Capítulo VII

Deisy

   La tarde en el pueblo había sido bastante tranquila, todos nos miraban, en ocasiones me percataba que esas miradas se sentía fijas, como si quisieran analizar cada fracción de nuestro cuerpo. Quizás eso era normal en los pequeños pueblos, los visitantes siempre eran buenas atracciones para mirar, motivo de tardes de té y especulaciones, aunque mi padre vivió aquí gran parte de su vida y habíamos venido en ocasiones pasadas,ya había pasado mucho tiempo desde eso, asi que éramos el cotilleo del momento.

    Mi madre apenas me había dirigido la palabra desde que acepte el empleo, y conociendo sus actitudes, tampoco era mala señal. Mis ojos recorrían inconsciente cada establecimiento en su interior, como si quisiera por casualidad hallar a alguien.

   A quién quiero engañar, sí quería verlo, solo a él quería verlo y mis esperanzas no vacilaban cuando ningún sujeto cumplía con sus características. Jamás algo me había motivado tanto en mi vida y ser yo quien descubriera su paradero se volvía cada vez un objetivo más obsesivo.

     Al día siguiente a las 6:50 am ya estaba en la puerta de la pastelería. Mis padres no tuvieron muchas objeciones con respecto al trabajo, y para ser totalmente sincera, tampoco recuerdo que hubiera tenido lugar ninguna conversación sobre eso. Lo que si llegamos aún acuerdo es que mi padre me llevaría y recogería del trabajo. Solo para que se quedarán tranquilos acepte este trato.

   No obstante tampoco me fijé lo que significaba trabajar, no debería ser tan difícil ¿no?. La pastelería estaba en un buen lugar, a una calle de la plaza principal y por ende del callejón que guiaba al edificio de Jack, solo era necesario buscar el momento adecuado para ir.

— Parece que eres madrugadora, ayer no pudimos presentarnos, mi nombre es Megan Petis.

   La misma chica sonriente del estilo retro estaba allí, y confirme mi sospechas, en realidad era su estilo, no sé porque me sorprendió tanto. Lleva un suéter grande de rayas blancas y rojas que hacían juego con sus labios teñidos del mismo color.

— Deisy Muller, ¿aún está cerrada?-. Pregunte tratando de embozar una pequeña sonrisa.

— Si, habríamos a las 7:30 am, pero yo me ocupo de abrir media hora antes, para dejar todo en orden, por supuesto antes que lleguen los clientes.- explico algo divertida, como si mi ignorancia le sentará graciosa.

— Vale, está bien.

   Megan solo asintió y se dirigió abrir la puerta. No pude evitar cuestionarme la actitud de las personas de esté pueblo. Todos siempre sonriente, eran amables y tenían notables señales de afecto los unos con los otros, viéndolo desde afuera no tendría nada de malo, pero seamos honestos. Nadie es totalmente feliz, no todos estamos de acuerdo siempre con lo que dice el otro y mucho menos permanecemos constantemente en el mismo estado de ánimo.
 
  No me van a decir que es una felicidad espeluznante.

Eso me abrumada y más porque sentía que todos lo hacían para ocultar algo, como cuando llenas un lugar de perfume con la intención de ocultar el olor a putrefacción.

   Al entrar a la pastelería de nuevo, me invadió una sensación distinta al día anterior. Todos los colores estaban, los adornos florales de las mesas también, pero el aura era otra. Una más desolada, sin las personas en su interior la cafetería se tornaba tétrica, con un aspecto de abandonó.

   Megan se dispuso a encender las luces, me guío hasta el mostrador y me explico cosas sencillas sobre el funcionamiento de la caja registradora. Llegamos a un convenio de que no se me daba muy bien la repostería, ni tener mucho equilibrio, así que concluimos que mi puesto sería en la caja.

Que les puedo decir, no había trabajado en mi vida. Esas habilidades no las tenía y mucho menos se me fueron otorgadas de forma innata.

   No podría decir que mi primer día de trabajo fue el mejor, no había visto a Silvya, se supone que es mi jefa. Ayer la visualice— o por lo menos su silueta— pero nada más. Me equivoqué en algunas transacciones, en dar el cambio y al parecer en entregar facturas.

