Buenos amigos


**********


Primero, no eran nada, luego entonces, eran príncipes así nada más.


Al parecer, Lord Viserys había estipulado años atrás que ellos eran merecedores del rango de príncipes igual que su media hermana Rhaenyra, y ese título estaba siendo otorgado por Su Majestad Imperial en persona. Lo que nadie de ellos sabía era por qué hasta ahora se daba a conocer esa voluntad de su padre, por lo que su tío Gwayne pudo indagar, al parecer una de las albaceas de la familia, un tal Lord Lannister había conseguido que se abriera la caja fuerte donde estaba resguardada la última voluntad del amo del palacio de Westeros, que no había sido abierta pues este había caído enfermo sin dar su permiso para ello.

Daeron solo escuchaba sentadito en una esquina a su tío y Lord Stark hablar sobre lo que iba a suceder con semejante noticia, pues ellos al igual que la princesa, estaban en igualdad de condiciones para heredar la potestad del palacio y según el testamento, era la corona quien iba a decidir quién sería su siguiente portavoz y abanderado, todo dependería de las cualidades del mejor Targaryen. Sería como entrar al colegio, dependiendo la calificación que tuvieran a los ojos de Su Majestad era lo que iba a tocarles o algo así entendió.

—Bien —Gwayne palmeó sus rodillas— Este lío no pudo subir de dificultad en mejor oportunidad, de momento hay que recibir los nombramientos que debieron entregarse desde que nació Daeron si entendí bien esta carta.

—¿Usted irá, milord? —quiso saber Forja.

—Como su tutor legal, me corresponde, lo que me hace pedirle, Lord Stark, que lleve con usted a mis sobrinos en mi ausencia. No quiero que estén solos aquí.

—Por supuesto, Lord Hightower.

Tenía que decirle a Joffrey, ni siquiera había podido contarle de su ataque porque todo el tiempo estaban cuidándolo y solo cuando Holt se trepaba en su ventana era que tenía un espacio para charlar sin oídos de adultos presentes. Esperó a su amigo como siempre, luego de que terminara con el jardín, escribiendo apurado una carta que le enviaría al príncipe, contándole sobre su estancia con los Stark mientras su tío iba con la reina.

—Recuerda no hablar de esto con nadie.

—Yo no soy el chismoso, Omega.

—Y ten cuidado.

—Tu mayordomo me pidió que siga cuidando el jardín, así que echaré un vistazo por si alguien se mete buscándolos. Por cierto, felicidades, me enteré de que pasaste tus exámenes.

—Gracias. Ah, en realidad no es nada.

—Pues sí que lo es.

La mansión Stark era muy grande, se le antojó tan grande como la de los Hightower, y eso que solamente era la de estancia temporal. Junto con Helaena, llegaron para estar unos días ahí en lo que su tío recibía de manos de quien sabe quién sus títulos que le preocuparon un poco. Si de pronto ya eran príncipes ¿qué iba a pasar con ellos? Porque los príncipes no vivían en casitas como la suya. También agradeció estar ahí porque Cregan les contó que ya la prensa estaba buscándolos para saber más de ellos, con la enorme sorpresa de estar ausentes.

—¿Hermana?

—¿Qué sucede, cariño?

—¿Ya no podremos vivir en la Casa de la Alegría?

Helaena se quedó seria, luego sonriéndole. —No lo sé, hermanito.

—No quiero irme a otro lado.

—Primero debemos esperar por el regreso de nuestro tío, luego hablaremos de dónde viviremos ¿de acuerdo? Además, no importa mucho en tu caso, estás por entrar al colegio.

—¿A cuál?

Primero, tanto Aegon como Lord Hightower habían estado de acuerdo con que fuera a uno de esos colegios religiosos que tanto le gustaban a su madre, pero con el enorme cambio ahora que eran príncipes, esa escuela fue descartada por no estar a la altura de su nuevo rango. Daeron iba a entrar en crisis de solo pensar que lo enviaran a una cosa de esas llamadas internados, alegrándose más de lo que pudo mostrar cuando su tío le anunció que iría al mismo colegio a donde estaba estudiando Joffrey, solo con una pequeña diferencia: estaría en el ala para Omegas porque tomaban sus clases apartados de los Alfas y Betas.

—Va a necesitar una acompañante —Gwayne se quedó pensando— No conozco a alguien de confianza, es cierto que con esto Daemon ya no puede ser tan agresivo, pero eso no quitará que puede volver a intentarlo, necesito alguien que pueda protegerlo además de servirle.

—Si me permite, señor, yo puedo encontrar alguien ideal.

—Forja, eres nuestro salvador.

—Solo un humilde mayordomo, milord.

Daeron hizo caras al imaginar que le pondrían una señora como la Dama Vhagar quien cuidaba de su hermano Aemond como si fuera una suerte de monja guerrera, prefería alguien como Tyraxes que era muy mono y risueño. ¿Qué tal si le ponían de esos abuelitos que se dormían a cada rato? Igual y eso sería bueno, pensó por unos momentos. Le preocupó otra cosa, buscando a su tío con esa inquietud.

