6.

Una semana mas paso desde ese incidente entre hermanos.

Inuyasha, al enterarse de la relación de su pequeña hermana con ese mujeriego que tenia por compañero, no habia reaccionado muy bien. Como poseso, y sin golpear, habia irrumpido en la habitación de la azabache, diciéndole que sobre su cadáver aceptaría esa relación. Kaghome también le habia gritado que si a sus padres no les molestaba, a él tampoco tenia porque molestarle.

¿La respuesta final? Un portazo por parte de ambos. Kaghome adentrándose al baño e Inuyasha saliendo la habitación de ella.

Sus padres estaban mas que preocupados, pero luego de hablar con Kaede, la sabia consejera de la familia, habían aceptado que tan solo eran celos de un hermano desacostumbrado a una jovencita en la casa, y a una normal contestación de una adolescente que no quería que la molesten. Típica pelea de hermanos.

Por su lado, los padres Taisho estaban ansiosos por contarles una gran noticia a Kaghome. Hacia meses, desde antes de que esos niños llegaran, habían estado tratando de comunicarse con el Doctor Hinkcullet, un experto en psicología para niños.

Sabian muy bien sobre el problema de Souta, por eso ponían especial empeño en buscar la mejor ayuda posible. No querían quedarse solo con lo que le habían dicho en el hospital.

-Kaghome, cariño. Te hemos llamado por una razón – Comento el padre, mientras le hacia señas de que se sentara en el sillón frente a ellos.

- ¿Qué ocurre?

- Sabes lo importante que ustedes son para nosotros, ¿No, pequeña? – Pregunto su madre, con una sonrisa amorosa – Por eso solo queremos lo mejor para ustedes.

- Tu eres la persona mas importante en la vida de Soso – La azabache sonrio con cariño al ver que habían adoptado ese apodo para su hermanito – Por eso queremos comentarte algo que planeamos durante meses.

- Esperemos que estes de acuerdo con nosotros.

- Diganme que sucede – Pregunto algo nerviosa – Me están asustando un poco.

- No temas, cariño – Su padre tomo sus manos, sonriéndole con cariño. Si lo mirabas desde lejos, ese hombre de porte de gladiador, te daba mucho temor, ya que siempre conservaba su semblante duro, pero una vez que lo conocias, podías notar la bondad brotar por sus ojos – Es algo bueno, creeme.

- Hablamos con el Doctor Hinkcullet. Es un psicólogo especializado en niños que sufrieron accidentes y, como Souta, tienen un post trauma – Kaghome, sumamente sorprendida, abrió sus ojos sin creer lo que estaba escuchando. ¿Era lo que ella pensaba? – Pero este hombre vive en Alemania.

- Gracias a unos contactos que tengo, y luego de mucho insistir, hemos logrado concretar una consulta con él. Le comentamos algo de lo que ocurrio, y se intereso mucho en el caso. Acepto vernos.

- ¿Cuándo lo podría ver? – Pregunto ansiosa. Si todo salía bien su pequeño podría hablar nuevamente.

- La semana que viene, cariño – Tan pronto. Casi parecía un sueño. Kaghome llevo sus manos a su boca, mientras pequeñas lagrimas comenzaban a correr por sus mejilas. Era casi imposible.

- Lo se, pequeña – Su madre la abrazo contra su pecho, mientras sus pequeñas manos se prendían de su espalda – Estoy segura que Souta podrá hablar antes de lo que creimos.

- Gracias. De verdad. Muchas gracias – Susurro con su voz quebrada por la emoción. Inu No, por su parte, abrazo a sus dos mujeres. Siempre habia deseado una pequeña niña, y cuando Izayoi casi muere al tenerlo a Inuyasha, habia descartado esa idea. Pero ahora, que veía a la mujer que amaba, abrazando a esa niña que en tan poco tiempo habia pasado a ser la luz de sus ojos, se sentía completo. No podía pedirle nada mas a Dios.

Bueno, si. Que curara a su pequeño campeón.

-En dos días, Izayoi y yo nos iremos junto a Souta – Comunico a la azabache, que mantenía apretada su mano con fuerzas – No sabemos cuando volveremos, pero no lo haremos hasta que tengamos la solución. Te prometo que Souta volverá a hablar, cariño.

- Si. Lo se. Se que volveré a escuchar su voz – Se apoyo en el pecho de su padre, sintiéndose a gusto. Protegida. Querida. Resguardada de todo mal. Algo que nunca en sus años de vida habia sentido – Cuando los médicos me dijeron que Soso quizás no volveria a hablar, mi mundo se vino abajo. Siempre ame como cantaba, aunque solo lo hiciera con mi madre y conmigo. En los cumpleaños y en las navidades, siempre se escuchaba la melodiosa voz de él. Era lo mejor que me podía pasar, pero luego del accidente, perdi la esperanza – Sus lagrimas volvieron a fluir, mientras apretaba con fuerzas las manos de sus padres – Pero ahora que ustedes me dan esta noticia, siento como si mi corazón fuera a salirse del pecho. Me siento feliz y completa – Miro fijamente a Inu No y luego a Izayoi – No sabría que hubiese sido de nosotros sin ustedes. Muchas gracias.

- No nos agradezcas, cariño – Se recostó suavemente sobre ella, con mucha delicadeza, mientras acariciaba sus brazos.

- Eres nuestra niña ahora – Aseguro el peli plata mayor, mientras estiraba sus brazos protegiendo a sus mujeres.

Kaghome volvió a soltar unas pequeñas lagrimas de felicidad. Seguia creyendo que ser abrazada por esos fuertes brazos de su padre era lo mejor, ya que ni en los pocos años que compartio con Sao, jamas habían compartido nada parecido. Era un hombre muy dedicado a su trabajo, y muy frio. Pero ahora, que sentía tanto calidez, tanto amor, tanta comprensión, no podía hacer mas que llorar.

Madre, no me siento sola. Por fin no me siento abandonada.

Comento a su querida madre, mientras una gigante sonrisa se pintaba en sus labios.

Los días antes de partir, pasaron sumamente rápido.

Souta era el mas ansioso por el viaje, ya que no solo podría conocer un país nuevo, si no que también podría encontrar la manera de volver a hablar. Sabia muy bien, a pesar de que su hermana se mostrase fuerte, lo mucho que ella sufria por su culpa. Lo mucho que extrañaba que le cantase antes de dormir, y cuando se sentía triste. Y por eso quería recuperar su voz. Queria poder decirle él mismo que todo estaba bien, que no dejaría que nada mas la volviera a golpear ni a hacerla llorar.

-Bueno, niños, pórtense bien – Advirtio Inu No, mientras terminaba de guardar una de las maletas – No quiero nada de fiestas en nuestra ausencia.

- Claro que no, padre – Contesto sin mucho animos el peli plata menor, que intentaba alejar de sus pensamientos la idea de que ahora estaría completamente solo con su pequeña hermana.

