5.
– Mi novio eres tu – Lo miro fijamente, notando como sus ojos se abrían por la sorpresa.
- Kaghome, querida – Se escucho la voz de Cata, con un tono burlesco.
- Cata – Le siseo entre dientes, intentando sonreir. Estaba perdida. Inuyasha la trataría como una niñata estúpida frente a ellas tres y su poca vida estudiantil estaría acabada.
- Mira con quien estas – Hablo Lila, sin apartar la vista de Inuyasha, que no podía analizar lo que su hermanita habia dicho – Con tu novio – Con el tono mas complaciente posible, susurro esas tres palabras, y Kaghome la odio. Tendria que soportar el mismo tono hasta que se graduara.
- No, él no...
- Cariño – Llamo el peli plata, sorprendiendo a las presentes – No me habias comentado que tuvieras amigas nuevas en el colegio – La azabache lo miro fijamente, sin creer lo que escuchaba. Su hermano la estaba ayudando. Tomo su mano con ternura, haciendo que se sonrojara. Actuaba muy bien.
- Yo... No tuve tiempo de contártelo, Inu – Le susurro, aun sin creer nada y el peli plata le sonrio.
- Lo se. Estabamos ocupados con otras cosas – Por primera vez miro a las tres chicas, que aun estaban atónitas por lo que estaba ocurriendo. De verdad eran novios – Por favor, tomen asiento – Con suavidad se levanto, y tomo asiento al lado de su hermanita, abrazándola por la cintura para atraerla mas hacia él.
Era verdad que esa declaración lo habia tomado por sorpresa, pero ahora que habia logrado entrar en confianza con ella, no dejaría pasar la oportunidad de abrazarla y tocarla sin que ella se queje. Era un pervertido, lo sabia, pero sus ganas de tenerla entre sus brazos eran mayores que su auto control.
-¿Qué hacen por aquí? – Pregunto con total naturalidad la azabache, acomodándose al lado de Inuyasha. Y aunque estaba super nerviosa, intentaba mostrarse lo mas normal posible. Aunque por dentro su corazón estuviera por salirse de su pecho.
- Solo estábamos paseando, y decidimos entrar a conocer a tu novio. Ya que hoy hablaste demasiado bien de él – Rosette, que se notaba era la menos ingenua, apoyo sus codos en la mesa, y su mentón sobre sus manos, sonriendo enormemente.
- Es verdad – Siguio Lila – Como revelaste tantos actos eróticos entre ustedes dos, queríamos saber que tan guapo era.
Kaghome casi se atraganta con su propio aliento al escuchar eso. Habia olvidado por completo la historia erotica y sexual que le habia inventado a esas tres malditas. Inuyasha la mataria. Definitivamente la mataria.
-Pequeña. Pequeña – Le susurro cerca de su oído, causando estragos en el virgen cuerpo de la azabache - ¿Asi que andas ventilando nuestros encuentros intimos? – Le gustaba. Eso realmente le gustaba y lo excitaba. Kaghome no solo lo veía como un posible candidato a pareja, sino que también, lo veía como posible encuentro sexual. Y vaya que eso lo ponía duro como una roca - ¿Tienes algo que decir en tu defensa? – Tomo su mentón, acercando su rostro a escasos centímetros del suyo. Como le gustaba tenerla asi.
- Yo... Inu... - ¿Qué le diría ahora? No era que le molestaba que supieran de sus encuentros sexuales, si los tuviera, claro, pero el saber que Inuyasha estaba enterándose de que fantaseaba con él, hacia todo mucho mas complicado.
- Siempre te gusto que todos supieran sobre eso, pero no pensé que lo dirias en el colegio – Se acerco mas a ella, y giro levemente su rostro para susurrarle en el oído – Eres una pervertida. Cuando lleguemos a casa te castigare muy duro – Mordio levemente su oreja, logrando que no solo Kaghome, si no que también sus compañeras, se sonrojaran. ¿Cómo era capaz de hacer y decir esas cosas en publico?
- Si – Susurro con voz temblorosa. Tenia que seguirle el juego si quería que esas tres gatitas la dejaran de molestar – Me porte muy mal – Con su mano llego hasta su boca y acaricio sus labios. El peli plata volvió a sonreir y mordio su dedo con lentitud.
- ¿Hace cuanto tiempo son novios? – Pregunto la rubia, rompiendo esa burbuja de sensualidad, molestando a Inuyasha.
