Esa idea rara sobre la Navidad
Como ya lo dije este pequeño fanfics hace parte del especial navideño de la página ShakaxMuシャカムウ •amor y yaoi• (no sirvo para hacer One-shot jajaja), también quiero avisar que estoy finalmente de vacaciones, estoy tan feliz, estas últimas semanas han sido una maratón, que agotador. Así que en los próximos días traeré la continuación y finalización de ShaMutober, así como la actualización de Confusión de amor y muchas sorpresas para el 2023.
Declaimer: Saint Seiya y sus personajes no me perteneces, yo solo los utilizo para hacer locuras con mi imaginación.
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Una vez más habían sido citados en el recinto del Patriarca, ambos caballeros llegaron con la mejor disposición y haciendo una reverencia esperaron a que el hombre de cabellera verde y tikas en su frente les hablará.
Era extraño, pues ya antes los había llamado y les había encomendado una misión en específico a cada uno. Mientras esperan Saga voltea a mirar a Aioros, este se notaba un poco serlo, quizás preocupado, incómodo para ser exacto. Eran grandes amigos, compañeros, los mayores entre la nueva orden de caballeros dorados de la aún no nacida Athena. Saga creía conocer todo lo relacionado con Aioros, bueno no por nada sentía tanta admiración y hasta cierto cariño.
—Saga, Aioros— habla una vez dejó de leer uno de los pergaminos que cargaba— .Que bien que vinieron…
—Su ilustrísima, ¿Sucede algo malo?— pregunta el griego castaño—. Hace no mucho nos había pedido venir— levanta mirada
.—Lo sé, pero surgió un imprevisto — dice mientras niega con la cabeza y se levanta—. No puedo explicarlo, pero… solo les diré que necesito que ustedes se hagan cargo del Santuario —señala masajeando su sien—. Esto es…
—¿A qué se refiere?— pregunta frunciendo su entrecejo.
—Debo ausentarme por unos días del Santuario…— habla mientras los mira y mueve sus manos con cierto desespero—. Confío en ustedes, después de todo son los mayores y son el ejemplo a seguir de los pequeños aspirantes a caballeros dorados.
Sagitario mira de reojo a Géminis pensando que decir.
—Es una excelente oportunidad para que compartan con sus otros compañeros, además de que vayan entendiendo que esto de ser Patriarca, es más que estar aquí sentado dando órdenes.
Bueno si lo veía por ese lado, le interesaba bastante el llegar a ser Patriarca, además los aspirantes a caballeros no eran niños problemáticos —Su ilustrísima, usted no tiene por qué preocuparte…— estira su brazo y toma la mano de su compañero— Aioros y yo nos haremos cargo del Santuario.
—Oh…— levanta una ceja —lo que dice Saga— sonríe y mira al lemuriano mayor.
—Confío en ustedes— su expresión cambia momentáneamente a una más relajada—. Recuerden que además de Mu y los demás pequeños, deben de vigilar a Shura, DeathMask y Afrodita, ellos están en una etapa un poco más rebelde y suelen desobedecer.
—Mas bien será DeathMask y Afrodita— susurra el castaño —.Shura solo es la victima…
—¿Eh?— el peloazul frunce el ceño.
Shion comienza a caminar de lado a lado —Traté de dejar todo ordenado sobre la mesa, todos los papeles y documentos están listos y clasificados. Espero que nadie olvide sus entrenamientos, que no se desvelen, que se alimenten y…
—Su ilustrísima, no debe preocuparse usted ha dicho que confía en nosotros— interrumpe Sagitario mientras sonríe— ¡Hágalo! ¡De verdad!
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—Se los juro, en el libro de Camus había ilustraciones de casa decoradas con luces, unas como coronas de pasto, moños y un enorme árbol lleno de bolas y figuras, una estrella en la punta y además estaba rodeado con cajas, como regalos…— un pequeño niño de larga cabellera azul cerúleo permanecía de pie frente a un pequeño grupo de niños que estaban sentados en las escalinatas que dirigían a la novena casa mientras hablaba con emoción sobre uno de los cuentos que había leído junto a su mejor amigo.
