4.

Por fin llegaba el dia.

A pesar de haberse levantado, como siempre, cerca de las 5 de la madrugada, recién dos horas después, que se acercaba la hora de ir a su nuevo colegio, comenzaba a ponerse nerviosa.

Miro su nuevo uniforme sobre su cama. Era realmente bello y comodo al tacto. Se notaba las telas caras que habían utilizado para hacerlo.

Constaba de una falda tableada a cuadros roja, blanca y negra, con tiradores del mismo color; una camisa blanca, un chaleco negro, junto con el saco de tres botones, también negro, con unas líneas blancas en los bordes. Se complementaba con un moño, de la tela de la falda y unas medias bucaneras negras.

Realmente era divino. Nada parecido a su antiguo uniforme que era de un feo color gris y amarillo.

Luego de darse una ducha, se vistió. Aunque noto algo un poco raro. La falda le quedaba un poco corta, apenas se llegaba dos centímetros mas bajo de su cola. ¿Tenia que salir con eso? No. Imposible.

-¿Y ahora que hago? – Se miro una y otra vez en el espejo, pero no lograba conseguir que esa prenda bajase un poco mas. No estaba muy segura que Inuyasha la dejase salir asi.

Al notar sus pensamientos se sonrojo furtivamente. ¿Por qué tenia que importarle a Inuyasha como ella vestia? Porque era su hermano. Claro. Solo por eso.

Deja de engañarte. Sabes muy bien que Inuyasha, tu "hermano", esta buenísimo.

Le dijo su pequeña Kaghome pervertida que habitaba en lo mas recóndito de su mente.

-Callate y déjame en paz – Le dijo a su perversión con piernas, y se dedico a maquillarse.

Luego de mirarse por ultima vez en el espejo, decidio dejar el saco en su casa. Era un dia caluroso, y si lo llevaba estaba segura que no lo usaría. Solo se dejaría la camisa con mangas cortas que, humildad aparte, le quedaba muy bien junto a esa falda, aunque fuera muy corta, y los tirantes que pasaban por sus hombros.

Al bajar al comedor, noto como sus padres ya no estaban, pero le habían dejado una nota sobre la mesa, deseándole un muy feliz primer dia de clases. La ultima frase la emociono muchísimo: "No sos nuestra, pero te amamos como si lo fueras". Realmente era muy afortunada de tener unos padres asi.

Por su parte, Inuyasha bajo también a desayunar, ya que tenia que ir a la universidad. Hoy seria el dia del examen y tenia que concentrarse. Mientras miraba si tenia todo dentro de su bolso, sintió una leve risa proveniente del motivo de sus pesadillas, al levantar la vista se petrifico, y tuvo que recordarse como respirar.

No podía ser posible que, luego del dia de ayer, Kaghome siguiera sorprendiéndolo con su cuerpo. Ese uniforme le quedaba exquisito, como si lo hubiesen hecho especialmente para tentar a todo hombre que se cruzara con la morena.

Comenzó a mirar sus rizos, peinados con un moño de color blanco, que resaltaba entre su oscuro cabello, para luego bajar por sus hombros, su espalda, su cintura, hasta llegar a esa falda corta que casi dejaba ver su... ¡Un momento! ¿Falda corta que casi dejaba ver su trasero?

-Claro que no, señorita – Kaghome se giro al escuchar la voz de hermano. ¿Qué le sucedia? - No estaras pensando salir con eso, ¿Verdad? – La azabache se miro y enseguida supo que se referia a su falda. Era verdad. Era muy corta.

- Es el uniforme, y el otro de repuesto que tengo también me queda asi de corto – Le susurro apenada, mientras miraba al suelo. No se atrevia a mirarlo a los ojos vestida asi.

- ¿Cómo es posible? Es demasiado corto. Dejas... Dejas... - Miro sus piernas largas y esbeltas, y se imagino entre ellas, en un acto muy poco decente. Movio su cabeza de un lado a otro, no era momento – Dejas mucho a la vista. No me gusta – La volvió a mirar fijamente, muy serio.

- Dejala en paz, niño – Intervino Kaede, mientras traía el desayuno – Es joven y tiene el derecho de mostrar lo que ella quiera.