- Hace... - Comenzo a contestar el peli plata, pero se callo al sentir como su celular comenzaba a sonar. Lo saco de su bolsillo y lo miro, gruñendo al saber quien llamaba – Kikyo otra vez – Gruño y corto la llamada.
Kaghome, aprovechando la situación, tomo su mano que mantenía el telefono y la apretó suavemente, sonriéndole.
-Estamos aquí – Beso su mejilla, haciendo que el oji dorado sonriera aun mas.
- Lo se – Apago por completo su aparato para no ser molestado nuevamente – No quisiera estar en otro lado – Beso la nariz de la azabache, guardandolo nuevamente – Como les decía antes de que me interrumpieran – Miro a las tres muchachas que no estaban nada felices – Estamos hace poco. Desde que ella llego de Japon. Fue atracción a primera vista.
- ¿Y donde la conociste? – Continuo preguntando Cata, queriendo encontrar alguna pista que les indique era todo una farsa.
- Cuando entro a mi hogar. Ella es mi hermana – Sonrio enormemente, lleno de maldad al ver a las tres con los ojos completamente abiertos. Queria una historia, eso tendrían. Y aprenderían a no molestar a su hermanita – Mis padres la adoptaron hace pocos días, pero apenas la vi supe que seria mia – Miro a la azabache, que estaba completamente sonrojada, pero sonreia levemente – La primera noche que durmió con nosotros, me adentre en su habitación y le confese que me atraía, que me parecía una chica sumamente bella y que sus ojos me encandilaban. Ella me acepto a pesar de la relación que nos une, y a pesar de Kikyo – Acaricio el puente de su nariz y volvió a mirar a las muchachas – Desde ese momento estamos juntos. Y lo disfrutamos mucho.
- Yo... No sabía que eran hermanos – Susurro con vergüenza Lila.
- Asi es. ¿No se los comente hoy? Inuyasha es mi hermano, sin relación sanguínea.
- Eso es... Muy morboso – Susurro Cata. Kaghome sonrio y no pudo evitar pensar donde habían quedado esas tres arpías.
- ¿Esto es morboso? – Largo una carcajada y luego las volvió a mirar seriamente – Ustedes tienen una agenda fríamente calculada para ver quien sale con Kouga, ¿Y nuestra relación es morbosa? No me hagan reir.
- Vamos, pequeña – Le susurro en el oído a su hermanita, que solo pudo sonrojarse – Todo este morbo, me prendio – Con su mano, acaricio su pierna, hasta casi perderla bajo su falda. La mesa, al ser de vidrio, mostro el claro espectáculo a las tres compañeras, que se sonrojaron aun mas.
- Claro, perrito guardian – Le sonrio sensualmente, pero la verdad era que por dentro su corazón latia desbocado. Su mano sobre su piel desnuda, tan cerca de su lugar mas intimo, y su voz tan grave, de verdad la estaban encendiendo. Pero sabia que solo era una actuación. No podía creerse sus palabras, como si de verdad estuviera enamorado de ella.
- Un gusto conocerlas, chicas – Saludo el peli plata, luego de pararse y prenderse de la cintura de su hermanita – Lamento que nuestra mórbida relación no sea de su agrado, pero no la dejare por ustedes – Sonrio falsamente y comenzó a caminar, llevándose a la azabache con él.
Sin decir una palabra, y sin siquiera mirarse, subieron al auto y marcharon hacia su hogar. Lo de recién habia sido una completa locura, y ambos lo sabían.
Kaghome se arrepentia totalmente de entrometer asi a su hermano, en una tonta discusión de niñas y, aunque él habia ayudado lo mejor posible, sabia que por dentro la estaba odiando. No podía ser tan boba. Habia arruinado todo completamente por su gran bocota.
Por su lado, Inuyasha intentaba pensar en alguna lección de la universidad, o cuantos kilómetros faltaban para llegar, hasta cuanta gasolina quedaba en el tanque de su auto, ya que si no se distraía, estaba seguro que la bragueta de su pantalón explotaría. Y seria casi imposible no saltar sobre Kaghome, y hacerla suya de una vez.
Toda esa actuación habia despertado su lado mas primitivo, logrando que sus instintos casi gobiernen su mente. Lo sensual que se habia visto correspondiéndole, como su piel se habia erizado bajo su tacto, hasta podía sentir el sabor del dedo que acaricio su boca. ¿Por qué tenia que ser tan endemoniadamente linda? Odiaba eso, ya que no se podía controlar.
