Capitulo 4
Testimonio de Marco Gómez: Vive en el callejón, es sin hogar. Es uno de los tres sobrevivientes del callejón crimen: "Le digo a usté señó, que esa casa no me gustó ni me va a gustar nunca. Nunca me contestan ni nunca nos dan nada. seguro que me mataron a la Margarita y los otro, porque le molestamos. Y nadie se via piocupar por nosotros. Nadie".
Ramón Rojas: Empleado de la compañía eléctrica: "Mire, nosotros hace mucho que dejamos de suministrar el servicio a esta casa, por la falta de pago de las facturas. Esa casa está vacía. a no ser que se hubieran colgado de la línea, como sucede en muchos casos en esos barrios suburbanos. De todos modos, ninguno de los abonados ha reclamado exceso de cobro o malfuncionamiento de los medidores. Si robaran la luz, no la estarían usando mucho. O no tendrían electrodomésticos. Vaya uno a saber...
Caminando por el barrio, se me había ocurrido otra forma de indagar. quienes fueran los habitantes de la casa, de algo debían alimentarse; irían a las tiendas o mercados del vecindario. Ahí estaba la respuesta. En algún momento debían asomar sus narices al mundo para ir a comprar comida, o sacar afuera los cestos de basura. En el caso de que fueran a comprarla, existiría otro inconveniente, que sería acerca del modo en que se obtuvieran los ingresos económicos suficientes. No parecía que los linyeras o desconocidos asesinados en la calle, hiciera un gran aporte monetario al victimario. Pregunté en varias fruterías, canecerías, e incluso en algunos puestos ambulantes, pero ninguno supo decir si había visto algún comprador sospechoso, y mucho menos que proviniera de esa casa. Lo que teníamos que encontrar era un testigo que hubiera visto más concretamente salir a alguien de la casa. Corrían muchos rumores entre la gente y entre los suburbios. Las personas de bajos recursos y escaso nivel educativo, había fabulado historias de demonios, brujas y fantasmas, o simplemente una incógnita fantasiosa: una incertidumbre aguda que queda grabada en la mente después de imaginar si eran humanos o no, los ocupantes de esa morada. Recordé uno de los testimonios de los vagabundos que dijo haber visto una "cosa horrenda". un "monstruo" con cuernos, tres ojos y una joroba en la espalda...
Últimamente se observaba mucho movimiento en el callejón y sus alrededores. Más policías de lo habitual, periodistas y fotógrafos, además de los inevitables curiosos. Incluso alcancé a identificar algunos policías que transitaban de civil, que yo conocía, pero que disimulaban su presencia para no levantar sospechas y no mostrar el exceso de personal policial apostado por allí. En un par de rondas nocturnas que hice personalmente a la casa, pude ver en más de una ocasión un sujeto parado frente al farol, que iluminaba poco más que un metro a su alrededor. Más allá, no se divisaba más que sombras.
Los periódicos solían hablar del callejón y sus calles contiguas, y ahora más que nunca, comenzaban a tratar el tema más específicamente enfocado en la casa O'LLOE. En el diario aparecían sucesivos testimonios de personajes del barrio. Incluso hacía su aparición un famosos escritor (no del barrio) que había escrito uno de sus últimos relatos terroríficos, basándose en la intriga generalizada, por el caso de la casa O'LLOE y sus inexpugnables puertas y habitantes.
Se habían apaciguado los ánimos. Ya había transcurrido lentamente una semana desde los últimos seis atroces crímenes del callejón ese 15 y 16 de Agosto. Me habían llamado del poder judicial para realizar algunas firmas y corroborar datos administrativos que solicitaba el juez de turno. Faltaría todavía algún tramite más, y la orden de allanamiento sería efectiva.
Mis rondas en el barrio se habían reducido a dos horas, día por medio, alternando con la lectura de todos los periódicos, relectura de las declaraciones de los testigos y por supuesto, el análisis detallado de las posibles pruebas: las medidas que debía tener el puñal, las manchas de sangre encontradas en las ropas de los vagabundos de las propias víctimas, y algo que habíamos archivado desde un primer momento: el álbum de fotos familiares encontrado en manos de la primera difunta.
Era Miércoles 24. Ocho de la mañana. Me había despertado el teléfono.
-¡Señor!- era Yiyo. -¡Tengo aquí sentados en la oficina a cuatro policías que desean prestar declaración!
-¿Y tengo que ir yo? ¿No puede ser otro...?- aún estaba medio dormido.
-Señor... es que es usted el que está a cargo del caso de la casa O'LLOE, ¿recuerda?
No hizo falta decir más para terminar de despertarme, saltar de la cama, besar a mi esposa que dormía, vestirme y salir con una medialuna en la boca, con el auto hasta la comisaría.
En seguida quedé a solas con los cuatro oficiales, que, con tan solo echarles una mirada pude notar su angustia y preocupación.
-Bueno Sargento...-suspiró profundo- estamos aquí para decirle lo que pasó ayer...
-Son recién las 9. No pude leer ningún diario, pero los escucho...
Tomaba mi taza de café, mientras me temblaban las piernas al oír su relato.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top