- Pero Nana. Es muy corto – Intento discutir con ella, pero al ver como lo ignoraba completamente, solo suspiro resignado. Si te ignoraba, no había nada sobre la tierra que hiciera que cambiara de opinión.

- A desayunar. Vamos que se hace tarde – Souta casi corrió a sentarse en su lugar, preparado para comer. Por su lado, Kaghome solo miro a su hermano, para agachar la mirada muy avergonzada. No quería que pensara mal de ella.

Inuyasha al ver su rostro triste, se maldijo mentalmente. La había hecho sentir mal.

Antes de que pudiera acercarse a la mesa, tomo su mano, tirando de ella para que se acercara a él, aun asi, no lo miro. Con delicadeza tomo su rostro y cuando logro su cometido, le sonrio con cariño.

-Disculpame, pequeña. Se que soy algo impulsivo, y digo las cosas sin pensar, pero no estoy molesto – Acaricio el puente de su nariz con su dedo índice – Estas preciosa. Solo ten cuidado con los mirones, ¿Si? – La azabache sonrio con alegría al oir eso, y sin avisarle, lo abrazo por la cintura con fuerza.

- Claro Inu. Prometo tener cuidado – Lo miro al separarse de su abrazo y volvió a sonreírle – Vayamos a desayunar – Tomo su mano, como ya se había hecho costumbre, y lo hizo caminar hasta la mesa.

Inuyasha aun estaba atonito por lo ocurrido, y algo preocupado. Era cierto que el cuerpo de su hermana le llamaba la atención, ¿Cómo no hacerlo si estaba tallado por los dioses? Pero con ese abrazo y esas sonrisas descubrió algo que no le hubiese gustado: No solo la quería en su cama. La quería a su lado. Siempre.

***

Se encontraban fuera del colegio primario de Souta, y ambos hermanos estaban totalmente sorprendidos por la fachada de este.

Era enorme, de seis pisos para ser mas exactos. Era completo en vidrio, donde se podían ver los pasillos desde afuera. El jardín delantero era tan colorido, que parecía que estuvieras visitando una florería, en vez de un colegio.

-Es enorme – Susurro la azabache, sintiendo detrás de ella las risas de su hermano mayor.

- Asi es. Yo vine a este mismo colegio. Tienen una excelente educación – Kaghome asintió con la cabeza y luego miro a su hermanito. Tenia que dejarlo allí. Tenia que dejarlo quisiera o no – Puedes hacerlo – Le susurro en su oído, haciendo que ella asiento con su cabeza y le sonria. Era verdad. Ella podía hacerlo.

- Vamos, Soso. Es hora – El niño, con traje de marinero, tomo la mano de su hermana y caminaron hacia la entrada, donde una mujer rubia, con traje impecable y una amable sonrisa los esperaba.

- ¿Señorita Higurashi?

- Asi es. Soy Kaghome. El es mi hermanito, Souta.

- Un gusto, señorita – Le estiro su mano en saludo y la azabache se lo devolvió – Un gusto, Souta – El niño solo asintió con la cabeza, sonriendo tímidamente.

- Él no habla – Aclaro enseguida y la mujer la miro sonriendo.

- Lo se. Sus padres me lo explicaron. Pero no se preocupe. Aparte de ser un prestigioso colegio por nuestra enseñanza, tenemos profesionales para chicos especiales, con problemas de adaptación, y con problemas de comunicación – Miro a Souta y le sonrio – No tendras problemas aquí, pequeño. Prometo que la pasaras bien.

- Muchas gracias. De verdad – Le agradeció la azabache, mientras sentía un nudo en su garganta que amenazaba con salir.

- Ve tranquila. Te esperamos a la salida – Kaghome se arrodillo, besando la mejilla de su hermanito y comenzó a caminar hacia el auto, se giro levemente para saludarlo con la mano y ambos, la profesora junto al niño, le devolvieron el saludo. Al llegar al auto, se desplomo sobre el asiento.

- Vamos – Le susurro con su cabeza gacha. El peli plata la miro y enseguida entendio lo que le sucedia.

