Capítulo seis.
—¿Y bien? ¿De momento, qué opinas del sitio?
Me llevo la cuchara a la boca y me trago las lentejas mientras busco con la mirada a mi hermano. No tardo en localizarle. Se encuentra con Sorn, tres chicos y dos chicas más. Parece alegre, y si tengo que ser sincero... Me da un poco de envidia que haya encajado tan bien en ¿cinco días, seis, que lleva despierto? Cada vez que pienso en eso, estoy seguro de que pienso en un día diferente al que es en realidad.
—Apenas conozco las instalaciones... —respondo mientras tanto, vagamente. A esta hora hay más niño y adolescente que adulto, por lo que veo—. Pero para haber sobrevivido a un accidente nuclear, está todo bastante bien. Quiero decir, parece muy tecnológico todo, ¿no?
—Normal, es que lo es. Estoy segura de que a medida que avance el tiempo, te sorprenderás igual o más que ahora. Siempre hay algo nuevo por descubrir.
—Tengo que centrarme en devolver los puntos de los libros de todas formas. ¿Tú cuánto tiempo llevas despierta?
—Nueve días —me dice—. Fui de las primeras en despertar. Creo que la primera persona en hacerlo... Lleva once.
—Qué envidia —murmullo, volviendo a saborear las lentejas. Como no recordaba su sabor y su tacto, estoy comiendo más lento que cualquier otra persona que se sienta a nuestro lado y acaba yéndose—. ¿Cuándo será la Gran Reunión?
—No se lo digas a nadie, pero...
—Buenas tardes.
Una chica de rasgos asiáticos se sienta al lado de Tissia. A diferencia de ayer, no va trajeada, sino que lleva una camiseta de manga corta y una falda. Tampoco lleva las gafas de sol.
—Yubin, ¡hola! ¿Cómo te ha ido en las clases de matemáticas?
—Genial —le contesta con un tono más amable y una suave sonrisa que me resulta bonita y extraña a la vez—. Aunque he tenido que ayudar a Minho en varias cosas y en fin. ¿Tú qué tal?
—Wow ha vuelto a hacer de las suyas... Pero sigue vivo. A veces creo que le gusta que la señora Halum le castigue con cosas relacionadas entre la vida y la muerte.
—Ese chico es un impresentable.
Empiezan a hablar entre ellas mientras Yubin come, y mi expresión notoria de molestia va aumentando poco a poco. Incluso como con más ahínco del plato, como si así pudiese hacerme notar... Pero no. Noto que Tissia me lanza miraditas apuradas de vez en cuando, pero Yubin sí que hace como si yo no existiera (o más bien, como si Tissia fuese lo único importante de todo el lugar).
No es hasta que carraspeo bastante alto, que Yubin me lanza una mirada de reojo con una mueca de desagrado.
—Ah. Que sigues aquí.
—Estoy comiendo, ¿no me ves? ¿A dónde narices iba a irme? —replico, enojado.
—¡Le estaba preguntando que qué le parece el sitio de momento!
Tissia se ríe, nerviosa. Las miradas que nos lanzamos Yubin y yo encresparían a cualquiera, así que puedo entenderla. De igual forma, si Yubin y la señora Halum son así de desagradables, ¿quién no me dice que el resto, a excepción de la misma Tissia, no sean igual de mierda? ¿La superioridad les ha hecho olvidar que los "inferiores" merecemos el mismo respeto que ellos?
Yubin vuelve a sonreírle a Tissia, e incluso le regala una caricia en la mejilla antes de seguir comiendo. A diferencia de mí, tiene un plato extraño de fideos con huevo y carne que tiene buena pinta.
—Eres demasiado amable con todo el mundo, Tissia.
—Iván es muy buena persona, me cae bien. Creo que podemos ser grandes amigos.
—No puedes saber si es buena persona, ya que lo conoces desde hace cuánto... ¿Cinco horas?
—Me considero mejor que tú —salto a la defensiva enseguida—. Y eso que te estoy conociendo ahora.
—Ya iremos descubriendo de qué calaña estás hecha.
—¡Yubin, por favor! —Tissia pone las manos en ambos hombros contrarios y le lanza una mirada de súplica—. No te metas con Iván. Si resulta que me equivoco, no pasará nada, ¿vale? De los errores se aprende.
—Me niego a que algún estúpido lastime tu corazón.