—Tío, entonces... ¿ya no podemos vivir en la Casa de la Alegría?

—No es un sitio para un príncipe, Daeron. Estoy a cargo de ustedes, no puedo tener a los príncipes Targaryen en una casita así.

—Pero... ¡es muy bonita! Y además, Helaena ya se va a quedar con Cregan, Forja se puede quedar conmigo en la casa y contigo. Por favor, tío, no quiero irme a otro sitio, ahí es donde estuvimos viviendo todos, ¿qué si regresa Aegon y no estamos?

—Daeron...

—¡Por favor!

—Lo pensaré, ¿te sirve?

—¡Sí!

Helaena le preparó sus uniformes, recomendándole no meterse en líos cuando estuviera en el colegio, porque era seguro que los demás cachorros iban a ser groseros con él. Prometió comportarse, después de todo, iba a ver más seguido a Joffrey y eso fue muy bueno. Forja presentó ante Lord Hightower la compañía ideal para él, Daeron abrió sus ojos porque quedó sorprendido ante la chica Beta casi de su edad, mentón en alto y vestida muy linda en un precioso traje azul de holanes llamada Tessarion, su nueva dama de compañía. Tenía unos impresionantes y grandes ojos de un azul cielo que se le antojaron como de un felino que no pierde a su presa.


Y lo mejor, era parte de los Sabuesos Pulgosos.


Así que luego de recibir su título y escuchar un sermón de su tío sobre cómo debería comportarse de ahora en adelante, preparó todo para su primer día en el colegio dentro de un complejo de edificios antiguos que llamaban la Ciudadela. Sabía que toparse a Joffrey de inmediato no iba a ser posible, solo hasta que fuese el receso general, cuando tomaban sus alimentos en un gigantesco comedor estudiantil, separados por unos muros de vitrales que dejaban ver del otro lado. Daeron fue presentado en su grupo, los otros cachorros Omegas lo barrieron con la mirada, cuchicheando mientras el tutor decía su nombre y rango.

—¿Qué aquí todos respiran como si les cobraran el aire? —preguntó Tessarion al caminar hacia el comedor.

Daeron rió bajito. —Hacer ruido se considera de mala educación.

—Mm...

—¿Te puedo decir Tess?

—Seguro.

—¿Holt te contó todo?

—Con mucha emoción para mi gusto, son gente curiosa ustedes.

—Y que lo digas.

—Es raro, ¿por qué los dividen? De todas formas allá afuera se mezclan.

—La verdad, no lo sé.

Los ojos de Daeron buscaron esa cabellera castaña que ubicó en una mesa, quedándose ahí en la división para que Joffrey lo viera. El chico Alfa lo hizo al sentir su mirada, abriendo sus ojos y sonriendo de oreja a oreja, echando una ojeada a todos lados donde los prefectos como queriendo desobedecer para acercarse a él, pero eso no era posible. Daeron solo alzó una mano, saludándolo cortés antes de girarse para ir a su mesa, chocando con otro Omega quien le gruñó.

—¡Fíjate, niño!

—Oh, lo siento.

—Bastardo.

—¿Cómo dijiste? —Tessarion se adelantó, haciéndolo a un lado— Estás frente al príncipe Daeron Targaryen y más vale que te disculpes.

El muchachito bufó, viendo despectivo a su dama. —¿O qué?

Tessarion usó su palma cual ariete lanzando al otro estudiante al suelo con la nariz sangrando. Los demás se quedaron congelados porque todo fue tan rápido que ni vieron la mano de su dama moverse tan rápido igual que una saeta. Daeron también quedó sorprendido, sin saber qué hacer, era su primer día y no quiso arruinarlo. Tessarion se acercó al otro Omega, tendiéndole un pañuelo que más bien casi le aventó a la cara.

—Oh, lo siento, señorito, se acercó mucho cuando yo estaba arreglando el peinado de mi amo. Tenga cuidado, estos accidentes son muy penosos, por favor guarde su compostura que se le ven las rodillas.

Risas estallaron porque, efectivamente, los faldones de aquel insolente se le habían subido por la caída y era como un descaro que se notaran sus medias. Los prefectos llegaron a poner orden, Daeron miró a Joffrey quien pareció entretenido y asombrado de que tuviera tan salvaje dama de compañía, haciéndole señas de que luego se verían. Eso pasó cuando ya casi terminaban sus lecciones de la tarde, en los salones de música donde le hicieron su prueba del piano. Una mano lo sujetó sin más, jalándolo a otro pasillo pequeño. Tessarion de inmediato sacó de quien sabe dónde un cuchillo, luego entrecerrando sus ojos.

—El príncipe.

—¡Tess! —Daeron se sonrojó— ¡Guarda eso!

—No tenemos mucho tiempo, hay perros alrededor.

Joffrey sonrió, mirándolo. —Supe que el abuelo dio al fin a todos ustedes sus títulos, ¡tenía tantas ganas de verte! Pero sé que no la has pasado bien y yo no he hecho nada, me siento muy mal por eso. Perdóname.

—No pasó nada, cuando quisieron llevarme, tío Gwayne y...

—¡¿Qué?! ¡No me contaste eso!

