Capítulo 6
Alicia Álvaro
Lo primero que Alex me remarcó y yo lo había notado, era que el álbum no tenía ningún tipo de fecha precisa. Sólo aparecía el nombre de Alicia Álvaro y algunos números con tachones que impedían verlas. O manchadas de café. Había una frase que decía "12 de Octubre de 19..."en el que no se colocó el año.
Evidentemente este hecho no podía ser casual y debía haber una razón para que cualquier lector accidental no lograra acceder a esta información. el diario siempre estaba firmado por Alicia Álvaro, y la caligrafía de las firmas coincidía con algunos escritos relatando como estaba ese día o a donde había ido. En las descripciones más densas que hacía de su vida, aclara que este diario lo había escrito para no olvidar nunca los hechos ocurridos en esos años de 19...
Alex levantó la vista del cuaderno con fotos y anotaciones.
-Alicia era un poco mayor que yo, y yo nací en 1929. Ella debió nacer uno o dos años antes. No creo que estemos hablando de una fecha anterior a 1927, fecha probable en la que debe haber nacido.
Según el diario, Alicia vivía en una granja, en el campo, casada con Enrique Álvaro, un campesino. Según diversas situaciones descriptas por Alicia, él tenía la mala costumbre de emborracharse y golpearla a ella y a su hija. Su hija Yolanda había nacido con un defecto en el pie que la hacía caminar siempre con un bastón. su padre Enrique siempre recriminaba: "Porqué no habrá sido varón para poder ayudarme en el campo! - Ella quería ayudar igual, sin ser varón. Y su defecto de nacimiento impedía todavía más, ganar la confianza de su padre, que necesitaba de su ayuda. Y que también la aceptara finalmente como su hija. Algo que nunca sucedió.
Yolanda veía en secreto a un joven, que Alicia nunca supo nombre. Se habían enamorado profundamente y hacían sus encuentros secretos a orillas del río.
A los 23 años, Yolanda dio a luz a escondidas en el campo de maíz. Para aquella oportunidad, el joven amante de ella no se había presentado. Fue asistida por unos granjeros, y tuvo un parto "satisfactorio", en el sentido de que tanto el niño como Yolanda sobrevivieron. Pero el niño había nacido defectuoso. Tenía una deformidad terrible, quizás provocada por la situación particular del parto o por alguna cosa mala que podía tener Yolanda desde su nacimiento.
Temiendo la reacción de sus padres, Yolanda dejó una carta explicativa a Alicia, y huyó con su hijo. Desde el 12 de Octubre de 19... que Yolanda y su madre no volvieron a verse más. En ese entonces, Alicia debía tener 48 años.
-Ya lo tengo, sargento.- De nuevo su mirada volvía a darme la sensación de que estábamos corriendo una carrera en la que parecíamos ir parejos, solo que él había dado una vuelta completa más que yo.
-Vea. Ella tenía 48 años cuando su hija se fue. Según este álbum, exactamente 10 años después, ella compró la casa O'LLOE, es decir, a los 58 años. yo tenía en ese entonces 56. Ella tendría al día de hoy 67 años, dos más que yo. Pero pasaron 9 años desde la ultima vez que la vi. Puede haber fallecido, no lo sabemos.
-Seguimos, en consecuencia, sin saber quién es el actual ocupante de la casa.
Apagamos la luz y salíamos de la oficina de archivos, hacia el pasillo.
-Si, sargento. Pero ya estamos en condiciones de resolver el enigma de las fechas. Si Alicia es mayor que yo por dos años, nació en 1927, por lo tanto el día que su hija se fue de su casa fue el 12 de Octubre de 1975, a los 23 años.
JUEVES 25 DE AGOSTO
El mediodía había extendido su manto luminoso sobre la ciudad. El sol calentaba poco, como era normal en esta época del año. El callejón permanecía inmutable. Tenebroso e impenetrable como si fuera noche cerrada, si es que tal cosa era posible. Era una cueva de lobos. Un negro portal en cuyo interior no podía distinguirse más que un negro opaco que lo teñía todo. La casa O'LLOE recibía un extraño resplandor que se filtraba del exterior, con el viejo farol como testigo mudo, dándole un aspecto tanto misterioso como amenazador. En la esquina, Alex había hecho otra de sus observaciones. Que nadie había sobrevivido a una visita directa al interior de esa casa, para contarlo.
