Capítulo 16: Verdades a la cara

Un viernes por la mañana, antes de ir al colegio, bajé hacia el balcón de Bizcochito pensando que aún estaría, pero ya que me había quedado dormido, no había nadie. Solo estaba Kiwi durmiendo plácidamente en su cama con su juguete al lado. Había querido despertarme temprano para verla antes de que se fuera al colegio, pero mi alarma en el móvil no había sonado y mi plan de verla antes se vio arruinado.

Aun así llevé a Kiwi conmigo a mi habitación, subiendo por las escaleras de emergencia, y depositándolo sobre mi cama. Mientras que yo repasaba y leía el nuevo manuscrito de esta semana.

Me pasé horas en el escritorio antes de que un mensaje me sacara de mi concentración. Era un mensaje Ruby.

Bizcochito: Hoy en la noche hay una fiesta en la casa de un chico de mi clase. ¿Nos apuntamos?

Sonreí.

Yo: Por supuesto.

Lo que no sabía es que todos se apuntarían. Y por todos me refería a Amber, Kylan y Ada. Cuando llegó la hora de ir a esa fiesta, bajé las escaleras para buscar a Ruby, me di con la sorpresa que estos tres también irían con nosotros.

Me mantuve tenso al ver a Ada allí, subiéndose a la parte trasera de mi auto mientras Bizcochito se sentaba a mi lado, en el asiento del pasajero. Traté de quitarme esta extraña sensación concentrándome solo en mi chica, quien estaba preciosa ataviada en un bonito vestido y unas sandalias con tacos para verse más alta, pero ni así me podía nivelar. Era muy pequeña y me gustaba mucho eso de ella.

Sus ojos azules se veían más grandes gracias a todo el maquillaje, sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas y no sabía si se debía al maquillaje también o al calor que hacía a pesar de ser noche.

Manejé hasta la casa del chico cumpleañero llamado Zack y todos nos quedamos sorprendidos al ver que vivía en un barrio de lujo, en una casa que parecía más una mansión que otra cosa. Las paredes altas de la casa mostraban una singular arquitectura, las ventanas de madera y los balcones de cada habitación hacían que el lugar se viera majestuoso. Combinado a eso había una pequeña pileta delante de la casa, un ángel de piedra botaba agua por la boca. Me impresionó todo aquello.

Ayudé a Ruby a bajar del auto y no esperé a que los demás lo hicieran, caminé con ella hacia la puerta, entrelazando nuestros dedos para no perderla porque por dentro, el lugar estaba rebasando de gente.

Al entrar una brisa de aire fresco me inundó, lo que supuse que era el aire acondicionado, porque una persona adinerada como lo era Zack tenía el privilegio de poder usar aquello para no tener que morir deshidratado por el calor que hacía, incluso de noche.

Atraje a Ruby hacia mí mientras su cabello rebotaba en una coleta alta. Estaba más allá de preciosa.

—Estás hermosa, Bizcochito.

—Gracias —susurró sonriéndome.

Noté que Amber se acercó por detrás entrelazando su brazo con el de mi chica.

—Es momento de divertirnos, nena —murmuró sobre el sonido de la música para ser oída por nosotros—. Es hora de conquistar este lugar.

—Adelante, Am. Todo tuyo. —Fue la respuesta de Ruby.

Amber sonrió y avanzó por delante de nosotros con la cabeza en alto.

Bizcochito se aferró a mí mientras nos dirigíamos a ningún lugar en particular, sino que, nos posicionábamos en mitad de la sala, alejados de la multitud que bailaba en mitad de la sala. Frente a nosotros estaba la cocina, había una puerta y al estar abierta, se podía ver que dentro también había gente sirviéndose tragos y conversando.

El lugar entero estaba lleno de personas. Bizcochito a penas conocía a alguien aquí que no fueran sus amigos. La casa era moderna y tenía una decoración estilo minimalista, los pisos eran de mármol y estaban tan brillosos que parecían espejos. Parecía ser la casa de un millonario, todos los equipos eran de última generación y los muebles elegantes aportaban a que la casa se viera lujosa.

Lo único malo era la gente revoltosa que tomaba sin parar y bailaba, arruinando la vista.

Mi chica parecía un poco fuera de lugar por la expresión de desconcierto en su rostro. No me gustaba nada verla incómoda. Me incliné hacia ella, para ser escuchado por encima de la música alta, y hablé cerca a su oído.

—¿Necesitas algo, Bizcochito?

Sus ojos me miraron como un corderillo asustado.