- Cualquier cosa que necesiten, solo tienen que llamarnos. Tienes el numero de tu tia Midoriko también – Se acerco a su niño, besando su mejilla y acariciando sus cabellos - ¿Te comportaras?

- Si, madre – Inuyasha beso su frente haciéndola reir.

- ¿Y cuidaras a tu hermana? – Esa pregunta, hecha por el padre, incomodo a ambos, aunque lograron disimularlo. Claro que la cuidaría, y muy bien. Ahora que sus padres no estaban para intervenir, lograría que ese maldito niñato se alejase de Kaghome.

- Si, padre. La cuidare. Sabes que lo hare.

- Ese es mi niño – Despeino sus cabellos, sin hacer caso a las quejas de su hijo – Sabes donde esta el dinero, si necesitas. Pero no abuses.

- No prometo nada – Sonrio.

- Tu también cuídalo, mi niña. Que no cometa ninguna locura – Su madre volvió a abrazarla con delicadeza, mientras besaba su cabello.

- Si madre. Lo cuidare – Se abrazo a ella y luego camino hacia su padre – Nuevamente, muchas gracias.

- ¿Sabes cariño? Los hijos no están continuamente agradeciendo a los padres por lo que dan por ellos – La abrazo por sobre sus hombros – Asi que deja de hacerlo.

- Claro. Lo prometo – Sonrio y se recostó en su pecho – El sonido de tu corazón me tranquiliza, padre – Le susurro, logrando que el peli plata mayor se atragante con su propia saliva. Nunca, nadie le habia dicho algo como eso, y lo emocionaba. La abrazo con fuerzas contra él, besando su cabeza. Era su niña pequeña.

- Tenemos que irnos – Se alejo de ella, sonriéndole – Perderemos el vuelo.

- Portate bien, campeón – Se despidió Inuyasha del pequeño Souta que asintió con su cabeza.

- Dame otro abrazo – Pidio la azabache, conteniendo las lagrimas. Era la primera vez en mas de un año que pasarían tanto tiempo separados – Escribime, ¿Si? – El niño, con su rostro perdido en el pecho de su hermana, asintió con su cabeza – Te amo – Le susurro. Souta se separo, se señalo con el dedo, cruzo los brazos frente a su pecho y la señalo a ella – Lo se. Se que también me amas.

- Vamos, pequeño – Izayoi tomo la mano del niño y se subieron al auto.

Hasta el ultimo momento, que desaparecieron por las rejas, la azabache sostuvo las lagrimas. No quería que su hermanito la viera llorar. No mas.

-Es lo mejor para él. Lo sabes, ¿No? – Susurro con delicadeza el peli plata, mientras apoyaba su mano sobre su hombro. Ella solo pudo asentir con su cabeza – Vayamos dentro. Nada ganamos con quedarnos aquí parados – Se alejo de ella, caminando lentamente. Le costaba tanto separarse de su lado y no abrazarla. Le molestaba verla triste y no poder hacer nada para contenerla. Todo por culpa de sus hormonas.

- Inuyasha – Escucho como esa niña lo llamaba. Se giro despacio, y se sorprendio al ver como ella saltaba a sus brazos, prendiéndose de su cintura – Lo se. Se que es lo mejor para él, pero tengo miedo. Mucho miedo.

- No temas, mi niña – La abrazo con fuerzas, sintiéndose completo con su calor – Nada les pasara. Lo juro.

- Si. Lo se. Lo se – Susurro, ajustando el agarre en su hermano. No tenia que hacerlo, tenia que irse, pero en ese momento, ese joven era lo único que tenia en el mundo. Y era tanto el miedo de no volver a ver a su hermanito, que no le importaba nada mas.

- Vayamos a ver una película, ¿Quieres? – Tomo sus hombros, limpiando sus mejillas.

- Si – Fue su única contestación.

Ese mismo dia, Kaghome se durmió en los brazos de su hermano.

***

Era demasiado.

Habia soportado casi una semana sin hablar con Inuyasha, pero ya no lo aguantaba. De verdad lo extrañaba.

Por eso mismo se encontraba en la puerta de su casa, pensando bien que decirle. No tenia excusa alguna por su comportamiento, y si no se demostraba demasiado arrepentida por lo sucedido, estaba segura que ese hombre no la perdonaría.

Caminaba de una punta a la otra, pensando en que hacer, sin que ninguna idea buena se le ocurriera. Nunca se habia enojado asi con ella, solo desde que esa maldita niñata habia aparecido...

-¡Claro! – Grito para ella misma y sonrio. Tenia un buen plan.

Con paso seguro, camino hacia la entrada y golpeo la puerta. Internamente rogo que no atendiera ese viejo decrepito que tanto detestaba.

-Hola – Kikyo sonrio complacida al escuchar el tono de esa muchacha. Su plan aun tenia efecto sobre ella.

- Kaghome, cariño – La abrazo y la solto rápidamente - ¿Cómo te encuentras?

- Bien. ¿Y tu? – Pregunto con desgano. Lo único que faltaba era que esa bruja apareciese para molestar.

- Muy bien. Vine a ver a Inuyasha, ya que luego de una semana cargada de exámenes, lo extraño. Y seguro que él también a mi – La codeo con complicidad – No se si me entiendes.

- Seguro – Le susurro con una falsa sonrisa – Mis padres no están y yo me estoy yendo, asi que pueden hacer todos los sonidos que quieran – Imito su expresión codeándola y le volvió a sonreir – ¡Inuyasha! – Llamo, logrando que el joven aparezca con rapidez por la puerta de la sala de estar.

- ¿Qué su...? Kikyo – Gruño al ver a la peli negra parada en su puerta. Lo que menos quería era lidiar con ella.

- Me voy – Camino hacia su hermano, besando lentamente su mejilla, escuchando un leve gruñido de la peli negra. Genial. Haria que los dos dejaran de tomarla como una niñata boba – Kouga me espera – Le dijo con una sonrisa arrogante a su hermano, al cual le cambiaron las facciones en un segundo.

- ¿No te ibas de Sango? – Tomo su brazo, sin dejar que se vaya. La ira comenzaba a correr por sus venas. Si tan solo pudiera encontrarse con ese chiquillo a solas, estaba seguro que no volveria a molestar a su pequeña hermanita.

- Cambio de planes – Se solto con delicadeza y camino hacia la salida – Recuerda, Kikyo, están solos. Aprovecha – Le guiño el ojo y cerro la puerta.

- Maldita niña – Gruño el peli plata, pero antes de poder salir tras ella, la peli negra se interpuso – Muevete, Kikyo.