—Eso no tiene mucho sentido— se encoge de hombros el aspirante a caballero de leo. El griego era el que más curiosidad sentía.
—Pues no es mi problema, Camus fue a Acuario a buscar uno de sus libros y vendrá en un momento — se cruza de brazos—. Si gustas, dile que te muestre las ilustraciones.
—De hecho yo vi algo así hace unos días Rodorio —Interviene el pequeño Aldebarán.
—¿Eh? Viste ese árbol del que habla Milo— un pequeño pelilila mira fijamente a su amigo.
—No sé, yo solo estaba de paso… pero vi a un señor llevar un árbol y la mujer llevaba una caja con muchas figuras doradas y rojas y dijeron algo sobre…—el latino pone una mano en su mentón pensativo— mmmm… bueno ya no me acuerdo, pero decían que iban a decorar la casa y a celebrar estas festividades— comenta mirando a los demás.
—Eso suena interesante —el tibetano asiente con su cabeza y sonríe—. ¿No te parece Shaka?
Unos escalones más arriba permanecía en silencio y con los ojos cerrados, el aspirante a caballero de Virgo. Aquel rubio que no era para nada sociable, de hecho estaba en ese lugar porque su único amigo, la persona que de alguna forma se había ganado su confianza lo había obligado a salir del confinamiento en el que permanecía en la casa de Virgo.
—No tiene mucho sentido… —suspira y se sienta en posición de flor de loto—, pienso que es tonto.
—¡Buuu!— una queja y una sacada de lengua es lo que provocan sus palabras en el pequeño escorpión—. Ya te dije Mu, que si Shaka no cambia su actitud es mejor que no esté con nosotros.
El ariano suspira y mira a sus dos amigos, ¿Por qué les costaba a ambos ser amable como él, que se llevaba bien con todos los habitantes del Santuario?
—¡Jajajajaja!— una fuerte carcajada se escucha por todo el lugar, lo que hace que las miradas de los presentes se dirijan a la parte superior de las escaleras, en donde aparecen tres jóvenes.
—¡Ay! Lo que faltaba— Milo se cruza de brazos.
—¿Así que estos mocosos no saben nada de la navidad? —pregunta el italiano mientras comienza a descender.
—¡Oh! ¡eso era Navidad!— exclama Aldebarán sonriendo.
—De verdad es que son patéticos —continua riendo y mira a uno de sus amigos.
—¡Bah! Eso no es importante— señala Afrodita mientras acomoda su pelo—,no debemos perder el tiempo.
—Son niños Death, nosotros tampoco sabíamos nada al respecto, hasta hace un tiempo — quien toma la palabra parece ser el más serio y centrado del grupo de amigos — y fue casi que por error.
—Hey no ofendas Shura, que nosotros nunca fuimos así de tontos— dice con seguridad antes de detenerse un par de escalones de donde estaban los pequeños.
—¡Lárgate DeathMask!— exclama Aioria y se levanta —, no queremos escuchar tus comentarios desagradables.
—¡Uy! Pero qué miedo— sonríe y le da un pequeño golpecito en el hombro al griego—, sigue así gatito verás que algún día… darás miedo, ¡Pfff! A lo mejor y se hace el milagro.
—Death… — Shura intenta intervenir.
—¡No me toques!— mira a cáncer con molestia—. Eres detestable y no queremos saber nada… ¡Cállate!
—Es una lástima… por culpa del gatito no sabrán que justo esta por ser el día de navidad… no sabrán que en esa fecha se reciben regalos —ríe —pero está bien…
—Vamos Death, Shura, quiero ir a Rodorio por algunas cosas para mi jardín— mira a los menores y hace una mueca de desagrado mientras toma a sus amigos del brazo y trata de hacerlos bajar.
—No le pongan cuidado— habla el escorpión—. Averiguaremos todo lo de la navidad con Saga y con Aioros.
—¡Si!— lo apoya el castaño y empuja a cáncer—¡ya vete!
