamento y sin decir nada más caminó por el pasillo hacia la habitación que ella pensaba era de Kylan. No lo pensé dos veces, cerré la puerta del apartamento y corrí tras ella, pero Ruby ya había abierto la puerta.

Lanzó un gritito agudo y yo miré donde ella miraba para ver qué la hizo gritar así.

Era Kylan, con una simple toalla en el cuerpo, apenas lo tapaba. Mierda.

Cerré la puerta con fuerza y volteé hacia ella.

—¿Qué narices estabas pensando abriendo así la puerta? —murmuré—. ¿Es que acaso no te enseñaron a tocar?

Ruby me ignoró, se interpuso entre la puerta y yo, y esta vez la tocó. Segundos después Kylan abrió la puerta, vestido, y con las mejillas sonrojadas. Quise arrancar sus ojos cuando los posó en Ruby con adoración brillando en ellos.

Mi hermano me miró con fastidio al darse cuenta que no me iba a ir.

—Vete de aquí.

Me crucé de brazos, desafiándolo.

—No me iré a ningún sitio.

Pensé que Ruby se irritaría pero por el contrario, pero asintió de acuerdo.

—Kem se queda —aseguró. Sonreí hacia mi hermano. Él rodó los ojos y luego se fijó en Ruby. Ella nos miraba de reojo, con furia contenida, en especial a Kylan—. Hablé con Ada, o mejor dicho, ella habló conmigo y me contó que tú sabías todo —dijo haciendo señas a mi hermano—. ¿Por qué nunca me dijiste? —preguntó con voz rota.

Kylan pasó de estar feliz de verla a pasmado. Yo me quedé de piedra al oírla. ¿Por qué rayos Ada hablaba con Ruby? ¿Acaso quería empeorar todo? Mis ganas de matarla aumentaban cada vez más.

Se estaba metiendo en un terreno muy peligroso sin ser llamada.

—Yo le dije que no lo hiciera —respondí alzando una mano. Estaba forzando a que mis palabras salieran, porque sabía que harían daño a mi bizcochito, pero no podía mentirle. No más—. Al principio le decía que eran imaginaciones de él, pero al final se enteró... Me rogó que te contara la verdad, pero no pude, no podía hacerlo. —Mi voz sonó ronca, demostrando lo mal que me ponía hablar de aquello—. Yo solo alargué el tiempo. Cosa que no debí hacer porque al final todo explotó en mi cara.

Ruby, al escucharme, se le pusieron los ojos húmedos, hice acopio de mí para no levantar mi mano y acariciarla, estrecharla entre mis brazos para consolarla. Eran cosas que ya no podía hacer y me estaban matando.

Más que cualquier cosa.

Kylan asintió ante mis palabras, algo cabizbajo pero con el rostro arrepentido. Intentó decir algo pero Ruby lo detuvo, alzando una mano.

—Ya escuché suficiente por hoy.

Se dio la vuelta y salió de ahí.

Kylan intentó ir tras ella pero lo detuve.

—Ruby no es nada tuyo. Aléjate de ella —dije en voz alta y clara.

Kylan me miró incrédulo. Lo empujé fuerte y salí corriendo de ahí en busca de Ruby. Más le valía a Kylan no venir.

Esto era entre Ruby y yo, él no tenía voz en este entierro.

Corrí bajando las escaleras hasta llegar a su piso pero no escuché su puerta cerrarse en el camino por lo que bajé hasta llegar al vestíbulo, saludé al conserje de turno y caminé adentrándome al estacionamiento. Sentí algo extraño en el pecho, algo que sentía cada vez que Ruby estaba cerca. Como un indicio de su presencia.

Efectivamente estaba ahí, en aquel lugar solitario rodeada de autos y con la cabeza hacia abajo. Sus hombros se sacudían. Estaba llorando. Se me partió el corazón al verla de ese modo porque yo había causado aquello, yo era culpable de su sufrimiento y no sabía qué hacer para remediarlo. Su sufrimiento era mío y me sentí de ese modo al verla.

