Capítulo 8
Viernes 26, por la mañana.
"El Matutino": "...sus habitantes serían, según información brindada por el sargento Pérez de la comisaría central de policía, una anciana postrada en una silla de ruedas y un hombre que prestaría ayuda a ella. según la declaración de los oficiales que se habrían aventurado al interior de la casa, ambos ocupantes serían inocentes de los cargos de..."
"Amanecer": "...que vivían en precarias condiciones no presentaban motivos ni posibilidades materiales de ser los criminales que tan horrendos crímenes hubieran cometido, azotando la seguridad del vecindario de..."
Ese mismo día, a las 19 horas, aparecían nuevos sucesos relatados por el diario "El Vespertino". Aparentemente, a eso de las 16 horas, del juzgado habrían hecho una visita a la casa O'LLOE, con el fin de pedir las escrituras y los títulos de propiedad de la casa, en compañía de la policía y reporteros que corrieron rápidamente al lugar. el objetivo era conocer la situación legal de los ocupantes de la vivienda que se suponía deshabitada a los ojos de todo el mundo. Para hacer las averiguaciones del caso, se aventuraron al interior de la misteriosa mansión; una escribana acompañada de dos oficiales. dos horas más tarde, cinco oficiales entraron a la casa ante la demora de los ingresantes. Ellos retiraron los tres cuerpos al exterior de la vivienda, que yacían desparramados por el hall, con heridas de puñal. Dos oficiales que no llevaban los cuerpos en ese momento, subieron de forma intempestiva las escaleras. Perseguían a un sujeto vestido completamente de rojo, que huía veloz por las escaleras. Desapareció en un recodo de la izquierda. Según lo que contaron, en el piso de arriba la anciana permanecía obviamente sentada en el living, tomando un té. Los dos policías testigos aseguraron su inocencia.
En la puerta, entre el pasillo y el living había un hombre vestido de negro, que era más bajo que el que habían perseguido; preguntaba insistentemente qué era lo que estaba sucediendo. dijo llamarse Arturo y no haber oído nada, excepto a los oficiales correteando por las escaleras.
Ambos oficiales armados, registraron toda la casa y aseguraron no encontrar a nadie más en la vieja casa. La identidad del asesino de los dos oficiales y la escribana seguía siendo un completo misterio. Ahora sabemos que un tercer ocupante de la casa estaría escondido a plena vista y también ante los ojos de Arturo y Susana.
Eran un poco más de las 23 horas de ese mismo día 26, cuando mi teléfono me quitaba, una vez más, de mi sueño. Era Alex, que no podía dormir. Le propuse hacer una nueva visita ala casa, dado el éxito obtenido en la visita anterior. Pero esta vez estábamos buscando a un inquilino oculto, y por la noche sería mucho más factible de hallar. Esta vez fuimos allí con linternas y armas en mano.
Al abrir nuevamente la puerta de esa cas, sentí que éramos literalmente engullidos por una enorme bocaza. Nos introdujimos.
Revisamos la primera puerta a la derecha y sólo estaban las escobas y baldes en su lugar. En el cuarto de la izquierda del hall estaba el estudio, donde Arturo dormía y parecía mover el escritorio con sus ronquidos. subimos las escaleras tras percatarnos de que no hubiera nadie a nuestras espaldas. El baño estaba vacío. Incluso nos asomamos por el boquete por si había alguien escondido por los techos vecinos. Era imposible vigilar toda esa extensión. Se me ocurrió que ese agujero era una vía muy posible por la que aquel sujeto pudiera estar entrando y saliendo de la casa sin ser visto por nadie. cerramos la puerta del baño, que chirriaba un poco. si alguien oculto se había escapado a nuestra revisión, se delataría al mover esa puerta. Entramos ambos al living, que permanecía oscuro. Encendimos las siete velas. Allí nos separamos. Alex se había quedado en el ingreso, cuidando mis espaldas, mientras yo me aventuraba al pasillo. me iba alejando por este pasadizo, hacia la habitación de Susana. Mientras me alejaba del living, había logrado percibir a mis espaldas, un sonido. Me voltee. dirigí un rayo de luz hacia el sitio donde había creído oír un crujido. Nada. Seguí avanzando. Volví a escucharlo. Era como si alguien desplazara un pesado mueble. Eché un vistazo en la habitación de Susana. Sólo pude ver su silla de ruedas vacía, por lo que deduje que estaría dentro de su cama durmiendo. Pero no llegué a iluminarla y verificarlo.
