Capítulo diecisiete.

Una semana y dos días después, sigo sin saber qué ha sucedido con Dresa. Tanto a Lucas como a mí nos tiene incluso ahora preocupados el tema, pero por más que preguntamos a nuestros profesores o a la misma Tissia, ninguno nos responde, sino que nos evaden o tratan mal. ¿Puede alguien desaparecer así como así de un único edificio? Yo no digo que se haga una redada de apartamento en apartamento, pero... Sí que muestren más interés.

Aunque durante todo estos días, no es que haya estado precisamente contento. No solo la preocupación por Dresa y por mi hermano y yo mismo rondaba mi mente.

En primer lugar, tuve que entregarle la lista con las tres carreras universitarias que más me llamasen la atención, y la señora Halum casi se rio por haber puesto Geografía como primera opción. Dijo que el lado positivo es que iba a conseguir sí o sí cursar esos estudios, pues ni siquiera entre las personas que estaban estudiando carreras era algo que destacase. Quizá había dos personas, y mucho era. No era como la carrera de Enfermería, que al parecer estaba tan llena de gente (o más bien, los cupos máximos que pusieron están repletos) que Rebeka tenía que añadir una decepción más a su vida; no poder ser lo que quería. ¡Porque! Sigue sin ser la delegada. Con mi voto y el de Wow en contra, y solo el de Tissia a favor, perdió su oportunidad y ahora es Tissia quien tiene el puesto.

Por otro lado, aunque es cierto que, tal y como prometió "número tres", la pintada la cubrieron por su cuenta y aprovechamos para pintarla de color azul celeste, nuestra propia casa nos recordaba a Lucas y a mí el terrible hecho que había sucedido ahí. Con mil cuatrocientos puntos de mil de mil seiscientos que teníamos entre Lucas y yo (después de haber saldado ambos nuestra deuda de los libros escolares), aprovechamos para comprar cosas totalmente nuevas. Conseguimos un portátil de color blanco que está encima de la mesita de cristal, dos juegos de sábana, uno para Lucas y otro para mí, y un sillón gris que colocamos al lado del sofá, por si Lucas quiere invitar a su grupo de amigos algún día. E incluso así, la imagen de una Dresa muerta me persigue.

En tercer lugar, la gente me reconocía del altercado de la fiesta, y aunque no duró toda la semana aquella tortura (que en realidad, si me preguntasen, admitiría que algo sí me gustó porque me hacía sentir importante; alguien de interés), Rebeka había conseguido que mi oportunidad de hacer amistades disminuyese en demasía. Lo peor de aquello es que a Lucas le había salpicado la situación, y compañeros de su propia clase se metían con él alegando que seguro que con Sorn, al parecer su nueva novia, haría lo mismo.

Y para finalizar, y no por ello menos importante... Wow. Oh, Wow. Incluso la señora Halum en la última clase del jueves le "felicitó" por su buen carácter, aunque se notaba que se aburría si no podía castigarle ya que faltaba Dresa. Su comportamiento se había vuelto incluso más raro, si era posible. No le vi hablando con Tissia ni una sola vez, pero sí que me percaté de que, en alguna que otra clase, ella le lanzaba alguna mirada apenada. Wow ni siquiera se daba cuenta. Atendía, pero probablemente todos sabíamos que era ficticio, pues lo que simulaba escribir como apuntes... Daba la sensación de ser otra cosa.

Y ah, por supuesto... En esta semana no pudieron faltar los sueños con Matias. Aunque al menos, esa vez no recordaba nada de nada al despertar, como era usual. Y nada, es nada. Ninguna versión adulta de mi mejor amigo volvió a repetirme que "¡estaba justo aquí y necesitaba de mi ayuda!". Ni que "no debía comer mucho", lo cual, fue un alivio. Aunque me gustaría poder recordar cualquiera de los sueños que tengo en relación con él, según me despierto, cada vez pierdo más las curiosidad y, simplemente, doy por perdido cualquier sueño que tenga en relación con él.

¿𝑆𝑒𝑟𝑖́𝑎 𝑏𝑢𝑒𝑛𝑜 𝑠𝑖 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑓𝑢𝑒𝑠𝑒 𝑢𝑛 𝑠𝑢𝑒𝑛̃𝑜?

𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟 𝑡𝑢 𝑟𝑒𝑐𝑒𝑙𝑜

𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑚𝑒 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑎 𝑔𝑢𝑠𝑡𝑜

𝑦, 𝑙𝑜𝑠 𝑓𝑎𝑛𝑡𝑎𝑠𝑚𝑎𝑠, 𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑚𝑝𝑢𝑗𝑎𝑛 𝑎𝑙 𝑎𝑏𝑖𝑠𝑚𝑜.