¿A mi me habían dado facturas alguna vez? Supongo que no. Del resto todo muy bien.

   Megan era muy paciente, la cocinera sin nombre también lo era, quiero decir, no me la habían presentado por eso no sabía su nombre. Ambas me sonreían de vez en cuando, supongo que para darme ánimos pero lo que lograban eran ponerme más nerviosa.

   Sin contar que todos me veían, cuchicheando me daban la espalda, muy poco disimulados los pueblerinos. Tenía claro que eso pasaría pero igual me disgustaba, aunque por profesionalismo los ignoraba pero obvio los estaba mandando al diablo en mi mente. Me considero una persona paciente, pero hay límites de respeto.

— No aguanto los pies, necesito un masaje urgente o una anestesia para no sentir nada-. Me queje frotando mis talones.

— Con el tiempo te acostumbras, igual hay un banco pequeño al lado del mostrador, puedes sentarte cuando no haya muchos clientes.- recomendó Megan mientras se sentaba a mi lado.

  Estabamos en nuestra hora de descanso, en una pequeña habitación detrás del la cocina y justo al lado de la puerta trasera. Megan parecía imperturbable, sonriente, con gestos coquetos y en ocasiones podía observarla conversar con los clientes como si fueran viejos amigos, quizás sí lo eran. Al fin y al cabo la conocía muy poco y ella viva desde que nació en Great Pine.

— No me había fijado, sin dudas lo haré.

— Me gustan tus facciones, son muy tiernas, ¿Cuántos años tienes?-. Preguntó curiosa mirándome detalladamente.

— Gracias, cumplí 19 años hace poco.- trate de no sonar borde pero no salió muy bien.

— Yo tengo 21 años, pronto cumpliré los 22.- informó con una sonrisa triunfante, como si se sintiera orgullosa por ese acontecimiento.

— Que bien.

  Como si viera mi incomprensión sobre algo tan común como el paso de 365 días desde tu nacimiento, ella decido explicarme.

— No todos tenemos la mísma edad, hay pocos jóvenes-adultos aquí, están contados y todo, son hijos de personas que han estado en este lugar desde generaciones y por desgracia la gran mayoría incluye a hijos de los empresarios.- dijo haciendo un gesto de tristeza con respecto al último dato.

— ¿eso que tiene que ver?-. Cuestioné curiosa.

— Que nunca están aquí, siempre viajan o están en reuniones de negocios, ocupaciones de gente importante, son chicos agradablemente guapos pero no tienen mucho tiempo para las amistades.- acotó encogiéndose de hombros.

Pensé en decir algo pero ella continuo después recostarse en su silla.

— Sin dudas en un desperdicio, pero las veces que llegan son el suceso, así como una Lily Allen muestra sus nuevas extensiones o un Tom Carson cuenta sobre sus infinitos viajes de aventuras.- suspiro embelesada.

De seguro era un chico que le gustaba.

— De esos también hay en la ciudad, no es nada nuevo. Quizás nunca me cruce con uno de ellos antes de terminar las vacaciones.- comenté algo desinteresada.

  Sin más, Megan volvió de su ensueño para dirigirse de nuevo al trabajo conmigo. El resto del día fue más llevadero. Aunque debo decir que no soy fan del trabajo, es muy cansado.

Antes que pudieran salir de mi puesto de trabajo la puerta se abrió de par en par. Llenaba el lugar antiguamente vacío un señor de unos 50 años, su pelo era totalmente blanco y llevaba una camisa manga larga formal de color blanco leche, pantalones anchos y un reloj de oro. No era precisamente alto ni bajo, estatura promedio y estaba en buena forma.

— Megan informale a Silvya que los nuevos productos llegaron y que tendrán que pasar buscándolo por la cafetería.- ordenó acercándose y mi compañera solo asintió rápidamente.

  Quizás esté era el hombre que mi padre me había hablado, el antiguo dueño pero no recordaba su nombre. Lo que si note fue su voz, ronca y potente, de esas que te hacen estremecer en tu propio asiento.

