Capítulo XVIII
Para cuando Moly y Sam regresaron, ya había caído la noche y ambos olían a alcohol, aunque no parecían estar ebrios. Jack les dio de comer a ambos y a mí me ofreció un tazón con sopa y hogazas de pan.
Me mantuve en silencio mientras Sam hablaba sobre cómo había estado su dia en el trabajo antes de ver a lo lejos a Moly y traernos a la casa.
—Hacía tiempo que no venías, ¿Sabes cuánto te extrañé?
—Exageras —respondió Moly entre risas.
—No lo hace. Ultimamente no ha dejado de decir "ha pasado tiempo desde que Moly vino", "Cómo me gustaría ver a Moly " o "extraño a Moly" —dijo Jack, imitando burdamente la voz de Sam.
—No es para tanto —rio Moly —. Sabes que nunca tengo una fecha estimada cuando viajo.
—Eso es verdad. Pero quería que compartieramos antes de que nos fueramos de aquí. No quería que volvieras y encontraras la casa deshabitada.
El rostro de Moly cambió por completo.
—Jack y yo saldremos de viaje por una temporada —continuó Sam —. Queremos descansar un poco de todo esto e ir a conocer otros lugares.
—No es que no queramos esta ciudad, es nuestro hogar después de todo. Es solo que últimamente han pasado muchos eventos desagradables con los humanos de clase alta y... creemos que sería buena idea ir a un lugar en donde la población de bestias sea mayor que la de los humanos.
—¿Eso no es hacia el sur? —me atreví a preguntar —. Nosotros vamos hacia ciudad de Kura.
—¿Ciudad de Kura? —replicó Sam —¿Ese no es el lugar habitado por bestias, difícil de ingresar incluso para las bestias?
—Esa misma —contestó Moly —. Existe la posibilidad de que la familia de Rex esté allí.
Sam no se mostró muy seguro de lo que acababa de escuchar. De hecho, se mostró muy pensativo después de eso, como si toda esa alegría explosiva se hubiera disipado de un momento a otro y dibujara una expresión perdida en alguna parte de su mente.
Tan perdida, que ni siquiera reaccionó cuando Jack lanzó un trozo de jamón a su cara y solo lo recogió con la lengua para comerlo y seguir mirando hacia la nada.
—Sam —dijo Jack.
—¿Que pasa? —pregunté.
—¿Por qué crees que tu familia está ahí? —su tono de voz grave y seria me tomó por sorpresa.
—Sam... —advirtió Jack.
—Solo hago una pregunta. ¿Acaso los conoces?
—No. Solo creo que...
—¿Qué gracia tiene ver a un par de personas que probablemente ni siquiera sepan quién eres?
—Sam...
—Bueno...
—Adivinaré. Un humano excéntrico al que le sobraba el dinero te compró en un criadero para poder sacar provecho contigo, tenías un arete como el de Moly o como el mío y ahora quieres recuperar el tiempo perdido con mami y con papi, que no hicieron absolutamente nada para evitar que tuvieras una vida feliz y no como un maldito esclavo de los antojos de tu antiguo amo.
—¡Sam!
No quería decir nada al respecto. Solo me levantaría de golpe y saldría del lugar para intentar calmar la ira que me sorprendía estar teniendo. Pero no pude evitarlo y dije lo primero que se me vino a la cabeza antes de simplemente hacer todo lo demás.
—No vengo de ningún criadero —dije acompañado de un gruñido —. No tuve un maldito arete en mi oreja. Y sí, un sujeto excéntrico con exceso de dinero me compró para hacer de mi vida un infiernos por veintiséis malditos años hasta que al fin murió. Y estos últimos meses han sido los mejores meses de mi vida porque pude tener un lugar al cual pude llamar hogar, y pude sentirme a salvo.
—Rex... —la voz de Moly no logró hacer que me calmara.
—Apuesto a que ni siquiera fuiste capaz de hacer algo por ti mismo hasta que tu amo dejó de serlo. No fuiste más que otro cobarde que solo aceptó su patético destino como la mascota de un humano despreciable —estaba provocándome.
—Deja que te rompan la espalda a latigazos día tras día y luego me cuentas si no habrías hecho lo mismo que yo.
—Chicos... —dijo Jack, tratando de apaciguar las cosas —. Quizás debamos...
