6-La casa encantada.



-Es terrorífica -confirmó Jaime.

-Sí, y sí es así de día, no quiero ni imaginarme cómo será de noche -respondió Rafa.

-La verdad es que da un poco de miedo -apuntó Alex.

Habían llegado frente a la casa cerca de las dos de la tarde y está se mostraba imponente. Era un antiguo palacete del siglo diecinueve y se erguía sombría ante ellos. Se encontraba en unas condiciones pésimas, parecía haber sobrevivido a varios incendios o a algún intento de demolición. Era un auténtico desastre.

En realidad era la auténtica casa que salía en todas las películas de terror. Una alta torre de un blanco sepulcral parecía querer desgarrar las nubes cómo una pálida mano que surgiera de la tierra de un cementerio. Las ventanas enrejadas con los postigos destrozados se asemejaban a oscuros y tenebrosos ojos que les espiraran siguiendo todos sus movimientos y la puerta era una maligna boca, negra y oscura que esperara para devorarlos.

O simplemente era una casa vieja y sólo la imaginación de los niños le daba aquel carácter fantasmal. Y los niños estaban una "pelin" asustados.

-Ya no me parece tan buena la idea de pasar aquí la noche -mencionó Rafa y todos estuvieron de acuerdo con el.

-Ya lo creo -dijo Jaime -en cualquier momento saldrá el Conde Drácula para invitarnos a pasar...

-Pues yo voy a entrar -decidió Alex -.No puedo volver a casa y ya que estamos aquí....

-Bueno -dijo Rafa -si quieres morir, tú misma.

-Yo no pienso dejarte sola -dijo Jaime a su vez.

-¿Y tú qué harías sin mi? -le preguntó Rafa -.Nada, busquemos la forma de entrar y que sea lo que Dios quiera.

Cuándo Jaime vio a su amigo santiguarse no supo si echarse a reír o ponerse a temblar.

Entrar en la casa fue sumamente fácil pues la puerta principal estaba desvencijada y con una par de empujones lograron abrirla. No había alarmas, ni candados ni nada que les impidiera pasar. Parecía que aquella casa llevaba muchísimo tiempo abandonada y no parecía interesarle a nadie.

-Estaba rezando para que la puerta estuviera cerrada y no pudiéramos entrar -murmuró Rafa.

Jaime empujo la puerta y está chirrió con fuerza, abriéndose.

-¡Hala! ¡ya hemos despertado a todos! -volvió a decir Rafa cada vez más pálido -.Ahora ya saben que estamos aquí...

-¿Quién lo sabe? -preguntó Alex.

-Quién quiera que sea que viva en está casa...sus

moradores. -explicó Rafa.

-Cállate ya Rafa, estas asustando a... -Jaime iba a decir "estas asustando a Alex" pero viendo la mirada que ella le dirigía, se tragó sus palabras -nos estas asustando a todos.

-No si yo no estoy asustado -explicó Rafa -¡Estoy aterrorizado!

Entraron en la casa y la oscuridad se hizo casi total, salvo un rectángulo de luz que entraba por la puerta abierta, lo demás estaba en penumbra.

El suelo se hallaba cubierto de cascotes, las paredes desconchadas y con rastros de humedad y en algunos sitios aún podía observarse la acción del fuego que había ennegrecido muebles, paredes y suelos.

-Tened cuidado -dijo Jaime que había entrado el primero y se iluminaba con la linterna -el suelo está lleno de piedras y cristales.

-Ya lo he notado -dijo Alex -cruje cómo si pisáramos cáscaras de cacahuete.

Jaime apartó un mohoso tapiz medio chamuscado que se había descolgado sobre una robusta mesa de madera y levantó sin querer una espesa nube de polvo.

-Yo no tocaría nada -dijo Rafa cada vez más asustado -podría haber arañas u otras cosas...

-¿Que cosas? -quiso saber Alex.

-Imaginatelo -dijo Rafa misteriosamente.

-¿Ratas? -preguntó la chica que tenía pavor a esos repugnantes bichos.

-Las arañas no pueden hacernos daño -explicó Jaime tratando de calmar los ánimos -y las ratas huirán al oírnos y estamos haciendo bastante ruido.