Sin notarlo, comenzó a apretar sus dientes con fuerza, al igual que el volante del coche. Kaghome lo vio fijamente, y estaba convencida de que estaba furioso por eso.
¡Maldicion, Kaghome! Eres una estúpida.
Le grito su inconsciente, y por primera vez, estaba en total acuerdo.
Al llegar a su casa, Inuyasha guardo el auto en la cochera, y ambos se quedaron sentados, sin saber que hacer. ¿Irse? ¿Quedarse allí? Era un tonto dilema.
-Inuyasha... Yo... - Comenzo a excusarse la azabache, pero la lúgubre voz de Inuyasha la sorprendio.
- Calla. No hables – Le susurro sin mirarla, apretando aun mas el volante. No quería moverse, pero quería que ella se fuera. Estaba en su limite, y el escuchar su voz empeoraba todo.
- Inuyasha...
- Vete – Le ordeno, pero sin mirarla. No podía mirarla. No quería mirarla.
El corazón de la azabache dolio. De verdad la odiaba, y lo entendia totalmente. No quería verla mas, y el ajuste que tenia sobre el volante del coche delataba la ira que contenia.
-Yo... Lo lamento – Y su voz se quebró. Un sollozo escapo de su garganta, llamando la atención del peli plata, que la miro preocupado. ¿Qué ocurria? ¿La habia echo llorar?
- Maldicion – Mascullo y sin mas, la abrazo contra su pecho. Su cuerpo se sofocaba del calor que sentía, pero no podía permitir que eso le impida consolar a su hermanita – No llores – Le pidió con delicadeza, mientras comenzaba a acariciar su cabello, como siempre.
- Disculpame – Se aparto un poco de él, mirándolo a los ojos, aun con sus lagrimas corriendo por sus mejillas. Inuyasha la miro fijamente, y respiro su aliento. Eso fue suficiente para hacerle perder el control.
- Demonios – Volvio a maldecir y sin mas, ataco los labios de la azabache.
Kaghome estaba estatica, con sus ojos sumamente abiertos por la sorpresa, pero al sentir como el abrazo de él se ajustaba, y como su lengua recorria sus labios, no pudo mas que corresponderle. Cerro sus ojos, gimio levemente por las sensaciones que comenzaban a invadirla y abrió su boca, para recibir la intrépida lengua de su hermano.
Inuyasha sentía que estaba a punto de enloquecer, sus labios eran suaves y dulces, y le seguían el ritmo de una manera casi perfecta. ¿Cómo era posible sentir todo lo que sentía con solo un misero beso? Definitivamente, Kaghome lo desquiciaba.
Sin darle tiempo a arrepentirse, ataco su cuello, lamiendo y mordisqueándolo como un poseso. Estaba mal, pero quería dejar su marca en ella, y que ningun hombre mas la mirara. Kaghome era de él, y lo estaba demostrando.
-Inu... Yasha – Jadeo, prendiendo de sus cabellos plateados. Nunca imagino que esos besos serian tan adictivos, y se sentirían tan bien. Queria mas. Mucho mas.
Para su mala suerte, el celular de la azabache comenzó a sonar, rompiendo ese clima de sensualidad que los habia envuelto completamente.
Inuyasha gimio de culpa al verse casi sobre ella, entre sus piernas, con una de sus manos en su blusa desabrochada y con sus labios en su cuello, mordiéndola. ¿En que maldito momento habia tomado su pierna para meterse entre ellas? Podia ver con claridad sus bragas húmedas y eso lograba que su vena comenzase a palpitar con mas velocidad. ¿Qué mierda estaba haciendo? ¡Tenia que controlarse!
-Maldicion – Maldijo por tercera vez y, sin darle tiempo a su mente de perder nuevamente en ese embriagante aroma de su pequeña hermana, se giro, saliendo de auto, para correr a su habitación.
La azabache aun no podía controlar su respiración, y la reacción de su hermano la habia dejado demasiado perdida. ¿Por qué se habia ido? ¿Acaso tan mal lo hacia? No podía ser. Se notaba que lo disfrutaba, pero entonces, ¿Por qué?
Porque solo eres una chiquilla, que casi se regalo a él con lo que le dijo a sus compañeras.