—Eh, nada. —Se lo pensó mejor—. Bueno, no quiero nada que contenga alcohol.

—¿Agua? —ofrecí.

—No.

Alcé las cejas.

—¿En serio, Bizcochito? ¿Tal vez un zumo o alguna gaseosa?

—Sí, estaría bien una Coca-Cola.

Al darse cuenta de que sus opciones eran limitadas al no querer alcohol, aceptó la gaseosa con una pequeña sonrisa.

—Espérame aquí. —Besé su frente y me alejé hacia la cocina. Sentí que alguien venía detrás de mí, al darme la vuelta era Kylan.

Caminamos los pocos metros hacia la cocina y cuando entramos, nos detuvimos de inmediato al ver que el lugar era un completo chiquero. Había un montón de botellas de licor esparcidas encima de la encimera, en el suelo había líquido que parecía haberse derramado y sobre la mesa un montón de latas de cervezas vacías estaban acumuladas como si fuera basura.

No había gaseosa o agua a la vista.

—Mierda, este lugar es un asco. —Ky frunció el ceño.

Éramos los únicos aquí, las personas que habían estado aquí ya no estaban. Y habían dejado el lugar asqueroso. Hice una mueca mientras me acercaba al refrigerador de dos puertas y lo abría, dentro lo único que contenía era más licor. Botellas de todo tipo de alcohol y latas de cerveza que no me servirían. Cerré la puerta con fuerza. Lo único que había era hielo, pero era imposible que se derritiera tan rápido para convertirlo en agua, así que me quedé sin opciones mientras miraba el lugar con una mueca en el rostro.

Ky parecía ajeno a todo.

—Ada está revoloteando a tu alrededor —comentó con soltura, como si aquella chica no me afectara.

Apreté los labios mirándolo mal.

—Ya lo sé, se está volviendo cansino. —Suspiré—. Me gustaría decirle que se alejara, pero no puedo dirigirme a ella. No soporto estar a su alrededor y no quiero que Ruby lo note.

Mi hermano hizo una mueca.

Una parte de mí estaba aliviado de que alguien más supiera lo que me había pasado, pero otra parte de mí se avergonzaba por lo sucedido. Nadie más que yo tenía la culpa por no haber escuchado a mis hermanos y haber ido a casa de Ada a buscarla. No debí confiar en ella y mucho menos haber aceptado su oferta de conversar en su casa.

Era un precio alto que iba a pagar con creces por no haber oído a Ky y a Kara cuando me advirtieron que no me fiara de Ada. Por confiado me había sucedido aquello, y ahora no tenía más opción que disimular y pretender que Ada Peters no existía para mí.

Iba a ser difícil, ya que era la hermana de la mejor amiga de Ruby, pero iba a poner todo mi esfuerzo ello.

Cuando me di la vuelta para salir, apareció la chica que era dueña de mis pesadillas.

Ada.

Se mostró sorprendida al verme, pero cuando avancé un paso ella me interceptó.

—Kem...

Cerré los ojos al oír mi nombre de sus labios.

Se sentía tan mal que todo el cuerpo me dolía.

Verla dolía de la peor manera.

Ni siquiera le dirigí una segunda mirada, pasé por su lado chocando mi hombro contra su cuerpo y me alejé como si quemara, volviendo a mi lugar junto a Bizcochito.

—Bizcochito... —susurré en su oído. Volteó con tanta rapidez que sentí que se asustó, hasta que se dio cuenta de que era yo y sonrió.

Luego frunció el ceño.

—¿Y mi gaseosa? —Hizo un puchero—. ¿No había?

—Eh no, solo había cerveza.

Alcé la mirada y noté que Kylan le decía algo a Ada, nuestros ojos chocaron y yo rápidamente volteé el rostro sin querer posar mi mirada en ella. No valía la pena. Para nada.

Bizcochito había dicho algo pero no logré escucharla, estaba atento a mi hermano que parecía darle una advertencia a Ada. Cuando se alejó, respiré aliviado.

Me concentré únicamente en mi chica.

—¿Quieres bailar? —pregunté bajando mis manos a cintura y rodeando su cuerpo. El aroma a vainilla característico de ella inundó mis fosas nasales, con aquello me sentí en el paraíso.

—No, Kem, no quiero bailar —murmuró ella con un fuerte suspiro—. Estoy buscando a Amber y Henry. Estaban aquí hace unos minutos y luego desaparecieron. ¿No los has visto?

—No, yo fui a la cocina a buscar bebidas y no los vi. No tengo idea de dónde puedan estar.