Daeron rodó sus ojos. —Porque no he podido, ya te dije, han estado cuidándonos mucho. Si no es por los Sabuesos Pulgosos jamás hubiera logrado comunicarme contigo.

—¿Quién trató de robarte? Dime su nombre.

—Pues no sabemos bien, pero mi tío sospecha de Daemon Targaryen.

—¡Que me lleva! A mí una vez me tiró del caballo fingiendo que fue un accidente.

—¿No te pasó nada?

—Tengo huesos fuertes —Joffrey negó— Cuídate mucho, vamos a vernos seguido, a veces nos reúnen a todos, te seguiré mandando cartas... con ella, me supongo.

—Tessarion —presentó Daeron a su dama con el joven lacayo de detrás de su amo— Una disculpa, olvidé presentarlos. Tessarion, él es Tyraxes, con quien te verás.

—Un fideo —comentó la jovencita al saludarlo.

—Si algo pasa, si necesitas cualquier cosa o si te molestan aquí, dímelo.

—Estaré bien —asintió, contento de haber hablado con él— Cuídate tú también.

Fue a su dormitorio, ahí era costumbre que durante las clases permanecían en el colegio y los fines de semana eran libres. Tessarion revisó todo con una minuciosidad impresionante, antes de asentir en gesto de aprobación, no había ningún peligro. Realmente estaba tomándose muy en serio su papel de protectora.

—Si tu cama no es buena, puedes dormir conmigo —ofreció el muchachito.

—Voy a dormir contigo, Forja me hizo jurarle que así lo haría.

—Oh, bueno.

—Todo huele bonito, a nuevo, también los Omegas huelen bien, pero no mucho. Algunos como que tienen una roma rancio.

—¿Lo crees? —Daeron rió a su observación— ¿Cuál es tu apodo entre los Sabuesos?

Tessarion alzó su mentón con orgullo. —Soy la Reina Azul.

—Oh, un apodo interesante. Me da curiosidad saber cómo te lo ganaste.

—Mejor no, puedes tener pesadillas.

—Uh, oh.

—¿Te vas a casar con el otro niño, Godofredo?

—Joffrey... n-no sé, a lo mejor.

—¿Y tendrán montones de cachorros?

—... puede ser.

—Entonces andarás panzón todo el tiempo.

—¡Tess!

—Una vez, supe de una señorita que según quedó con cachorro porque se metió a nadar en una playa donde habían estado muchos Alfas.

—¿Eso puede pasar?

—¿Qué? ¡Claro que no! Toda esta gente, como tus compañeros, siempre se andan inventando mentiras para no decir la verdad, no te vuelvas así.

—No, yo no lo haré, mamá jamás nos enseñó a decir mentiras.

—Si te encuentro diciendo mentiras, te voy a picar con mi cuchillo.

—Vale.

Él ya estaba en pijama y terminando de leer su libro para el día siguiente cuando una piedra golpeó su ventana. Tessarion brincó de inmediato con su cuchillo en alto, asomándose discreta y luego gruñendo al ver alguien debajo, llamándolo al tiempo que abría para que se subiera Joffrey al cual ayudó a entrar.

—Olvidé mi regalo.

—¿Regalo? —Daeron parpadeó, sonrojado.

Joffrey sacó de un bolsillo una cajita que abrió, mostrándole una pulsera para su muñeca, colocándosela él mismo.

—Me da mucho gusto que estés aquí, voy a cuidarte más de cerca.

—Ese es mi trabajo —se quejó Tessarion.

—Gracias, Joff —miró su pulsera y luego estampó un beso en la mejilla del príncipe.

—Sí, bueno, demasiados besitos, un Alfa puede ser olfateado en esta área si se queda mucho tiempo. Buenas noches, Alteza.

—Te veré mañana.

—Buenas noches, Joff.

—Buenas noches, Daeron.

Al menos su primer día no fue tan malo, que lo hubieran nombrado príncipe tuvo sus ventajas si podía verse más con Joffrey, claro aún quedaba lo de Aegon y Aemond, pero algo le dijo que las cosas saldrían bien pese a todos los problemas alrededor. Antes de irse a dormir, Daeron encendió una pequeña vela, hincándose frente a ella juntando sus manos como si fuese a orar, de cierta forma así lo hizo.

—Mami, estoy bien, quiero que lo sepas, tengo a Tessarion a mi lado para cuidarme y ahora estoy estudiando en un colegio para gente de sangre noble. Mi maestro de piano estuvo contento, tus lecciones me ayudaron mucho. También el maestro de matemáticas dijo que yo era muy inteligente. La comida es un poco rara, pero está aceptable, nadie puede igualar a Forja. Te prometo esforzarme para que no estés preocupada, te quiero mucho, mami, buenas noches.

Tessarion lo observó fijamente, sus ojos vacilaron, respirando hondo y sacudiendo su cabeza antes de palmear la cama para llamarlo a dormir, acomodando las almohadas. Daeron apagó su vela, brincando para caer a su lado, colándose debajo de las sábanas.

—Buenas noches, Tess.

—Felices sueños, Omega.


**********

Daeron bebé listo para ir al colegio.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top