Cap 30: Aquí resucita cualquiera

POV ASTRID

Desperté un poco desorientada, después de unos segundos conseguí centrarme y recordar cuando me dormí. Miré a mi alrededor y estaba en una habitación desconocida, en lo que parecía un sofá viejo y muy desgastado, de hecho, al incorporarme sentí una pequeña molestia en el cuello, que seguro que había sido por dormir aquí, pero rápidamente me olvidé del cuello cuando al terminar de incorporarme me invadió un dolor más agudo, la pierna. La parte positiva es que parecía seguir entera, y sentía el dolor extendido a lo largo de toda la pierna, así que no había perdido la sensibilidad.

No llevaba mucho observando el buen trabajo que habían hecho con el vendaje, cuando escuché voces y pasos acercándose, aunque ni siquiera me dio tiempo a preocuparme porque no tardó nada en aparecer Hipo por el pasillo, seguido de los que nos habían ayudado. Sin embargo, cuando llegaron a la habitación en la que yo me encontraba, pude ver a un chico que no había visto antes aparecer detrás de los demás.

-Así que he tenido el placer de conocer al no muerto, Hipo Haddock, que al parecer puede ver a través de la niebla - Hipo asintió mientras se acercaba a mí. No entendí a qué se refería con lo de la niebla, pero decidí pasarlo por alto cuando el pelinegro se giró a los que supongo que serían sus compañeros y dijo con un toque de diversión en la voz - vamos a tener que hablar con Nico, Hades se está volviendo muy permisivo - sus compañeros, a excepción de la chica con plumas en la cabeza, esbozaron varias sonrisas a la vez que el chico rubio también negaba varias veces con la cabeza sin quitar esa especie de sonrisa tonta.

-¿Espera tú sí conoces su nombre? - le preguntó la chica que no había entendido lo que imagino que fue una broma.

-Claro, es el hijo de un gobernador de América, se supone que había muerto hace bastante tiempo - le respondió mientras Hipo se encogió de hombros como diciendo "va a ser que no". Aclarado eso, me miró directamente y me preguntó - ¿y tú eres...?

-Astrid Hofferson - respondí con seguridad poniéndome en pie mientras ocultaba una mueca de molestia por mover la pierna.

-Percy Jackson, encantado. Siéntate anda, ya me han dicho qué os ha pasado. No se escuchaba muy bonito lo de tu pierna - me volví a acomodar en el sofá algo molesta por parecer débil, aunque en este momento no estuviese al 100%. - Bien, no soy ningún hijo de Atenea.

-No, ni de lejos - le interrumpió la primera chica que habíamos visto cuando llegamos aquí.

-Ja. Ja. Gracias Piper - le respondió el pelinegro mientras la chica le guiñaba el ojo. - En fin, aún así, y viendo que vosotros sois los ya famosos jinetes de dragones de los que tantas historias he oído, y viendo que puedes ver a través de la niebla - dijo señalando a Hipo - podemos asumir que sois semidioses o tenéis la bendición de los dioses, y los griegos no son muy conocidos por los dragones que digamos, así que... - dejó la frase en el aire y la chica que parecía casi doblarme en tamaño habló por primera vez.

-Nórdicos.

-Premio para la señora Rodríguez - dijo el ojiverde con una sonrisa que no entendí, pero la chica detuvo a mi mente que ya estaba creando varias posibilidades cuando replicó casi instantáneamente.

-Jackson, sabes que me da igual que seas el que dirige la misión, otra de esas y acabas con mi lanza donde nunca sale el sol - amenazó, a lo que el chico levantó las manos en señal de rendición.

-Bien, volvamos a lo importante. ¿Qué buscáis aquí? - nos preguntó el pelinegro.

-La base principal de Drago Bludvist - respondió Hipo yendo directo al grano. Inmediatamente después de escuchar eso, me giré a verle reprochándole con la mirada el poco cuidado que había tenido. Alcanzó a verme de reojo y para transmitirme tranquilidad y que confiase en él, apoyó su mano en mi hombro y me dio un pequeño apretón para después bajar la mano y apoyarla en mi espalda, lo cual envió un escalofrío por toda mi columna, aunque conseguí que nadie lo notase. - Entonces, ¿nos podéis ayudar?