Otra vez esa molesta voz en su interior aunque, por muy extraño que sonase, volvían a estar de acuerdo.
Una pequeña lagrimas corrió por su mejilla mientras acomodaba su ropa, pero se la limpio con rapidez. No dejaría que nadie la viese tan vulnerable. Si habia superado lo de su madre, lo que acababa de ocurrir también tenia que superarlo.
***
Ya estaba cansada de esperar que Inuyasha contestara sus mensajes o sus llamadas. Tampoco entendia que habia sido eso de esperar a que se tranquilizara para hablar. Ella quería hablar con él en ese mismo momento, y no iba a aceptar un "no" como respuesta.
A pesar de ser bien entrada la noche, Myoga la dejo entrar, con la promesa de no hacer mucho ruido ya que los señores de la casa estaban en sus cuartos descansando.
No entendia porque ese anciano la miraba con mala cara. Lo primero que haría cuando fuera ama y señora de esa mansión, seria despedirlo. Y a esa vieja arpía que siempre colocaba brócoli en su plato, a pesar de que no le gustaba, también.
Camino hacia la habitación de su novio, rogando no cruzarse por el camino a esa niña que tanto odiaba. Culpa suya no habia visto a Inuyasha en días.
Sin golpear entro, encontrando a ese hermoso peli plata recostado en su cama, aun con su ropa puesta. Se notaba lo cansado que estaba.
Con delicadeza acaricio su cabello, siempre le habia gustado, tan largo y sedoso, pero cuando sintió como se removio inquieto, se detuvo. ¿Acaso tenia miedo de que se despertara y la echara? Ella nunca temia de nada.
-Kaghome... Disculpame – Se escucho un susurro de sus labios, logrando que la ira de la peli negra aumentase. Soñaba con esa niñata idiota.
- ¡Despierta, imbécil! – Bramo, golpeándolo con su mano abierta. El peli plata se exalto, sentándose en la cama, pero al verla su mirada se torno dura. No deseaba enfrentarse a ella en ese mismo momento.
- ¿Qué demonios haces? – Le susurro con una calma que la asustaba. Pero no tenia que dejarse amilanar. Estaba allí para aclarar las cosas.
- No me contestas ninguna de mis llamadas, ni mis mensajes, ¿Y me preguntas que hago aquí?
- Te aclare que no deseaba hablar contigo en este momento – Le entrego su peor mirada de odio y se volvió a recostar, dándole la espalda – Vete Kikyo. No estoy de humor para hablar contigo.
- No me vas a ignorar nuevamente – Tomo su hombro, girándolo y se sento encima de él - ¿Conmigo no quieres hablar pero tienes suficientes animos para llamar a esa niñata en sueños? – Al escuchar esa declaración, el oji dorado se sorprendio. ¿Tan impregnado de esa azabache estaba que la llamaba en sueños?
- No digas idioteces, Kikyo – Se sento, tirándola contra el colchón para luego pararse - ¿Acaso estas celosa de mi hermana? No lo puedo creer. Siempre fuiste posesiva, hasta con mis amigas, pero es el colmo que seas asi con Kaghome. ¡Es mi hermana, maldita sea! – Y esa declaración hizo que algo se removiera en su interior. Claro. Era su hermana, solo eso. Y él, como buen simio, habia intentado profanarla. ¿Qué hubiese ocurrido si su teléfono no hubiese sonado? No quería ni pensarlo.
- ¿Tu hermana? No me hagas reir. ¿Qué tan idiota te crees que soy? Noto como la miras – Se levanto, para ponerse delante de él y enfrentarlo - Noto muy bien como te pones duro con solo mirarla – Le siseo en el rostro, e Inuyasha se incomodo al verse descubierto, pero lo disimulo.
- ¿Y que si es asi? No tenemos relación sanguínea, y es una jovencita muy bella con un espectacular cuerpo. Pondria duro a cualquier hombre – Se acerco mas a su rostro, notando como la sorpresa de haber confirmado sus dudas invadia sus facciones – Si es todo, vete. No deseo seguir con esta estúpida discusión – Y sin permitirle objetar, tomo su brazo, echándola de su cuarto. Acto seguido se fue hacia su baño. Tanto pensar en el cuerpo de su hemanita, habia logrado que el suyo despertara.
