Capítulo 29: Arrestados

Los ocho chicos estaban dentro de una celda, mientras al lado estaban sus enemigos.

Eliza había hecho una llamada a su abuelo, un juez jubilado con mucho dinero que iría a sacarlos de ahí con la menor multa posible.

Mientras esperaban al abuelo de Eliza, intentaban ignorar los comentarios de los chicos de la celda de al lado.

Dominic estaba siendo sostenido por Ackerley, Javier y Lucy, ya que sabían que, si lo soltaban, intentaría ahorcar a uno de los idiotas de la celda de al lado y terminaría cometiendo otro delito.

—Oye, Eliza... ¿cuánto cobras por un oral?

—Lo hace gratis —respondió Larry.

Todos los otros rieron ante esa mala broma.

A Dominic parecía que estaba a punto de salirle espuma por la boca de la rabia.

—Oye... tú, la nueva.

Jade no miró, sólo fingió no escuchar.

—Me gusta cómo se te ve el trasero con ese short.

Los demás comenzaron a asentir y comenzaron a decirle comentarios a Jade.

—¡Cierren la boca, hijos de puta!

Dominic intentó soltarse, pero los demás no lo permitieron. Lucy se sentó sobre Dominic, intentando pesar lo más posible, mientras los otros dos le agarraban un brazo cada uno.

En ese momento, una oficial de policía cayó al suelo desmayada a unos metros de la celda en la que se encontraban los universitarios, llamando la atención de todos, incluidos de los que estaban haciendo los comentarios de mal gusto.

Otros policías corrieron a socorrer a su compañera, pero esta comenzó a convulsionar.

—¡Llamen a emergencias! —gritó otra oficial.

Jade notó como la mujer sudaba y botaba espuma por la boca. Había dos opciones: tenía epilepsia o era un caso de envenenamiento o intoxicación.

—¿Los policías pueden tener epilepsia? —preguntó Jade.

El oficial que la oyó negó.

—Es un caso de intoxicación.

Los oficiales comenzaron a prestarle atención a Jade. Ella sabía que debía hacer, pero ¿cómo si estaba detrás de una reja?

—¿Eres doctora?

—Estudiante de enfermería de tercer año.

Un oficial abrió la celda y la dejó salir solo a ella.

Jade corrió al lado de la mujer, la puso de costado, le desabrochó el uniforme y comenzó a tomarle el pulso.

—¡Ya viene la ambulancia!

Jade estaba sosteniendo a la mujer de lado, procurando que no se volteara y se ahogara.

—Ya está parando.

Jade estaba tensa, nunca había atendido ella sola una emergencia, siempre había sido ayudante de alguna otra enfermera o había visto de lejos. Lo peor era que, de por sí, estaba en una situación que la tenía tensa y ya con ese evento, las manos le habían comenzado a temblar.

Cuando los paramédicos llegaron, se llevaron rápidamente a la oficial y Jade volvió a ser encerrada en la celda.

Jade seguía temblando por los nervios.

—¿Estas bien?

Dominic se acercó a ella y los demás lo dejaron, pero sin descuidarse. Si Dominic llegaba a reaccionar mal ante un comentario, tendrían que estar preparados para agarrarlo e impedir que se descontrolara.

—N-nunca había atenido una emergencia sola.

—Lo hiciste genial —Dominic la apegó a él y la abrazó.

Por suerte y por el susto, los vecinos habían dejado de hacer comentarios de mal gusto y Dominic había puesto toda su atención en Jade.

Cuando el abuelo de Eliza llegó, no tuvo que hacer mucho. Le rebajaron la multa a Jade y a todos sus amigos por la ayuda que había dado a la oficial. Ayuda que Jade consideraba básica, todos deberían saber que hacer en caso de que una persona convulsionara.

El abuelo de Eliza pagó la fianza de todos y sólo les advirtió que no volvieran a hacer un caos como ese. Era obvio que Eliza era su consentida, pero los demás no sabían por qué.

Cuando llegaron a casa, agotados, pero aliviados porque todo había salido bien, Dominic habló:

—¿Por qué eres su consentida? Él parece tan recto y tú...

Eliza rio.

—Es un buen hombre. Que a él le gustara el derecho, nunca le hizo pensar que a los demás debía gustarles lo mismo. Él ama mi arte.

Lucy bufó.

—¿Por qué no me tocó ese abuelo... o padre?

Jade miró a Lucy curiosa.