-La he visto, y acepta este consejo: olvídalo, es imposible que vayas y consigas algo que no sea morir. Si quieres acabar con él, a lo cual te animo sin problemas, sólo lo puedes conseguir sacándolo de ahí, en una zona algo más neutral.

-Tenemos dragones, los hemos vencido decenas de veces - replicó Hipo.

-Enhorabuena, y yo gané al dios de la guerra cuando tenía 12 años, pero eso no va a cambiar nada. Vi cientos de dragones allí, sólo vas a conseguir que te maten a ti, y a los que te rodean - dijo dirigiendo su mirada a mi por un momento. Ahí decidió intervenir la chica morena, Piper me había parecido entender antes:

-Hacedle caso, le encantan las misiones suicidas, así que cuando dice que es imposible, hay que creerle.

-Lo siento, no puedo tomar 100% en serio a alguien que habla de semidioses y dioses como algo real. Agradezco que nos hayáis ayudado, pero en esto no os puedo creer del todo.

-Cuánto escéptico hay en el mundo - dijo el pelinegro poniendo los ojos en blanco - esperad un momento - salió de la habitación dejando un incómodo silencio, y al poco tiempo volvió a entrar con una botella de agua en la mano - bueno, ¿sabéis quién es Poseidón, no? - Tanto Hipo como yo asentimos extrañados - bien, pues es mi padre - dijo como si nada para justo después abrir la botella y lanzar el agua hacia nosotros.

Antes de que nos diese tiempo siquiera a reaccionar, el agua se detuvo frente a nosotros, quedando suspendida en el aire. Tanto Hipo como yo nos quedamos sorprendidos, sin terminar de creer lo que veíamos frente a nosotros. Sin embargo, no había una explicación lógica.

-Pequeñas ventajas de ser hijo del dios del mar, es que puedo manipular el agua, puedo evitar mojarme aunque esté en contacto con el agua... - seguía hablando y justo en ese momento el agua se dirigió a él y le dio en la camiseta, sin embargo, se volvió a apartar el agua y parecía estar completamente seco. - ¿Queréis que os tire el agua encima para que veáis que el agua moja? - preguntó con una sonrisa burlona por lo estúpidos que nos estaba haciendo parecer. Aún sin terminar de asimilarlo por completo, pero resignado a tener que aceptar que Percy decía la verdad, Hipo negó con la cabeza y el agua volvió a entrar a la botella en la que estaba.

-Entonces, ¿tenéis todos poderes?¿Sois todos hijos de dioses? - decidí preguntar, a lo que todos asintieron.

-Hijo de Apolo - dijo el rubio levantando la mano y con una amplia sonrisa.

-Hija de Afrodita - contestó con otra sonrisa Piper.

-Hija de Ares - respondió la chica de ojos marrones manteniendo su expresión completamente seria, aunque se podía apreciar el orgullo que desprendía al decir el nombre de su padre.

-Como...¿el dios de la guerra? - pregunté sin terminar de asimilar todo lo que estaba escuchando.

-¿Algún problema? - me respondió algo cortante.

-Sólo preguntaba - dije intentando evitar problemas, además de ser posibles aliados, ahora mismo estábamos completamente indefensos.

-Olvidando a nuestra gran anfitriona Clarisse, es un placer conoceros, siempre me alegra ver como unas pocas personas enfrentan a Drago y consiguen molestar sus negocios. A nosotros tampoco es como que nos encante lo que hace, aunque por desgracia tenemos otros asuntos de los que ocuparnos.

-Después de todo lo que habéis dicho, que viene ahora, ¿que vais por ahí matando las cosas esas con cabezas de perro y aletas en vez de manos? - dijo Hipo aún algo incrédulo con todo lo que estaban diciendo. Y no le podía culpar en absoluto, yo también seguía algo escéptica.

-¿Lestrigones? - preguntó Percy.

-Sí, como sean - respondió Hipo restándole importancia.

-¿Acaso habéis visto alguno? - volvió a preguntar el ojiazul.