Voy a hablar, pero de nuevo, otra presencia asiática aparece en el lugar. Solo que esa vez, los que están más cerca de nosotros se callan y le lanzan miradas de reojo. Minho enfoca su vista únicamente en Yubin mientras estira su brazo y le tiende la mano. A diferencia de Yubin, él sí sigue llevando las gafas de sol, pero... Incluso así, ¿puedo notar celos por parte de él? ¿O es imaginación mía?
—Tenemos trabajo. Han despertado otros tres más y te necesito.
Yubin asiente y se come rápidamente la mitad del plato. Cuando se levanta y se pone a la altura de Minho, este le tiende las gafas de sol y ella se las pone.
—Tissia, un placer verte, pero deberías alimentarte —le dice Minho.
—Es que no tengo hambre —se encoge de hombros mientras ríe suavemente—. Prefiero ver comer a Iván.
—Yo luego te llevaré dulces al apartamento —se apresura en decir Yubin, pues Minho toma su mano y se la lleva casi a rastras del comedor.
—¡Gracias, Yubin, te adoro! —Tissia alza voz y la mano a modo de despedida.
Antes de que Yubin desaparezca, puedo ver que ella sonríe ampliamente por aquello y que Minho parece incluso más... Celoso, si es que lo está realmente. Opto por abrir la botella de agua pequeña que me han dado con la comida y, tras darle un gran trago y exhalar, procedo a terminarme el plato de lentejas.
—No me he fijado hasta ahora, pero, ¿por qué no comes?
—Ya lo he dicho; no tengo hambre —cabecea y sonríe, inocente—. Tú no te preocupes.
—Bueno.
Si me dice que no me preocupe, no voy a ser yo quien lo haga. Si apenas nos conocemos, a fin de cuentas. Seguro que luego para cenar le ponen un plato bien repleto de cosas solo por ser una de los Trece Grandes. Aparte, por supuesto, de los dulces que Yubin luego le va a llevar al apartamento.
—Por cierto...
Lanzo una mirada inquisitiva, recostándome en el asiento. Ella ha bajado la voz de repente, aunque también es cierto que, aquellos que cuchicheaban por la presencia de Minho, han vuelto a alzar la voz para retomar conversaciones anteriores.
—¿Tú no conoces a nadie aquí que tenga que despertar aún?
—Lo dudo. Mi hermano menor, Lucas, me dijo que mis padres están muertos y que probablemente, mi hermano mayor también.
—¿Ningún amigo? ¿Otro familiar...?
—No lo sé, Tissia. Tampoco me lo he replanteado, no me ha dado tiempo.
No entiendo a qué viene ese interrogatorio que parece ser tan secreto. Tampoco podría asegurarle nada, ya que las otras personas que recuerdo únicamente por el nombre son Matias y Roxanna, probablemente, fallecidos aquel día. Aunque con Matias sé que he soñado, ni siquiera recuerdo cómo es su rostro.
—Podrías preguntarles a Yubin y Minho... —me incita—. Son quienes controlan a los dormidos y despertados.
—Creo que paso —me levanto de mi asiento y recojo la bandeja. Me dirijo hacia el lugar de la que salió mientras Tissia me sigue como si fuese un patito bebé—. Lo que sí podrías decirme es dónde se encuentran el número cuatro u ocho para pedirles asesoramiento.
Quizá es un suicidio por mi parte, pero necesito quitarme deudas de encima cuanto antes. Me provoca malestar saber que debo doscientos cincuenta puntos y que tengo cero. El tema de ir preguntando sobre quiénes están aún durmiendo por si resulta ser un conocido mío, me resulta estúpido a grandes niveles.
—Puedo guiarte después de clase, pero probablemente te quedes sin cenar...
—Eso es lo de menos para mí —le aseguro, mirándola—. No me voy a morir por no cenar un día.
—Está bien, pues después de clase, te guiaré —me dice tras estar varios segundos en silencio.
...
De cuatro a cinco damos una clase intensa de creencias religiosas, pasando desde el cristianismo hasta al judaísmo. Tocamos varias religiones más, pero es que a esas horas, siento como si de mi cabeza saliese humo. Supongo que lo estamos dando por tener cultura general y que en realidad es bastante interesante, pero tras la comida solo me apetece dormir.