Sam se puso de pie para quedar a mi altura, era un poco más grande que yo, pero eso no hizo que me intimidara.
—¿Quieres saber una cosa? Para mí nunca fue una opción rendirme ante un humano. Sí, estuve años siendo maltratado a su antojo y no hice nada, porque no se me presentaba la oportunidad de salir de ese maldito lugar con vida. Y cuando se presentó, lo hice sin dudar. Abandoné ese sitio hace ocho años y no me arrepiento de eso, porque de otro modo, quizás no tendría la vida que tengo ahora.
—Esto es ridículo —noté la molestia de Sam ante mis palabras.
—¿Te parece gracioso?
—No me parece gracioso. Me parece ridículo todo lo que dices. Tu realidad no es igual que la mía. Tu amo no era igual que el mío. Y si pudiste escapar de tu infierno, pues te felicito; pero no todos tenemos esa suerte, porque cuando alguien te hace sentir tan miserable desde cachorro la historia es distinta.
—Tsh, para qué tienes colmillos si no los usas, ¿eh? No eres más que un...
—¡Sam, cuidado!
—¡Rex!
Sam apenas reaccionó cuando sujeté su brazo y clavé mis colmillos en él.
—¡¿Qué estás...?!
O al menos eso quería hacer.
Terminé soltando con rabia y vi cómo se buscaba las heridas. No había nada.
—Te tengo noticias... Me arrancaron los colmillos cuando era cachorro y me los rebajaron cuando volvieron a crecer. No es algo de lo que pueda estar orgulloso, pero no tengo de otra más que solo aceptarlo.
—Rex, espera...
Hice caso omiso a la voz de Moly y salí de la casa. No tenía pensado tener un enfrentamiento de ese modo con el segundo lobo que conocía en mi vida.
Comencé a caminar en la primera dirección que vi. Habían muchas personas y bestias pero no me importó en lo absoluto. Solo quería alejarme de él y de su absurdo juego de "yo tuve la vida más miserable".
—Es un maldito idiota...
Estaba tan enojado, tan estúpidamente enfadado con ese idiota, que solo quería golpear algo, pataer la primera cosa que viera hasta hacerla pedazos.
Yo...
Quería hacerle daño.
Darme cuenta de eso hizo que me detuviera de golpe. La ira se transformó en culpa, y sentí cómo un nudo se instalaba poco a poco en mi garganta.
Terminé sentándome en un callejón para que nadie me viera. Y me quedé ahí hasta que el flujo de personas disminuyó, por lo que asumí que ya era bastante tarde para cualquiera.
Aquella posición me hacía recordar mi antigua casa.
—Así que aquí te escondias todo este tiempo —dijo Danna cuando descubrió que mi escondite era detrás de una de las puertas de la alacena —. ¿Por qué lloras, hijo?
—Mami, el cocinero dijo que era un animal estúpido, y que el amo me haría cosas horribles.
Solo tenía cinco años. Y desde ya los demás eran crueles conmigo. Antes de que el amo decidiera deshacerse de la gran mayoría de la servidumbre.
—No quiero que me haga cosas malas, mamá. No soy malo...
—Ya, pequeño. Tranquilo.
Ella limpiaba mi rostro con su delantal y luego acariciaba mi cabeza para calmarme.
—A veces las personas son crueles, Rexy.
—Quería morderlo...
—¿Lo hiciste? —sonaba preocupada.
—No, me dijiste que no debía lastimar a nadie porque mis colmillos son muy filosos. No quiero lastimar a nadie.
—Eso es verdad, pero escúchame bien, cachorro mío. No importa lo que los demás digan, nunca ataques por palabras, usa esos colmillos y esas garras cuando realmente estés en peligro, ¿lo entiendes?—esas palabras tuvieron sentido para mí hasta cierto momento —¿Rex?
Alcé la mirada al oír la voz de Moly, estaba acuclillada frente a mí con una expresión preocupada y alivio en sus ojos.
—¿Estás bien?
—Moly, ¿crees que soy un lobo malo?
No sé porqué pregunté eso.
No sé porqué la pregunta me hizo llorar de la forma en que lo hice.
No sé porqué me dolió más cuando Moly me abrazó en silencio.
Me sentí afligido hasta que Moly volvió a hablar.
—Eres el lobo más bueno que he conocido, Rex. —susurró —. No dejes que nadie te haga sentir lo contrario.
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