𝐿𝑜𝑠 𝑓𝑎𝑛𝑡𝑎𝑠𝑚𝑎𝑠 𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑚𝑝𝑢𝑗𝑎𝑛,

𝑦 𝑡𝑢́ 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑜 𝑠𝑒𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝑟𝑒𝑎𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑,

𝑝𝑢𝑒𝑠 𝑎𝑠𝑖́ 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑜𝑙𝑣𝑖𝑑𝑎𝑟 𝑦 𝑑𝑒𝑗𝑎𝑟 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑎𝑡𝑟𝑎́𝑠.


𝑄𝑢𝑖𝑒𝑟𝑒𝑠 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒𝑣𝑜𝑙𝑎𝑟 𝑚𝑖𝑠 𝑣𝑖𝑟𝑡𝑢𝑑𝑒𝑠,

𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑦𝑜 𝑙𝑜 𝘩𝑎𝑔𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑔𝑜,

𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑛𝑜 𝑚𝑒 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑖́𝑎 𝑎 𝑔𝑢𝑠𝑡𝑜

𝑠𝑖 𝑙𝑜 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑖𝑔𝑢𝑖𝑒𝑟𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑣𝑒𝑟𝑑𝑎𝑑.


𝑆𝑖́, 𝑠𝑒𝑟𝑖́𝑎 𝑏𝑢𝑒𝑛𝑜 𝑠𝑖 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑓𝑢𝑒𝑠𝑒 𝑢𝑛 𝑠𝑢𝑒𝑛̃𝑜,

𝑝𝑢𝑒𝑠 𝑛𝑜 𝑒𝑥𝑖𝑠𝑡𝑖𝑟𝑖́𝑎𝑛 𝑓𝑎𝑛𝑡𝑎𝑠𝑚𝑎𝑠,

𝑛𝑖 𝑡𝑒𝑚𝑜𝑟 𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑖𝑠 𝑣𝑖𝑟𝑡𝑢𝑑𝑒𝑠 𝑡𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑖𝑔𝑎𝑛.


𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑜 𝑒𝑠 𝑙𝑎 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑟𝑒𝑎𝑙,

𝑦 𝑡𝑢́ 𝑡𝑒 𝘩𝑎𝑠 𝑒𝑛𝑐𝑎𝑟𝑔𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑎𝑟𝑟𝑢𝑖𝑛𝑎𝑟𝑚𝑒;

𝑐𝑜𝑛𝑠𝑒𝑔𝑢𝑖𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑖𝑠 𝑣𝑖𝑟𝑡𝑢𝑑𝑒𝑠 𝑠𝑒𝑎𝑛 𝑖𝑛𝑠𝑒𝑔𝑢𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠.


𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑐𝑎𝑖𝑔𝑜 𝑎𝑙 𝑎𝑏𝑖𝑠𝑚𝑜,

𝑐𝑜𝑛 𝑝𝑒𝑠𝑖𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒 𝑚𝑖 𝘩𝑜𝑚𝑏𝑟𝑜,

𝑚𝑎𝑛𝑡𝑒𝑛𝑔𝑜 𝑙𝑎 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎𝑛𝑧𝑎

𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑎𝑙𝑔𝑢́𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑒𝑙 𝑓𝑎𝑛𝑡𝑎𝑠𝑚𝑎 𝑡𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑡𝑒 𝘩𝑎𝑟𝑎́ 𝑐𝑎𝑒𝑟.


La última clase del día finaliza con Tissia leyendo aquel poema, de autora desconocida y con la explicación de la señora Halum ante aquello.

—Se rumorea que ese poema lo escribió una mujer que estaba enamorada de un hombre que la envidiaba por sus virtud. Al principio, él quiso que le enseñase a ser como ella, pero frustrado porque no lo conseguía, y dado que sus celos lo consumían, arruinó la autoestima de la mujer, logrando que dejase de usar su don. La esperanza de aquella mujer, mientras se hundía en una depresión, era que tarde o temprano, por mucho que el hombre quisiera olvidarla a ella y lo que le hizo; el fantasma del pasado iba a hacerle caer.

—Pero para olvidarla a ella, tuvo que abandonarla, ¿no es así? —pregunta Rebeka.

—Sí. Aunque los fantasmas tienen varias interpretaciones según los expertos, al igual que este poema. Como deberes de esta asignatura, tendréis que darme una explicación propia sobre lo que os transmite el poema leído por la señorita Lucis.

El timbre suena y Wow sale disparado del lugar, sin miradas y sin comentarios provocativos hacia la señora Halum. Rebeka y Tissia hablan sobre algo como delegada y subdelegada, y yo no demoro en salir puesto que tengo hambre. Pero, para mi sorpresa, Lucas se encuentra parado junto a Yubin. De ser una situación normal, me jugaría el cuello a que está esperando a Tissia para irse con ella a algún lado... Pero, justo porque mi hermano está con ella, la situación de por sí no es común.