De cinco a seis, para rematar, la señora Halum enlaza lo que ha explicado hora atrás con la historia, explicando cosas como qué fue una Inquisición en vete a saber qué siglo (porque no me acuerdo), o las guerras con motivos religiosos que tuvieron lugar hará cientos de años.
Y de seis a siete, para enlazar esas dos asignaturas, ha explicado geografía tanto del pasado como de cómo hubiese sido en plena actualidad. De las tres asignaturas, geografía es la que más ha conseguido llamar mi atención. Y, en realidad, es la asignatura que más ha llamado mi atención a lo largo de este día.
A diferencia de por la mañana, Wow y Dresa han estado más tranquilos y la señora Halum ha podido sonreír con suficiencia durante horas, mostrándose soberbia y superior a todos nosotros. Rebeka, que sin duda parece ser la lameculos de la clase, se ha mostrado siempre atenta y ha hecho preguntas que han sido bien respondidas por parte de la mujer. Tissia, que también parece ser buena alumna, ha formulado preguntas cuando Rebeka no, pero a pesar de que la señora Halum la ha tratado bien, se nota que no le tiente tanto aprecio como a la pelinegra total. ¿Y si es por las mechas rosas? Desde mi parecer, la señora Halum parece ser bastante anticuada. En demasiados aspectos. No me extrañaría que no le agradase del todo Tissia (a pesar de que ambas son parte de los Trece Grandes) solo porque tiene mechas rosas en su pelo negro.
Cuando la señora Halum dice que nos veremos el lunes (se me olvidó que los viernes, al parecer, no hay clase), noto la alegría indiscreta de mis compañeros, exceptuando Rebeka, que realmente parece disfrutar de asistir a las clases a pesar de que... Muy probablemente le caemos mal los cuatro. Tissia me hace un gesto con la mano para que la siga, pero me obligo a parar porque oigo la voz de la señora Halum, que se dirige a mí.
—Para el lunes debe de traerme una lista de tres carreras en las que desee formarse, señor Rosales. Si no tiene ni idea de qué puede llamarle la atención y qué no, vaya a la biblioteca a informarse.
Asiento en respuesta, y aunque estoy seguro de que quiere con toda su alma obligarme a decir "gracias, señora Halum", no lo hace porque Tissia parece que le suplica con la mirada. Y parece apiadarse solo por eso, pero dudo que vuelva a hacerlo mucho más.
Voy tras Tissia hacia el ascensor. A diferencia de antes, veo a más chicos y chica que rondan entre los seis años, hasta los veinticinco aproximadamente, salir de más aulas. Mi compañera me coge la mano para que no nos perdamos entre tanto empujón en la multitud, pero alguien me revuelve el pelo y no me queda de otra que apartar la mano con la mía libre. Veo a mi hermano reír con cara pícara.
—¿Vas a la cafetería? ¡Quiero que me cuentes tooodo todiito!
—No, voy a informarme sobre los trabajos comunitarios y eso —me veo forzado a alzar la voz para que me oiga.
—¡Aaah! ¡Vale! ¡Pues ya me dices luego en el apartamento qué tal tu día en general!
Tissia saluda con la mano a Sorn, que justo alcanza a mi hermano, y ella nos saluda a ambos. Tras eso, tira de mi hermano, que parece tener más interés de repente en ella que en Tissia y en su propio hermano.
—Dios... Vamos a tardar demasiado si esperamos al ascensor —consigo oír a Tisssia, aunque sé que no me está hablando a mí. De repente, para mi sorpresa, tira de mí hacia la avalancha de personas—. Perdón, perdón... Paso, por favor...
—¿Qué haces? —chillo.
Si me responde, no la escucho por culpa de la gente. Resignado, considero que lo mejor es averiguar por mí mismo por qué está yendo contra corriente, a pesar de que poco a poco ya vamos esquivando a toda la gente y vamos siendo menos en el pasillo. Tras girar dos veces, se para frente a una puerta roja.
—No te acostumbres a venir por aquí. Es exclusivo para los Trece Grandes y para aquellos que se vean envueltos en una emergencia.
—¿Qué es esta puerta? ¿Otro ascensor?
—No.
Pone su índice y el color de la puerta pasa a ser un verde hierba chillón. Se abre automáticamente y me tengo que poner las manos en la frente a modo de visera para poder proteger mis ojos de la claridad.
—Es la Gran Escalera. Lo único de todo el edificio que da al exterior sin contar las ventanas.
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