  Yo no fui la excepción, inmediatamente se me pusieron los pelos de puntas cuando sentí su mirada acusatoria fija en mi, como si quisiera una explicación de mi presencia.

— ¿Puedo ayudarte en algo?- preguntó algo arisco

Trage saliva, de repente se me había resecado la boca.

— Silvya la contrato ayer, es nuestra nueva cajera, Deisy, es la hija de Patrick Muller.- intervino en mi defensa mi compañera desde el otro lado de la pastelería.

— Entonces bienvenida a la familia Deisy, aquí somos algo conservadores, confiamos los unos en los otros, espero que pronto te vuelvas una de nosotros, estoy seguro que si.- una sonrisa amplia se plasmó en su rostro, pero no la sentí familiar ni amigable, era más como una leve sugerencia.

Pero no sabría decirles qué tipo de “sugerencia”.

— Gracias, estoy haciendo mi mejor esfuerzo.- dije trantando de simular una sonrisa.

  Este solo me hizo un gesto y se volvió a dirigirse al lugar de mi compañera.

— Me tengo que ir al área industrial, recuerda cerrar e informarle a Silvya, buenas noches chicas.- sin más se retiró.

Lo vi irse en un pequeño auto blanco, algo viejo y me aparecio curioso comparado con su aspecto, estaba bien cuidado y tenía aire de ser alguien moderadamente importante. Su auto no figuraba como en esa imagen.

— Es buena persona, solo algo estricto y cabe destacar que los viejos de este pueblo se alteran cuando ven una cara nueva, creo que de eso ya te has fijado.- comento entre risas recordando todo el alboroto de hoy.

No pude evitar contener una carcajada, no lo demostré pero si me causaba gracia su reacción más cuando era verdad.

— Pense que ahora la dueña era Silvya, ¿Por qué los productos llegan en la cafetería?-. Cuestioné levantando una ceja.

— Son socios, Silvya solo tiene una parte de la pastelería, técnicamente es como la encargada, mientras que el socio mayoritario sigue siendo Bob.- aclaro mientras salíamos del local.

Solo logré hacer un gesto de afirmación, tenía mucho sentido.

— Por lo menos, él se encarga de lo duro, negocia los productos y hacer los pagos en el área industrial, yo moriría si me tocará ir para allá siempre me ha dado un poco de miedo- continuo diciendo ojeando a su izquierda.

— ¿Porqué?

— Cosas raras pasan allí, según se cuenta, cuando caminas en esa dirección—señalo a su izquierda con su dedo índice— casi se puede sentir la presencia del hijo de los Marlow, es inquietante.

   Megan se estremeció fingiendo un escalofrío, pero por alguna razón eso no me causo gracia, al contrario aumento mi curiosidad.

— ¿Quién es el hijo de los Marlow?

— Nadie que puedas conocer querida amiga, murió hace mucho años y fue olvidado hace muchos otros.

   Comento encogiéndose de hombros, en eso mi padre llegó y estacionó el auto. Subí en el de forma automática, lo saludé inconsciente y apoye mi cabeza en la ventanilla.

Una sola idea carcomía mi mente.

Él de nuevo.

¿Quizás esto encajaba con lo que buscaba?, ¿tenía algo que ver con mi Jack?, ¿Quizás el niño danzante era el hijo muerto de los Marlow y Jack sea en verdad otra persona? ¿Era posible que estaba mezclando las cosas? ¿En realidad me equivocaba? ¿Estaba obsesionada con un muerto y lo había confundido con un psicópata?... sí en realidad estaba muerto ¿Con quien había estaba hablado? ¿Quién era Jack?.

Hola mis amores, aquí nuevo capítulo. Espero les guste, en particular a mí sí y es porque ya se están conociendo poco a poco los personajes. Desenmarañando este enredo o quizás ya están conociendo de que se trata el enredo JAJAJA.

Ahora les pregunto, ¿Quién es el hijo de los Marlow?. Creo que todos somos deisy con estas preguntas. Nos vemos el próximo sábado

Sin más me despido 💙

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