—¿Qué sucede...?

Mi corazón se acelera al instante. ¿Dresa? ¿La habrán encontrado, al fin, muerta, y han enviado a Minho a decírnoslo?

—Necesito que me acompañen a la enfermería, aunque no podrán estar mucho tiempo por el lugar.

—¿Es por Dresa?

Desacostumbrado por completo a la cortesía de Yubin a la hora de hablarme (en comparación con las últimas veces en las que nos vimos), y la expresión ausente de Lucas, doy por hecho que sí.

Pero me equivoco.

—Aún no se sabe nada de su amiga desaparecida, y agradeceríamos que no fuese mencionando su nombre —comienza a caminar con la espalda erguida y un porte refinado y potente—. Es sobre Matias Dazzi. Su hermano nos ha confirmado que es amigo de la familia.

—¿Qué?

Abro mucho los ojos y la boca, incrédulo. Si ese Matias es mi mejor amigo... ¿Significa que mi subconsciente, de alguna manera u otra, era consciente de que estaba vivo? Pero yo no quería admitirlo... ¿Es eso? Él me pedía que le buscase y yo no lo hice. Mi yo interior quería tener un pedazo más de su vida pasada, aunque no la recordase, aquí.

—Fue casualidad —me dice mi hermano, entrando en el ascensor a la vez que Yubin y yo. Dado a la exclusividad del momento, bastantes personas se ven forzadas a esperar al siguiente turno—. Queda poco para que pasen los cinco años y medio de la catástrofe, y no sé cómo, a todos nos ha llegado una fotografía con nuestros seres queridos del pasado y que están aquí... Salía Matias.

—¿Cómo es eso posible? ¿Cómo podéis tener fotos de nosotros, si todo se fue al traste?

—No puedo responderle a eso, sujeto doscientos setenta y dos —responde con parsimonia Yubin—. Pero su hermano parece recordarle como un amigo.

—¡Claro que le recuerdo!

No puedo decir lo mismo. Quiero decir; sí. Puedo asegurar que un tal Matias es mi mejor amigo. ¿Pero justo el que acaban de encontrar? Lucas sí parece ser cien por cien consciente... Y si él lo ha reconocido, es porque es Matias. Mi Matias. Mi mejor amigo.

Estoy nervioso. Me tiemblan las manos, aunque evito que Lucas se dé cuenta ya que las tengo ocultas en los bolsillos de mi pantalón. Juego con mis propios dedos, estirando y encogiéndolos al compás que los de la mano contraria. La espera se me hace eterna, pero las puertas del ascensor al fin se abren.

Siendo conscientes de que no tenemos mucho tiempo, seguimos a Yubin hacia el fondo del pasillo, donde se encuentra una gran puerta en la que pone "Enfermería". Una vez dentro, hay una gran sala con varias puertas, aunque Yubin nos guía a una mini sala que, a su vez, da a dos puertas de madera. En ellas hay un cartel. En la de la derecha pone "en sospecha", y en la de la izquierda "asegurados". Yubin se para en la de la derecha y pone su dedo en el sensor de huellas dactilares. La puerta se abre automáticamente y los tres irrumpimos en una gran sala blanca repleta de camas, aunque solo dos están ocupadas. Para mi confusión, no hay ningún aparato médico. No hay nada más que camas y cortinas blancas que harían de barrera entre una y otra de no ser porque no están corridas.

—Tienen diez minutos —nos apremia Yubin, quedándose en la puerta—. Les corresponden cinco cada día, pero tienen que alternar en las visitas.

—¡Gracias, Yubin! —mi hermano le sonríe y yo asiento, agradeciendo también pero en silencio.

—Diez minutos —repite antes de salir de la sala.

Tomo aire lentamente y empiezo a caminar hacia la cama del fondo, la que está junto a la ventana. Lucas me sigue, pero manteniendo las distancias. Supongo que debe de ser para que yo pueda tener más intimidad aunque él también desee verle.

El cuerpo de un chico de tez morena, con el pelo negro y cuidadosamente peinado hasta los hombros, de nariz pequeña (cuyo puente es recto), y con musculatura deteriorada por no tonificarla que se aprecia gracias a las mangas cortas de su camiseta, está frente a nosotros. La cama con su nombre nos asegura quién es.

Me siento incluso más nervioso que antes de verle. Durante estos días no he podido sacármelo de la mente por el tema de los sueños. Ahora que está frente a mí, quiero que despierte y que me diga por qué tengo la sensación de vacío dentro de mí. Necesito que me diga por qué alguien a quien no reconozco apenas, por muy mejor amigo mío que fuese en el pasado que no recuerdo, me provoca impotencia por ver que no despierta.

—Tiene pelazo.