- Kaghome, mírame – La azabache obedecio y él le sonrio – Estara bien. Lo sabes, ¿No? – Los ojos marrones de ella comenzaron a empaparse en lagrimas, y solo pudo asentir con su cabeza. El nudo que tenia en la garganta se agrandaba mas y mas – Si quieres llorar, puedes hacerlo – Y, como el dia anterior, el llanto se hizo inminente en la pequeña. Con delicadeza el peli plata la tomo de la cintura, sentándola sobre sus piernas. No era nada pervertido, solo quería que lo sintiera cerca suyo. Que supiera que estaría para ella, siempre.

La azabache se prendio de su remera, y continuo llorando unos minutos, pero esta vez en silencio. Nuevamente, como la vez anterior, Inuyasha solo se dedico a acariciar su largo cabello, consolándola.

-Gracias por soportar mi llanto en tan solo dos días – Bromeo, pero sin apartar el rostro de su pecho.

- Es un placer, pequeña – Tomo sus hombros para que la mirase y beso su frente. Que bien se sentía tocar su piel con tanta intimidad – Cuando quieras.

- Mejor vamos – Susurro avergonzada, corriendo su rostro hacia un lado.

- Seguro. Si no, llegaras tarde – Ella solo asintió con su cabeza y se volvió a sentar en su lugar.

Emprendieron viaje hacia el colegio, escuchando una leve música de fondo. Kaghome miraba hacia el paisaje, intentando calmar el alocado latido de su corazón.

El sentir la cercanía tan intima de su hermano hacia que un calor comience a brotar en su interior. Su cuerpo tan bien formado, firme pero al mismo tiempo suave. Su aroma a bosque y madera fresca. Su sonrisa brillante. Su voz tan varonil. Pero sobre todo, su dulce mirada dorada. Ese complot de cosas le hacían perder la cordura. Y un par de veces había estado tentada a juntar sus labios a los de él.

¿Por qué tenia esos pensamientos?

Era muy guapo. Demasiado guapo, eso no entraba en discusión, pero no era la primera vez que se cruzaba con un chico lindo, bueno, tal vez no tan llamativo como su hermano, pero nunca se había sentido asi. Con ganas de no irse de su lado.

¿Qué le ocurria?

Lo miro de reojo, y se sonrojo aun mas. Era tan apuesto que le robaba el aliento. Y nunca se cansaría de decirlo.

Pero no era solo eso. No le atraía solo por su físico. Tambien por su forma de ser con ella, tan amable, protector y cariñoso. En tan pocos días había logrado lo que ninguna persona en ese año que llevaba sufriendo.

-Llegamos – Le susurro el peli plata, deteniéndose frente al porton de entrada, que se abrió ante ellos.

Kaghome quedo sin aliento al ver el edificio que se dejaba ver al final del camino que conducia hacia su entrada.

Era una estructura antigua, de color crema, con techos naranjas. Su entrada era en forma de arco, con dos torres a cada lado. Era un verdadero castillo medieval. No lo podía creer.

-¿Esto es...?

- Asi es, pequeña. Un castillo medieval del año 2500 a. C. Es muy antiguo.

- Si – Susurro, sin apartar la mirada de ese edificio, ¿Cómo haría para no perderse allí?

- Kaghome. Tienes que bajarte – Le dijo muy divertido al ver el asombro de su hermanita. No le alcanzaban los ojos para observar todo.

- Ah ¡Si! Claro – Lo miro y sonrio con vergüenza – Nos veremos luego en casa.

- No podre venir a buscarte, pequeña. Tengo un examen muy importante – Le contesto con pesar. De verdad que quería buscarla a ella y a Souta – Asi que vendrá Rocke, el chofer.

- Claro, Inuyasha. No te preocupes por mi – Tomo su bolso y se acerco a él, para darle un beso en la mejilla – Nos veremos en la noche.

- Ten cuidado con los mirones, ¿Si? – Le volvió a repetir, con muchos celos, luego de que ella bajo del auto.

- Si, perrito guardian – Le lanzo un beso al aire y comenzó a caminar hacia la entrada.

El peli plata la miro hasta que se perdió por esas puertas. Su corazón comenzó a latir con fuerzas al ver como esa falda se movia al ritmo de sus pasos, casi mostrándole todo al resto del mundo. Apreto sus puños con fuerza al volante, para controlar sus impulsos de ir, tomarla y llevársela nuevamente a su cuarto.