Ruby asintió dándose la vuelta para dirigirse a lo que supuse era la salida, porque caminaba hacia la puerta por donde entramos. La seguí sin perder el ritmo y llegamos afuera, escabulléndonos de las personas que atestaban la casa.

Intenté tomar su mano para caminar a su lado, pero Ruby era rápida y caminó lejos mientras sacaba su móvil del bolso y marcaba un número.

—Bizcochito, ¿qué haces?

—Intentando encontrar a Amber —respondió como si fuera obvio.

Miré detrás de ella, notando a su mejor amiga antes que Ruby. Ella siguió mi señal encontrándose con Amber y Henry. Corrió hacia ellos mientras yo le seguía el paso.

—¡Chicos! —exclamó Ruby. Al acercarnos nos dimos cuenta de que interrumpíamos algo porque tanto Henry como Amber parecían exaltados. Sus rostros estaban rojos y tenían una expresión dura, parecían estar discutiendo—. Te estaba llamando, Am.

Amber se acercó a Ruby la abrazó de lado, un poco torpe y tambaleándose. No había pasado ni una hora y ya había tomado lo suficiente como para necesitar apoyo.

—Vámonos, Ruby —murmuró con lentitud en dirección a la calle—. No quiero estar más aquí. Henry es un experto en arruinarme las fiestas.

Las chicas se alejaron hacia la calle mientras Henry miraba a Amber alejarse. Me situé a su lado y caminamos hacia ellas, el chico parecía un poco frustrado pero no tenía ese brillo que Amber tenía en los ojos, lo que significaba que él no estaba borracho.

—Mierda, ¿por qué las chicas son tan complicadas? —susurró hacia mí con un tono frustrado en la voz—. Y luego dicen que uno es el que arruina las fiestas. No es justo, hombre.

Le di unas torpes palmadas en la espalda.

—Ellas siempre tendrán la razón. —Me encogí de hombros—. Mas vale aceptarlo tarde que nunca.

Henry soltó una pequeña carcajada. Al darse cuenta de que Amber se dirigía a la salida de la mansión, alejándose del estacionamiento y la pileta, me miró.

—¿Tú viniste con ella, no es así? —Asentí—. ¿Puedes llevarla a su casa? Está demasiado tomada para que tome un taxi, y dado que no quiere ni verme, no puedo llevarla yo.

—No te preocupes, iré a traer mi auto.

Le indiqué a Bizcochito que en unos minutos regresaba y me alejé acercándome nuevamente a la casa para luego subirme al auto, enviarle un mensaje a Ky diciéndole que en cinco minutos nos íbamos, y manejé hasta la salida de la mansión.

Allí estaban Henry y Amber discutiendo en mitad de la calle mientras Ruby los miraba desde la acera. Dejé el auto a un costado y me bajé. Vi a Ruby intentar ir hacia ellos pero la detuve tomándola de la cintura.

—Deja que se griten un poco, les hará bien soltar todo.

—¿Quieres que se maten?

—No lo harán. —Le aseguré.

Vimos a los tortolitos discutir en mitad de la acera hasta que un auto salió de la nada, a toda velocidad dirigiéndose por la calle en dirección a Henry y Amber. Los movimientos torpes de Amber hicieron que se quedara en la acera sin saber qué hacer, fue Henry quien saltó apartando a Amber del camino y cayendo con fuerza contra la pista. Alguien soltó un fuerte grito. El carro viró y terminó estrellándose contra la verja de la mansión.

El olor a las llantas quemadas por el frenado rápido inundó la calle.

No me di cuenta de que había apretado a Bizcochito contra mi pecho hasta que se soltó de mi agarre, mirando la escena frente a sus ojos. Henry estaba tirado en mitad de la pista, con la pierna en un ángulo extraño y los ojos cerrados. Amber corrió torpemente hacia él agachándose para tomarle el pulso, Ruby fue tras ellos y yo también.

Amber abrazó con fuerza a Ruby mientras temblaba con fuerza. El silencio que siguió aquello era espeluznante, Henry tirado en mitad de la pista hacía que las cosas se vieran mucho peor. Saqué mi celular tratando de disipar mi estado de shock y marqué el 911. Al instante me atendieron y les indiqué que había ocurrido un accidente, les indiqué la dirección exacta mientras veía a Amber situarse al lado de Henry tomándole el pulso mientras le decía algo a Ruby.

La gente de la fiesta, al darse cuenta de que algo sucedía afuera, empezó a aglomerarse alrededor de todos. El conductor del auto estaba bien, no estaba herido porque había reducido la velocidad antes de chocar contra la verja, lo que ocasionó que su auto destrozado en la parte delantera, pero él estaba ileso. La policía y la ambulancia llegaron más rápido de lo esperado, los hombres con sus uniformes cargaron a Henry y se lo llevaron en la ambulancia mientras Amber iba con ellos.