-No, nunca - dijo Hipo extrañado de que preguntase eso, al menos yo lo estaba.

-De nada - replicó Percy con una gran sonrisa de suficiencia y levantando ligeramente sus brazos como si no fuese la gran cosa.

Hipo se quedó sin ninguna posible respuesta después de escuchar eso.

-En fin, si queréis podéis descansar aquí, a nosotros nos quedan un par de días por aquí hasta que nos vayamos. Aunque la comida de Will deja mucho que desear - comentó Percy después de ese momento de silencio.

-Pues cocina tú, genio - replicó Will aunque no parecía realmente molesto por el comentario anterior - y como sigas así dejo de poner el colorante - añadió, a lo que Percy respondió con un puchero.

-Tampoco ha sido para tanto Will, no seas cruel - dijo Percy en un tono algo suplicante, yo no estaba entendiendo nada de la conversación.

-Está obsesionado con poner colorante azul a su comida - me dijo Piper al ver mi cara de confusión, luego se giró hacia el pelinegro - ¿qué es eso de que nos quedan un par de días? Ya tendríamos que estar saliendo - recriminó.

-Quiero asegurarme de que he revisado todo, mañana te vienes conmigo para que lo confirme otro par de ojos - respondió el aludido señalando a Piper.

-A Quirón no le va a gustar esto - siguió reprochando Piper.

-Pues ya que estamos, los acompañamos cuando vayan de vuelta a la colonia, si tengo que recibir la charla de Quirón cuando volvamos, que al menos haya valido la pena. Tranquila que yo me hago responsable - dijo Percy.

-Oh, de eso no hay ninguna duda - se burló Piper y Will no pudo reprimir una sonrisa burlona de la que Percy se percató y le respondió con otra burla cuanto menos infantil.

-En fin, voy a llamar y avisar de que nos retrasamos. Descansad que con suerte mañana a mediodía podemos salir de camino a la Colonia. Will, si no te importa, releva a Clarisse en la guardia de esta noche, por la mañana vas a poder descansar mientras nosotros estamos fuera - comentó Percy. Will asintió y el pelinegro salió de la habitación dando por finalizada la conversación sin esperar más respuestas.

-¡Buenas noches para ti también aquaman! - gritó Piper algo molesta porque se fuese así sin más - podéis descansar aquí, no esperábamos invitados, así que la casa no tiene camas libres, lo siento - se disculpó.

-No tenéis nada de lo que disculparos, bastante habéis hecho por nosotros - respondió Hipo y yo asentí dándole la razón - buenas noches - finalizó. Piper y Will sonrieron aceptando las palabras y siguieron los pasos de su amigo saliendo por la misma puerta que él.

-Algo que me haya perdido - le pregunté a Hipo aprovechando que estábamos sólos por primera vez desde que me había despertado, ni siquiera sabía cuánto tiempo había estado dormida.

-Todo lo importante lo hemos hablado aquí, no quería que te perdieses ningún detalle. Si me acuerdo de algo te lo digo por la mañana, ahora vamos a descansar, tú quédate en el sofá - me ofreció.

-Ni se te ocurra pensar que vas a dormir en el suelo - le advertí.

-Astrid, aún tienes una herida muy reciente, necesitas descansar más que yo.

-Hay una cosa que se llama compartir, Hipo - dije con una sonrisa burlona. Cuando vi que iba a replicar algo más, volví a hablar para que no fuese él el que tomase la palabra - ni se te ocurra retarme. Ahora túmbate en el sofá, ya quiero dormir.

Levantó las manos en señal de rendición y se acomodó en el viejo sofá. Una vez se quedó quieto, yo me tumbé a su lado, aunque el espacio era tan reducido, que parte de mi cuerpo estaba sobre el suyo, y recosté mi cabeza en su pecho.

-Como acabe en el suelo estás muerto, Haddock - le advertí bromeando y él me acercó más si es que era posible para salvar su pellejo. Ambos nos reímos y no dijimos nada más, en su lugar cerré los ojos y decidí descansar.

No me llevo mucho tiempo quedarme dormida encima de esa almohada tan cómoda.

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