Capítulo VI
Luego de salir de la habitación del anciano Khon y de oír varias groserías de su parte, Thomas y yo nos dirigimos a lo que parecía una pequeña cabaña no muy lejos de un río que cruzaba el campo.
—¿Qué es este lugar?
—Aquí es donde paso casi todo el día.
—¿Aquí entrenas?
—Exactamente —comenzó a ordenar algunas cosas y tomó dos pares de vendajes —¿Quieres intentarlo?
—Las peleas nunca fueron lo mío.
—No necesariamente debe ser una pelea, ¿sabes? —comenzó a vendar sus manos —. Entrenar se trata de liberar estrés y emociones que no sabías que tenías. Generalmente debes buscarle el sentido al entrenamiento.
—¿Cuál es el sentido para ti?
—Me obligaron a pelear buena parte de mi vida. Las veces que perdía, era brutalmente castigado y me hacían entrenar sin importar nada —se acercó a un saco que colgaba de un pilar en el techo —. Cuando llegué aquí, podría decirse que tenía mucho en mi interior que quería salir, pero no sabía cómo hacerlo hasta que vi este lugar.
—¿Tú lo construiste?
—Ya estaba aquí cuando llegué, solo que era una cabaña que estaba por caerse. Repararla me ayudó a distraerme y hacerla mía me hizo darme cuenta de que lo que pasaba era real —sonreí ante eso. Su expresión de satisfacción era genuina —. Ser libre y tener algo que mío.
—Entiendo a lo que te refieres.
—Esto es real, Rex.
—Lo sé. Pero, aun así es difícil de creer.
—Anda, muéstrame lo que tienes.
—Está bien.
En ese momento, cuando comencé a moverme al mismo ritmo que Thomas, mi corazón se aceleró al mismo tiempo que mi respiración. Mis sentidos parecían agudizarse con cada golpe que esquivaba, y sentía mi pelaje erizarse con cada segundo que pasaba.
—No lo haces nada mal, como para que no sea lo tuyo.
—Realmemente no sé qué estoy haciendo.
Poco a poco, Thomas fue aumentando la velocidad de sus movimientos y yo también.
Nunca fui bueno peleando ni nada por el estilo, pero me gustaba lo que estaba haciendo. Me gustaba hacerlo porque sí. Me gustaba que nadie me obligara a hacerlo.
"Eres un inútil".
"Nunca podrás hacer nada en tu patética existencia".
Esos recuerdos provocaron algo en mí. No estaba seguro de qué era, pero me sentí molesto.
—¿Cómo te sientes?
"Eres una mascota, y nada hará que eso cambie".
Apreté los dientes y sentí que mi nariz se arrugaba.
—¿Rex?
"No eres nada..."
—¡Rex, ya basta! —el grito de Thomas me sacó de mis pensamientos. Estaba en el suelo, yo estaba sobre él, y lo único que nos separaba era una bara de madera que ya comenzaba a astillarse por mis mordeduras.
—¿Qué...? —me levanté asustado —¿Te lastimé?
—No, tranquilo. Solo...
—Perdón —retrocedí unos metros sin dejas de mirar mis garras —. Lo siento mucho.
—¡Rex, espera! —lo oí llamarme mientra salía del lugar.
"Él tenía razón", pensé. "Soy peligroso"
—Carajo, carajo, carajo —repetía mientras caminaba sin mirar hacia dónde iba.
"Te lo dije..."
—Sal de mi cabeza, estás muerto. Déjame en paz...
—¡Oye, cuidado! —oí vagamente la voz de Mizzy.
Ni siquiera sabía hacia. dónde iba y acabé cayendo a la laguna.
—¿Estás bien? —preguntó un poco desinteresada —. La laguna es grande, ¿cómo no la viste?
—Estaba distraído —salí del agua y me senté para intentar estrujar mi ropa —. Carajo...
—Rex —la miré sin voltear. Me ardían lo ojos —¿De verdad estás bien?
—Yo...
—Te diste cuenta de que sí odias a alguien, ¿no?
—Me sentí extraño. Me sentí...
—Una bestia. Un animal —ambos volteamos a ver a Thomas —. Es lo que pasa cuando reprimes mucho el sentimiento.
—No sabía que lo odiaba tanto —sequé mis lágrimas —. Realmente nunca mostré ningún sentimiento además del miedo. Nunca... nunca creí que podría aspirar a nada en mi vida. Y ahora...
—Ahora tienes la oportunidad —miré a Mizzy —. Nadie en este sitio creyó que tendría esta oportunidad hasta que llegó aquí. ¿Crees que tomamos confianza de hacer lo que queríamos con nuestras vidas de la noche a la mañana? Pues no. Es todo un proceso, Rex, solo busca con calma lo que te haga sentir bien. Es muy probable que no seas como el señor puños de acero y no necesitas entrenar para sentirte bien —se puso de pie —. Este lugar es bastante grande. Ya encontrarás algo que se acomode a ti. Después de todo, no eres como este tigre. A pesar de ser un lobo, pareces un malvavisco andante —eso me hizo reír un poco.
El resto del día me la pasé en mi habitación sin hacer absolutamente nada. Como siempre, solo yo y mis recuerdos en los que tenía una vida relativamente más llevadera.
