Ahora si, 18.

Estaba sumamente nerviosa.

Esa inquietud recorria su cuerpo desde hacia una semana, ya que esa noche era su cumpleaños, donde sus padres la "presentarían en sociedad", y por todo lo que era bueno en ese mundo, no podía comer bocado, porque su estomago se revolvía.

Miro una vez mas el hermoso vestido que estaba a un lado de su sillón, en un maniquí. Aun no podía creer que usaría esa prenda tan bella. Era una completa creación de Yuri Nuri, el diseñador mas exclusivo del planeta tierra.

Constaba de un body dorado con arabescos del mismo color, corte corazón, que se pegaba a su cuerpo como una segunda piel, y sobre este, una falda corte sirena, de la misma tela, que se ajustaba hasta sus rodillas y de allí, se abria en campana, tapando por completo sus pies. Lo característico que tenia, era que la falda era semi transparente, dejando asi ver sus piernas. Para complementar su atuendo, en sus pies vestia unas sandalias negras, de un terrorífico taco aguja.

-Por el Angel, ¿Qué hare esta noche? – Se dijo a si misma, suspirando. Se levanto del sillón, dispuesta a irse a duchar, cuando escucho como golpeaban su puerta – Adelante – Con una enorme sonrisa, entro su madre, tomando sus manos con amor.

- Mi niña, tienes que entrarte a duchar. En una hora vendrán el coiffure y el maquillista para arreglarte – Llevo sus manos a su boca, besándolas con dulzura - ¿Te encuentras bien?

- Si, madre. Solo estoy algo nerviosa, no se que hacer esta noche.

- Es tu cumpleaños, mi niña. Puedes hacer lo que tu quieras – Apreto sus manos un poco mas – Se que es difícil, y algo que nunca pensaste hacer, pero si me dices que no deseas...

- No, madre. Lo quiero – Agacho su rostro, algo avergonzada – De verdad, deseo que todos me reconozcan como una Taisho.

- Mi pequeña – La abrazo, apoyando su cabeza sobre la de ella – Aunque no lo acepten, eres una Taisho, y eres nuestra hija – Beso su frente y corrió un mechon de cabello que se posaba sobre su rostro – Prometo que luego de esto, podras hacer una fiesta con todos los amigos que desees. Nosotros nos iremos por un fin de semana, junto con Souta, y estará la casa a tu entera disposición para hacer una mega fiesta.

- Madre...

- Sin reproches. Dieciocho no se cumplen todos los días – Bromeo y la azabache rio nerviosa. Si sus padres supieran que ya habían hecho una fiesta asi – Basta de charlas – La empujo levemente hacia la puerta de su baño – Duchate que en menos de una hora, comienzan los preparativos para la fiesta.

- ¿Inuyasha? – Pregunto con sus mejillas sonrojadas. No era misterio para nadie de la familia el cariño tan especial y nada fraternal que se tenían esos dos.

- Lo veras en la fiesta.

- Pero...

- Pero nada, jovencita. En la fiesta – Y con un ultimo empujon, la adentro en el baño, cerrando la puerta tras ella.

Kaghome suspiro, sonriendo. Estaba nerviosa, pero deseaba con toda su alma que Inuyasha la viera con ese vestido. Que la viera como una mujer, y no solo como una niña sosa. Que la viera como algo mas que su hermana.

Luego de unos minutos, donde se relajo en su tina con algunas burbujas, logro mover su cuerpo para salir de allí. Se coloco una bata y enrollo su cabello en una toalla. Ahora solo quedaba esperar a que llegaran a preparala.

-Mientras tanto podre ver...

- ¡Hola guapa! – Se dejo oir una voz gruesa, proveniente de su puerta. La azabache miro hacia allí, encontrándose con un "hombre" rubio, con ropas coloridas, que traía una maleta gigante en su mano – Mirate, princesa, era una belleza – Se acerco a ella, tomando su mano para hacerla girar sobre sus talones. La azabache solo obedecio, sin comprender que sucedia.

- Disculpa...