Me mataba aquello y solo quería enterrar mi cabeza en la zona donde su cuello y hombro se unían, y besarla, como me gustaba hacerlo siempre. Las lágrimas no tardaron en cubrir mis ojos. Caminé hacia ella, haciendo eco en el gran estacionamiento, ella se estremeció al oír mis pasos pero no se movió.

Supuse que sabía que era yo porque no volteó hacia mí.

Me paré tras ella, tan cerca que podía sentir su espalda en mi pecho. Vi cómo se estremecía al presionar una mano en su cintura. Me dejó hacerlo. Por lo que continué y puse la otra al otro lado.

Bajé mi cabeza a la suya y presioné mi mentón en la cima de su pelo, sintiendo el aroma a vainilla que ella siempre llevaba. Inhalé su aroma perdiéndome en ella unos instantes. Con mucho cuidado le di la vuelta y sin decirle nada, la abracé. Mi corazón latía como loco, tenía miedo que ella pudiera oírlo, porque su oído llegaba a mi pecho. Pero me di cuenta que no importaba que pudiera sentirlo, porque solo latía así cuando estaba con ella.

Haber estado con Ada fue un error que me pesará por el resto de mi vida. Pero no podía hacer nada ahora.

Mi chica se despegó de mí alzando sus ojos a los míos. Estaban rojos y vidriosos. Mi camiseta estaba mojada, sus lágrimas habían manchado mi camiseta y eso me hacía sentir peor.

—Ada habló conmigo —empezó con voz ronca, a centímetros de mí y echando su cabeza para atrás para hablar conmigo. Fruncí el ceño, porque no sabía a qué se refería. ¿A lo de Kylan?—. Me dijo que solo fui una diversión para ti, que jamás te importé...

Apreté los puños furioso.

¿Por qué mierda Ada le dijo esas tonterías?

Iba a hablar seriamente con ella. No podía seguir arruinando mi vida y la de Ruby de aquella manera.

—Es mentira —dije rápidamente al ver que ella parecía creer en esas palabras. Intenté tomar su mano pero me esquivó. Bajé mis brazos, suspirando—. Te conté la única verdad. Lo mío con Ada duró muy poco. Me enamoré de ti, Ruby, de nadie más. Es a ti a quien quiero, y me destroza saber que le crees a ella. Yo no...

—¿A quién quieres que le crea? —exclamó—. Ada puede ser una arpía pero es la única que me contó la verdad. Porque si fuera por ti, yo aún no sabría de su embarazo. Apuesto a que me lo hubieras ocultado hasta el final.

—¿De verdad crees eso? —pregunté herido.

Negó, riéndose pero sin humor.

—Ya no sé qué creer. —Cuando levantó la mirada mi corazón saltó—. Pero seguro que no creeré en ti. Las palabras que me dijiste, acerca de tus sentimientos por mí, todas son falsas. Desde que te conocí no has hecho mas que mentirme.

Mi corazón dolía por esas palabras, pero más aún al ver el rostro asqueado de Ruby. Nunca creí que ella me iba a dirigir esa mirada. Quería que me viera con amor, como antes lo hacía, quería creer que ella aún me quería. Pero las esperanzas se estaban escurriendo de mí al notar que ella se alejaba más y más de mí, emocional y sentimentalmente hablando.

—Ruby...

—No digas más, Kem. No importa, al fin de cuentas, nosotros ya no tenemos nada.

Caminó en mi dirección, chocando su hombro contra mi brazo al pasar. Oí sus pasos resonar por todo el estacionamiento. Pero no me moví. No fui tras ella. Y eso me quemaba.

Me quedé parado, confuso y agobiado, porque sus palabras me habían calado profundamente. Debí haberle dicho la verdad en su momento, debí ser valiente y contarle lo que sucedió. Todo eso es lo que debí decirle a Ruby, pero no lo hice.

Y ahora su corazón estaba herido.

No quería romperlo más.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top