-¡Maldicion! Controlate Inuyasha – Se regaño a si mismo, encendio su auto y emprendio viaje hacia la universidad. Le preocupaba Kaghome, pero sabia que estaría bien. En ese momento, el examen tenia que ser su prioridad.

***

Kaghome se sento en su pupitre, luego de haberse presentado con sus nuevos compañeros. Tenia la suerte de que Sango estaba en su clase, pero del otro lado del salón.

Se sentía como bicho de exhibición, todos la miraban como si la estuvieran puntuando, y lo podía sentir. Todas, absolutamente todas las miradas estaban sobre ella.

-Quiero irme de aquí – Se murmuro para ella misma, pero luego de asumir que no podría hacerlo, se dedico a prestar atención a la clase. Era una suerte para ella que desde pequeña su madre le haya inculcado el idioma ingles.

Parecia como si esa dulce mujer sabría cual seria el destino de ellos, sus hijos.

Sonrio ante ese pensamiento, ella siempre estaba pendiente de todo.

Con una actitud positiva, o eso intentaba, logro pasar todas las horas de clases, hasta llegar al receso. Cuando la campana sono, automáticamente las morenas se miraron, sonriendo, pero antes de poder acercarse, un joven se interpuso en el camino de la azabache.

Era alto, de cabellos largos negros, ojos azules y una sonrisa compradora. Se notaba que tenia un cuerpo trabajado con varias horas de gimnasio. Era muy apuesto, pero aun asi, no lograba llegarle ni a los talones a su hermano.

-Hola preciosa – Le dijo con un acento muy ingles, lo que la hizo reir. Odiaba que le coqueteen, pero su manera de hablar le causaba gracia.

- Hola – Saludo la azabache, intentando caminar hacia donde su nueva amiga se encontraba.

- Eres muy bella, ¿Te lo han dicho? – Kaghome lo miro fijamente, pero no sonrio. No era una de sus pasiones que la coqueteen de esa manera.

- Claro que si me lo han dicho – Le corto con brusquedad, pero el peli negro solo sonrio.

- Soy Kouga Wolf, un gusto – Estiro su mano y ella, para no ser mal educada, le devolvió el saludo – Podriamos salir un dia de estos. Me gustan mucho las chicas extranjeras.

Era suficiente. No soportaría que le siga coqueteando tan descaradamente, y menos aun cuando sus compañeras la miraban de tal mala manera.

-Escuchame Kouga... - Y su discurso se corto cuando una de ellas, una exuberante rubia, con ropa mas reveladora que la suya, se acerco al joven, prendiéndose de su brazo y mirándola con odio.

- Kou – Le dijo con una voz tan melosa que enfermo a la azabache –Vamos. Me prometiste algo – Lo miro con sensualidad y se acerco a su oído para susurrarle algo, que hizo sonreir con mas animos al peli negro.

- Claro Cata – La tomo de la cintura, acercándola mas a él – Kaghome, preciosa, nos veremos en otra ocasión.

Se fueron caminando, y sin importarle el resto de las personas, el peli negro metio su mano bajo la falda de la rubia, tocándole el trasero.

-¿Le acaba de tocar el trasero? – Le pregunto a Sango, que acababa de llegar a su lado.

- Asi es – La tomo del brazo, comenzando a caminar hacia la salida – Los niños ricos de aquí son asi. Hacen lo que quieren, cuando quieren y como quieren. Los profesores nada le dicen. Solo se tienen que encargar de que ellos terminen la preparatoria.

- Ahora se porque la profesora no dijo nada de mi uniforme tan revelador – Ambas miraron las ropas de la azabache, y Sango sonrio enorme.

- No te tenia como una de ellas – Bromeo, haciendo reir a Kaghome.

- Cuando me lo probe hoy a la mañana me sorprendi al ver como me quedaba. ¿Es muy revelador?

- Para nada – La volvió a mirar y siguieron caminando – Dejatelo asi. Te queda muy bien.

- Muchas gracias – Le susurro con sus mejillas sonrojadas.

- Ven. Te mostrare un poco el colegio.