—Recuerda siempre esto, cachorro mío —dijo Danna cuando tenía ocho años —. Tú eres como esta semilla. Si la pones en el lugar adecuado y la riegas lo necesario, se convertirá en una bella flor.
—¿Por qué soy como esa semilla, mamá? —recordé mis palabras de cachorro.
—Porque para que crezca una flor de esta semilla, es necesaria la oscurida, hijo mío. Algún día comenzarás a salir de esa oscuridad; y cuando eso ocurra, te darás cuenta de que estás comenzando a crecer.
Recordé que a Danna le gustaba mucho la jardinería y siempre cuidaba de las flores que habían en la casa. Pero, cuando ella murió, las flores tambiénlo hicieron, porque el amo no me dejó cuidarlas.
En un momento me senté junto a la ventana y apoyé la cabeza en el borde mientras miraba hacia afuera. Luego de un rato, mis ojos quedaron fijo en lo que parecía un invernadero muy descuidado. Se veía que estaba roto en varias partes. No parecía que alguien ocupara ese espacio, o al menos no desde hace mucho tiempo.
Me animé a salir cuando ya el sol se estaba ocultando y todos habían entrado para descansar. De cerca se veía más grande y no tan deteriorado. En el interior, habían huertas sin nada y macetas con plantas marchitadas y tierra seca.
—Konrad se hacía cargo de este lugar.
—¡Señorita Emily! Perdón, yo...
—Tranquilo, no tienes que disculparte —entró al lugar y miró a su alrededor —. A Konrad le gustaba mantener este lugar lleno de vida, lleno de colores. Él y Moly habían hecho de este lugar un pequeño paraíso para luego transplanterlas a cualquier lugar de la casa. Lo llamaron "El jardín".
—¿Qué pasó?
—Konrad murió, Rex. Hubo un día en el que el antiguo amo de Konrad vino para llevárselo como fuera. Él se negó, nosotros lo impedimos y lo eché de mi casa... —sus ojos comenzaron a humedecerse —. Y cuando creímos que al fin se iría, el hombre se volteó con un arma en su mano y disparó hacia mí. Konrad se dio cuenta antes que todos y se interpuso.
—Le...
—Le disparó en la espalda y murió una hora después.
—¿Qué pasó con el hombre?
—Está encerrado como deberían estar todos los que cometen esa clase de atrocidades.
—¿Moly no siguió cuidando de este lugar?
—Moly no estaba cuando eso pasó. Apenas comenzaba con sus viajes, el primero lo haría sola y los siguientes irían juntos. Fue un golpe muy duro cuando la vimos regresar y tuvimos que decirle lo que había pasado —tocó una planta marchita —. Venir aquí le recordaba a Konrad, al igual que estar en casa. Por eso sale por mucho tiempo y vuelve por un tiempo acotado. A pesar de que paso hace cuatro años, aun nos duele el recuerdo. Y entiendo que a ella más que a los demás.
—Lo siento mucho.
—Si quieres hacer que este lugar vuelva a ser lo que era, adelante. A Konrad le haría feliz ver que alguien cuida de lo que tanto amó.
—¿Está segura?
—Claro que sí. Mañana podrías hacer una lista de lo que necesitas para volver a levantar este lugar.
—Se lo agradezco.
De momento, solo veía un montón de tierra seca y resto de lo que alguna vez fueron algún tipo de flores. Pero estaba seguro de que podría hacer que ese lugar fuera lo mismo que antes.
Ya en mi habitación nuevamente, me quedé unos minutos recostado boca arriba, pensando en todo lo ocurrido durante el día.
—Definitivamente no volveré a pelear —dije al pensar en lo ocurrido con Thomas. Luego pensé en la bestia de la cual me habló la señorita Emily —. Esa tal Moly parece haberlo pasado mal muchas veces. Nunca he visto a otro lobo en mi vida.
Al llegar la mañana, me levanté solo para dirigirme al invernadero y comenzar a ver lo que necesitaba para restaurar el lugar.
En un dos días, la señorita Emily me consiguió todo lo que necesitaba. En una semana, quité la maleza y arreglé la tierra con el abono para al día siguiente comenzar a sembrar las macetas. Y en un mes, todo el esfuerzo comenzó a valer la pena.
—Tomó tiempo, pero conseguiste que los retoños se afirmaran —dijo Mizzy.
Por primera vez me sentía orgulloso de haber hecho algo. De haberme esforzado por algo que yo quería hacer.
Todo parecía ir bien en mi nueva vida. Me levanté al amanecer para ir a ver las flores antes de que florecieran, pero me detuve en la entrada del invernadero al ver que alguien más estaba dentro.
No dije nada al verla, solo la observé en silencio mientras miraba el lugar con una expresión melancólica.
Nunca había visto otro lobo en mi vida. Siempre había supuesto que debía ser parecido a mí pero de una forma más femenina. Por muy infantil y estúpido que sonara.
Su pelaje era brillante y más largo que el mío, estaba vestida con ropa de viaje, botas, un par de alforjas y un bolso.
Se veía maravillosa.
—¿Acaso te vas a quedar ahí mirándome todo el tiempo? —me miró de reojo. Parecía molesta.
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