Mi linterna estaba en el piso. Un grito de terror me había sobresaltado de golpe, y la había dejado caer. Sólo atiné a levantarla y correr hacia el living, donde había quedado mi compañero, quien había proferido el grito. Lo que encontré al regresar allí no fue de mi agrado.
La mesa había sido corrida, quizás por Alex. También la alfombra había sido apartada. Había oculto un sótano, cuya puerta estaba abierta, y las siete velas iluminaban su contorno, dándole al nuevo hallazgo un tinte surrealista. Me asomé hacia abajo y dejé caer un haz de luz que se extendió en ese pequeño recinto oculto. Habían unas escalerillas que descendían. abajo estaba Alex, boca abajo, con un puñal clavado a medias en su espalda. Alguien de pie, lo sostenía en brazos. Era un sujeto vestido de rojo. Cabellos oscuros y rulos aparecían revueltos en su cabeza. Un ojo miraba con dificultad la luz de la linterna. El otro estaba tapado... por una capa de piel, que cubría también parte de su boca, en el lado izquierdo de su rostro. Inmediatamente recordé aquellas historias que había escuchado en la calle, sobre ese "monstruo con cuernos, tres ojos y una joroba". Alcancé a ver que en algunos lugares de su rostro y manos tenía manchas negras. su torcida posición hacia adelante hizo que pudiera notar una terrible joroba en su espalda. En su boca faltaban algunos dientes y los que se veían estaban completamente mal formados, que se evidenció cuando abrió la boca ante la luz de la linterna. Incluso la que podría decirse que era su lado normal, el lado de la derecha de su rostro, mantenía una mueca horrible en su boca y su ojo estaba muy hundido en la cavidad profundo de su cráneo. creí que querría atacarme, pero en cambio sólo abrazaba a Alex y parecía... ¿llorar?... seguramente estaría arrepentido. en seguida apareció Arturo, que había ayudado a levantarse a Susana con su silla.
-¿Qué hace aquí, señor policía?... ¡¿Y qué fue todo ese ruido?!- Preguntó Susana con voz enojada y preocupada.
-Véalo usted misma...
Los rostros de Susana y Arturo se tornaron sorprendidos, con una mezcla de desconcierto y horror.
Una semana más tarde, fui a buscar a Alex al hospital, que ya prácticamente se había recuperado de sus heridas. Lo llevé a casa y le ofrecí un té, con un corto resumen.
-El tipo deforme está ahora en la prisión.
-¿Quién era ese sujeto?
-Aquí viene la sorpresa final. Era Gor, el hijo de Yolanda, ¿recuerdas?, el deformado. Al parecer, Alicia había construido una cavidad para ocultarlo todo este tiempo, al igual que esa puerta oculta, para permitirle salir sin ser visto, durante la medianoche. Al fallecer Alicia y dejarle su casa a Susana, nunca había revelado su secreto: que ocultaba desde siempre a su nieto, a los ojos de la mucama.
Susana y Arturo, nunca podrían haberse imaginado que había en u propia casa un tercer huésped que salía de su escondrijo en la trasnoche, mientras todos dormían. Imagínese el desconcierto de Susana y de su estúpido amigo. Ella me agradeció el hecho de que finalmente, después de tanto tiempo, podrían dormir tranquilos. Alex, creo que nosotros también vamos a poder dormir tranquilos.
Alex hizo un gesto con su cabeza, mientras miraba a la calle por el ventanal de mi living.
Fin
Alex volvió a mirarme. Otra vez supe que algo sabía él que yo no.
-Dudo que podamos dormir tan tranquilos, colega...
¡Continúa...!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top