Capítulo 21: Primera Cita

Amelie llevaba toda la noche afuera del cuarto de su hermano.

¿Ella hubiera deseado no tener hermano? Claro que no, eso había sido una vil mentira. Ella amaba a Ackerley como no amaba a nadie de su familia, él siempre había estado a su lado y jamás había hecho algo para decepcionarla. Era un chico extraño, sí, lo era, pero ella lo amaba así.

Ackerley era el mejor hermano que una chica hubiera podido tener y ella lo sabía, pero se había dejado llevar por la ira y las palabras habían salido de su boca sin siquiera procesarlas antes.

—Ack, por favor. Te dije que no siento eso de verdad.

Las lágrimas habían dejado de salir de los ojos de Amelie solo porque ya no podía llorar más, pero seguía igual de triste y molesta consigo misma.

—Hermanito, por favor.

Dominic salió de su cuarto fregándose los ojos y dando un bostezo.

—¿Cuánto llevas ahí?

—Desde que me viste sentarme aquí.

—Ame... no lograras sacarlo de ahí. Si quieres puedo hablar con él, pero no te prometo nada.

Eso hizo que Amelie comenzara a llorar de nuevo.

—Siempre arruino todo lo que él tiene.

Amelie había caído en cuenta que ella era un estorbo para su hermano. Jamás se separaba de él cuando eran niños, ni en la escuela, ella lo hacía vestirse de los cosplays que quería y ahora interrumpía su relación con Penny. Ella era como una goma de mascar y Ackerley un zapato que la había pisado y ya no la podía separar de si.

—No digas eso, Ame —Dominic se puso en cuclillas frente a ella—. Velo de esta manera, ¿quién más que tú ha hecho llorar al infalible e insensible Ackerley?

—¿Se supone que eso me debería hacer sentir bien?

—Te ama. Si alguien que no le importa le hubiera dicho algo como eso, no le hubiera causado nada.

Amelie comenzó a llorar más fuerte.

—O sea que me ama y yo solo lo lastimo.

Dominic ya no sabía que decir. Era listo, pero en ese momento estaba medio adormilado y apenas podía pensar.

—Bueno...

«Piensa Dominic, ¡piensa!», se presionó.

—Porque te ama, te perdonará.

En ese momento, la puerta de Ackerley se abrió y Amelie cayó hacia atrás, golpeándose la cabeza contra el suelo. Ackerley se agachó inmediatamente para pararla y sobar la zona del golpe.

—Dominic tiene razón, tonta.

Amelie se volteó y abrazó a su hermano, con los ojos llenándose de lágrimas nuevamente.

—Lo siento, de verdad.

—Ya lo sé. Yo también reaccioné mal, yo te hice enojar —se disculpó Ackerley.

—Penny también debe querer matarme.

Dominic rio.

—Estás hablando de Penny, no Lucy —la tranquilizó.

—Ya son las seis de la mañana, tienes que dormir —le dijo Ackerley.

Amelie asintió y estaba a punto de salir del cuarto de su hermano cuando Ackerley la jaló de vuelta.

—No dije que te tenías que ir a tu cuarto.

Amelie lo abrazó y él comenzó a acariciarle el cabello.

Dominic se despidió y fue hacia donde iba cuando salió de su cuarto, el baño.

Cómo cada vez que Ackerley dormía con su hermana, despertó apretado contra la pared y siendo abrazado por la cintura, pero en vez de molestarse, lo agradeció. Amaba a su hermana melliza y no le gustaba estar enojado con ella.

—Ame, me estas asfixiado —le dijo, pero ella no despertó—. ¡Ame!

—¡No, me dispararon! —dijo, cuando despertó de golpe.

—Era un sueño, no una partida real.

—Uf... —dijo con alivio.

En el desayuno, todos estaban felices de que los mellizos se hubieran arreglado. No podían concebir una vida en la que ellos se detestaran. Amelie y Ackerley eran como dos mitades y nadie de la casa creía que pudieran vivir sus vidas estando separados.

Penny y Ackerley se daban miradas fugaces de vez en cuando, ambos estaban muy avergonzados y no sabían que decir después de lo que había pasado unas horas atrás. Por primera vez en la vida, Penny no sabía que decir para llenar el silencio, ni siquiera podía hablar sin pensar.

—Oye, Penny —la llamó Dominic—. ¿Tú quieres tener hijos?

Ackerley se quemó con el chocolate caliente y comenzó a tirarse aire con la mano en la boca.

Dominic rio.

—Parece que Ackerley se puso nervioso...

Penny le dio un golpe por debajo de la mesa.

—Sabes que sí, no hagas preguntas tontas.

Jade miraba sin entender.

—¿De qué me perdí?

—Penny quiere que alguien en esta mesa le haga un bebé —dijo Lucy y chocó los cinco con Dominic.