- No. No vas a volver a hacer lo mismo – Le dijo, sin apartar su mirada. Era hora de comenzar el show – Desde que esa chiquilla apareció, me ignoras completamente, Inuyasha – Sus ojos comenzaron a ponerse lagrimosos, mientras con sus manos apretaba su bolso de mano – Ya no quieres pasar tiempo conmigo, y tampoco devuelves mis llamadas. Me dijiste que la única que te importaba era yo, ¿Acaso me mentiste? – Unas pequeñas lagrimas comenzaron a correr por sus ojos, sorprendiendo al peli plata.

- ¿Cómo quieres que reaccione si llamaste "huérfanos" a mis hermanos? Estaba enojado, y sabes que no mido lo que digo cuando me nublo. No queria decir algo que pudiera lastimarte.

- ¡Pero lo has hecho, Inuyasha! – Grito, poniéndole mas presión al ambiente – Me lastimaste sin decir una sola palabra. Me dolio mas que me hayas ignorado y echado de tu habitación – Cayo de rodillas, mientras su llanto aumentaba – Es que ya no me amas, ¿No es cierto? Ya no soy importante para ti - ¿Qué ya no la amaba? ¿Por qué se sentía tan mal al escuchar eso? ¿Acaso era verdad?

- No digas eso, Kikyo – Se agacho junto a ella, tomando su cintura para ayudar a que se levante – Estoy molesto, es todo.

- Entonces, ¿Aun me amas? – Le pregunto, con un brillo de esperanza a sus ojos. ¿La amaba? No lo sabia bien. Era verdad que ya no sentía lo mismo que antes por ella, pero, ¿Cuáles eran sus sentimientos hacia esa bella peli negra? Estaba confundido. Lo que era cierto es que esa jovencita era la única salida que tenia para olvidarse de su hermana.

- Si, Kikyo. Aun te amo – Le susurro, mientras ella, muy feliz, lo abrazaba. Como un autómata devolvió el abrazo, queriendo olvidar el aroma de su hermanita que aun estaba en el ambiente. Necesitaba olvidarse de ella.

- Eres el mejor – Le susurro contra sus labios, besándolo con hambre. Nuevamente, como si no tuviera opción, le correspondio. Ya sabia que seguía: La reconciliación.

Por su parte, la azabache manejaba su bicicleta con sus ojos llorosos.

Sabia muy bien que Inuyasha aun amaba a esa mujer y, aunque nunca le dio señales de que ella era importante para él mas alla de un plano fraternal, se habia ilusionado como una niña estúpida. Solo porque la habia ayudado con esa maldita mentira que le arruino la vida.

-Eres una verdadera estúpida – Se susurro asi misma, mientras limpiaba con rabia las lagrimas – Todo es tu culpa. Y encima, como si eso no fuera poco, solo actuas como una niñata al querer darle celos con Kouga.

Al llegar a la casa de su amiga, se volvió a limpiar las lagrimas. No queria que la viera llorar, ni que le preguntara porque, aunque Sango sabia muy bien la razón.

Toco timbre, esperando que atendiera la propia peli negra ya que, cuando sus padres se iban de viaje con sus hermanos, ella le daba "días libres" al ama de llaves.

-Hola Kag – La saludo con una sonrisa al abrir la puerta, pero se puso seria al ver sus ojos rojos por el llanto - ¿Inuyasha? – Le pregunto y la azabache, tragando el nudo que tenia en su garganta, solo pudo asentir con su cabeza – Pasa. Hice té helado de limón. Tu favorito.

- Gracias – Le susurro, tragando sus lagrimas.

- ¿Quieres contarme que ocurrio? – Aprovechando el calor del verano, se sentaron en unas reposeras en el jardín.

- Nada. Solo que cuando me iba apareció Kikyo, otra vez – Tomo un trago de esa deliciosa bebida – No quiero ni imaginar que estarán haciendo en este momento.

- Amiga – Se acerco a ella, tomando su mano – Tienes que ser fuerte.

- Lo se. Pero duele – Suspiro, viendo el agua de la piscina – Me hubiese gustado no enamorarme de él. Seria todo mas facil.

- Lo se, cariño. Pero esto te ayudara a crecer.

- Ni estando con Kouga logro olvidarme de él – Al escuchar ese nombre, la peli negra se tenso. Lo odiaba. No habia persona sobre la faz de la tierra que detestara mas.

- No lo nombres a ese... Maldito niño – Le siseo entre dientes, lo que no sorprendio a Kaghome. No era secreto para nadie que no lo soportaba demasiado a su novio.

- ¿Algun dia me diras porque no te cae bien? – Sango la miro fijamente y abrió la boca para contarle, pero se callo al instante. La queria, pero le habia jurado a Ayame a no decir nada. Mientras pudiera defender a su amiga, todo estaría bien.

- Ya te lo dije, solo no me cae bien.

- No te creo, Sango. Pero si no me quieres contar, lo comprendo. Quizas, algún dia, me lo diras – Le sonrio, terminándose la bebida - ¿Me sirves otro vaso?

- Claro – Tomo la jarra, llenándolo – Tus padres no están, ¿Cierto?

- No. Hoy se cumplen tres días que se fueron.

- Hay que hacer una fiesta – Le dijo con emoción.

- ¿Una fiesta? No lo se, Sango. No creo que a Inuyasha le agrade la idea – Intento excusarse, aunque esa idea le agradaba demasiado.

- Es casi como una tradición celebrar cuando los padres no están. Se que tu hermano estará de acuerdo.

- ¿Tu crees? – Pregunto insegura, pero sonriendo ante la esperanza de que su hermanito diga que si.

- Claro. Hay que preguntarle – Se paro, sorprendiendo a la azabache que estaba disfrutando de otro vaso de té - ¿Qué esperas? Vamos.

- ¿Ahora?

- Si – Tomo su brazo para levantarla – Ahora.

Con sus dos bicicletas, pedalearon bajo el hermoso sol de verano, de vuelta a la casa de la azabache. Deliraban toda clase de ideas con respecto a la fiesta. Como decorarían, la música que pasarían, las personas que invitarían y, lo mas importante, lo que se pondrían.

-Tienen que ser vestidos.

- Claro. Super sexys – Le guiño el ojo, haciendo sonrojar a la azabache – Si el príncipe acepta, seguro invitara a su amigo – Le comento, sonrojándose un poco.

- ¿Qué amigo?

- Houshi Miroku – Le comento, sonriendo como una tonta – Es un joven de cabellos negros y ojos azules que me tiene como maniaca.

- Si, ya se quien es. Vino dos veces a casa. Es guapo.

- Lo se. Y me encanta.

- Entonces, hay mas razones para convencer a Inuyasha – Al entrar a la casa, se encontraron con todo muy silencioso. Sabia que Kaede y Myoga estaban disfrutando de un fin de semana juntos en un pueblo de los alrededores que tenia hermosas cabañas al lado de un lado, pero ¿Su hermano y su novia? - ¡Inuyasha! – Grito.

