Capítulo XXI

A la mañana siguiente desperté con la mirada expectante de Sam, quien estaba acuclillado frente a mí, a una distancia tan poco prudente mientras apoyaba su cabeza en sus manos, que me sentí intimidado.

No había forma de escabullirme de él, Moly ya no estaba a mi lado, y Sam no dejaba de enseñarme una sonrisa llena de colmillos.

—Apuesto a que te gustaría que la tierra te tragara en este mismo momento.

—Como no tienes idea —respondí sin dejar de mirarlo a los ojos.

La verdad es que no dije eso porque Moly se había levantado antes que yo. Lo dije porque de alguna forma, sabía que Sam estaría sobre mí tratando de molestarme con respecto al tema.

—Chicos, ya está listo el desayuno —anunció Jack.

Apenas intenté levantarme, me di cuenta de que fue una pésima idea el dormir sentado y sin moverme para que Moly estuviera cómoda.

—Anda, tenemos que salir cuanto antes si queremos llegar a la ciudad antes del anochecer.

Sam me ofreció su mano y me ayudó a ponerme de pie.

—Tranquilo, amigo —dijo dándome palmadas en el hombro mientras miraba a Moly y Jack apagar la fogata —. Esa loba es una bestia difícil de ganar.

—¿Por qué lo dices?

—Moly y yo no nos hicimos amigos en el primer momento, ¿sabes? Pasó tiempo hasta que llegamos a este nivel de confianza y amistad. Digo, cuando nos conocimos, Moly no era muy amistosa ni yo muy sociable.

Me tomó trabajo imaginar a un Sam completamente serio y con cara de pocos amigos. El sujeto era demasiado alegre y enérgico como para creer que podía ser alguien sombrío.

Al final, desayuné en completo silencio y evitando cualquier contacto visual con Moly por el resto de la mañana.

No estaba molesto con ella. Solo no quería hablar del asunto. Pero claro, no podía evitar que Sam se interesara por ello. De hecho, se la pasó caminando cerca de mí y no junto a Moly en el frente.

Intenté disminuir el paso para alejarme un poco más de él, pero no pasó mucho hasta que se dio cuenta de ello y se acercó.

—Oye, ¿ya te cansaste?

—No, solo... estaba pensando en algo.

—Me imagino en qué puedes estar pensando.

Sam realmente se la pasó cerca de mí hasta que llegamos a una villa al rededor del mediodía.

Era un lugar muy pintoresco, aunque no se veían muchas bestias. Resaltaban por su tamaño con respecto al de los humanos.

—¿Qué les parece si descansamos por hoy? —propuso Moly.

—Me agrada la idea —siguió Sam —. Yo iré a la cantina con Rex...

—Nunca hemos estado aquí, ¿cómo sabes que hay una cantina?

—Porque me dio sed.

No tardó mucho en sujetarme del brazo y arrastrarme con él por el camino hasta una cabaña con letreros de madera colgados en la entrada.

Una vez dentro, no pude evitar ver que la mayoría eran humanos que se quedaron viendo la escandalosa entrada de Sam al intentar animarme a hacer lo mismo.

—Quizás no es una buena idea —dije sintiendo todos esos pares de ojos sobre mí.

—Tranquilo. Solo beberemos una cerveza y hablaremos de lo que sea. Ya sabes, la idea es llevarnos bien y quizás ser amigos. Después de todo, no somos muy comunes, por lo que es difícil tener amigos de la misma especie.

—Hay muchos caninos. Jack también lo es.

—Sí, pero no es lo mismo. Jack tiene amigos zorros y se nota que tienen cosas en común para entablar conversaciones.

Sam tenía un punto. Aunque Thomas y Mizzy eran mis amigos, no teníamos muchas cosas en común para hablar de ello. Más bien, Thomas y Mizzy tenían más cosas en común por el simple hecho de ser felinos. Ya saben, bolas de pelo, el no tan agradable día de baño y la desagradeble labor de sacar el pelo del desagüe. No eran temas en lo que pudiera opinar mucho realmente. Eso y que no era muy agradable de oír.

Me sentí intimidado por la jarra de cerveza espumosa que Sam había colocado frente a mí. Nunca había bebido alcohol y no estaba seguro de querer hacerlo en ese momento.

—Bueno, salud por nuestra primera cerveza juntos.

Le seguí la corriente brindando, pero no fui capaz de beber nada por lo sorprendido que me dejó ver que se bebía su jarra en cuestión de segundos y sin necesidad de respirar hasta que la jarra quedó vacía.

—¡Ah...! Que buena está. Anda, que no te de pena.

—Esque yo... nunca había bebido y...

Antes de que Sam pudiera decir algo, un par de humanos se sentaron a la fuerza a nuestro lado y nos invitaron otra jarra de cerveza cada uno.

Sam y yo nos miramos por unos segundos sin entender lo que pasaba, pero luego me di cuenta de que solo era yo el que no entendía nada. Obviamente Sam era el que tenía más conocimiento del mundo que yo. Bueno, eso cualquiera.