-Ya, pero los fantasmas, los entes y los espíritus se sentirán atraídos por el ruido -volvió a decir Rafa.

-Si, tienes razón -dijo Jaime -nos oirían si no vivieran exclusivamente en tú imaginación, "atontao".

En ese mismo instante cuándo Jaime terminó de decir estas palabras, un extraño sonido se dejó oír. Era cómo un murmullo que iba creciendo en intensidad hasta convertirse en un auténtico alarido.

Los tres niños se abrazaron al instante, realmente asustados.

-Jaime, por favor, dime que eso solo ha sido mi imaginación -dijo Rafa temblando de pies a cabeza.

-No Rafa, no ha sido tú imaginación -dijo Alex que se abrazaba a los chicos con todas sus fuerzas.

-Tiene que tener alguna explicación, las cañerías seguramente, mi padre que es fontanero sabe que las tuberías suele hacer ruidos muy raros...-dijo Jaime más para sí mismo que para los demás.

-Pues esa tubería gritaba cómo si la estuvieran matando -bromeo Rafa que a pesar de lo aterrorizado que estaba no podía dejar de bromear. Así era aquel chaval.

-Gracias Jaime -dijo Alex.

-¿Porque?

-Por tratar de tranquilizarnos, se que lo has dicho es para tranquilizarnos...

La verdad era que Jaime no tenía miedo, casi nunca se asustaba y menos en ese momento cuándo podía sentir cómo Alex le abrazaba. Estaba tan cerca de él que olía la fragancia del cabello de la niña y el dulce olor de su cuerpo.

Las chicas siempre debían oler así, pensó Jaime, a una mezcla de canela y olores afrutados, tan dulce que podría pasarse la vida oliendo su perfume.

-Venga, sigamos...-acabo diciendo -sería mejor si no separásemos.

-¡Ni hablar! -dijeron al unísono Alex y Rafa.

-En las pelis, cuando los protagonistas se separan, siempre acaban muriendo -dijo Rafa.

-Exactamente, en las pelis, tú lo has dicho -le contestó Jaime -.Aquí no hay nadie más aparte de nosotros y...deja ya de pensar en la muerte o voy a ser yo el que te descalabre de una patada.

-¡Jo, tío! -Rafa iba a seguir hablando, abrió la boca, pero al ver la expresión de su amigo decidió callarse.

-¡Vale! -dijo Jaime contento de que Rafa le hiciera caso -.Iremos los tres juntos...veis esas escaleras, arriba estarán los dormitorios o lo que quede de ellos.

-Este pasillo de la derecha-dijo Alex enfocándolo con su linterna- debe llevar a la cocina, creo...

-¿Y los cuartos de baño? -preguntó Rafa.

-¿Qué pasa con los cuartos de baño? -preguntó Jaime a su vez.

-¿Qué dónde estarán?

-¿Y para qué quieres saber dónde están?

Rafa miró a la chica un poco avergonzado y dijo con un susurro.

-¡Me estoy meando!

-No te he oído, ¿que dices? -Preguntó Jaime con una sonrisa maliciosa, había llegado el momento de que Rafa sufriera un poquito.

Alex también se reía por lo bajo. Ella también le había escuchado. Estaban tan juntos que era casi imposible no hacerlo.

-¡Que me meo, tío! -grito Rafa despertando ecos con su voz. -cuándo me pongo nervioso me entran ganas de ...orinar.

-¡Ah! ¿era eso? -rió Jaime -pues nada, tío. Buscaremos el servicio y podrás hacer pis...

Rafa le dio un codazo. Tenía más miedo al ridículo que a los fantasmas.

Alex se partía de risa pero se puso en el lugar del chico.

-No seas malo Jaime, no te metas con Rafa, pobrecito. -le dijo la niña.

Jaime dejó de reírse.

-¿Porque no buscas por ahí algún sitio apartado donde puedas mear?, no sé dónde estarán los servicios, ni si podremos encontrarlos.

-Bueno...creo que podré aguantarme -dijo pensándolo mejor.

En ese momento se escuchó el sonido que producía una tela al rasgarse. Los chicos pegaron un bote.