- ¡Estoy aquí! – Devolvio el grito desde la sala de estar. Al entrar se encontraron con la pareja, mirando una película, pero sorprendentemente separados - ¿Qué ocurre? – Miro a Sango, respirando internamente - ¿No estabas con tu novio?

- No. Al final decidi ir de Sango.

- Hola Inuyasha – Saludo la peli negra, obviando a Kikyo.

- Hola Sango, ¿Cómo te encuentras?

- Bien, pero si dices que si, estare mejor – Le sonrio como niña de cuatro años, queriendo comprar a su padre.

- ¿Si digo que si con respecto a que? – La azabache camino hacia él, arrodillándose entre sus piernas y apoyando sus codos sobre estas, sonriéndole compradoramente. Inuyasha ignoro todo, ya que esa posición le hacia recordar a otra situación, en la cual él no tendría los pantalones puestos.

- Estabamos hablando animadamente con Sango, mientras tomabamos un té helado de limón, que por cierto estaba exquisito, sentadas al lado de la piscina. Y pensamos "Que hermoso dia hace"...

- Al grano, Kaghome – Se cruzo de brazos, sonriéndole de lado, ignorando a la peli negra a su lado que miraba con rabia a esa chiquilla. Otra vez los interrumpia.

- Bueno. Como mamá y papá se fueron, estaba pensado, ya que es fin de semana...

- ¡Ay ya basta! – Grito Sango, acercándose a los hermanos – Inuyasha, tenemos que hacer una fiesta.

- ¿Qué?

- ¡Sango! – Grito la azabache, parándose - ¡No tenias que decírselo asi!

- Pero tu das muchas vueltas.

- ¿Quieres hacer una fiesta? – Pregunto con curiosidad el peli plata. La verdad era que hacia mucho que no hacia una buena celebración con sus amigos, no estaría mal.

- Si. Se que es algo descabellado, pero podríamos aprovechar, ¿No? Hacer una pequeña reunión con tus amigos y los mios, ¿Qué dices? – Junto sus manos delante de su pecho, arrugando sus labios justo como lo haría una pequeña niña que quiere un juguete, y nada disimuladamente codeo a su amiga para que hiciese lo mismo. Sango, al darse por avisada, copio la posición de su amiga. Inuyasha sonrio, ¿Cómo podía decirle que no?

- Esta bien – Acepto y sintió como su hermanita se tiraba sobre él, abrazandolo.

- ¡Eres el mejor, Inu! – Beso su mejilla y miro a su amiga – Diceselo tu también Sango.

- Ah. Si. Claro – Se tiro encima de él, escuchando un pequeño quejido de parte del oji dorado y beso su mejilla - ¡Eres el mejor, Inu!

- Si. Seguro. Pero muévanse que no puedo respirar – Bromeo, riendo. Por su parte, Kikyo se mordio los labios para no gritar a los cuatro vientos y sacar a esas niñatas de encima de su novio. Demasiado habia tenido que fingir comprensión cuando su pequeño amigo, no habia reaccionado ante sus caricias y, creyendo que ella era una tonta, le mintió con que estaba cansado de los exámenes.

- ¿Cuándo la haremos? – Pregunto con emoción Kaghome, ya que nunca habia hecho una fiesta en su propia casa.

- Cuando quieras – Inuyasha sonrio. A pesar de estar Kikyo a su lado, su hermanita actuaba normal. Y nada lo complacía mas que las situaciones como las de ahora, donde ella estaba sentada sobre su pierna y reia como un angel.

- Esta noche – Opino la peli negra – Ya comienzan las vacaciones de verano, y tu casa se encuentra en medio de un gran, gran terreno, nadie se quejara por la música.

- ¿Qué piensas, Kaghome? – Pregunto mirando fijamente la sonrisa de su hermanita.

- Si, claro. Me encantaría – Sonrio con alegría, sintiéndose inquieta por la futura fiesta.

- Hecho. Enviare unos mensajes y esta noche tendremos amigos, música y bebidas. Ustedes pueden ocuparse de los bocadillos y la decoración.

- ¡Si! – De tanta emoción, la azabache comenzó a dar pequeños brincos en la pierna de su hermano, sin darse por enterada los estragos que causaba en el cuerpo de este – Vamos a mi habitación, San. Hay muchas cosas que planear y poco tiempo – Se paro, tomando la mano de su amiga, pero antes de poder moverse de su lugar, sintieron la puerta de entrada abrirse.

- Mis niños, volvimos – Comunico Myoga, dejando a los hermanos en cuadros. ¿Cómo harian la fiesta con ellos allí?

- ¡Myoga! Estamos en la sala – De la puerta, se dejo ver un adorable anciano, con su mujer prendida del brazo. Ambos sonriendo como si no los hubiesen visto en años. Ambos hermanos se acercaron a ellos, besándolos.

- ¿Cómo se encuentran, mis pequeños?

- Bien, abuela – Saludo la azabache, abrazándola. Les habia arruinado sus planes de fiesta, pero era bueno verlos otra vez.

- ¿Se portaron bien? – Pregunto el anciano, mirando fijamente al peli plata que le sonrio nervioso.

- Claro, Myoga. No te preocupes por eso. ¿Ustedes como lo han pasado?

- Muy bien. Fueron dos días muy relajantes.

- Ademas llamo nuestra hija para comunicarnos que ya entro en los nueve meses de embarazo, pronto dara a luz a un precioso niño.

- Me gustaría estar allí con ella – Le susurro a su esposo con una triste sonrisa.

- Lo se, a mi también, cariño – Beso su frente, matando de amor a la azabache que veía la escena conmovida – Vayamos a desempacar, que mañana volvemos al trabajo.

- Claro, amor mio – Con paso algo lento, comenzaron a caminar hacia su casita. Una vez que escucharon la puerta cerrarse, Kaghome suspiro largo y profundo.

- Bueno. Alli se fueron nuestros planes de hacer una fiesta – Dijo con decepción, incomodando al peli plata – Vamos a la piscina, San.

- Claro – Murmuro también, con algo de desilusion – Muchas gracias igual, príncipe.

- Claro – Susurro, aun incomodo. No queria ver esa mueca de desilusión en el rostro de su hermana pequeña.

- Bueno, guapo – Camino la peli negra hasta él, tomando su brazo y apretándolo contra sus senos, mientras sonreia con sensualidad – Ya que su festejo se cancelo, podríamos ir a donde tu sabes y terminar lo que no pudimos hoy – Susurro contra sus labios, al mismo tiempo que cruzaba sus brazos tras su cuello – Tengo muchas ganas de comerte.

- ¡Lo se! – Grito con una sonrisa de felicidad – Disculpame, bella. Pero tengo algo muy importante que hacer – Beso su mejilla y se fue corriendo hacia su habitación, dejando helada a esa peli negra que no terminaba de entender el comportamiento de su novio. ¿Qué demonios acababa de pasar?