- Claro, tonta de mi. No me presente – Beso ambas mejillas y luego le sonrio – Soy Derek. Y hoy sere tu coiffure personal – Aplaudio levemente, logrando que tras él, entraran dos chicos mas con una silla de peluquería, y otra maleta, aun mas grande, que parecía mas bien una mesa – Sientate aquí, pequeña – Tomo sus hombros, y sin darle tiempo de nada, la sento. Comenzo a mirar alrededor, hasta encontrarse con el vestido - ¡Ho por todos los peines finos de este mundo, mira ese vestido! – Se acerco a él, acariciándolo levemente, como si fuera a romperse.

- Es precioso – Susurro la azabache, mirándolo con cariño y Derek le devolvió la sonrisa.

- Claro que si. Y tu estaras completamente sexy en él – Le gruño un ojo y haciéndole señas a uno de esos chicos, logro que le traiga un pequeño mueble con un espejo en él – Ahora, bien, ¿Qué haremos con tu cabello? – La miro a través del espejo fijamente, hasta que noto como su mirada su ilumino - ¡Ya lo se! Unas ondas de infarto en este cabello negro como la noche. Luego te maquillaremos con esos carnosos labios de rojo.

- Pero...

- ¡Me gusta! ¡Me gusta! ¡Me gusta! – Se alabo en pequeños gritos, que solo hicieron reir a Kaghome – Ahora si, comencemos. No hay tiempo que perder.

La azabache nunca creyo que, a pesar de que llevaría el cabello suelto, ese hombre tardaría mas de una hora en arreglarlo. Aunque no podía quejarse del resultado final. Su cabello completamente tirado hacia su hombro izquierdo, con unas ondas abiertas que le daban un aire sensual, pero recatado.

-Yo... - Susurro, sin poder dejar de mirarse. Aun no comprendia que ese fuera su cabello.

- Estas preciosa, niña – Beso su mejilla, logrando que se sonrojase – Ahora te dejare en las expertas manos de Carmendi – Por la puerta vio entrar a una mujer rubia, con una amable sonrisa – Confia plenamente en ella. Quedaras hecha una bomba – Tiro un beso al aire y luego desaparecio por la puerta.

- Hola, Kaghome. Hoy me encargare de tu maquillaje.

- Claro. Dejo todo en tus manos.

- Confia en mi.

Y para su sorpresa, el maquillaje le llevo menos tiempo que su peinado.

Volvio a mirarse en el espejo, jadeando al verse. No podía ser que esa mujer que se reflejaba, fuera ella. Tenia los ojos con sombra negra en su parpado móvil, y sobre este, una sombra entre rojiza y dorada, que resaltaba sus ojos. Su delineado cat eyes, lograba que su mirada destellara misterio. Sus mejillas estaban levemente resaltadas, pero sus labios pintados de rojos, solo los resaltaba, logrando que se vieran mas grandes.

-No puede ser – Volvio a susurrar, sonriendo.

- Estas completamente preciosa – Alago Carmendi – Ahora llamare a tu abuela para que te ayude con el vestido. Yo ire a terminar con Izayoi.

- Muchas gracias. Nunca me habia sentido asi de guapa – Murmuro con un nudo en su garganta. Todo el tema del cumpleaños la tenia sensible.

- No se te ocurra llorar, correras el maquillaje – Tomo el rostro entre sus manos, depositando un beso en su mejilla, que logro que la piel de la azabache se erizara – Si fueras un poco mayor, quizás me fijaría en ti – Y dicho esto, salio de su habitación, no sin antes guiñarle un ojo, dejando a Kaghome completamente helada.

- Increible – Murmuro para si misma, sonriendo. Era la primera vez que conocía a una chica que le gustara otra mujer.

- Mi niña – Escucho a sus espaldas, encontrándose con esos bellos ojos que la miraban con ternura – Estas preciosa.

- Gracias, abuela – Camino hacia ella, tomando sus manos con dulzura – Estoy muy nerviosa.

- No seas tonta, mi niña. Es tu dia especial. Tienes derecho a hacer lo que desees – Camino hacia el maniquí, acariciando el vestido – Bien. Comencemos. 

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