La ceremonia
—Adelante, estábamos esperando por ti. Me alegro de que hayas aceptado la invitación—te habla el anfitrión. Todo el mundo te observa. Desde un adolescente de apenas dieciséis años, hasta un anciano de pelo blanco de unos sesenta años.
No sabes como reaccionar, aceptaste venir a aquella ceremonia para demostrarle a tus amigos que tienes algo de valentía. Respiras hondo observando el lugar, hay mesas de color negra con unas velas extrañas y diez sillas rojas bien acolchonadas.
—Ya que estamos todos, les explicaré el asuntito de por que se encuentran hoy aquí. Aunque de seguro ya lo saben—menciona el anfitrión mirándote con una sonrisa que te desconcierta—Han sido seleccionado para entrar a la querida casa la cual nadie habla, porque de solo decir su nombre, un miedo recorre el cuerpo del que la convoca.
Habías escuchado de aquella casa. La casa donde vivió el miedo, así le decían. Supuestamente habían pasado muchas cosas allí, desde llantos sin bebés, sucesos paranormales e historias que uno no se puede explicar. Solo los que han vivido allí saben de lo que hablan, muchos no tuvieron la oportunidad de contarlo, otros se volvieron loco. Lo poco que se sabe son de las evidencias que se han encontrado allí. Todas las pruebas recaen en que allí fue donde nació el mismo miedo, el diablo lo puso en aquel lugar para cuando creciera fuera libre por el mundo.
No le tienes miedo del todo, lo sabes muy bien, pero te recuerdas de una experiencia que viviste en tu niñez. Una que solo está en tus pensamientos y que solo tú sabes.
—Bueno, no esperemos más—grita repentinamente el anfitrión con su largo sombrero negro con unas manchas rojas que simulaban sangre. Una dama muy elegante se asusta y trata de disimular—La casa donde vivió el miedo, uy, que miedo. Yo no lo tengo miedo, sobreviví un día allí y sobrevivir un día allí te hace saber que nada más te va a dar miedo jamás.
Tratas de concentrarte, pero no puedes. Piensas en qué fue un error venir, respiras hondo y cierras los ojos. Escuchas como el anfitrión dice que habrá unas ciertas pruebas para prepararlos y poder entrar allí.
Abres los ojos de nuevo, ves como un hombre musculoso se rinde y se va llorando. Sale por la puerta nervioso y los observa a cada uno de los que están presenta. Cierra la puerta, el anfitrión se queda quieto por unos segundos, lleva la misma sonrisa que te incomoda.
—Estás cosas pasan, queridos amigos. Estas pruebas son solo para los fuertes. No tenemos mucho tiempo, nos quedan sólo horas para que sea luna llena. Así que empecemos—mientras habla, se quita su sombrero negro y saca un reloj de arena, el reloj tenía una arena parecida a azufre.—Bienvenidos y bienvenidas la regla aquí es simple, los nueve que quedan presente pasarán una simple prueba. La prueba consiste en escuchar unos ciertos relatos que han ocurrido en esta misteriosa casa. Cada uno de los relatos presentes contienen imágenes, dibujos perturbadores dibujados por niños y personas dementes que vivieron allí expresando sus historias.
—¿Dibujos?—dice el adolescente nervioso. Respira hondo y se calma.
—Sí, amiguito. Dibujos no tan lindos, pero necesarios para contar cada una de las historias. Así que no esperes imágenes bien dibujadas y con muchos colores. Solo dibujos con el fin de transmitir esas pesadillas vividas—mira el reloj y avanza—finalizando, cada uno de ustedes se sentará en aquellas sillas rojas, se apagarán las luces y se proyectará cada una de las imágenes. Desde las bocinas que tenemos escondidas se narrará los relatos de cada víctima. La prueba es fácil, los que queden al final entrarán a la casa.
—¿Y qué pasa si no aguantamos más?—preguntas, no porque tuvieras miedo en ese momento, si no, por el niño y otros invitados que se veían asustados.
—Me alegro de que me hayas hecho la pregunta. Sencillo, se levanta y sale por aquella puerta de emergencia—señala la puerta oscura—Pero no creo que eso pasará ahora, ¿o sí?
—No—dicen en coro. Tú más que nunca tienes que pasar esta prueba, y enfrentar ese miedo que llevas ocultado hacen años.
—Ahora siéntense, póngase cómodo en las sillas y prepárense. ¿Están listos?
—Sí—respondes.
—Me alegro—los ojos del anfitrión se ponen en blanco, no dices nada. Solo te quería asustar para que te rindieras, eso no iba a pasar tan fácil—que la diversión empiece, nos vemos pronto, eso espero...
Ríe. Ves como se marcha y como las luces se apagan. Te sientas en la silla roja y tomas una soda de la nevera que había a tu lado. Una música se escucha de fondo y una pantalla grande baja con un proyector.
A continuación ves una advertencia...
¡Que la diversión empiece! Advertencia, en las próximas horas veras imágenes perturbadoras y relatos no muy felices. Solo los aptos serán capacitados para entrar a la casa donde vivió el miedo. Si tienes algún problema de salud, no nos hacemos cargo de algún efecto que eso traiga mientras pasan la prueba. Que la fuerza esté a su favor.
Solo ves unas letras extrañas y como empieza a salir un conteo regresivo con un título extraño que decía amor diabólico.
3...2...1...
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