Por su parte, Inuyasha ya se encontraba en su habitación, tecleando su computadora a super velocidad. Si todo salía como él queria, y eso esperaba, esta noche tendrían igual su fiesta, y no solo eso, sus abuelos estarían muy felices.

-¡Genial! – Volvio a gritar. Imprimio unas hojas, fue hacia donde su padre guardaba el dinero, tomo una buena cantidad, lo anoto en una libreta y lo guardo en un bolso. Ahora estaba todo listo.

Con rapidez camino hacia la casa de Myoga y Kaede, ignorando a la peli negra que caminaba tras él, exigiendo atención.

-¡Inuyasha! – Grito por ultima vez, logrando por fin captar su atención.

- Ya basta, Kikyo. Estoy en algo importante ahora – Se giro para mirarla con seriedad – Ya tenes 21 años, no seas caprichosa – Y sin mas, siguio su paso hacia la casa de los ancianos.

La peli negra, completamente molesta, camino hacia la entrada de la casa. Esta era la ultima vez que ese niñato le decía algo parecido. Se iria a su casa y esperaría que él la llamase y pidiera disculpas, como siempre lo hacia.

Lejos de los pensamientos de Kikyo, Inuyasha se encontraba muy emocionado de entregarles este regalo a sus abuelos de corazón. Sabia que, dejando de lado que ellos podrían hacer su fiesta, ese presente alegraría tanto el corazón de esos dos ancianitos.

Golpeo con mas emoción de la que le hubiese gustado, pero es que no lo podía evitar, queria ver el rostro de felicidad en ellos.

-Inuyasha, ¿Sucede algo? – Pregunto algo preocupado el anciano al ver a su nieto parado frente a su puerta.

- No. Solo vine a traerles un regalo – Le sonrio enormemente, mientras se adentraba y caminaba hacia la cocina donde Kaede preparaba la cena.

- Mi pequeño – Lo recibió la anciana mientras limpiaba sus manos en su delantal - ¿Qué te trae por aquí? ¿Deseas algo de cenar? Tengo una tarta de verduras en...

- No, Kaede – La interrumpio, mientras tomaba su brazo – Solo quiero que vengan conmigo – Con tranquilidad caminaron hacia los sillones de su pequeña sala de estar – Tomen asiento.

- Me estas asustando un poco, Inuyasha – Advirtio el hombre, con una amable sonrisa.

- No es nada de temer – Suspiro un poco y volvió a mirarlos fijamente – Me quede pensando en lo que dijeron hoy. Su hija esta pronta a dar a luz, y se muy bien sus deseos de estar con ella.

- Pequeño... - Susurro la Kaede, previniendo lo que ese jovencito le diría.

- Espero que no sea lo que estoy pensando – Advirtio Myoga.

- Es lo que estas pensando, viejo – Confirmo con una enorme sonrisa y estiro un paquete marron – Alli adentro tienen los pasajes para Grecia, salen en cuatro horas.

- ¿Qué? – Susurraron ambos ancianos, sin aliento, al tomar ese sobre. Con sus manos temblorosas lo abrieron, encontrando una gran cantidad de dinero, junto a los pasajes.

- No saque los pasajes de vuelta, ya que no se cuanto tiempo querrán quedarse.

- Yo... Mi niño – Jadeo la mujer, mientras gruesas lagrimas corrian por sus mejillas.

- Esto... No lo podemos aceptar – Myoga se paro, queriendo entregarle nuevamente el obsequio, pero el peli plata solo negó con su cabeza.

- No. Lo van a aceptar y se van a ir a visitar a su hija, que seguro los espera.

- Pero... Es mucho dinero – Refuto Kaede, tomando el brazo de su pequeño.

- Se lo merecen. Mas que nadie.

- Yo... Inuyasha – Con la fuerza de sus piernas fallando, la anciana abrazo la cintura de su niño, y comenzó a llorar de la felicidad. Hacia mas de dos años que no veía a su hija.

- No llores, abuela. Te lo mereces.

- Tienes un corazón de oro, hijo mio – Myoga tomo su mano, apretándola con muchas fuerzas, mientras intentaba no llorar – Nunca dejes de ser tan amable y bondadoso.

- Solo lo soy con las personas importantes para mi, lo sabes – Bromeo, logrando que la pareja ria.

- Lo sabemos. Eres un niño caprichoso, con un enorme corazón.

- Basta de lagrimas – Tomo el rostro de la mujer entre sus manos, secando ese rastro de agua que bajaba de sus ojos y beso su frente – Tienen que hacer las maletas, si no, perderan el avión.

- Muchas gracias, mi pequeño – Beso su mejilla y acaricio su cabello – No podría desear un nieto mas bondadoso – Le confirmo con una alegre sonrisa y camino hacia su habitación.

- Gracias – Fue lo único que Myoga le dijo, y luego se giro, caminando tras su esposa. No lo demostraba, pero por dentro, su corazón latia con tanta alegría, que creía que en cualquier momento podría morir.

Viendo que su trabajo estaba terminado, ya que sus abuelos estaban cantando de alegría mientras empacaban, decidio irse lentamente, sin llamar mas la atención de ellos dos, ya que tenían unas maletas que armar.

Con paso acelerado camino hacia al jardín trasero, encontrándose con dos amigas nadando en la piscina, mientras charlaban y jugaban un poco. Fue imposible para él no quedarse mirando como un bobo a su pequeña hermana en el agua. La claridad reflejada en esa superficie, hacia que los destellos dorados de sus ojos resaltaran aun mas.

-¡Niñas! – Grito, llamando la atención de ambas, que se acercaron al borde, mirándolo con curiosidad - ¿Qué hacen allí? Hay una fiesta que planear.

- ¿Cómo? – Susurraron las dos a la vez.

- Claro. Myoga y Kaede se van a Grecia en pocas horas. Hay una fiesta que planear – Unos segundos de silencio se propagaron entre los tres, hasta que los gritos de ambas retumbaron por el ambiente.

- ¡Eres el mejor, príncipe! – Grito la morena, saliendo con rapidez para ir a buscar su celular y comenzar a mandar mensajes.

- Sango tiene razón – Secundo la azabache, estirando la mano hacia el peli plata para que la ayudase a salir del agua - ¡Eres el mejor! – Se abrazo a su cuello, ignorando el hecho de que estaba completamente mojada, y que lo empapaba a él también – Vayamos por la comida, San – Apuro a su amiga, luego de alejarse de su hermano, sin notar los estragos que habia causado en su cuerpo.

- Yo me encargare de la música y las bebidas – Comento, mientras se acercaba a las jóvenes que terminaban de vestirse.

- ¿Vendra Miroku? – Pregunto la morena, sin vergüenza alguna.

- Si, claro. ¿Por ....? – Y se callo al saber la pregunta obvia que estaba por hacer – Si. No se perdería una fiesta asi.