Ackerley miró a Dominic sin expresión. Esa se la iba a cobrar y como no tenía nada contra Lucy, se la cobraría por dos.

—Dominic está viendo porno donde hay enfermeras —soltó.

Dominic escupió el chocolate caliente que tenía en la boca de vuelta en la taza y miró a Lucy con los ojos muy abiertos.

—¡Lucy!

—¡Yo no le dije nada!

—No, yo lo descubrí de otra manera.

Dominic miró a Amelie con el ceño fruncido, a lo que ella solo respondió con una sonrisa nerviosa. Después de que había terminado las películas de Lucy, no le había quedado de otra que buscar videos en Internet, esperando que eso de que Amelie se metía a revisar cosas ajenas en Internet no fuera del todo cierto o que al menos ya no lo siguiera haciendo.

Todos miraron a Jade esperando su reacción.

—¿Por qué todos...? —Jade miró a Dominic asqueada—. ¡Maldito cerdo pervertido! —le dijo cuando entendió.

—Parece que tus neuronas están fallando, preciosa.

—¡No me digas así!

Jade arrastró su silla hacia el lado contrario de donde estaba Dominic, mirándolo con desconfianza. Ella nunca había entendido esa tonta fantasía y, ahora que ella estaba cerca de ser una enfermera, se sentía ofendida con tales videos.

Eliza carraspeó para llamar la atención.

—Iré a hacer las compras navideñas, ¿quién quiere acompañarme? —preguntó, cambiando de tema.

—¡Yo! —dijo Penny.

—Yo también quiero —siguió Lucy.

—Yo iré mañana —le dijo Dominic—. Mi mamá vendrá a la ciudad y quiere que la acompañe.

—Adorable —le dijo Lucy.

Penny miró a Ackerley esperando a que él dijera que también quería ir.

—Yo también iré —dijo Ackerley, sabiendo las intenciones de Penny.

—Yo tengo algo que hacer hoy... —dijo Javier.

Todos lo miraron interesados.

—Luego les contaré.

—Yo tengo que jugar algo importante hoy, iré cuándo Javier vaya.

—¿Puedo ir yo con ustedes? —preguntó Jade a Amelie—. Hoy tengo que hacer algo.

—Claro.

Una hora después del desayuno, Eliza, Penny, Lucy y Ackerley salieron de la casa.

Javier se quedó en su cuarto buscando la mejor ropa para su cita. Sí, saldría con Chad, el chico de la obra. Era una cita de amigos, nada romántico... por el momento.

Tal parecía que a Chad le había agradado bastante Javier y eso a Javier le convenia.

Amelie se encerró en su cuarto con pestillo e, inmediatamente, abrió su ventana para tirar una cuerda. ¿Por qué se escapaba de casa como un adolescente a una fiesta? Porque no quería decir que iría a espiar al amor de su vida como una loca.

Amelie sabía que su amor estaría envolviendo regalos en el centro comercial. Sí, pudo haber ido con sus amigos, quienes irían a hacer ahí las compras, pero entonces no podría quedarse mirando a Tiare, sino que tendría que andar dando vueltas haciendo compras.

A las una de la tarde, Javier le avisó a Dominic que había dejado el almuerzo para él, Jade y Amelie en la cocina y luego salió para ir al lugar donde él y Chad comerían.

Claramente, Javier había decidido el restaurante basado en su sabiduría gastronómica.

Cuando llegó al restaurante, Chad lo estaba esperando en una mesa, por lo que fue y se sentó frete a él. El restaurante era de comida italiana, una de las comidas favoritas de comer y preparar de Javier.

—¿Qué me recomendarías pedir? —le preguntó Chad.

—Bueno, dime primero que te llama la atención del menú.

—No hay nada de aquí que no me guste. La comida italiana es de mis favoritas.

Una sonrisa boba apareció en la cara de Javier.

—También la mía —Javier le hecho un vistazo al menú, aunque él lo conocía casi de memoria—. ¿Qué te parecen unos raviolis rellenos de espinaca con salsa cuatro quesos?

Chad asintió con una sonrisa.

—Parece que tenemos gustos parecidos.

Javier sintió que se derretía ante cada comentario que hacia el chico.

—¿Qué vino es buen acompañante de esto?

—Un Sauvignon Blanc.

—Bueno, confiaré en ti y en tus sabias elecciones culinarias —le dijo Chad con una sonrisa.

Javier amaba la masculina voz de Chad, además de que su sonrisa era realmente atractiva.

«Maldita sea, no duraré cuerdo mucho tiempo si sigue siendo así de lindo», pensó Javier.

¡Holis!

¿Creen que la relación de Chad y Javier vaya bien?

Y por si no se dieron cuenta, hay dos personitas que se quedaron solos en casa ;)

¡Espero que les haya gustado este capítulo! ¡Besitos!

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