Caminaron ese tiempo que tenían el almuerzo. Sango le mostro las instalaciones que pudo, ya que el colegio era sumamente enorme. Hasta había una universidad también allí. Kaghome no dejaba de sorprenderse por cada cosa que veía. La biblioteca era tan enorme, que ocupaba todo el sotano del colegio. Habia tantas aulas, que había perdido la cuenta. Tantas canchas de deportes, que cuando miraba hacia el horizonte, parecía que no tenían fin. Y no podía ni contar la cantidad de salones para distintas materias que había. Desde costura, hasta cocina, y química.

-Es sorprendente – Susurro asombrada al ver la arquitectura gótica del lugar. Techos altos, con detalles muy delicados, pero al mismo tiempo perturbadores. Era increíble – Me encanta.

- Es uno de los colegios mas antiguos del mundo. Es tan grande que están todo el año manteniéndolo. Comienzan a pintarlo desde la entrada al comienzo de clases, y lo terminan al año siguiente, para volver a comenzar.

- Sigue sorprendiéndome – Sango rio al ver la mueca de niña que la azabache tenia, pero al escuchar la campana, tomo su brazo para obligarla a caminar.

Siguieron con sus bromas, hasta que la presencia del joven peli negro, las interrumpio.

-Kouga – Le gruño con algo de rabia la morena.

- Sango – Le devolvió el gruñido, pero su mirada se torno sensual al ver a la azabache – Kaghome, preciosa – Se acerco a ella, pero Sango tiro de su brazo para alejarla. ¿Qué ocurria allí? – No te metas, Taijiya.

- Llegamos tarde a clases, Wolf – Intento caminar con Kaghome, que solo miraba la escena en silencio, pero el peli negro tenia otra idea. La tomo del brazo también, reteniéndola.

- La profesora me envio a buscar unos libros a la biblioteca, y me dijo que llevara a la alumna nueva para que conociera donde estaban – La peli negra quiso protestar, pero cuando noto la presencia de la profesora, se callo.

- Señorita Higurashi, vaya con el joven Wolf, por favor.

- Claro – Acepto la azabache. Miro a su compañera, que miraba muy tensa a Kouga, y le sonrio – Estare bien, Sango.

- Seguro – Solto su brazo, le sonrio y entro a clases.

- No tarden – Declaro por ultimo la mujer, para entrar tras Sango y cerrar la puerta.

- Vamos, preciosa – Tomo su mano y comenzó a caminar con rapidez hacia la biblioteca. Kaghome no estaba nada comoda con su agarre, pero no quería ser descortes. El único que le agarraba la mano asi era su hermano. No él – Llegamos.

Caminaron hacia uno de los estantes mas alejados, deteniéndose en uno de los mas altos. Kaghome comenzó a mirar hacia todos lados, encontrándose completamente sola con ese joven, algo que no le agradaba nada, mas aun por como la estaba mirando, como si fuera un lobo a punto de comerse un cordero.

-¿Qué libros son? – Le pregunto intentando ignorar el escalofrio que corria por su columna, pero el peli negro la ignoro, solo la miraba en silencio – Kouga – Lo llamo.

- Esos – Señalo a uno de los estantes mas altos. La azabache miro hacia arriba, e intento alcanzarlos pero era imposible – No podras sin una escalerilla – Al final de los estantes había una escalera que se deslizaba por unos rieles, permitiendo que quien quisiera un libro que estaba alto, pudiera tomarlo – Primero las damas – Le sonrio dándole lugar para que suba.

La azabache lo miro, miro la escalera y se cruzo de brazos, sin sonrisa alguna.

-Soy extranjera, lo se, pero no soy tonta. No voy a subir allí solo para que me veas la ropa interior – El peli negro sonrio al verse descubierto y levanto sus manos en señal de rendirse – Sube tu.

- Eres muy inteligente, nena – Con esa sonrisa todavía plasmada en su rostro, hizo lo que la azabache le decía. Le entrego los libros, mientras ella los colocaba en una carriola para poder llevarlos al salón de clases – Me gustan las chicas como tu – Le confeso una vez en el suelo.

- Claro – Le sonrio sin darle importancia. Era un completo mujeriego, lo podía notar, pero no era malo – Vayamos antes de que nos busque la profesora.