- ¡Genial! – Volvieron a gritar ambas, y corrieron hacia el cuarto de la azabache.

- Controlate, Inuyasha – Volvio a repetirse a si mismo, apretando sus puños con fuerza para contener las ganas de salir corriendo tras esa azabache que dia a dia lo volvia mas loco.

Tomo su celular y comenzó a escribirle a sus amigos, logrando que todos respondieran con rapidez. Ellos jamas se perderían una fiesta. Hasta le escribió a Kikyo porque, sabia muy bien, que si no le avisaba, mañana no lo dejaría en paz ni un minuto, reclamándole.

Si todo salía según lo planeado, y estaba seguro que asi seria, una divertida reunión entre sus amigos y los de su hermanita se llevaría a cavo esa misma noche.

¿Qué podría salir mal?

***

-No puede ser – Susurraron ambos hermanos, al ver la cantidad exagerada de personas que habia dentro de su casa.

No entendían bien como, pero la noticia de esa "pequeña" fiesta se habia esparcido como polvora, logrando que jóvenes de todos los colegios, de toda la ciudad y alrededores, llegaran a su hogar y comenzaran a disfrutar de la bebida y la comida.

-No creo que la bebida alcance – Comento Miroku con una enorme sonrisa al ver a tantas mujeres juntas.

- Me preocupa mas el hecho de que están todos aquí, en la sala de estar de su madre – Miro a ambos hermanos y señalo un mueble antiguo, donde habia muchas fotografías, incluyendo cuatro nuevas de los hermanos Higurashi, dos de pequeños y dos actuales – Sus adorados adornos corren peligro.

- ¡Maldicion! – Grito el peli plata y se acerco a la estación de música donde su amigo Shippo estaba como Dj – Shippo. El micrófono.

- Claro, bestia – Shippo era un joven, un año menor que ellos, proveniente de Australia. Habia llegado hacia dos años y, al ser el nuevo, era el objeto de burlas diario de los chicos de su preparatoria, pero al conocer a Inuyasha, un dia en que lo rescato de sus abusadores y los amenazo con que lo dejaran en paz, habia jurado seguirlo y ayudarlo en todo lo que fuera posible. Hasta habia elegido el mismo campus universitario, solo para ser parte de su grupo. El oji dorado y sus amigos lo habían aceptado rapidamente. Era un joven muy alegre y bromista.

- ¡Escuchen todos! – Grito, luego de que el peli naranja apagara la música – Debido a que son mucho mas de lo que planeamos, deseo que todos se vayan hacia el jardín trasero. Es una hermosa noche de verano, donde podremos disfrutar del clima.

- Y, dicho sea de paso, nuestra madre no nos asesinara lenta y dolorosamente cuando rompamos su preciada sala de estar – Agrego la azabache, tomando la mano de su hermano para poder hablar por el micrófono. Todos se quedaron en silencio, pero nadie movio un solo musculo.

- ¿Qué esperan? ¡Vamos! ¡Larguense! – Volvio a gritar el peli plata, y en menos de un minuto, todo estaba vacio – Demonios. Tendremos que limpiar todo mañana.

- Temo que si – Suspiro la azabache completamente resignada. ¿De quien habia sido la genial idea de hacer una fiesta? Ah. Si. Ya lo recordaba.

- Zorro, moveremos el equipo hacia el jardín.

- Como digas, bestia.

Una vez acomodados nuevamente, la reunión se descontrolo aun mas. No sabia en que momento el alcohol habia empezado a circular en grandes cantidades, y las personas estaban tan ebrias, que la mayoría se tiraba a la piscina con ropa y todo. Hasta habia muchachas que se desnudaban, quedando solamente con su ropa interior, mientras los jóvenes, algo excitados, tocaban sus pechos y ellas solo reian complacidas.

-¿Cómo demonios llegamos a esto? – Pregunto la azabache, mientras bebia una cerveza junto a su amiga.

- No lo se. Pero es genial – Se acerco a ella y le mostro algunas fotos de su celular – Como me divertiré mostrándole estas fotos a esas tres gatas baratas – Bromeo, riendo.

- Eres muy cruel – La golpeo levemente en el hombro y continuaron bromeando - ¿Lograste hablar con Miroku?

- Claro que no – Refunfuño, algo enojada – No deja de ir de mujer en mujer, sin prestarme la mas minima atención.

- Con que eso tenemos, ¿Eh? – Sonrio de lado, y tomo el brazo de su amiga, tirándola para que caminase.

- ¿A dónde me llevas?

- A que Miroku se fije en ti – Murmuro con una enorme sonrisa. Se acerco a su hermano, que tenia a Kikyo prendida como una garrapata y sonrio aun mas grande. Genial. Era hora de molestar a esa arpía - ¡Inu! – Grito, llamando la atención del peli plata, que la miro fijamente y sonrio - ¿Qué haces con tu novia? ¡Es una fiesta, hermano! – Lo prendio del mismo brazo del cual la peli negra lo tenia, corriéndola del lugar - ¡Tienes que estar con tus amigos! – Un coro de aplausos y alabanzas se dejo oir de parte de los amigos de su hermano, logrando que ella riera.

- Esa niña tiene razón – Bankotsu se acerco a ella, abrazándola por los hombros – Deja a tu novia con las amigas. No podemos hablar de traseros y pechos en paz, bro – Todos volvieron a reir, menos Kikyo, que comenzaba a masticar la rabia. Esa niñata se las pagaría.

- No la abraces con tanta familiaridad – Le gruño, golpeando su brazo – Deja a mi hermana en paz.

- No sabia que podías llegar a sentir celos, bestia – Volvio a reir Bankotsu, alejándose de la azabache.

- No te preocupes, hermanito – Se volvió a prender de su brazo y sonrio con lisonjeria – Soy solo tuya.

- No digas cosas que se puedan llegar a mal interpretar, Kaghome – La regaño, golpeando levemente su frente, intentando disimular lo que esa frase causaba en su cuerpo. Odiaba a esa niña - ¿Qué haces aquí?

- Nada – Atrajo a Sango al circulo y miro a Miroku fijamente, llamando su atención – Estabamos aburridas con Sango y vinimos a ver que hacían estos hombresotes. ¿No es asi, San?

- Asi es – Aseguro la peli negra, también mirando fijamente al oji azul, que le devolvió la mirada – Quizas alguno quiera bailar conmigo – Se ofrecio.

- Claro, bella dama. Yo...

- ¡No! – Interrumpio Kaghome, y se acerco a Bankotsu, sonriéndole – Tu baila conmigo.

- Seguro. No me negare a una solicitud asi – Miro al peli plata, sonriéndole con burla, mientras Inuyasha mordia su lengua para no echarlo – Yo intente alejarme, bro – Se volvió a mofar y camino con la azabache entre sus brazos.

- Entonces, yo aceptare su invitación, morena – Se ofrecio Miroku, tomando su mano y besándola – Claro, si no le molesta.