-Pero yo sí, Sargento. viví allí una buena parte de mi vida, y aquí estoy.
Creo que lo dijo para ahuyentar sus propios temores, o para romper las supersticiones de que era la propia casa la que se cobraba sus víctimas. Hasta yo mismo estaba empezando a creerlo. quizás su conocimiento de su interior, los muros y los muebles, podía servirnos de ayuda para evitar un ataque sorpresivo por l espalda o de frente.
Íbamos a entrar. Esa mañana había recibido una llamada telefónica y le hice una visita al Juez Contín que me aguardaba en el juzgado. Me autorizó a realizar una inspección de rutina en la casa de la calle O'LLOE. Me aclaró expresamente que no era un allanamiento. Esa instancia se había perdido por la infortunada intervención de los oficiales que irrumpieron de forma ilegal en la propiedad. Solo sería una visita, para corroborar que estaba o no habitada. Si la puerta estaba trancada y no abría nadie, no podíamos hacer nada. Si la puerta estaba abierta, sin forzarla, podíamos entrar, con suma cautela y anunciando siempre nuestra presencia. "Sean prolijos, no quiero errores. Pero necesitamos que avance la investigación". fueron sus palabras textuales. Al salir con el permiso en la mano no pude evitar un pensamiento un poco deprimente. Mientras los muertos eran mendigos, nadie había movido un dedo. Pero con cuatro oficiales de policía, la cosa cambia... ¿no? En fin siempre es lo mismo. La justicia se mueve más para unos que para otros. La política, las presiones, la corrupción. Imposible evitarlas.
No hubo que hacer mucho esfuerzo para abrir la puerta. Los goznes rechinaron sobre si mismos por un largo instante. Dimos algunos pasos sobre una alfombra que antaño era roja con decoraciones. Alex aplaudió varias veces, anunciando nuestra presencia.
-¿Señora?¿Vive aquí la señora Alicia Álvaro?
La casa estaba en penumbras como si fuera casi el anochecer. El resplandor apareció en el descanso de las escaleras y se aproximaba, dando la certeza de que alguien recorría el pasillo antes de llegar a los escalones. La voz sonó amable y sin dudas.
-Suban las escaleras. A mi me cuesta bajarlas con facilidad...
nos acercamos al pie de la escalera, y miramos hacia arriba. Arriba, la anciana permanecía casi sonriente frente a nosotros, postrada en una silla de ruedas. Esto le impedía, naturalmente, bajar las escaleras hasta el hall para ir a nuestro encuentro. Había cuidado de sostener la vela junto a su rostro. Si hubiera sostenido la vela debajo del mentón y la hubiéramos visto iluminada así, nos habríamos pegado un susto de muerte. Tenía algunas arrugas al costado de sus ojos y alrededor de la boca. Sus ojos y pómulos, hundidos. su frente permanecía sin arrugas ni líneas, lo que en seguida brindaba a su rostro una expresión franca y serena.
Nos miramos y subimos decididos las escaleras.
Alex se había quedado mirando por un instante a la anciana. Negó con la cabeza.
-Cuán fácil se olvida un rostro. Ni siquiera puedo recordar cuál era el de usted hace 9 años... difícilmente puedo asociar el suyo ahora. Lo lamento, pero quizás le pase lo mismo conmigo, señora...
-Y... ¿Quién es usted?
-Mi nombre es Alex Castro, quien le vendió esta casa hace 9 años.
-Ha si... pero no, no lo recuerdo. ¿Cómo podría? Alicia lo nombró alguna vez. Lamentablemente ella falleció hace dos años, a los 65. Ella estaba muy enferma. Yo soy Susana Domínguez. Era la mucama de Alicia.
-Si. Ella la nombró alguna vez. La gran ayuda que era para una mujer sola como ella.
-Al morir, ella me dejó la casa.
Era necesario salir del lugar de espectador y empezar a abocarnos en la investigación.
-Disculpe... y usted... ¿vive sola en esta casa...?
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