—¡Ah! ¡Mocoso tonto! —lo toma por la ropa levantándolo.
—¡Por favor Death!— el español interviene esta vez acercándose—¡déjalo!
—Haber gatito no que eres valiente— levanta su puño.
—¡Basta!— exclama Mu al sentir que en cualquier momento el puño de DeathMask chocaría contra el cuerpo de Aioria.
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Comienzan su descenso por las 12 casa, Saga iba algo entusiasmado, eso de ser más que un caballero dorado le estaba llamaba bastante la atención, ganarse la confianza del Patriarca, demostrar que podía quizás en un ser su sucesor. No podía evitar sonreír— debo esforzarme… debo demostrarles todo lo que soy capaz de hacer…
—Saga si te esfuerzas puedes conseguir más que ser el Gran Patriarca… no lo olvides…
Se detiene de golpe y cierra sus ojos con fuerza mientras aprieta sus puños.
—¿Saga?—deja de caminar al ver que su amigo no lo acompañaba más— ¿Saga estás bien?—aproxima su rostro al del peliazul.
Al abrir sus ojos y ver esa mirada, esos ojos verdes, solo sonríe mientras sus mejillas se tornan algo rojas —, sí.. el que parece raro eres tú, ¿Aioros te molestó algo que dije cuando estábamos con el Gran Patriarca?
Niega rápidamente con su cabeza—, no es eso… —suspira y mira el cielo, ya comenzaba a oscurecer —. Sé que soy un caballero dorado, que tengo un objetivo en esta vida… pero a veces desearía tener algo más de tiempo para compartir con mi hermano… que no fuera solo entrenar…— sonríe con tristeza—.Soy un tonto.
¡Wow! Aioros era sorprendente, aunque quisiera, jamás entendería lo que sentía. Su relación de hermanos era por completo diferente a la que tenía Sagitario y Leo. Jamás hablaría de ello, jamás se permitiría acercarse, jamás seria así y menos con lo que acababa de hacer.
—Está bien…— olvidando todo lo que lo molestaba entrelaza una de sus manos con la de Sagitario—. Te ayudaré en todo, sé que quieres compartir con Aioria, verlo crecer, convertirse en un caballero dorado. Así que… Yo te prometo que…
Los gritos y el incremento en el cosmos de varios de los jóvenes caballeros, hace que ambos griegos se olviden de todo y desciendan con rapidez.
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Aioria intentaba defenderse mientras repartía golpes al aire —¡Déjame Death! ¡Te odio! ¡Eres despreciable!
—Death es un niño, no lo golpes —Shura toma el brazo de su amigo.
El comentario enfurece al pequeño Aioria —¡Te voy a acabar!
—Solo haces esto porque crees que eres el mejor, crees que ser mayor que nosotros por 3 años te hace…—Milo se había decidido a involucrarse por completo en esa pelea, pero Camus que no llevaba mucho allí lo detiene y trata de llevarlo lejos de ese lugar.
—¡Cobarde!
—¡Inútil!
—¡Te detesto!
—¡No más que yo!
—¡Tonto!
—¡Idiota¡
—¿¡Qué está pasando aquí!?— grita Aioros al llegar al lugar.
Sin pensarlo suelta al griego, haciéndolo caer con algo de fuerza al suelo— ¡Ah! ¡Hermano!
—Pero…— Saga mira a todos los jóvenes caballeros y niega con la cabeza—, ¿Por qué pelean ahora? ¿Y con golpes?— se soba la sien con desespero—. Antes de que comiencen a culparse los unos a los otros, quiero que sepan que a partir de ahora harán lo que Aioros y yo les digamos, están a cargo de nosotros dos.
—¿Qué? ¿Saga y mi Maestro?— el pequeño Mu mira al géminis con angustia.
—No te preocupes Mu…— se pone a su nivel y coloca sus brazos sobre los hombros del lemuriano —.Él solo tuvo que salir de Santuario por unos días… pero en ese tiempo Aioros y yo nos encargaremos de ustedes— señala sonriendo.