Por su lado, Kikyo aun seguía atónita por lo que acababa de ocurrir. Ese cretino le habia confirmado que esa niña lo calentaba, y habia tenido el descaro de decírselo sin una pisca de culpa. ¿Qué podía hacer ahora? No quería que Inuyasha escapara de sus garras ya que, gracias a él, podía llevar la vida que llevaba.
-Maldicion, ¿Ahora que hare? – Se apoyo contra la pared, pensando que podría hacer en ese momento. ¿Cómo retendría a Inuyasha a su lado?
- No te preocupes, Soso, te traeré algo de comer – Una voz del otro lado de la puerta que tenia frente a ella se dejo oir, y eso fue suficiente para que una idea cruzara por su cabeza. No retendría a Inuyasha, directamente, si no que alejaría a esa niña del lado del peli plata.
Con rapidez desacomodo su ropa y corrió su labial, y abrió un poco su camisa, dejando su brasier al descubierto. Su plan comenzaba.
La azabache, completamente ingenua a lo que sucedia, salio de su habitación con una enorme sonrisa, pero al ver a Kikyo, se le borro. ¿Por qué se encontraba asi desarreglada?
-Kikyo – Le siseo. La peli negra sonrio para sus adentros.
- Kaghome, querida. Disculpame por mi apariencia, pero es que Inuyasha se puso tan... Ansioso cuando nos reconciliamos, que tuve que huir si quería que descansara para mañana ir a la universidad – Se acerco a ella, moviendo sus caderas – Se que me entiendes.
- Claro – Volvio a sisear, mientras contenia el llanto dentro suyo. Inuyasha se habia acostado con ella. Cualquier mujer le venia bien para disfrutar el momento, ¿No?
- Sostenme un momento mi cartera – Tomo un estuche de su bolso, y comenzó a acomodarse el labial – Hacia tiempo que no lo veía asi de fogoso. Me extraño tanto como yo a él - Comento, logrando que la mirada de la azabache se torne perdida.
- Seguro – Fue lo único que contesto, entregándole sus pertenencias – Procura que mis padres no te vean con esa ropa desarreglada – Y sin dejar que le conteste, casi corrió hacia la cocina. Queria alejarse de esa maldita mujer. No quería seguir viéndola. Le dolia mucho el corazón – Maldita sea – Maldijo, pero antes de poder perderse en su hogar, sintió como una mano tomaba su brazo.
- Kaghome, escúchame – Otra vez esa mujer. Penso en ignorarla, pero no podía. Desde ahora serian familia, y tenia que llevarse con ella lo mejor posible.
- ¿Qué? Estoy apurada.
- Lo se, será rápido – Se coloco mejor delante de ella, sonriéndole – Queria pedirle disculpas por lo sucedido el otro dia. Se que fui muy cruel, pero tenia un mal dia, me descargue contigo sin pensarlo. Desde ahora seremos familia, y no quiero estar en malos tratos contigo – Le sonrio aun mas enorme, aunque muy falsamente. Su plan estaba yendo como lo deseaba. Si seguían asi, si se hacían amigas, le demostraría lo enamorados que estaban y, conociendo lo amable que era esa niña, se alejaría de Inuyasha - ¿Qué dices? ¿Podremos ser amigas?
Kaghome la miro fijamente, sin saber que decirle. Queria gritarle que no, que se alejara de ella y de Inuyasha, que se perdiera, pero no podía. Desde antes de que llegara a esa casa, Kikyo ya era la novia de su hermano, no podía separarlos solo por capricho. Ademas, estaba mas que claro que Inuyasha solo jugaba con ella, ya que no habia alcanzado a dejarla, que se habia acostado con esa peli negra.
-Claro. Seremos amigas – Se forzó a sonreir, como lo habia hecho ese ultimo año con los médicos y la asistente social.
- Muchas gracias – La abrazo con fuerzas, aunque se separo al instante – Cuando tenga algo de tiempo, iremos de compras. ¿Quieres?
- Claro. Seguro – Volvio a fingir. Lo que menos deseaba era pasar a tiempo a solas con esa mujer.
- Me tengo que ir. Aun tengo un trabajo que terminar para la universidad, y si Inuyasha me ve aquí, no me dejara salir de su habitación – Bromeo, sabiendo muy bien lo que causaba en el corazón de esa niña – Nos veremos, Kaghome.
Con paso seguro, marcando sus tacones contra el parque de mármol blanco, la peli negra se alejo de Kaghome, dejándola en un mar de incertidumbres que pesaba sobre su cuerpo.