—¿Solo te fijas en eso? —me molesta su comentario, pero no puedo negárselo. Matias tiene un pelo bien cuidado.

—¡Es para romper la tensión del ambiente...! Estás muy raro.

—Se supone que es mi mejor amigo, Lucas —le recuerdo, aumentando un poco más mi molestia—. Lo único que me queda junto a ti de mi anterior vida. Y aun así, no recuerdo nada más que su nombre. No puedes romper nada. Me desagrada verle así.

—La única escena que recuerdo de vosotros juntos es una en la que me gastáis una broma —y como si le hiciese mucha gracia, se ríe de forma corta, pues él mismo interrumpe la carcajada a tiempo. Ve mi cara de incomprensión, pues decide hablar—. Me tirasteis un cubo de agua desde la ventana cuando estaba jugando con patitos de goma en el patio. Irónicamente, gracias a eso he podido recordar que es tu amigo al ver la foto.

—¿Y cuál es la gracia de eso?

Aunque sí, era irónico que de un acto un poco cruel, le haya recordado. E injusto, porque soy yo quien tenía las confianzas con él, no Lucas.

—Que pasó días antes de que nos fuésemos de la ciudad. Yo lloré y era uno de vuestros últimos encuentros hasta vete a saber cuándo, y...

Se queda en silencio, como si estuviera pensando qué palabras exactas decir a continuación. En ningún momento de la conversación separé, ni separaré la vista de mi mejor amigo. Quería ser como Lucas y recordar algo de él aunque fuese, pero no.

—¿Y...?

—Iba a decir que pensándolo ahora, es irónico. Para nosotros, eso pasó hace días. Pero han pasado cinco años y pico.

Noto que se aleja de mí, pero no quiero desviar la mirada de Matias. ¿Y si moviese el dedo escasos centímetros? Me lo perdería. Oigo un gruñido, y creo comprender lo que está haciendo Lucas... O lo que está mirando.

—Si en cinco días no despiertan, le desconectarán —me informa, notoriamente molesto.

—Pero no hay máquinas aquí. ¿De qué narices van a desconectarle? De hecho, ¡es que parece que esté solo dormido! Como si fuese a despertar en breves tras una siesta.

Igualmente... Ahora que me ponía a pensar sobre eso, yo cuando desperté tampoco estaba siendo monotorizado. ¿Es que la tecnología que desarrollaron en el pasado fue tan futurista? ¿O es que, estoy dando por hecho cosas porque las leí en un libro que podría estar anticuado? Teniendo en cuenta que habían sacado una foto de nosotros tres...

—No lo sé —solo por el tono de voz empleado, puedo suponer que Lucas está poniendo un gran puchero.

—No quiero perderle —le digo de corazón, aunque sin entender por qué. Al igual que tampoco entiendo mis nervios e inquietud, que aunque no los muestro, siguen ahí.

Mi hermano se vuelve a acercar a mí y me abraza por la espalda. Apoya su mentón sobre mi hombro y mira a Matias, como yo.

—¿Sabes qué no entiendo yo tampoco? Por qué tú y yo estábamos en nuestro apartamento, y él está en la enfermería extraña. Tú has sido uno de los que más ha tardado en despertar, pero no te trajeron aquí.

—Es cierto... —murmuro, pensativo—. ¿Y si hay alguna razón en concreto por la que está aquí?

—Eso no os incumbe —Lucas y yo nos giramos automáticamente. Minho está junto a la cama más cercana a la puerta, mirándonos con sus labios fruncidos. Hace un gesto con la mano para que salgamos de ahí—. Venga. Es hora de cenar.

—¿Cuándo nos corresponde la siguiente visita? ¿Mañana?

—Sí. A esta misma hora. El que venga mañana, no podrá venir pasado.

—Iván y yo lo iremos hablando a lo largo de las horas —se separa de mí y se acerca al coreano mientras da casi saltitos—. Me mueeero de hambre. ¡Vamos, hermanito!

Asiento vagamente, echando última mirada a Matias con la esperanza de que alce, mínimamente, una de sus comisuras... O mueva un párpado. Pero se mantiene igual de sereno e inmóvil que desde que entramos. Prenso mis labios fuertemente, y a regañadientes, me alejo de él y me aproximo a la salida. Cuando Minho cierra la puerta tras nosotros, siento que el vacío que tenía antes, aumenta.

Siento esa unión que tuvimos ahora más que nunca. No puedo explicarla, y seguro que cualquiera me llamaría loco. Pero está ahí. Y si tengo que fingir llevar una vida normal dentro de ese sitio mientras busco cualquier forma de despertarle antes de esos días, lo haré. Mi subconsciente me ha estado intentando avisar de esta posibilidad mediante sueños y la he ignorado. Ahora me toca intentar actuar y ayudar a mi mejor amigo.

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