No tenía sentido, pero esa cercanía y la familiaridad con la que Saga trataba a Mu le molestaba de sobremanera. Era egoísta, lo sabía y estaba mal, pero es que el pequeño Aries era su amigo, el único que tenía y quería tener. Un poco posesivo.
—Bien, ahora que saben cómo son las cosas, quiero que se vayan a sus templos— Aioros toma a su hermano entre sus brazos y lo levanta.
—La primera guardia la hago yo— le comenta Géminis mientras mira con seriedad a los niños y jovencitos que allí estaban y que con la mirada parecían estarse diciendo más de lo que parecía.
Death le hizo señas a Aioria y Milo con la mano acercándola a su cuello, era su manera nada disimulada de decirles que estaban muertos, que las cosas no habían terminado ahí.
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Había transcurrido un par de horas, en Sagitario su guardián no había dejado de regañar a su hermano, mientras que Shura permanecía en silencio con la mirada perdida en algún punto de la pared. Se había vuelto costumbre compartir tanto tiempo con ambos griegos. Aioros lo había invitado a formar parte de su familia, no solo se encargaba de entrenarlo, sino que lo invitaba a comer, además de querer que su pequeño hermano y él fueran muy buenos amigos. El noveno templo parecía más su casa que la de Capricornio.
No le gustaba ser desagradecido, pero había momentos como el que presenciaba ahora, en los que deseaba simplemente levantarse e irse. No le gustaba ver a Aioros molesto y aunque Aioria le simpatizaba, habían actitudes que no lo convencían de todo. A su parecer el pequeño león era demasiado caprichoso e impulsivo, a veces parecía que no se daba cuenta de todo lo que su hermano hacia por él.
—¿Y desde cuándo te volviste busca pleitos?— pregunta mientras pone los platos en la mesa.
—Yo no hice nada malo— se cruza de brazos—. Cómo siempre tú no me crees.
—Si lo hago, pero te vi peleando y gritando— comenta poniéndose enfrente suyo.
—¡Me defendía! —hace un puchero mientras sus ojos se llenan de lágrimas.
—Aioria...
—¿Qué no ves que es más grande que yo? ¿Qué desde que llegó solo buscó la pelea?— mientras habla mira de re ojo a Shura molestándose más, sabía que él lo había visto todo, pero no entendía porque no hablaba y lo defendía, es decir, confiaba en él, eran familia—¿Qué querías que hiciera? ¿Qué me dejara de ese idiota?
—¡Aioria! ¡No hables así!
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—¡Aggg! Y pensar que lo tuve tan cerca— dice antes de llevarse el pedazo de comida a la boca mientras era observado por su amigo, quien permanecía sentado enfrente suyo con la ceja levantada, ¿Hasta cuando iba a quejarse? Ya era hora de que superara lo sucedido, no tenía importancia. Enserio que Death lograba desesperarlo, pero para su mala suerte lo hacía invitado a cenar y a quedarse en su casa desde mucho antes.
—¿Quieres algo más de comer?— pregunta en un intento porque se callara ya.
—¿Mmmm?— niega con la cabeza mientras termina de masticar—, no, así está bien— sonríe— estaba delicioso. Gracias Afrodita.
Se levanta de la silla, tenía una expresión de completo fastidio—no quiero decir nada al respecto — suspira aburrido—. Solo espero que mañana pueda ir a Rodorio, necesito algunas cosas para mis rosas.
—No entiendo por qué tanto interés —comenta mirando por la ventana el rosal que hacía poco había sembrado junto con Afrodita—. Ahí están apareciendo las rosas que tanto querías… rojas, grandes… rosas ¡Que se yo!
—¡Ay!— aprieta sus puños y lo mira con rabia—. No tiene caso explicarte las cosas que a mí me interesan Death, ¡eres un completo tonto!— se gira dándole la espalda mientras limpia la lágrima que resbalaba por su mejilla —, siempre dices algo y luego se te olvida, o simplemente le quitas el valor a las cosas que me gustan.