¿Qué habia sido todo eso?
Esa misma tarde se habían hecho pasar por una pareja, y se habían besado desenfrenadamente, ¿Por qué en ese momento se encontraban tan distanciados? Todo era su maldita culpa. Por mentir. Por aprovecharse de su bondad. Por hacerse ilusiones de algo que no le correspondia.
En ese momento se encontraba mas sola que nunca.
***
El sol pegaba de lleno sobre su rostro. Con pocos animos tomo una almohada, colocándosela sobre sus ojos, no quería despertar.
No quería ver el rostro de ese pecado caminante que lo tenia como loco.
Esa misma madrugada, luego de que Kikyo le dejo en paz y de que se habia duchado para despejar sus pensamientos, un sueño completamente erotico lo habia despertado. Cuando noto el estado de su cuerpo, no se sorprendio cuando vio a su amigo mas despierto que él, pero no solo eso, su respiración aun seguía agitada, y su sangre corria espesa por sus venas.
Con el nombre de su hermana escapando de sus labios y con el sueño aun recorriendo su cerebro, no tuvo mas opción que autosatisfacerse, aunque no se espero que las imágenes de la azabache, esa misma tarde, en el auto, lo asaltasen. Su rostro sonrojado, sus labios entre abiertos jadeando, sus gemidos repitiendo su nombre, sus ojos cristalizados por la pasión, sus bragas blancas, puras, humedas. Todo habia sido un coctel explosivo para que su orgasmo fuera mas fuerte que nunca.
Si solo con la imaginación habia acabado como nunca antes, ¿Cómo seria cuando la tuviera en su cama, bajo su cuerpo, pidiendo por mas?
-Basta Inuyasha – Se regaño a si mismo, levantándose para ducharse, otra vez – No puedes seguir asi.
Pero antes de poder acercarse a su baño, escucho esa voz angelical que le gritaba a su hermanito para que se duchara. Como un zombie camino hacia la entrada de su habitación, abriéndola solo para poder encontrársela, pero no se espero lo que iba a ver.
Al acercarse a la puerta del cuarto de la azabache, noto como esta estaba entre abierta, dejando una leve rendija perfecta para espiar. Se asomo, queriendo disculparse con ella por haberla atacado en el auto, pero al verla, su garganta enmudeció.
Estaba completamente desnuda, tapada solamente con unas diminutas bragas y un sostén a juego. Bailaba y tarareaba una canción de fondo, aunque no sabia decir cual era, ya que sus sentidos estaban puestos en ella.
Unos buenos pechos se dejaban envolver por esa tela de color verde, su cintura se dejaba ver con libertad, tan pequeña y estrecha, pero sus caderas redondeadas parecían talladas por los mismos dioses. Su trasero se notaba aun mejor que envuelto por el short con el cual la vio por primera vez. Sus piernas, al igual que sus brazos, eran largos y firmes. ¿Qué clase de mala broma era esa? ¿Y porque justo en ese momento tenia que aparecen frente a él, para tentarlo y llenarlo, aun mas, de lujuria?
Con su mano temblando, saco su celular del bolsillo de su pantalón de pijama y apunto hacia donde ella se movia libremente, como si nada en este mundo la atara. Sabia que estaba mal, que era un delito, pero aun asi, tomo varias fotos de ella.
Eso seria su mayor tesoro.
***
Luego de rogarle un poco a sus padres, habia conseguido que le dieran permiso de irse en bicicleta hasta el colegio. No quería que Inuyasha la volviera a llevar, y tampoco que el chofer se molestara por ella. Con que llevaran a Souta, para ella estaba mas que bien.
Inu No le habia prometido que mañana mismo tendría una bicicleta muy bella solo para ella, pero que ese dia aceptara que Rocke la llevara al colegio.
Cuando le preguntaron si sucedia algo con Inuyasha, tuvo que inventar una estúpida excusa de que tenia que ir mas temprano al colegio por un proyecto. Eran tan tonta que se iba media hora antes solo para no cruzarse a ese peli plata.
Al llegar, no se sorprendio al no ver a nadie. Suspiro, agachando su cabeza. Su inconsciente seguía confirmando que era una tonta y, sumándole a eso, una cobarde, por no poder enfrentarse a su hermano y decirle lo que pensaba.
Definitivamente no podría hacer eso. Por lo menos, no por ahora.
