Capítulo XXIV

Seguí a Ron por la calle hasta un callejón mientras me hablaba sobre su infancia.

Me sorprendió el que dijera que había conocido a sus padres; y me decepcionó cuando dijo que habían muerto cuando tenía cinco años.

—Pasaron dos meses desde que me había quedado solo hasta que una pareja de humanos me había adoptado. Mis padres me habían enseñado que humanos y bestias podían convivir sin problemas, pero que no siempre sería así.

—¿Fueron buenos?

—Al principio fueron amables. Me alimentaron y me vistieron. Básicamente se ganaron mi confianza antes de exigir lo que supuestamente les debía por todo lo que estaban haciendo.

Los humanos se habían quedado con la casa de sus padres, porque ellos no tenían en donde vivir. Le robaron el dinero que le habían dejado y lo obligaron a robar para traer más.

—Le robaba el dinero a los forasteros y sacaba comida en el mercado para que me dejaran en paz durante el día.

—¿Y si no lo hacías?

—Mi supuesto padre me golpeaba y tiraba fuera de casa. Mi supuesta mamá le decía que no me golpeara tan fuerte porque podía matarme y no quería problemas.

Dijo que aguantó ese maltrato durante dos años, y que cuando cumplió siete, escapó con un forastero que lo ayudó cuando se desplomó en la calle.

Al igual que a nosotros, lo ignoraron porque nadie tenía la economía para alimentar a alguien que no era de su familia.

—Su nombre era Robert y también era un humano. Me cuidó durante una semana entera hasta que me recuperé. Y... aunque no confiaba del todo en él, en cuanto me ofreció salir de este lugar, no lo pensé dos veces.

—¿Por qué volviste aquí?

—Tenía treinta y siete años cuando Robert murió debido a una enfermedad. Nunca pensé en irme de su lado porque creí que le debía mi vida. Había sido mi padre hasta su último aliento —hizo una breve pausa —. Me había decidido a quedarme en su casa y a proteger todo lo que él había logrado. Pero cuando se lo dije, se opuso rotundamente y dijo que no tenía que proteger lo que él había hecho en su vida. En ese momento, dijo que vendiera todo lo que le pertenecía y que usara el dinero a mi antojo. Que si quería despilfarrarlo que lo hiciera, pero que no me quedara cuidando los logros de alguien más. Me dijo "Sal a recorrer el mundo, encuentra una compañera, ten una familia. Gracias por ser la mía".

—¿Nunca buscaste una compañera?

—Lo hice por unos años, pero me rendí cuando me di cuenta de que no iba a encontrar una loba para mí. Ser nosotros es complicado. Luego de eso viajé y pasé por mi pueblo natal que es este, y la verdad es... que no sé por que me quedé en ese momento, pero lo hice. Las personas que se habían quedado con mi casa se habían ido y la habían dejado en muy mal estado.

Dijo que la reparó lo mejor que pudo y que comenzó a vivir ahí. Años después conoció a Moly, y solo unos meses despues la ciudad se fue a pique y se volvió más pobre de lo que ya era.

Entonces empezaron a aparecer.

—¿Los niños?

—De padres que los habían abandonado para no gastar más dinero, otros que habían muerto por enfermedades o a manos de ladrones que buscaban algo de dinero. Primero llegaron Tristan y Holy, luego Kay y Lily... y así durante dos años hasta tener todos los que tengo. Colin fue el último en llegar y aun no se adapta. Es un adolescente humano y sus padres no lo educaron con mucha empatía por las bestias. Además, él...

—Hasta que al fin volviste —había un chico sobre el tejado de una casa abandonada.

—¿Qué haces aquí, Colin?

—¿Qué te importa? No quieras ser mi padre, Ron.

—Ambos sabemos que no lo soy.

—Entonces déjame en paz.

—Baja de ahí y volvamos a casa.

—Déjame solo.

—Colin...

—¡Que me dejes! ¡No voy a creer en lo que me diga una maldita bestia mentirosa!

No tenía idea de lo que estaba pasando, pero sabía que lo único que podía hacer era sentarme y observar el desenlace del problema.

Ron subió al tejado con algo de dificultad y se sentó junto al chico que, intentó evitar inútilmente que lo alcanzara.

—Hijo, Kara dijo que saliste de casa cuando me fui hace tres días, y hasta ese entonces habíamos tenido un avance, ¿qué pasó?

—Nada.

—Anda, dímelo. Sabes que no me molestaré —el chico permaneció en silencio y ocultó su rostro entre sus piernas —. Colin, estabas bien cuando me fui, incluso habías dicho que había posibilidades de que te dieran trabajo en el mercado.

—Me lo dieron, pero lo arruiné el primer día.

—¿Cómo?