- No. Lo estaba esperando – Aseguro, sorprendiendo al peli negro.

- Si es asi, entonces vamos.

- Lo que hace tu hermana por su amiga, ¿No? – Pregunto Shippo, viendo la endurecida mirada de su amigo.

- Si – Fue su única contestación, casi gruñendo.

- Tranquilo, bestia – Palmeo su hombro, entregándole una cerveza – Todos sabemos lo protector que eres con tu "hermanita" – Enfatizo esa palabra, sin lograr sorprender al peli plata. Sus amigos sabían mejor que nadie lo mal que esa niña lo traía.

Mientras las horas pasaban, las personas allí presentes mas se ambriagaban, hasta el punto de acostarse a dormir bajo un árbol, o se internarse entre los pocos arboles que habia, para lograr mantener un poco mas de intimidad con su pareja.

Era todo un completo descontrol.

Kaghome reia al ver a esas personas haciendo ridiculeces. No es que ella estuviera muy despierta, pero aun recordaba como se llamaba y lograba caminar derecha. Bueno, quizás no tanto.

Giraba por todos lados sola, ya que su amiga aun seguía charlando y bailando, muy apretadito, con Miroku. Su príncipe azul.

-No tienes nada que hacer, Kaghome – Se dijo a si misma y se detuvo – Busquemos a Inuyasha – Se volvió a plantear ella sola y giro por todos lados, buscando a su hermano. Queria verlo. Y bailar con él.

- Kaghome – Se dejo oir tras ella, que se dio la vuelta feliz, creyendo que era el peli plata el que la llamaba. Para su mala suerte, era Kouga.

- Eres tu – Le contesto sin la mas minima nota de alegría - ¿Qué quieres?

- Bailemos, guapa – La tomo de la cintura, comenzando a moverse al ritmo de la música – Eres mi novia. Quiero estar contigo.

- Claro – Acepto sin ganas, pero tenia que resignarse. Era su novio, y ella lo habia aceptado, todo por darle celos a su hermano.

- Eres muy hermosa – Le susurro en su cuello, besándolo levemente. Muy al contrario de lo que creyo, le causo algo de repulsión, logrando que levante su hombro, para alejarse de allí - ¿Te causa cosquillas? – Le pregunto con una sonrisa bobalicona, y sus manos comenzaron a bajar hacia su trasero - ¿Esto te da cosquillas?

- No, Kouga – Tomo sus manos y lo miro fijamente – Esta mi hermano.

- ¿Y que? Seguramente esta con su novia y no te presta atención, guapa – Volvio a besar su cuello, sin obtener respuesta de Kaghome. Él tenia razón. Inuyasha seguro estaba con Kikyo, como habia estado esa noche en que la beso. Ella solo era una niña tonta que jugaba a ser algo mas que su hermana. Era una verdadera tonta – Eres deliciosa – Le susurro en su oído mordiéndolo, y recién en ese momento cayo en cuenta que ese peli negro tocaba sin recato alguno su pecho, sobre su blusa.

- No. Basta, Kouga – Se removio, intentándo quitárselo de encima, pero fue en vano – No me agrada que hagas esto delante de todos.

- Dejate llevar – Volvio a susurrar el peli negro, esta vez amasando su trasero, como si estuvieran solos.

- No. Detente – Forcejeo un poco y se maldijo por haber bebido tanto. No le quedaban casi fuerzas – Inuyasha – Llamo, y en ese mismo instante sintió como Kouga se alejaba de ella.

- Vuelve a tocar asi a mi hermana, y te quebrare todos los huesos del cuerpo – Amenazo en un gruñido y lo empujo lejos de ella.

- ¿Qué mierda te ocurre? – Bramo el peli negro.

- Alejate de ella – Amenazo cerca de su rostro – Vamos – Tomo la mano de la azabache y sin darle oportunidad de quejarse, la arrastro hacia la cocina. Al entrar, encontraron a una pareja, casi desnuda, besándose desaforadamente – Afuera. Ahora – Ambos, casi corriendo, se alejaron de allí, dejando a los hermanos.

Kaghome parada recta tras Inuyasha. El cual no la miraba. No hablaba. Hasta parecía que no respiraba.

-Inu... - Rapidamente, el peli plata se giro para empotrarla contra la isla de madera que estaba en el centro de la cocina. Tomo sus labios hambriento, mientras sus manos recorrían su rostro y su cintura. ¿Cómo demonios podía perder el control con solo escuchar su nombre de esas labios? Tenia que ser alguna clase de hechizo.

- No – Murmuro al separarse solo un milímetro de sus labios, y volvió a atacarlos. Kaghome estaba completamente ida, disfrutando de sus caricias y besos. Habia anhelado tanto esto, que ahora parecía un sueño. Y temia que en cualquier momento pudiera despertar.

Paso sus brazos por su cuello, apretándose mas contra su cuerpo, aprovechando para acariciar su nuca. Sentir como mordia sus labios, y como sus manos viajaban por su cuerpo sin temor, la hacia perder el hilo de pensamientos.

-Maldicion – Gruño el peli plata y, alejándose de ella, la arrastro nuevamente, pero esta vez, dentro de un pequeño armario donde Kaede guardaba la comida enlatada – No hagas ruido – Le susurro, logrando que ella se quedara callada.

- Inuyasha, ¿Estas aquí? – Se dejo oir la voz de Kikyo - ¡Maldicion! ¡Maldito niñato! – Volvio a gruñir, y se fue, dejándolos solos nuevamente.

Solo en ese instante, Kaghome cayo en lo que estaba ocurriendo. Habia vuelto a besarse con su hermano, y habia dejado que su mente se nuble.

-Yo... Me voy – Intento alejarse de él, pero al darse la vuelta, Inuyasha la abrazo contra su cuerpo, casi sin dejarla respirar. No podía irse. No ahora.

- No – Pidio, y escondio su rostro en su cuello, sintiendo ese aroma que tan loco lo volvia. Queria quedarse con ella allí, en ese pequeño armario, alejados del mundo, donde nadie los interrumpiria.

- Inu – Susurro, relajándose en sus brazos. ¿Cómo era posible que sus palabras la volvieran tan maniobrable?

Con lentitud, el peli plata apoyo la espalda contra la pared, comenzando a agacharse, para poder sentarse contra esta, sin dejar de besar levemente la nuca de la azabache. La sento casi sobre su vientre, y doblo sus propias rodillas, para que ella quedara atrapada entre su cuerpo y sus piernas. No queria dejarla ir. No queria separarse de su hermana. Mañana podría echarle la culpa al alcohol, aunque solo hubiese bebido tres cervezas.