Al entrar a su salón de clases, se sorprendio al ver a Kouga, semi recostado sobre su silla, jugando con su celular.
-Buen dia, Wolf – Saludo, sorprendiéndolo, lo que causo que pierda el equilibrio y casi se caiga de la silla – Disculpame – Le dijo, aguantando la risa.
- Kag, cariño – Se paro como todo un galan y camino hacia ella, besando el dorso de su mano – Que bello comienza mi dia que eres a la primera que veo – Alago, y apretó con fuerza su mano.
- ¿Qué haces aquí tan temprano? – Solto, sutilmente, su mano y camino hacia su pupitre.
- Es algo parecido a un castigo – Se rasco la nuca, sentándose sobre el pupitre de ella – Se enojaron y me hacen venir una hora antes al colegio. ¿Y tu? – La azabache se tenso, pero le sonrio disimuladamente.
- Le hice creer a nuestras compañeras que Inuyasha, mi hermano, era mi novio. Luego nos besamos en el auto, pero termino acostándose con la novia, asi que es mas que obvio que solo jugo conmigo. Por esa razón, ahora salgo de mi casa antes para no cruzármelo en el desayuno – Penso con ironia. Definitivamente no podía decirle eso – Mis padres venían a una empresa por aquí cerca, asi que aproveche a que me dejaran aquí – Mintio.
- ¿Y no tienes un chofer que te traiga? Podrias haberte quedado durmiendo un rato mas – Le comento desinteresadamente, mientras contestaba un mensaje de su teléfono.
- Soy de las chicas que se levantan temprano.
- Entonces, dime, ¿Cuándo salimos? – Kaghome lo miro y sonrio. De verdad no se daría por vencido. Pero, ¿Qué tenia que perder si le decía que si? Inuyasha solo la trataba como un juguete y las otras gatitas ya tenían en claro que ella no era alguien con quien se podía jugar.
- ¿Qué te parece hoy? – Le susurro, coqueteándole. Solo quería olvidar ese dolor que sentía en el pecho.
- Seguro. Luego de clases iremos a tomar algo – Se paro, volviendo a besar su mano – Avisa en tu hogar que llegaras tarde.
- Claro.
- Tengo asuntos que atender – Se disculpo, mirando su celular. Cata se enojaría, pero no perdería la oportunidad de salir con esa mujer de infarto.
- ¿Qué acabas de hacer? – Se pregunto a si misma. Tomo su celular, marcando el numero de su casa. Era mejor avisarles ahora.
/
-Residencia Taisho – Se dejo oir una gruesa voz, haciendo que Kaghome casi muera de infarto. Era Inuyasha. Nunca contestaba el teléfono, ¿Por qué justo ese dia, justo esa hora, tenia que atenderlo? ¿Cómo le diría ahora que saldría con un chico que apenas conocía?
- Inuyasha – Susurro con vergüenza, escuchando un leve jadeo del otro lado de la línea.
- Kaghome, ¿Qué ocurre? ¿Sucedió algo?
- No. Estoy bien. Solo quería llamar para avisar que llegare algo tarde hoy.
- ¿Tarde? ¿Por qué? –Su voz se tornaba dura. Era mas que obvio que no le agradaba nada la idea de que llegara tarde.
- Un amigo me invito a tomar algo, asi que iremos luego de clases – Silencio. Fue lo único que recibia del otro lado de la línea.
- ¿Qué amigo? – Su voz sonaba lúgubre, como si estuviera a punto de matar a alguien. ¿Por qué se ponía asi? Ella era su hermana, nada mas que eso. No tenia derecho a hacerle escenas de celos, mucho menos a enojarse.
- Kouga Wolf. Luego me llevara a casa.
- No creo que sea muy buena idea, Kaghome. Ven a casa luego del colegio.
- Pasame con papá o con mamá – Insistio. No quería escuchar mas su voz. No quería que le dijera que volviera a su casa, porque no quería ver su rostro.
- Estan desayunando. Te dije que vuelvas luego del colegio – Esta vez su enojo era mas que notorio.
- Has lo que quieras – Y ahora la enojada era ella. Tenia suficiente con que la ilusionara asi y que luego se acostase con Kikyo, como para que quisiera manejar su vida – Les enviare un mensaje.
- Kaghome, dije que no...
/
Y con rapidez corto la llamada.
Su mano aun temblaba y sus ojos estaban llorosos.