—¿Se les ofrece algo? —preguntó Sam con evidente desagrado.

—Tranquilo, amigo —contestó uno de los humanos —. Mi amigo y yo los vimos entrar y no pudimos dejar pasar la oportunidad de conocerlos.

—Nos referimos a que nunca habíamos visto lobos. Habíamos oído de ustedes, pero son tan raros de encontrar, que...

—¿Encontrar? —interrumpió Sam —¿A que te refieres con eso?

—No te enojes, solo digo que...

—He visto suficientes humanos a lo largo de mi vida como para reconocer su juego de palabras. ¿Qué quieren de nosotros?

—Nada se te escapa, ¿verdad?

—Pues, sea lo que sea, no nos interesa nada que provenga de ustedes. Así que es mejor que se vayan a su mesa y nos dejen en paz.

—¿Enserio? Tu amigo no ha dicho nada al respecto.

La mirada de los hombres me pusieron muy nervioso. Pero fue la mirada de Sam la que realmente me intimidó. No estaba dirigida a mí, pero podía sentir la ira de sus ojos que lo único que querían era que se fueran por las buenas o por las malas.

—Será mejor que nos vayamos de aquí —dije sin disimular mi nerviosismo.

—Mira eso, un lobo de tu tamaños asustado de dos humanos como nosotros —dijo antes de comenzar a reír.

—Sam...

El gruñido de Sam silenció el lugar por completo. Oí a los hombres tragar saliva a medida que se intentaban levantar de sus sillas.

—¿Qué les pasa? ¿Asustados?

—Oye, tranquilo. Solo estábamos...

—Son cazadores, a mí no me engañan.

—¿Sam?

—Rex, levántate. Salgamos de aquí.

Me levanté tan rápido como pude y me abrí camino entre los humanos que nos miraban con mala cara.

Sentí un escalofrío a lo largo de mi espalda cuando Sam y yo salimos del lugar. Tenía un mal presentimiento sobre la situación.

Ambos nos detuvimos cuando oímos un ruido metálico detrás de nosotros.

—¿Creen que pueden burlase de nosotros así sin nada a cambio? —dijo uno de los hombres mientras su compañero nos apuntaba con un arma —. Me impresiona que supieras que somo cazadores a pesar de haber limpiado bien las cosas para que no desprendiera ningún olor.

—Viajé mucho como para identificar a uno sin usar el olfato. Tienen la apariencia y con eso me basta.

Nunca me habían apuntado con un arma; pero debía asumir que a Sam sí, porque no habría reaccionado tan tranquilo de no ser así.

Tenía miedo de que el sujeto disparara y terminara matándonos a ambos. O que solo le diera a uno de nosotros. ¿Qué se suponía que tendría que hacer si le daban a Sam? ¿Qué le diría a Jack? ¿Qué le diría a Moly?

Sam dio un paso hacia adelanta y se posicionó delante de mí.

—Algo me dice que quieres algo en especial de nosotros. De otro modo ya habrías disparado.

—Nada se te escapa, ¿verdad?

—He aprendido muchas cosas en mis treinta años de vida.

—Bueno, ya no aprenderás nada más...

Me sorprendió mucho ver que Moly se abalanzaba sobre los sujetos y los noqueaba en cuestión de segundos.

—Si te soy sincero, no esperaba que hiciera eso —dijo Sam, apoyándose en mi hombro con evidente alivio —. Mierda amigo, casi me cago encima.

—No puedo creer que se metieran en problemas en menos de una hora —gruñó Moly, acercándose a nosotros con paso firme.

Sam parecía asustado de ella.

—Moly, no fue nuestra culpa, de verdad, esos tipos empezaron todo y...

No esperaba que ella nos abrazara a ambos luego de enseñarnos los colmillos y gruñir con rabia. Sam tampoco lo esperaba.

—Par de tontos, que bueno que están bien.

Dejamos a los sujetos en la entrada del bar y luego nos fuimos al hostal que Jack había conseguido.

No fue necesario que Moly dijera nada más a Sam, con el regaño que Jack le estaba dando ya era más que suficiente.

—¿Qué ganas haciéndote el valiente con esos sujetos? ¿Qué iba a hacer si te ubieran disparado?

—Esta bien, lo siento, no quería preocuparte; pero esos idiotas eran cazadores, y si solo hubieramos huido del lugar, nos habrían seguido y ese sería un problema real.

—¿Y que los maten no sería un problema real?

—Será mejor dormir un poco —interrumpió Moly —. Tendremos que salir en la madrugada de este lugar.

Había sido una noche muy agitada para mí. Ver que a pesar de todo, Sam había tenido todo bajo control, me hizo querer ser un poco más como él. Quería dejar de tener tanto miedo, y estaba seguro de que Sam podía ser mi mejor ejemplo a seguir en ese momento.

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