Kylan, Ruby y Ada vinieron conmigo para ir al hospital donde llevaban a Henry. No quería que Ada viniera con nosotros, pero no podía armar una escena frente a Ruby, así que cerré la boca y dejé que se subiera a la parte trasera junto a Kylan mientras Ruby iba a mi lado. Llegamos al hospital mientras Ruby le contaba a Kylan lo sucedido. Todos estábamos asustados por Henry.

Nos bajamos y caminamos hacia el ala de Emergencia, dentro, en la sala de espera, notamos que estaba llena.

Ruby se pegó a mí.

—Tengo que llamar a mis padres —comentó.

Asentí.

—Me parece lo correcto, pero no los alarmes.

Se marchó a un costado mientras la seguía con la mirada. Volvió cinco minutos después con el rostro aliviado.

—No conocen a Henry pero están preocupados por él, quisieron venir pero les pedí que no lo hicieran. En cuanto mencioné que tú estabas aquí se tranquilizaron.

Me dedicó una sonrisa que supe interpretar como irónica.

—¿Qué puedo decir? —Me encogí de hombros sonando altanero—. Tus padres me aman.

No había dudas de que lo hacían. Les había agradado en la cena en casa de los padres de Ruby, ganando su confianza y metiéndomelos en el bolsillo. Era bueno con las personas mayores y sabía cómo comportarme, además tenía un gran carisma y era genial, era obvio que mis futuros suegros estaban contentos conmigo.

—No te hagas al engreído. —Ruby rodó los ojos viéndose divertida. Luego su rostro adoptó una expresión seria. Estábamos en mitad de la sala de espera, donde todos tenían rostros cansados y alertas. Mi chica se recargó en la pared—. Amber aún no sale.

Negué.

—¿Quieres algo? —pregunté preocupado por ella. No quería sentarse, quería estar de pie, alerta ante cualquier movimiento.

—No, gracias. —Paseó su vista por las demás personas ubicadas en las sillas, esperando a sus familiares o amigos. La mayoría de ellas llevaban café en un vaso de poliestireno, viéndose cansados y con expresión exhausta. Parecía que el cansancio cubría este lugar como una manta, apenas era medianoche y parecía que el tiempo no transcurriera.

Había varias sillas disponibles, pero Kylan y Ada se acercaron viéndose incómodos. Bajé la vista y me apegué a Ruby sin querer darle una mirada a Ada. No quería estar a ella, y no entendía por qué mi hermano la traía si sabía mi incomodidad.

—¿Amber está adentro, verdad? —Su voz chillona me perforó los oídos.

¿Qué había visto en ella que me atrajo? Ahora que tenía a Ruby, me di cuenta de que no había punto de comparación con ella. La voz de Ada era muy aguda, tanto que cada vez que hablaba parecía una pizarra siendo rayada con aquel sonido insoportable.

Ky y yo nos mantuvimos en silencio.

Ruby fue quien respondió.

—Sí, está acompañando a Henry.

Lo cual era obvio, dado que su hermana no estaba por ninguna parte.

—¿Cuándo nos vamos a casa? —preguntó de vuelta.

—Puedes esperar en el auto —dijo Ruby cortante. Con mis manos en sus hombros noté que los músculos de esa zona estaban tensos. Le hice masajes para tratar de reducir el estrés que seguro sentía—. Y si no quieres estar aquí, pues consigue un taxi. Nosotros no nos iremos de aquí hasta que Henry salga.

Hubo un silencio quedo hasta que Ada lo rompió.

—Prefiero esperar en el auto. ¿Tus llaves, Kem? —Mi cuerpo se tensó. Dejé de masajear los hombros de Ruby para poner mis ojos en Ada. Verla me producía escalofríos, pero me recordé una y otra vez que estaba despierto, y que así, ella no podía hacerme nada. Eso no me tranquilizaba mucho. Sus ojos marrones brillaron al mirarme—. ¿Qué, no quieres darme las llaves? —Rio, el sonido de su risa igual de horrible que su voz—. No voy a llevarme tu auto si es lo que piensas.

Estaba actuando como una perra.

Y quería ponerle los puntos antes de que empezara a soltar veneno frente a Ruby.

—Ya vuelvo —murmuré haciendo un gesto de la mano para que me siguiera.