No quería desobedecer a su hermano, no quería hacerlo enojar, pero deseaba con toda su alma olvidarse de él.
-Disculpame – Susurro, tragándose el nudo que tenia en su garganta.
Volvio a tomar su teléfono, escribiéndole un mensaje a su padre:
*Saldre a tomar algo con un amigo. Volvere a casa para la cena.*
Dejo el celular arriba de su escritorio, esperando la contestación, que no tardo demasiado.
*Ten cuidado, cariño. Diviertete.*
Como una boba sonrio a ese aparato. Era mucho mas facil hablar con su padre.
*Claro. Te quiero*
*Yo mucho mas, pequeña mia*
Una pequeña lagrima rodo por su mejilla. Era muy lindo leer esas palabras luego de recibir una decepción amorosa.
Quizás no se encontraba tan sola.
***
Al terminar las clases, y luego de explicarle a su amiga el motivo por el cual saldría con Kouga, la azabache se encontró a la salida con ese joven de hermosos ojos azules.
-Kouga – Lo llamo.
- Bella Kaghome – Se acerco a ella, tomándola de la cintura - ¿Nos vamos? – Le abrió la puerta de su auto como todo un caballero. Un poco incomoda pero sonriente, se adentro en el carro, sentándose - ¿A dónde deseas ir, bella? – Le pregunto con galantería, sonriéndole con su mejor mueca compradora.
- A donde desees. Soy nueva en la ciudad y solo conozco una heladería del centro – Esas ultimas palabras las susurro con algo de pena, no queriendo recordar lo que hacia solo un dia habia ocurrido entre ella e Inuyasha - *¿Seguira enojado? Lo hice molestar mucho cuando le corte la llamada, pero él no tiene derecho a impedirme nada, ¿No? Aunque es mi hermano, puede preocuparse un poco de mi*
- Kaghome – Llamo el peli negro, tomando su mano.
- ¿Qué ocurre? – Contesto con rapidez, ya que se habia perdido en sus pensamientos.
- Estabas haciendo caras graciosas mientras te encontrabas en una discusión contigo misma – Bromeo, haciéndola sonrojar. ¿Qué estaba haciendo?
- Lo lamento – Se disculpo con sus mejillas sonrojadas - ¿A dónde iremos?
- A un restaurante muy bello, tiene las mejores bebidas frutales de la ciudad – Apreto su mano y la miro, sonriendo galante otra vez. Kaghome solo pudo sonreírle levemente. Detestaba la idea de que toque su mano. Eso solo lo hacia... Claro. Ya no lo haría mas.
- Es aquí – Un enorme edificio, de fachada moderna, se dejo ver ante ellos. Era de un básico color blanco, con los bordes de puertas y ventanas de un estridente color verde. De verdad resaltaba demasiado – Bella dama, por favor – Coqueteo el peli negro, al abrirle la puerta y ofrecerle la mano para que baje.
- Muchas gracias – Susurro con algo de vergüenza. No estaba acostumbrada a que los hombres la tratasen asi.
- Ven, sentémonos aquí afuera que el dia es bello, aunque no tanto como tu – Alago, logrando que la azabache se incomode. No le gustaba esa clase de cosas.
- Kouga, no tienes que decirme alagos cada cinco minutos – Bromeo, esperando que tomara de verdad su consejo y dejara de decirle esa clase de cosas.
- Cuando una mujer es guapa, hay que decírselo – Corrio la silla, esperando que ella se sentase y la acomodo. Luego, se sento a su frente – Dime que deseas tomar.
- Un batido de frutos rojos estaría bien.
Luego de una hora charlando de varias cosas, la azabache comenzó a sentirse a gusto con ese joven. No era totalmente lo que aparentaba. Se interesaba por otras cosas, aparte de las mujeres. Su sueño era, aparte de suceder a su padre en la empresa familiar, ser manager de su propio equipo de futbol.
Aunque no quería admitirlo, habia pasado un buen rato con el peli negro, que luego de casi dos horas, la llevo a su hogar y se despidió de ella con una gran pregunta: *Kaghome, me gustaste desde el primer momento, ¿Quieres ser mi novia? Ella no habia sabido que contestar, pero luego de su insistencia, habia terminado aceptando.
No porque le gustase, pero era la única manera de olvidarse de su hermano.
Era un acto cruel y egoísta, pero no tenia opción.
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