No os preocupéis -dijo Alex -he sido yo, se me ha enganchado la falda en un clavo y se ha rasgado. Tendría que haberme cambiado antes...iré a cambiarme a ese cuarto de allí.

-¿Tú sola? -dijo Rafa que no pensó en lo que decía.

-¡Pues claro!, no querrás que me cambie delante de vosotros ¿No?

-No, no...claro.

-Ten cuidado -dijo Jaime -si ves algo...raro, grita y acudiremos corriendo.

-Si entráis ahí antes de que yo termine de cambiarme, seréis vosotros los que veréis algo raro...esto -dijo Alex enseñándoles su puño cerrado-...en vuestras narices .

-¡Vale! -dijo Jaime -aunque te oigamos gritar...no iremos.

Alex asintió con la cabeza pero luego se preguntó ¿qué habría querido decir Jaime con lo de ver algo raro?

La chica se alejó de ellos y haciendo acopio de valor entró en la oscura habitación.

El cuarto era un completo desastre, lleno de cascotes, telarañas y muebles destrozados por la humedad. En otros tiempos debió de ser una salita de espera a dónde los invitados eran conducidos antes de que los dueños de la casa los recibieran.

Aún podía verse parte del papel pintado con un dibujo de flores que cubría la pared y la huella dejada por los cuadros, ahora ausentes que habían colgado de las paredes.

Un sofá lleno de grandes agujeros era la única pieza del mobiliario que aún se mantenía más o menos en pie.

Alex pensó si acaso esos agujeros no los habrían hecho las ratas y decidió cambiarse cuanto antes y salir de allí lo más rápido posible.

ya estaba a punto de terminar de cambiarse cuando sintió que algo le rozaba el brazo, algo parecido al roce de una gasa.

Alex se volvió rápidamente enfocando con la linterna todos los rincones de la vieja sala de espera. No encontró nada y cuando ya se iba a dar por vencida, lo vio:

Era la forma de un niño que la miraba asustado desde un rincón, en la oscuridad.

Alex dio un gritó tan fuerte que consiguió asustarse a sí misma aún más.

En ese momento la linterna se apagó.

Alex chillo aún más fuerte.

Los chicos irrumpieron en la estancia aún a riesgo de sus propias narices.

-¿Que pasa? -Gritaron los dos.

-¡Un niño! -Gritó Alex.

-¿Dónde?

-¡Allí! -Alex señaló el rincón de la pared.

Jaime enfocó la linterna donde señalaba la niña sin embargo no vio nada.

-Quizás hayas creído ver algo -dijo Jaime -alguna sombra que te ha confundido.

-Se lo que he visto, Jaime -Dijo Alex muy nerviosa -.Era un niño, un niño pequeño de unos cinco o seis años.

-Te creo -dijo el chico.

-No, no me crees -le contestó la niña -pero, se lo que he visto.

-Yo si te creo -Dijo Rafa -¿Mirad lo que he encontrado?

El chico tenía en sus manos un polvoriento osito de peluche, bastante viejo y algo chamuscado.

-En está casa había niños -dijo Rafa.

-¿Y podéis explicarme cómo, después de tanto tiempo sigue estando aquí ese niño? -preguntó Jaime -.¿No me iréis a decir que es una fantasma? ¿no?

Jaime comprendió que sus dos amigos estaban pensando precisamente en eso, en un fantasma.

-¡Vale! -dijo Jaime aunque sin creérselo del todo -.A lo mejor soy yo el que está equivocado...deberíamos seguir explorando, me gustaría saber qué pasa aquí.

Alex se agacho para terminar de atarse los cordones de sus zapatillas que con el susto se había olvidado de atar.

Se había cambiado el uniforme por un pantalón corto y una camiseta sin mangas. Guardó el uniforme en un híbrido entre un bolso de mano y una bolsa de lona y se lo colgó del hombro. Luego miró a Jaime expectante.

-Cuando quieras -le dijo.

¿Y tú Rafa? ¿vienes? -dijo Jaime.

-Si, no pienso quedarme aquí solo...voy.

-Subiremos a las habitaciones de arriba, creo que allí encontraremos algo -concluyó Jaime

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top