—Afrodita, DeathMask, ¿qué hacen ustedes?— aparece Saga por la puerta—,escuché la voz de Afrodita, ¿Gritaba? ¿Está todo bien aquí?
—Solo estábamos terminando de cenar — el Italiano se levanta de la mesa y se dirige a la cocina.
Toma aire —se suponía que todos debían estar en sus templos— indica mirando a Piscis.
—Saga, Death se va a quedar aquí, su ilustrísima ya lo sabía— se encoge de hombros y pasa por su lado en dirección a la habitación.
—Entiendo…— levanta una ceja notando que esos dos parecían tener algún tipo de disgusto, aunque no parecía grave—. Aún así espero que no se desvelen y que si dijeron que se quedarían aquí, que sea verdad. No quiero saber que en una horas van a estar bajando a cáncer.
—Así será entonces — indica DeathMask.
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De la mesita toma uno de los libros y se acuesta boca bajo en el piso de la enorme biblioteca. Abre el libro dándole una ojeada a las ilustraciones. Los libros que últimamente había encontrado Camus eran bastante interesantes, aunque no fuera de leer si le gustaba ver imágenes y aprender un poco sobre algunos temas.
El pequeño francés que cargaba otro libro en sus manos se detiene a unos pasos de su mejor amigo y lo mira sin expresión alguna— ¿Milo?
Sin despegar la mirada de las imágenes le habla— ¿Qué?
—¿Por qué les contaste a los demás sobre los cuentos que te leí ayer?
—Porque me gustaron, y además porque como te dije Camus, la navidad es genial— levanta la mirada y sonríe —.Me gustaría poder celebrarla aquí.
Niega con la cabeza— eso es imposible y con lo de hoy… no creo.
—No es justo, además Death dijo que estamos en época de navideña, así que es una buena oportunidad para hacer todo lo que mostraban tus libros— habla con tanta ilusión que parece hasta contagiar a Acuario.
—Pero si queremos que sea navidad, hay que preparar todo tan pronto como sea posible.
—Por eso…— se levanta del suelo— mañana le diremos a Saga y Aioros.
Camus suspira —no se Milo son demasiadas cosas para hacer y ninguno de los dos se veía muy feliz. En fin… vamos, ya conseguí lo que buscaba— señala el libro en sus brazos y camina en dirección a la salida de la biblioteca.
—Ya lo verás… con Aioria lograremos convencerlos— ríe mientras camina y brinca.
Milo solía llevarse bien con los aspirantes a caballeros dorados de su edad, sobretodo con Aioria, que era su compañero en las travesuras y posteriores castigos, aunque desde que Camus había llegado al Santuario, se habían hecho muy buenos amigos, siendo tan diferentes parecían compaginar muy bien. El griego disfrutaba de la compañía del francés, le gustaba que esté le contara sobre su país de procedencia, además de los diferentes temas de lo que leía.
Camus no era la personas más sociable, de hecho y como parte de su entrenamiento trataba de no mostrar sus emociones o sentimientos. Pero cuando estaba con Milo se permitía actuar más como un niño y así disfrutar de las ocurrencias del escorpión, así como lo regañaba y reprochaba por las terribles decisiones que a veces tomaba.
—¿El libro de hoy es sobre qué Camus? —se sienta en la cama balanceando sus piernas.
—Pues no se si te guste pero… — abre el libro— a mi si me interesa, por eso lo busqué tanto.
—¡Oh! Pues… que bueno.
—¿Camus y Milo? — era la voz de Saga irrumpiendo en la habitación.
—Hola Saga— saluda el griego moviendo su mano.
—Se dan cuenta que es tarde y que debían estar en sus respectivos templos — frunce su ceño y fija su ojos en Milo.
—No es tan tarde, no exageres y es que yo me voy a quedar con Camus— indica tomándolo con fuerza del brazo.
—¿Eh? ¿Y a qué se debe eso?
—Pues Camus y yo leemos cuentos por la noche, antes de dormir— comenta con tranquilidad —¿Cierto?