- Primero las damas – Le dijo con galantería. Ella volvió a reir por lo bajo y comenzó a caminar junto con la carriola.

No era malo, lo podía saber, era hasta divertido. Si sabia controlarlo, serian buenos amigos.

***

Era la novena vez que cortaba la llamada de Kikyo. Era cierto que, luego del escandalo del otro dia, tenían que hablar, pero no quería hacerlo en ese momento. Aun estaba demasiado molesto y sabia que esa posible charla terminaría en una gran pelea, donde diría cosas de las que luego se arrepentiría. Se conocía y la conocía demasiado bien.

Por eso había optado por enviarle un simple mensaje explicándose que iban a hablar, pero cuando él se calmara pero, como lo supuso, esa mujer caprichosa no entendia. Solo quería llegar a su casa y encontrarse con su familia, cenar algo y luego dormir. Estaba realmente cansado luego de ese examen. Solo esperaba que le fuera bien.

Aparco frente a su casa y vio como una sombra de color azul paso con rapidez por su lado, giro su cabeza y logro ver a Souta manejando una bicicleta. Sonrio. Se lo veía realmente feliz.

-¡Souta! ¡No tan rápido! – Fue en ese mismo instante que todas las preocupaciones que sentía hasta ese momento se esfumaron. Tan solo con escuchar esa melodiosa voz.

- Kaghome – Susurro para si mismo y giro nuevamente su cabeza, para encontrarse con esa hermosa niña que corria tras su hermano. Se veía realmente adorable con sus mejillas sonrojadas.

- Inuyasha... Hola – Se detuvo a su lado y sonrio. Agradecia que estuviera acalorada por el trote, y que él no notara que lo nerviosa que la hacia poner con su sola presencia.

- Hola pequeña – Le devolvió el saludo con una enorme sonrisa.

- ¿Cómo te fue en el examen?

- Creo que bien. Me darán los resultados en una semana – Ambos miraron al niño que venia a toda velocidad - ¿La compraron nuestros padres?

- Asi es. A mi me compraron esto – Y de su bolsillo trasero saco un pequeño teléfono celular – Se me hace extraño porque es muy moderno – Sonrio con vergüenza.

- Te enseñare a manejarlo bien, no te preocupes – Lo tomo en su mano y anoto su numero – Cuando necesites algo, solo tienes que enviarme un mensaje – Y se lo devolvió.

- Claro – Sus mejillas volvieron a tomar color y para escapar de esa situación se acerco a donde estaba su hermano – No vayas tan fuerte, Soso. Puedes lastimarte – El niño la vio y fruncio el ceño, haciéndole unas señas con sus manos – No me interesa. Puedes caer y lastimarte – El jovencito volvió a mover sus manos, y sin dejar que su hermana contestara, salio disparado hacia donde se encontraba Inuyasha – Souta, vuelve aquí – Pero ya era tarde, había ido a esconderse tras su hermano mayor.

- ¿Qué sucede? – Nuevamente el no saber lenguaje de señas lo molestaba. Tenia que hacer un curso acelerado. Urgente.

- Quiere excusarse con que todos los niños de su edad andan a esa velocidad, pero puede golpearse – Se cruzo de brazos, en señal de molestia, lo que hizo sonreir al peli plata.

- Souta – Se giro, arrodillándose a la altura de él – Tu hermana tiene razón, puedes caer y golpearte muy fuerte. Puedes ir rápido, pero no tanto como recién, ¿Si? – El niño lo miro con recelo, pero luego asintió con su cabeza - ¿Es un trato de hombres? – Inuyasha estiro su mano, lo que hizo sonreir al pequeño, que le devolvió el apretón – Asi se hace, campeón. Ahora ve. Sigue montando la bicicleta.

Y no hizo falta mas para que Souta volviera a subirse y arrancar. Tenian un jardín ideal para andar como loco.

-Lo sigue haciendo, Inuyasha – Se quejo como niña pequeña con su hermano, lo que hizo sonreir nuevamente al oji dorado.

- Pequeña, es un niño. Si se golpea, lo sanaremos, pero no podemos impedir que sea asi de revoltoso – Se acerco a ella, abrazándola por los hombros – Es feliz haciendo eso, déjalo – La azabache lo miro fijamente y sonrio. Tenia razón. Ella era muy protectora con su hermano, pero era normal luego de lo que vivieron. Pero, como había dicho Inuyasha, no podía impedir que Souta sea lo que era, un niño.