—Estaba enojado porque dijiste que estarías ahí para que pudiera decirte que lo había logrado, pero cuando volví a casa ya no estabas y Kara dijo que te habías ido para visitar el hogar de Lily.

—Lo lamento mucho, Colin. Tuve un mal presentimiento y lo olvidé.

—No tienes que disculparte. Después de todo, es obvio que te importen más las bestias que los humanos.

—Todos ustedes me importan por igual. Los quiero a todos como si fueran mis hijos; pero a diferencia de los humanos, las bestias corren más peligro.

—Te preocupas demasiado. Ellos no...

—Traje a Lily de vuelta a casa.

—¿Qué? Eso no...

—Es posible que ellos vengan a hacer problemas, porque cuando llegué allá no estaban. Cuando la vi, estaba encadenada a su cama, su ropa estaba sucia, y no había comido en un par de días.

—¿Cómo la trajiste si no estaban?

—Tenían otra bestia trabajando para ellos. Esa bestia la liberó de su cadena y me la entregó. En este momento ya deberían de estar en su casa y descubriendo que me la llevé de ese maldito lugar.

Los dos se mantuvieron en silencio por un par de minutos. Ron se veía algo cansado mientras que el otro chico lucía algo afectado por la conversación.

—Debo ser una maldita molestia para ti, ¿no?

—No eres una molestia, Colin. Ninguno lo es. Para mí, todos y cada uno de ustedes son mis hijos.

—Deberías dejar que me vaya, así te preocuparías solamente de los niños y de los cachorros.

—Aun tienes catorce años y no voy a dejarte solo. Tendrás que soportarme dos años más para que puedas hacer lo que quieras con tu vida. Cuando eso pase, voy a estar ahí ver qué camino tomarás. Y si tú me lo permites, quiero ver en qué clase de persona te convertirás.

Noté las lágrimas atrapadas en los ojos del chico y que solamente asintió en silencio para responder a la bestia sentada a su lado.

—Volvamos a casa, hijo.

El chico bajó del tejado con ayuda de Ron, quien lo atrapó antes de que cayera cuando resbaló del borde.

La mitad del camino estuvimos en silencio. No entendía bien por qué Ron quería que lo acompañara.

—Colin, ¿puedes seguir tú solo hasta casa? Hay algo de lo que me gustaría hablar con Rex antes de entrar a la casa.

—Claro.

Me detuve sin saber bien qué hacer o qué decir. ¿Qué tenía que hablar con Ron si apenas lo estaba conociendo?

Una vez a solas, Ron se posicionó frente a mí y me miró con los brazos cruzados mientras me enseñaba una leve sonrisa.

—¿Qué pasa? —pregunté un poco nervioso.

—Quiero hacerte una pregunta —asentí en silencio —. ¿Cuándo dejarás de estar tras el telón y estarás al frente?

—¿A qué te refieres? —pregunté confundido.

—Sé que no nos conocemos, pero pareces de esas personas que se mantienen al margen de las cosas y esperan a ver lo que pasa sin que tengan que interferir.

—¿Sin... interferir?

—¿Puedo hacerte una pregunta algo íntima y quizás incómoda para ti? —asentí en silencio —. Dijiste que habías llegado hace poco a la casa en donde vive Moly. ¿Solías ser un esclavo antes de llegar a ese lugar?

—Yo... sí. Pertenecía a un sujeto llamado Reginald que esperaba que lo hiciera ganar dinero en las peleas. Pero no salió como esperaba, así que no le quedó de otra más que quedarse conmigo y usarme como un esclavo.

—Entiendo.

Rascó su cabeza y restregó su cara con la misma mano. Luego solo caminó hasta mi lado y me sujetó de los hombros.

—Rex, ¿sabes lo que significa ser un lobo?

Esa pregunta me hizo recordar a Moly. Había dicho algo parecido tiempo atrás.

—¿Por qué es tan importante ser un lobo?

Ron sonrió y se tomó la libertad de rascar mi cabeza entre las orejas.

—Me agradas, muchacho. En ti no veo una sola gota de orgullo ni de maldad. A diferencia de ti, Moly guarda muchas cosas para sí misma, entre esas cosas es rencor. Y tú careces mucho de eso.

—Eso es... ¿Bueno?

—En parte. El que no tengas nada oscureciendo tu corazón es muy bueno, pero también puede jugarte en contra.  Eres un cachorro que apenas está conociendo el mundo.

—No entiendo la primera pregunta que me hiciste.

—¿Prefieres ser el protagonista de tu propia historia? O ¿prefieres ser un espectador y ver si las cosas ocurren o no?

Seguí sin entenderlo; pero podía notar que Ron estaba seguro de que lo haría en algún momento.



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