4. Jugando a las escondidas
Valeria volvió a reunirse con Matías al otro día. Así estuvieron durante unos cuantos meses.
Una tarde se encontraban conversando sobre su pasado cuando Valeria se descubrió tomando la mano de Matías. Él se sorprendió, pero no la quitó.
- Me pregunto cuánto tiempo más nos tendrán aquí - dijo Valeria.
- Lo mismo me pregunto. Aunque, mis días se iluminan cuando te veo.
Ella sonrió y dijo:
- Disfruto mucho de tu compañía. Eres la persona en quien más confío aquí.
Luego tomó su mano entre las suyas y lo miró a los ojos sonriendo tiernamente. Él también la miró y sonrió y juntó su frente contra la de ella. El corazón de Valeria comenzó a acelerarse.
- Debo irme, es casi de noche. Tengo que complacer al monstruo - dijo Matías separandose de ella de pronto.
- Espero que no te lastime demasiado. Nos vemos mañana, Mati.
- Nos vemos, Vale - la besó en la mejilla -. Qué descanses.
- Tú también.
Valeria se quedó sola en su habitación. Se tendió en su cama y deseó poder contarle a su madre sobre Matías.
- Lo más extraño es que Río no se ha dado cuenta - le comentaba a Lancy a la mañana siguiente.
- Es una locura. De verdad. Te van a descubrir.
- Por favor no le digas nada.
- No lo haré. No te preocupes, los dos se merecen algo de alegría después de todo.
Matías y Valeria continuaron reuniéndose secretamente. Ahora se reunían por la tarde. Pasaban horas conversando sobre sus planes para cuando salieran de esa casa. En ese momento estaban hablando sobre ir a la universidad cuando acabaran la escuela.
Había pasado un año desde que Valeria había llegado a aquella casa y seis meses desde que había conocido a Matías. Valeria disfrutaba de cada charla con él. Le encantaba escucharlo hablar. Se encontraban sentados en el suelo.
- Yo había pensado en estudiar abogacía - dijo Valeria apartando de su cara su cabello azabache claro largo hasta la cintura.
- ¿Por qué?
- Porque quiero ayudar a otros que también estén pasando por momentos difíciles. Quiero hacer justicia.
- Eso es muy noble de tu parte - sonrió y Valeria respondió de igual manera -. Yo estoy entre estudiar abogacía y fisioterapia.
- ¿Fisioterapia? Nunca lo habría pensado.
- Es que soy bueno haciendo masajes. Pero necesito práctica.
- Podrías practicar en mí - dijo ella -. Tengo un dolor de cuello increíble, ¿crees que podrías ayudarme? - dijo con fingida inocencia.
- Claro - repsondió él entendiendo su intención.
Se colocó de rodillas detrás de ella y comenzó a frotar sus hombros, su espalda y su cuello. Valeria sonreía cuando se acercaba mucho a zonas peligrosas para luego alejarse. Luego de un rato, se detuvo y apoyó su mentón en el hombro de ella.
- Eres muy bueno - dijo Valeria.
- Y eso no es lo único en lo que soy bueno - dijo sentándose frente a ella y acercandose a su cara -. ¿Puedo mostrarte? - dijo cuando sus frentes estuvieron juntas. Ella asinió.
Entonces le dio un suave y profundo beso. Ella respondió devolviendoselo mientras acariciaba su espalda. Podía sentirla tensarse bajo sus manos. Él acarició su cara y apartó un mechón de cabello rebelde. Luego de un largo rato se separaron.
- ¿Te gustó? - le preguntó él.
- ¡Me encantó! Hagamoslo otra vez.
- De acuerdo - dijo él y la besó nuevamente, luego otra vez. Así estuvieron hasta que cayó la noche.
Luego él regresó a su habitación.
A Valeria le dolían las comisuras de la boca, pero estaba feliz. Quería volver a verlo. La había pasdo muy bien. Solo esperaba que Río no se enterara.
De vuelta en la sala de audiencias, Valeria se encontraba pensando en todo esto mientras escuchaba a Matías relatar su historia una vez mas. No pudo evitar que se le humedecieran los ojos al escuchar los horrores a los que él también había sido sometido.
Entonces se percató de lo mucho que lo extrañaba.
- Es suficiente, no más preguntas por hoy - dijo el juez . Vayamos a cuarto intermedo.
Valeria no lo pensó dos veces y esperó a Matías a la salida.
- Mati, ¡hola! - le dijo ella.
- ¡Vale! ¿Cómo estás? Disculpa mi cara de horror, es que aún no puedo ver a ese monstruo sin sentir unas nauseas tremendas - dijo bajando la voz al decir esto último.
- Tranquilo, a mí también me repugna. ¿Quieres beber un café conmigo?
- Claro, eso me va a reconfortar.
Se dirigieron al bar del tribunal y pidieron dos cafés con leche. Valeria pidió también un tostado de jamón y queso.
- ¡No sé cómo tienes hambre luego de verlo! - comentó él.
- ¡Llevo una eternidad sin comer nada! - dijo Valeria - Además tengo mucha sed. Creo que voy a pedir un vaso de agua, ¿tú quieres uno?
- Yo paso. tengo una botella de jugo de naranja en la mochila. ¡Gracias!
- No lo menciones. Ya estoy contigo - al ver una camarera la llamó y le preguntó -. Disculpa, ¿podrías traerme un vaso de agua mientras espero? - la joven asintió- ¡Gracias!
Luego Valeria le dijo a Matías:
- Ahora cuéntame todo lo que me perdí.
- Bueno...estoy estudiando el segundo año de ingeniería industrial. También he intentado jugar al fútbol, era bueno, pero no lo suficiente como para los grandes equipos de Argetina.
- Jamás me habías contado de tu deseo de ser futbolista.
- No es que tú me lo hayas preguntado.
Entonces llegó su comida.
- ¿Ha estado viendo a alguien últimamente?
- He salido con varias chicas, pero ninguna es mi tipo.
- ¿A qué te refieres con eso?
- Mi tipo son las sobrevivientes morenas de ojos café con un increíble sentido del humor y un poco rebeldes - al decir eso tomó su mano -. A menos que estés saliendo con alguien.
- Tranquilo, estoy disponible. De hecho de eso quería hablarte. Quiero que esta vez intentemos tener una relación seria, con citas y todo.
- Podría funcionar - dijo él y le dio un sorbo a su café humente. Luego se le llenaron los ojos de lágrimas -. ¡Me he quemado hasta el tuétano!
- Ten - dijo dándole su vaso -. Aún tiene un poco de agua.
- ¡Me salvaste la vida otra vez!
Valeria sonrió tontamente y él de volvió la sonrisa. Descurbió que le encantaba hacerla sonreír.
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