Al dia siguiente Inuyasha llevo nuevamente a sus hermanos al colegio, pero con la promesa de ir a buscar a Kaghome, ya que sus padres se encargarían de Souta. Querían llevarlo al salón de juegos, para compensar el tiempo que habían estado trabajando sin prestarle mucha atención. Aprovecharían también para hablar con los profesores y ver su progreso.

-Muchas gracias, otra vez, Inu – Le dijo al llegar a la puerta del colegio.

- No agradezcas, eres mi hermana pequeña, es mi deber cuidarte ahora – Esas palabras salían con tan mal sabor de sus labios. Cada dia, cada minuto que pasaba cerca de Kaghome, se convencía mas y mas de que no deseaba que fuera su hermanita.

- Eres como un perrito guardian, ¿Te lo han dicho? – Bromeo, quitándose el cinturón de seguridad para poder bajar.

- Claro - <<No. Porque solo contigo soy asi>> - A la salida vendre a buscarte yo.

- No es necesario que lo hagas, puedo irme con Rocke – Su corazón latia muy acelerado al saber que se tomaría la molestia de buscarla, pero no quería ser pesada. Él tenia una vida, no podía estar pendiente de una niña como ella.

- Vendre yo. Es mi ultima palabra – Le sonrio y beso el dorso de su mano – Ahora ve. No quiero que llegues tarde.

- Claro, Inu – Sonrojada y aun mas nerviosa, bajo del auto, se giro para saludarlo con su mano y corrió hacia la entrada. Necesitaba huir de allí, ya que sentía que no podía respirar.

¿Por qué? ¿Por qué Inuyasha la ponía asi? ¿Por qué el destino tenia que seguir siendo cruel con ella y haber decretado que ese hermoso joven que tan bien la trataba sea su hermano? ¿Por qué no podía ser solo un amigo, un conocido?

-Kaghome – La voz de su amiga la saco de sus pensamientos y le sonrio levemente. No podía soportar el nudo que tenia en la garganta - ¿Ocurre algo?

- No. Para nada – Tomo su brazo y comenzaron a caminar hacia el salón de clases - ¿Hiciste los deberes?

- Claro. ¿Por qué clase irresponsable me tomas? – Bromeo, olvidando la serie de preguntas que tenia para Kaghome. Quizas solo estaba cansada, había dormido poco. Estaba en todo su derecho de estar mal, luego de la gran perdida.

- Asi me gusta, porque tendras que pasármela – La peli negra la miro fijamente y comenzaron a reir a carcajadas. Esa niña era única.

Ya habían pasado casi todas las clases, y no podía entender lo empecinado que Kouga estaba con llamar su atención. Entendia que era la nueva, pero no porque sentía tanta curiosidad con ella. ¿Acaso pensaba que podía llegar a tener algo con ella, mas que una amistad?

-Ten cuidado con Wolf – Le advirtió la peli negra – No es buena persona.

- ¿Por qué dices eso, Sango? – Ambas estaban sentadas bajo un árbol, terminando su almuerzo.

- Yo... - ¿Era correcto contarle lo sucedido con Ayame? No podía. Habia prometido no contarle a nadie, y ella cumplia sus promesas. Pero ¿Podia dejar a su amiga a merced de ese maldito? Claro que no. Solo quedaba que estuviera pendiente de él, y que no se acercara demasiado a Kaghome – Yo no confio en él. No me agrada. Me da mala espina.

- Lo se, Sango. Al principio a mi me parecía igual, pero solo es mujeriego. No parece tan mal chico – Sango se mordio la lengua y sonrio. No podía decirle la verdad, pero tampoco dejaría que caiga en las redes de ese desgraciado, como había sucedido con Ayame.

- Quizas tengas razón, pero por las dudas ve con cuidado. No lo conocemos lo suficiente – Y tampoco dejaría que lo conozca.

- Claro, San – Termino de acomodar sus cosas y se paro, extendiendo la mano a su amiga – Vamos.