—¿Por qué?

—No quieres que te diga cómo se pusieron mis padres cuando dije que quería estudiar teatro.

—Yo creo que es una linda carrera.

—La mayoría cree que es una carrera para pobres ratas —Lucy sonó un tanto deprimida—. No tienen idea de lo complicado que es actuar.

Nadie de su familia había apoyado a Lucy, menos después de enterarse de su colección de películas y revistas que consideraban una aberración. Por esa razón, desde su último año de escuela se había tenido que batir casi por si sola, lo único que sus padres habían hecho, había sido darle dinero, pues era lo que todavía les correspondía.

—Mamá y papá querían que Ackerley fuera doctor —dijo Amelie riendo—. Aún recuerdo sus caras cuando dijo que quería estudiar literatura.

Ackerley rodó los ojos, él también recordaba el escándalo y la conversación diciéndole como terminaría su vida miserable y sin trabajo. Quizás no tendría trabajos muy bien pagados, pero eso sería su problema y sabría como arreglárselas.

—Bien —Eliza suspiró—. Mañana habrá que arreglar esta casa.

Ni Amelie, ni Ackerley tenían cuarto.

—Si quieres, puedes dormir conmigo, Ame —le dijo Lucy.

—Quién diría que el mini demonio puede ser tan lindo a veces —Amelie abrazó a Lucy y le dio un beso en la frente.

—No me provoques o dormirás en el pasillo —advirtió la chica.

Todos se turnaron para ir al baño. Amelie sacó los restos del huevo que le habían quedado en el cabello con una ducha bastante larga y los demás se ducharon rápidamente y se lavaron los dientes. Luego todos fueron a sus cuartos, excepto los mellizos, Ackerley se fue con Penny y Amelie con Lucy.

Penny puso en la televisión una película asiática. Ninguna sorpresa para Ackerley.

—Perdimos todo nuestro viernes —se quejó Penny.

—Recién son las una, podemos ver tus series o lo que sea —Ackerley se acostó junto a Penny y la abrazó.

—Oye...

—¿Qué?

—¿Cuál es tu signo del zodiaco favorito sin contar el tuyo?

Ackerley pensó que Penny le preguntaría algo más importante, en especial porque su cara de seriedad daba a entender que la respuesta era crucial.

—No conozco muy bien de signos, tú lo sabes.

Penny se volteó quedando frente a frente con su novio.

—A mí me gustan los libras porque son...

Ackerley dejo de escucharla, no entendía nada de lo que le decía, solo pensaba en lo bonita que se veía con el cabello despeinado y esa simple camisa blanca suya encima. Antes, Ackerley no se había percatado de las pequeñas pecas que le adornaban la nariz, las cuales se le hacían adorables.

—¿Qué signo eras tú? —la interrumpió.

Penny frunció el ceño.

—Ya te lo he dicho mil veces.

—¿Acuario? —Penny asintió—. Entonces amo los acuarios.

—Así no vale.

Ackerley tomó la cara de Penny con una de sus manos y la besó. Penny se apegó a él, pasando sus brazos alrededor del su cuello.

—A mí los leo, en realidad, no me gustan mucho...

Ackerley rodó los ojos con una sonrisa.

—No me importa. Solo importa si te gusto yo.

—Igual, tú eres muy leo...

Ackerley volvió a besarla para que dejara de hablar y Penny rio entre el beso, le gustaba que Ackerley la callara de esa manera. No le importaba si era muy leo, él era un leo especial... su leo.

En su cuarto, Jade se estaba secando el pelo con una toalla, estaba sentada con las piernas cruzadas en la cama y mientras, miraba la pared como si hubiera algo interesante en ella.

Después de terminar de secarse el cabello, puso una película en Netflix y cuando ya llevaba unos veinte minutos, alguien tocó su puerta.

—Pasa.

Dominic entró con una bolsa de cartón.

Jade se enderezó en la cama y lo observó con curiosidad.

—¿Qué traes?

—Fui a una tienda veinticuatro horas y te traje algo que te gusta. Te lo mereces por tu servicio de hoy.

Jade rio nerviosa, seguía pensado que daban demasiada importancia a algo que podía haber hecho cualquiera.

—¿Te vas a quedar?

—Si quieres...

—Sí, sí quiero —dijo, intentando disimular sus ganas.

Dominic le dio una sonrisa y se sentó en la cama para mostrarle que había comprado. 

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