-Hueles delicioso – Le susurro, casi jadeante. La azabache bufo en señal de respuesta, ya que su conciencia comenzaba a flaquear de nuevo. No sabia en que momento habia pasado a estar entre los brazos de Kouga, a estar arrodillada, sobre el miembro de su hermano, apretando sus piernas para no gemir. Podia sentir la dureza contra su lugar mas sensible y eso le gustaba. Y mucho.

- Inu – Gimio, luego de soportarlo mucho tiempo.

- Si. Lo se – Fue lo único que su hermano le contesto. Con suavidad, comenzó a desabrochar los botones traseros de la blusa de su pequeña, descubriendo su suave y blanca piel, sin ninguna otra prenda que estorbase su vista. Su espalda, tan limpia y pura, le daba hambre.

Sin permiso, tomo su nuca y la hizo recostarse contra sus piernas, mordio su hombro y desde ese punto bajo hasta su media espalda con su lengua, lamiendo su epidermis. La azabache gimio con fuerzas, mientras apretaba su centro, contra el de él. Esto era una locura, lo sabia. Pero no podía evitarlo.

Inuyasha gruño al sentir como el calor de su sexo traspasaba su pantalón y llegaba a su miembro. Cada vez estaba mas duro, y no sabia cuando soportaría sin hacerla suya. Jugaria un rato mas con ella, y luego, que todo se fuera al diablo, llevaría a su hermana a su habitación para hacerla suya.

Colo sus manos entre su blusa y sus piernas, y comenzó a acariciar con suavidad sus pechos, escuchando los gemidos que cada vez iban aumentando mas. Sus pezones eran algo grandes, pero eso solo hacia la tarea de torturarlos mas divertida.

Por su parte, la azabache, comenzó a mover lentamente sus caderas por inercia, rozando sus partes. Se sentía tan duro y grande, y las ganas de verlo, tocarlo y saborearlo, iban en aumento. Sentia su falda amontonada en su cadera, dándole espacio libre para moverse a su antojo.

-Mas – Rogo, y sintió la respuesta de él cuando apretó uno de sus pezones con mas fuerza, casi haciéndola gritar – Si – Volvio a gemir con fuerzas y el movimiento de su pelvis, que hasta ese momento habia sido lento, comenzó a ganar rapidez. Frotar su clítoris contra la tela de su pantalón la estaba llevando a la cima, y su hermano solo habia tocado sus pechos.

- Detente. No podre contenerme – Le susurro, tomando su cadera, pero fue inútil, la azabache estaba perdida en su propio placer – Kag...

- ¡Inuyasha, sal de donde estes! – Volvio a escucharse, logrando que la burbuja de placer que sentían ambos, se rompa en mil pedazos - ¡Maldito seas! – Rugio la peli negra, para luego azotar la puerta.

- ¿Qué estoy haciendo? – Murmuro la azabache, casi con culpa. Inuyasha era su hermano, y la tenia a Kikyo. Solo queria estar con ella por deseo, no porque la quisiera – No – Volvio a susurrar, y con rapidez, antes de que el peli plata logre atraparla otra vez, se paro y abrió la puerta, intentando alejarse.

- ¡Espera, Kaghome! – Tomo su brazo, pero la azabache se alejo, mirándolo fijamente mientras mantenía su blusa desabrochada, contra su pecho.

- No me toques – Murmuro lúgubre. Era una tonta. ¿Por qué no podía pensar antes de hacer esas cosas?

- ¿Qué te ocurre? ¿Por qué te vas asi? – Dio un paso hacia ella, pero Kaghome retrocedio – Kaghome.

- No me toques nunca mas – Siseo con odio. ¿Por qué era tan tonta? ¡El solo jugaba con ella! ¡Ahora se iria a revolcarse con Kikyo!

- Kaghome – Susurro sorprendido. Que imbécil era. Habia vuelto a hacer, lo que habia jurado que jamas volveria a ocurrir – Yo... Disculpame.

Lo sabia. Lo sabia. Ahora se arrepentia, se iria y follaria con Kikyo, como estaba a punto de hacer con ella. ¡Era tan estúpida! Sin poder impedirlo, unas pequeñas lagrimas comenzaron a correr por sus mejillas, se giro dispuesta a irse, pero la mano de él la detuvo. Sin pensarlo, se giro con rapidez, propinándole una bofetada.

-¡No me toques! – Grito y lo miro fijamente. Estaba realmente sorprendido. Quizas con esto la odiaría y se alejaría de ella – No eres mi novio para tocarme de esta forma – Grave error. Con solo decir eso, la mirada dorada de ese joven se endurecio tanto, que creyo que moriría bajo su presión.

- Tienes toda la razón, hermanita. Fue mi error – Y sin mas, se alejo de allí, dejándola completamente desamparada.

<< Eres una estúpida. Él tiene a su novia. No necesita de una niña tonta como tu para ser feliz. Solo deseaba sacarse las ganas contigo. O queria vengarse por tu mentira. Kaghome tonta>>

Se culpo a si misma la azabache.

<< Solo has conseguido asustarla, como la vez pasada. ¡Imbecil! ¡Solo eres un imbécil! Eres su hermano, confio en ti, ¿Y como le pagas? Echandote encima de ella, como perro en celo. Ahora te odia, y sus razones tiene. No eres mas que un fracaso>>

Se culpo a si mismo el peli plata.


***

Hello, it's me...  🤭😜

Como están mis queridxs hanyou's, pechochxs de la mami? 

Aquí les traigo un nuevo capitulo de esta pequeña historia. Aun queda mucho por vivir en la vida de estos hermanos, así que espero que les enganche cada vez mas. 

Nunca soy de pedir cosas así, pero revisando mi perfil, note que tengo pocos seguidores, asi que comenzare a pedir cosas como que me sigan y que, si tienen amigos, me recomienden con ellos. Sera por demás de agradecido. 

Quizás, si me recomiendan, les podría dar un regalito especial a cada persona que lo haga. No se. Puede ser. 

Les voy a ser sincera. No se como hacen esas historias que tienen millones de errores, que no tienen casi ni coherencia, que te escriben todo así sin comas ni puntos y tenes que ser adivina para saber donde comienza un dialogo y donde terminar el otro ni hablar que no le ponen un maldito acento (Díganme si no es molesto) y, sin embargo, tienen miles de likes, miles de comentarios y están entre el top 5 de las historias mas leídas. 

No se si le pagan al tío watt para que las haga viral o algo. No entiendo y, por ahí, me da algo de bronca. Una, pobre esclava de la gramática y la ortografía, intenta que todo este bien escrito, con sus puntos, sus comas, sus acentos y vienen estas personas que NO LE PONEN NI SIQUIERA MAYÚSCULAS A LOS NOMBRES PROPIOS Y TIENEN 50MIL VISITAS. 

Como diría Homero, ¡ME QUIERO VOLVER CHANGO!

Nada. Eso. Quería desahogarme jajaja

Ahora si, no lxs enrollo mas. 

Lxs quiero!

Lin! ❤


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