Taryn
Creció rodeada de desorden y locura, siendo la menor entre seis hermanos, aquello era de esperarse. La mayoría de las veces pasaba desapercibida, sus padres casi no le prestaban atención, puesto que sus hermano la robaban toda. Eran campeones de concursos en todos los ámbitos: deporte, lenguaje, matématicas, poesía... PERFECTOS, como nunca fue Taryn.
Ella tenía una peculiaridad, su voz desentonaba con cada palabra dicha, desafinaba continuamente, algunas veces más aguda y otras grave. Su abuela, que vivía lejos en las zonas aledañas a la ciudad, en medio de su celebración de catorce años, le regaló una casita de muñecas y le dijo que le recordaba a una que había tenido de niña.
Taryn se mostró agradecida y esa misma noche, peinó a las muñecas y las admiró durante horas, no quería dormirse, solo quería estar ahí, mirándolas sin censar, había algo en ellas que le llamada la atención, intrigante y misterioso.
Pero a pesar de todo, Taryn se quedó dormida, vencida por el agotamiento, cerca de la una de la mañana, en el suelo de su habitación, la que por suerte no debía compartir con sus hermanos. Las cosas no tardaron en cambiar en cuanto Taryn cayó desvanecida, el suelo se desquebrajó, las paredes cambiaron, el ambiente se tornó lúgubre.
Delia acarició la mejilla de Taryn, la cual estaba fría y su piel se erizó ante el delicado tacto. Ella sonrió y tocó el rostro ligeramente redondeado de la joven, tenía la piel pálida y un tanto descuidada, lo cual era inaceptable, por no mencionar que su cabello carecía de brillo y lo llevaba corto.
- Despierta, despierta... -murmuró acariciándole ahora el cabello, Taryn no era particularmente bella o agraciada pero se podía hacer algo, a los ojos de Delia era una pieza que podía ser pulida y enderezada hasta la perfección - Sé una muñeca perfecta...
Taryn se removió en sueños, sus pupilas moviéndose erráticas tras sus parpados cerrados, sus labios se entreabrieron y dejó escapar un sonido silbante. Delia la miró perpleja, era inaceptable que aquello se escuchara mientras dormía, sin darle más tiempo, la abofeteó con fuerza.
La joven despertó sobresaltada, con el rostro girado y con escozor. Fue incapaz de modular algún sonido en cuanto vio a la chica sentada a horcajadas sobre ella, sus extremidades eras demasiado delgadas, pálidas y parecían pulidas como la superficie de una mesa, a Taryn le recordó a un esqueleto.
- ¿Quién eres? - logró preguntar con voz trémula, el sonido era tan molesto como el chirriar de una tiza en un tablero. Los oídos de Delia sufrieron y su mirada se lleno de determinación y odio.
Delia le sonrió afable y posó una mano con lentitud en el cuello de Taryn, a la susodicha le comenzó a arder con furor y se llevó ambas manos a la zona azorada. La maníaca sonrisa de Delia se ensanchó mientras aparecía una aguja en sus manos y en un abrir y cerrar de ojos le había cosido los labios.
Así inició todo para Taryn y un par de meses más tarde, su alma ya no le pertenecía.
Gracias por leer <3 Perdonen por la tardanza, estuve algo deprimida un tiempo ¿Qué te pareció el capítulo? Espero que te haya gustado :3
Si quieres dedicación, solo debes pedirla.
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