Capítulo veinte (Inédito)
La mayoría —si no es todos— deseamos dormir hasta tarde los fines de semana, al parecer Drew no opina lo mismo porque acabo de enviarme un mensaje. Sé que se trata de él porque asigné un tono especial.
A tientas alcanzo de la mesita de noche el celular y reviso el contenido del mensaje.
Drew: ¿Despierta?
Lissa: Acabo de despertar. ¿Sucede algo?
Inmediatamente obtengo respuesta de su parte.
Drew: Genial :D Paso por ti en una hora ¿está bien?
Intrigada, porque no mencionó a donde iremos, me levanto de la cama en búsqueda de qué usar. A la par tecleo una respuesta y bostezo en el proceso.
Lisa: Perfecto. Nos vemos <3
Aún me parece extraño enviar mensajes cariñosos o con emoticones románticos. No obstante, de a poco, sin presiones, estamos retomando nuestra relación.
Cuando tengo lo necesario para alistarme me cuestiono si dormir unos minutos más o proceder a alistarme, sin embargo, gana la segunda opción.
***
—¿Qué hacemos aquí? —giro en el asiento para observarlo— Pensé que iríamos a desayunar —Frunzo el ceño.
—Iremos a desayunar, pero antes debo entregar unos papeles a papá —Levanto un folder azul—. Deja de hacer eso, te saldrán arrugas —Deja a un costado el folder y presiona un dedo en mi frente, rehúyo de tu toque y él ríe.
—¿Debo entrar? —cuestiono dudosa.
—Si no deseas puedes esperar aquí —se desabrocha el cinturón de seguridad—. O puedes echar un vistazo a la nueva pista de patinaje, acaban de remodelarla —Tienta.
¿Hace cuanto no estoy aquí? Al parecer el tiempo suficiente para remodelar la pista de patinaje.
—Voy —Anuncio mientras copio su movimiento. Ambos salimos del auto y caminamos en hacia el local—. Pero no iré a contemplar las remodelaciones —Tras mi declaración él niega con un movimiento de cabeza.
Es un día cálido, la primavera se hace presente, sin embargo, empiezo a frotar mis brazos, un signo claro de nerviosismo. En efecto, estoy muy nerviosa porque antes del accidente, aproximadamente hace tres meses, no visito la pista de los Dalton, cuando prácticamente pasaba horas aquí.
Dicen que la escuela es tu segundo hogar, pero, para mí, mi segundo hogar fue la pista de patinaje de los Dalton; aquí atesoro preciosos momentos a lo largo de mi carrera como patinadora. Aquí Drew y yo nos dimos nuestro primer beso, aquí tuvimos nuestra primera cita. Aquí aprendí a mejorar mis habilidades. Aquí está lo mejor de mí.
—Estás muy pensativa —señala—. ¿Te inquita algo? —Abre la puerta.
—No —Sí.
—¿Segura? —con un movimiento de cabeza rectifico que sí—Como digas... Buenos días Donna. ¿Papá está en su oficina? —Interroga a la recepcionista.
—¡Drew, cariño, claro que sí! Pasa, pasa —Una animada Donna saluda a Drew. Cuando creo que no se ha percatado de mi presencia, abre los ojos y dice—: ¡No lo puedo creer! ¡Lissa! ¿Cómo estás? Me tenias muy abandonada ¡Te ves preciosa! —Ella no para de hablar—. ¡Te extrañé, cariño! —Presurosa se levanta del asiento para abrazarme. No puedo dejar de sonreír.
—También te extrañé, Donna —Acorto la distancia para unirnos en un cálido abrazo.
Donna Sanders es como una tía para mí, siempre preocupándose por los demás, siempre servicial.
—Donna, harás llorar a mí chica —dice juguetonamente Drew.
—No seas exagerado Drew Sebastian Dalton —Rio porque Donna acaba de mencionar el nombre completo de mi novio—. Estoy muy feliz de verlos, mis niños —Al término del abrazo me coloco a lado de Drew— Bueno, pasen, pasen, segura tienen cosas por hacer. Tu papá está libre, pasen —Anima.
—Y ahora nos esta botando —Él ríe y deja caer los brazos a los costados.
—¡Drew, qué cosas dices! —Alarmada Donna le da un pequeño golpecito en el brazo. Él ríe incluso más fuerte. Luego ella ocupa su lugar en el mostrador.
—Te amo Donna —Mi novio lanza un beso volado antes de dirigirnos al despacho.
En el interior saludo a señor Dalton, posteriormente me despido de él para dejar a ambos platicar cómodamente.
Antes de salir Drew me acompaña a la puerta—: Estaré un rato ocupado, ¿no quieres ir a ver la pista?
—Prefería... esperar aquí —Señalo un sofá de la recepción.
—Mmmm. Esta bien. Terminaré esto lo antes posible —Besa mi frente—. Te quiero, no lo olvides —Se aleja e ingresa a la oficina de su padre.
Sin nada por hacer, tomo asiento en el sofá. Mientras espero ojeo algunas revistas.
—Deberías ver la pista, quedó fenomenal tras la remodelación. La amaras —Revela Donna.
—Lo tendré en cuenta. Gracias.