Camus suspira y mira al mayor —, si, leemos… los dos, juntos —eso era una completa mentira, el que leía era él, mientras que Milo se acostaba a su lado y lo escuchaba hasta que se quedaba dormido. Claro después de hacerle mil preguntas.
—Si tú lo dices, está bien Camus—se encoge de hombros.
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En el comedor permanecía los tres en completo silencio. Aioros cruzado de brazos esperaba que su hermanito le contara cual había sido el motivo por el que se había dio casi a los golpes con DeathMask.
Limpia las lágrimas mientras solloza —pero es que no es tan malo…
—¿Qué intentas decir? — niega con la cabeza y mira al español, quien apenas y había pronunciado palabra alguna —¿Shura?
—Eh… pues es que estaban hablando sobre…
—¡Navidad! —exclama subiéndose a la silla.
—¿Qué? ¿Navidad?
—Si, es que Milo vio algunas imágenes y leyó algunos cuentos que Camus tiene en su casa.
Recarga su cabeza sobre su mano— y esto…
—DeathMask nos interrumpió y el muy metiche empezó a hablar— tuerce sus ojos.
—¿Shura sabes algo?— esperaba que su amigo tuviera más información y así entender las actitudes de pequeño león.
—Eh… pues hace como un año Afrodita, Death y yo estuvimos en Rodorio y vimos como celebraban la navidad, y de hecho nos invitaron a comer… un familia y pues… allí nos contaron un poco sobre las festividades— dice jugando con su manos.
—Hermano, el tonto de Death dijo que pronto se celebraría navidad y mencionó algo sobre regalos y… —sonríe — ¿no sería bueno que celebremos aquí?
Se sobra la sien, ya estaba esperando que su hermanito saliera con una idea de ese tipo.
—Aioros, hola —Saga anuncia su llegada, aunque no entra a Sagitario.
—¡Saga! —mira a los menores —,ya regreso, no se vayan a mover—. Se levanta y va rápidamente a encontrarse con su amigo, necesitaba hablar con él. La idea de Aioria… ¡Era una locura!
Una sonrisa se forma en su labios al ver al castaño acercarse—, no sabía si debía ingresar, por eso te llamé.
—Ay Saga… —baja la mirada— necesito de tu ayuda, de tu comprensión, de tu compañía.
Sus mejillas se vuelven rojas mientras que su corazón comienza a latir con fuerza—¿Cómo estuvo eso?
—No. Tú estás haciendo tu trabajo, haciendo guardia y luego yo…—toma aire y lo mira— lo siento, es que ocurrió algo con Aioria…
—¿Es malo? — intenta acercarse detallando sus gestos.
—No lo sé… es extraño. No entiendo mucho —aprovechando la cercanía recarga la cabeza en su pecho—, te buscaré en un hora y hablaremos, ¿estás de acuerdo?— lo abraza por la cintura.
—Por supuesto que sí— no estaba seguro, pero no quería ver a Aioros de esa forma— sabes que cuentas conmigo.
—Eres el mejor Saga —desde su posición lo mira y sonríe.
—¿Hermano?
—Ay… debo volver —se aparta aunque no deja de tener su ojos puestos en Géminis.
—La guardia… debo continuar el recorrido por las demás casas — muy a su pesar se despide — una hora y te veo en mi casa.
—¡Siii!
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El templo de Virgo generalmente permanecía en silencio, parecía que nadie vivía allí, aunque esta vez el silencio se debía a otro motivo, uno por completo degradable y doloroso para los dos pequeños caballeros que estaban allí.
Mu había decidido subir a Virgo a llevarle algo de comer a su amigo, sabía que Shaka podía pasar días sin consumir alimentos y a pesar de que se empeñaba en ocultarlo, eso comenzaba a causarle problemas. Se guardaría su molestia, le entregaría los momos que con tanto cariño le había preparado y luego volvería a su templo.
Desafortunadamente el hindú tenía muy presente cada una de las actitudes de Mu y no lo dejaría irse así no más.
—¿Usas tus poderes contra mí? — le habla gracias al poder de su cosmos.