Caminé alejándome de la sala de espera hacia el estacionamiento sin mirar atrás. Por el sonido de sus tacones, supe que me seguía. Una vez que llegamos al auto, permanecí varios segundos de espalda, sin querer volver a mirarla, pero tenía que hacerlo.

Me fundí de valor, tratando de no ponerme nervioso al estar con ella a solas.

Cuando volteé y vi su sonrisa, mi interior se llenó de pavor.

No podía hacer esto. No podía.

—¿Kem? —Su voz sonó lejana, como si estuviera en el fondo del mar y alguien me hablara desde afuera.

Sentí que presionaba una mano en mi espalda. De inmediato volteé, haciendo que su mano cayera a un costado.

—Nunca más vuelvas a ponerme la mano encima —siseé furioso, viendo su rostro asustado.

—¿Qué te pasa? —preguntó confundida.

—¿Y encima me lo preguntas? —Solté una risa seca, carente de humor—. Por si fuera poco me drogaste y me metiste a tu cama...

Con mi acusación se vio herida, como si la estuviera ofendiendo.

—¿De qué mierda hablas, Kem? —Su ceño se profundizó. Avanzó un paso pero yo me alejé, queriendo poner toda la distancia posible entre nosotros—. Ese día en mi casa te sentiste mal y yo te llevé a mi habitación. Te dormiste un rato y al despertar yo estaba a tu lado, una cosa llevó a la otra y... y simplemente pasó. Pero tú estabas lúcido.

—¡Cállate! —Presioné mis manos sobre mis oídos sin poder soportar oírla más—. Cállate, no quiero escuchar más tus mentiras. ¡Eres una puta mentirosa!

—¡Oigan! ¿Qué les pasa? —Vi que mi hermano se acercaba a nosotros, como si fuésemos dos toros y él tuviera la bandera roja. Alzó las manos hacia nosotros para tranquilizarnos—. No sé de qué rayos pelean pero tienen que parar. —Señaló hacia las puertas del hospital—. Henry está accidentando, Amber está con él y Ruby nos está esperando. —Negó con la cabeza—. No entiendo cómo pueden hacerle esto.

—¿De qué estás hablando? —pregunté confundido.

—De Ruby. De ustedes dos siempre buscando una excusa para estar a solas, y...

—Espera, espera, ¿qué? —dije completamente fuera de mí—. ¿Estás diciendo que a propósito buscamos estar solos? ¡Es que acaso te estás oyendo! Sabes muy bien lo que hizo esta..., esta chica conmigo, ¿y aun así crees que estaría alrededor suyo por voluntad propia? —Negué, sintiéndome traicionado por mi propio hermano—. Estás confundiendo las cosas. Yo no quiero nada con Ada. ¡Nada! La desprecio totalmente, no quisiera volver a verla en mi vida.

Ada, quien estaba escuchando todo, soltó un sollozo.

—¡Y ahora quiere hacerse la víctima! —grité totalmente descontrolado. La señalé—. Vamos, sigue así, sigue mostrándome lo perra que eres.

—¡Kem, basta! —Kylan arremetió contra mí empujándome por el pecho—. Tranquilízate, tú no eres así. Tú no insultas a las mujeres.

Volteé para seguir gritándole a Ada, pero ella ya estaba alejándose en dirección a la calle. Mejor. Era mejor que se fuera, porque no sé qué más podría hacer si la tuviera al frente. Estaba en mi etapa de furia donde solo quería reventar cosas y gritarle a la gente.

Esta vez fui yo quien empujó a Kylan.

—Lo único que quieres es que yo siga con Ada para quedarte con Ruby, ¿no es así? —Pinché su hombro con mi dedo, furioso—. ¿Crees que no me he dado cuenta de las miradas que le das? ¿Que no me he fijado en cómo la miras, como si ella fuera todo para ti? ¿Como si la necesitaras como el aire para respirar? ¡Sé que la miras así porque yo también lo hago! La miro como si fuera todo para mí. Y me da bronca que quieras quitarme del medio cuando fui yo quien fue detrás de ella. ¡Ella me quiere a mí, Kylan! Entérate de una buena vez. —Lo señalé—. Y no vuelvas a decir estupideces de mí y de Ada, muchos menos a Ruby, porque jamás te lo perdonaría. Si me quitas a la única chica que he amado nunca, no te lo perdonaría jamás. Eres mi hermano, pero lo dejarías de ser en cualquier momento.

No me di cuenta de que teníamos audiencia hasta que unos tacones resonaron cortando mis palabras.

Nos dimos la vuelta, notando que era Ruby quien estaba con nosotros.

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