Continúo revisando las revistas, no obstante, debato si ir o no, pues tengo gran temor de acercarme. Sé que es ridículo porque es como mi segundo hogar, sin embargo, no deseo conmemorar imágenes del accidente pese que aquí no sucedió. No obstante, aún no he superado al 100% esa fatídica experiencia.
Tras minutos de debate decido dejar atrás la recepción para encaminarme por los pasillos, rumbo a la pista de patinaje. A escasos centímetros de la puerta de acceso, que separa la pista y el pasillo, detengo mis pasos, pues la valentía inicial acabo de abandonarme.
Cierro los ojos e Inhalo y exhalo. Al abrir mis ojos calculo unos diez pasos para ingresar al área, y lentamente retomo mi andar. Definitivamente son los diez pasos mas eternos de mi vida, porque cada paso que doy parece no tener fin. Con el corazón acelerado, agarro manija y giro lentamente, esta cede mostrando el interior. Aquí el frío es perceptible, así que abotono mi abrigo.
Temerosa me introduzco más. A ser cerca de las diez de la mañana el lugar está vacío, dentro de poco se iniciarán las clases para niños, quienes aspiran a ser grandes deportistas.
Como se dónde está cada cosa, me dirijo hacia donde están los patines, busco uno de mi talla y con ellos me acerco a la pista. Antes de ingresar, y con las manos temblorosas, me coloco los patines; al termino ingreso a la pista. Al inicio creo que voy a caer pues mi estabilidad falla, no obstante, tomo el control y empiezo a deslizarme con normalidad.
Lo que comenzó con temor ahora es total relajo, siento como si hubiese regresado a casa. En realidad, regresé a casa.
—Sabía que te hallaría aquí —la voz de Drew resuena por el lugar.
Doy un respigo, lo cual causa que mi trasero termine en el suelo.
—Auch —trato de levantarme— ¡Me asuste, idiota!
—Cuando amor, cariño —ríe—. No quería desconcentrarte.
—Lo lograste —refunfuño. A la par, trato de levantarme.
—Espera, te ayudaré —Drew camina en mi dirección, pero como no está con patines, resbala y cae de trasero. Empiezo reír; esa caída fue peor que la mía.
—Mierda —Se levanta y masajea la zona afecta, no puedo parar de burlarme por lo sucedido—. Ja ja ja, ¿no? Esto duele como mierda.
—N-ni lo d-digas —entre carcajadas empiezo a pararme—. Gracias cabello por su gentil ayuda —Burlonamente hago una reverencia.
A pasos acelerados se acerca a mí, pero ambos perdemos estabilidad y terminamos en el frío suelo. Ambos empezamos a soltar estrepitosas carcajadas que se oyen por todo el lugar. Al paso de los minutos quedamos observándonos.
—¿Estás bien? —Drew quita mechones de cabello de mi rostro.
—Sí —Susurro.
Escasos centímetros nos separan, por lo cual acortamos la distancia, pero cuando estamos por besarnos oímos voces; quedamos paralizados.
—Hoy llegaron temprano peques —Dice una mujer, asumo es la profesora de patinaje—. Dejen sus cosas en la repisa y empezamos con los ejercicios.
Drew se separa de mí mientras se levanta y ayuda a hacer lo mismo; es inevitable que nuestra presencia pase desapercibida porque la mujer queda paralizada cuando nos nota.
—Eh... Hola, Ana... no sabía que tenias clase tan temprano —dice nerviosamente Drew.
—Buenos días, Drew. Como todos los sábados tengo clase a... —observa su reloj— 11 am —se nota que está desconcertada por nuestra presencia.
—Ah... cierto. —toca su nuca—. ¿Lissa, nos vamos?
Digo que sí, entretanto desabrocho los patines y coloco mi calzado. Avergonzados salimos de la pista. Cuando estamos en el auto de Drew empieza a carcajearse al igual que yo.
—Eso fue muy vergonzoso —llevo las manos a la cara.
—Sí —Él quita mis manos—. ¿Sabes algo Lissa? —Niego—. Hoy superaste otro miedo —besa mis nudillos—. Felicidades chica numero uno —sonríe.
Él tiene razón, acabo de superar otro miedo, uno que tenia pendiente y, que sin proponerlo, superé.
De un momento a otro siento mis mejillas húmedas por las lagrimas que resbalan por ellas. Drew limpia el desastre que es mi rostro y susurra palabras tranquilizadoras. No obstante, no lloro por tristeza sino de felicidad.
—Gracias por siempre estar conmigo... —Degluto saliva antes de continuar—: Te amo —confieso. Él queda perplejo tras mis palabras.
Por un segundo pienso que no contestará, pero sucede lo contrario —: También te amo, Lissa.
La felicidad es percibida en pequeños momentos, en aquellos donde superamos obstáculos, o donde compartimos con quienes más amamos. Felicidad es lo que siento y reconforta de una manera plena.
El pasado siempre formará parte de nuestras vidas, no obstante, tú decides avanzar o lamentarte por lo puedo o no ser.
***
Estoy muy emocionada porque solo falta el epílogo para finalizar por segunda vez La chica con el corazon de hielo. Gracias por leer, votar y comentar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top