—No quería… pero no me dejas alternativas— responde mientras lo mira a los ojos —¿por qué estas molesto? ¿Qué te hice?
—¡Actuar como un tonto! ¡Demostrarme tu peor versión!
El rubio baja su mirada, esa respuesta no era la que buscaba.
—¡Déjame moverme!
Discutir, pelear con Mu era algo que le desgradaba por completo. A pesar de que eran escasas las veces que habían llegado a ese punto, le aterraba.
—Mu… — Shaka limpia sus ojos, no quería que lo viera llorar.
Al sentirse libre frunce sus tikas —eres tan egoísta… — se le acerca—, yo siempre te apoyo, te acompaño…— si poder controlar la rabia y frustración que sentía solloza— yo sería capaz de meter las manos al fuego por ti… pero tú solo te quieres quedar aquí… solo. —cierra su puños —desde que te conocí, solo he deseado estar cerca tuyo y que como yo conozca lo que hay afuera del Santuario… porque siento que hay cosas maravillosas ¡quiero que ambos conozcamos este mundo! — limpia sus ojos—, pero tú… todo te parece tonto, sin sentido… es lo que siempre dices.
El hindú no quería sentirse así, pero no podría manejarlo, no sabía cómo y eso le causa un gran problema. Él no era como Mu ni como sus demás compañeros. Cada vez que se dejaba llevar por sus emociones terminaba por confinarse en Virgo, buscando hacer de su entrenamiento algo más estricto. Pero aun con todo esto, Mu aparecía y su mundo cambiaba y estaba comenzando a convencerse de que solo con él se permitiría sentir ciertas cosas.
—Si todo lo que me gusta no te interesa, no debería estar aquí, no deberíamos ser amigos —comenta con tristeza —, por eso ya no quiero hablarte.
Sus ojos se abren con sorpresa, esos zafiros lo mira con asombro y con un profundo dolor —Mu… no… tú no… es que… todo lo que te gusta y es de tu interés es… maravilloso, pero no tanto como tú…
—¿Mmm? —¿pero qué clase de confesión era esa? Ay Shaka sí que lo hacía sentir extraño. Otra vez sentía ganas de llorar, pero no de tristeza.
—Mu no me dejes de hablar… —sentía que sus manos le temblaban y que en cualquier momento se desplomaría.
—¿Qué? ¿y ustedes también? —incrédulo Saga aparece en la escena —.Mu, es tarde tienes que volver a Aries.
No sabía que decirle a ninguno de los dos, ¿Qué era esa sensación que invadía su ser? ¿Por qué parecía que esos sentimientos se hacían más grandes?
—Perdón, ya iba a volver a la casa de aries— evitar mirarlo y que descubra sus lágrimas.
—Vamos juntos Mu.
—¡No! Yo me voy ¡ya! —el pequeño lemuriano no soporta más la situación y decide huir, no era capaz de enfrentar a Shaka y no quería que Saga comenzará con el interrogatorio y tuviera que hablarle sobre la situación.
—Ojala y valores lo que él hace por ti—le dedica una mirada sería al pequeño caballero de virgo y va a la salida.
******
Termina de poner los utensilios y va por los ingredientes, desde que habían hablado de la navidad, el pequeño Aldebarán no había podido evitar pensar en aquellas galletas y dulces que vio e la tiendas de Rodorio y que por supuesto llamaron su atención, aunque en ese momento no comprendida nada de lo que se celebraba, se las ingenió para probar todo, de hecho habló con la persona que había preparado las galletas y le pidió la receta.
—No será tan difícil — dice con emoción —, además siempre puedo prepararlas… comerlas y si no me gusta, pues las volveré a hacer pero con una técnica mejor.
Así sin dar más espera comienza a mezclar los ingredientes. Aldebarán era un niño tranquilo, un poco curioso, que le gustaba compartir con su compañeros en el Santuario. Intentaba participar en todas las conversaciones y las travesuras que no fueran tan malas y no terminarán en algún castigo. Debido a su contextura algo tosca parecía que no encajaba en el naciente ejército se Athena. Los comentarios y apodos desagradables no hacían falta, pero le restaba importancia. Él solo quería ser un caballero dorado, esforzándose y entrenando para ser el más fuerte.
Su mejor amigo era Mu, el que fueran vecinos, le había permitido acercarse. A Aldebarán le gustaba hablar y escuchar al pequeño pelilila, sobretodo porque Mu era demasiado amable e inocente y solía confundirse con algunas situaciones.
—Y ahora debo darles forma — susurra mientras toma la masa para intentar hacer alguna figura — ¿Eh?— levanta la mirada —¿Ese es Mu? —ese pequeño cosmos se mostraba muy inestable —oh, tendremos que hablar después…—, le preocupaba el estado en el que se encontraba el ariano, pero también sabía que era un error y a buscar y llenarlo de preguntas. Eso solo agrandaría el problema y discutir con Mu definitivamente era algo que ni pasaba por su mente
Su falta de experiencia se notaba, las galletas no parecían tener una forma definida, pero no pareció interesarle, es más cuando todas parecían estar listas las puso en el horno. —Mientras están… yo iré a darme un baño…— muy tranquilo va la habitación, se baña, se cambia y luego deja todo listo para sentarse a comer. Con lo que no contaba el brasileño era que una vez terminó de vestirse, el cansancio producto de las horas de entrenamiento lo hicieron caer dormido, perdiendo por completo la noción del tiempo.
—¡Aldebarán! — el fuerte grito de Saga se escucha desde la entrada —,¿Estas aquí?— pregunta mientras comienza a caminar por los pasillos de la casa de Tauro—. No creo que sea posible… ¿Dónde más pudo haberse metido? — quizás eran ideas suyas pero comenzaba a parecer humor— ¿ese olor?— detiene su andar — huele a quemado y… — mueve su mano como tratando de apartar aquel humo que se hacía más espeso—¿!Qué!? ¡no puede ser! ¡Aldebarán!— corre hacia la cocina — ¡Algo se quema! ¡Cof! ¡Cof!— exclama al llegar —¡Aldebarán! ¿Dónde estás? — cubre su nariz y boca por el humo— ¡Aldebarán! por Athena…¿¡Qué está pasando aquí!?— su preocupación aumenta al no ver ni escuchar al pequeño. Como puede intenta aproximarse al horno para apagarlo y evitar una tragedia peor a la que se estaba imaginando. Si es que eso era posible, el pequeño brasileño estaba desaparecido mientras que la cocina se llenaba de humo y el horno estaba casi que en llamas.
El sonido de horno abriéndose lo sorprende, pero por el humor no logra visualizar bien lo que pasaba, solo ve una sombra que camina en dirección hacia donde él permanecía inmóvil.
—¿Saga? ¡Tenemos que salir de aquí! —la voz de tauro se escucha mientras tose repetidamente—. Ya logré apagar el horno pero ¡cof! ¡cof! El humo continua y… no puedo respirar.
—¿Aldebarán? ¡cof! ¡Cof!— lo distingue por fin y ambos van a la entrada.
A diferencia de lo que creía y por lo que escuchó, el pequeño brasileño se mostraba tranquilo, es más cargaba con él una bandeja.
—¡Cof! ¡Cof! Lo siento, no quería que esto terminara así — dice mientras limpia su rostro y toma un poco de aire.
—¿Qué? ¡cof! ¡cof! — se inclina un poco mientras tose.
—Lo bueno es que no se perdieron todas —con el rostro sucio, lo mismo que su ropa, aquel niño limpia sus manos y toma una de las galletas que había preparado —, ¿no se te antoja? — le extiende la bandeja.
El griego lo mira con confusión, ¿ en qué estaba pensando?
—Mmmm no están tan mal, solo debo cuidar el azúcar— toma otra y se la come — y claro, evitar que se me quemen jajajaja.
Saga se sobra la sien, los jóvenes que vivían en el Santuario eran únicos, extraños y aunque estuvieran en camino a convertirse en caballeros dorados, no dejaban de ser problemáticos, curiosos y muy traviesos.
Continuará...
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