- Vamos – La peli negra tomo su mano con fuerzas y sonrio. Definitivamente no dejaría que Kaghome sufriera el mismo destino. Sobre su cadáver.

- Ve tu primero, yo ire al baño.

- Claro, Kag.

- ¿Me lo llevas? – Le estiro su bento con una sonrisa compradora.

- Seguro. Ve y no tardes.

Kaghome salio casi corriendo, ya que no quería perder tiempo y llegar tarde a clases.

***

Luego de lavarse las manos, comenzó a arreglar su cabello en el espejo. Sonrio al ver que su rebelde melena estaba controlada. Remarco sus labios con el suave brillo que llevaba siempre en su bolsillo y se dispuso a salir, pero antes de poder hacerlo, tres jóvenes entraron, cerrando la puerta a su paso.

-Mira quien esta aquí – Kaghome retrocedio un paso, al ver esa mirada de desgracia en las tres muchachas – La gatita nueva – ¿Gatita? ¿Quiénes eran para llamarla asi?

- ¿Quiénes son? – Y pudo reconocer a la rubia con la que Kouga se había ido su primer dia en ese colegio.

- Que feo que no reconozcas a tus compañeras de clases – La rubia dio un paso mas, casi encerrándola contra la pared – Yo soy Cata, ella es Lila – Señalo a una peli marron de ojos de igual color – Y ella es Rosette – Señalo a la chica que estaba a su derecha, de cabellos rojos.

- ¿Y que desean? – Pregunto con precaución. Eran tres contra una, no quería hacerlas enojar.

- Nada. Solo advertirte algo – Como un gato camino hacia ella retorciendo sus caderas, coloco su mano con uñas pulcramente pintadas y sonrio falsamente – Alejate de Kouga si no quieres terminar mal – Y clavo esas uñas... No, mejor dicho, garras, en su piel, haciendo que una mueca de dolor aparezca en el rostro de Kaghome.

- Eres nueva, por eso te explicaremos la única regla que existe entre las chicas de este colegio – La peli roja se acerco a su lado, pero no la toco – Kouga es de todas. Ninguna tiene mas derecho sobre él, que otra, ¿Entiendes?

- Él no lo sabe, pero tenemos un firme cronograma de días en los que podemos invitarlo a salir y tener sexo con él. Y solo las que mas tiempo llevamos a su lado tenemos privilegios, ¿Lo entiendes? – Volvio a preguntar la rubia.

Kaghome las miro seria, ¿Qué clase de jodida broma era esa? ¿Kouga era de todas? ¿Tenian un cronograma de quien podía y quien no, estar con él? Pero lo mas importante, ¿Todas tenían sexo con él? Que asco.

Sin poder evitarlo comenzó a reir, haciendo que las tres la mirasen con mala cara, ¿Qué era tan gracioso?

-No me hagan reir, ¿Quieren? – Con un golpe, alejo esas garras de su piel, que ya comenzaba a lastimarla - ¿Qué no puedo estar con Kouga, porque no estoy en su cronograma? – Y volvió a reir, haciendo que el enojo de las chicas se incrementara - ¡Son muy graciosas!

- No nos provoques, niñata – Gruño Rosette.

- Es que son muy ridículas – Y dejo de reir de repente, para mirarlas fijamente – Aunque estuviera con Kouga, no tendría porque hacerle casos a su estúpida regla. Porque es una locura lo que dicen. ¿Acaso él no es libre de decidir con quien estar?

- Claro que no. No mientras estemos nosotras – Por primera vez hablo Lila, que la fulminaba con la mirada.

- Escuchame, nuevita – Dio otro paso Cata, muy amenazante – Si yo te veo cerca de él...

- Ahorrate las amenazas, gatita – La miro con odio – No tengo intensión alguna de estar con Kouga, ya que tengo quien caliente mi cama todas las noches. Y déjenme decirles que es mucho mas guapo que su chico.

- ¡Mientes! Solo lo dices para traicionarnos luego.

- No... - Susurro Cata - ¿Acaso hablas de... Del príncipe Dorado? – Susurro con sus ojos abiertos. Inuyasha era uno de los hombres mas guapos que habían pasado por ese colegio, junto a su hermano Sesshomaru, el príncipe de hielo.

- ¿El príncipe dorado? – Kaghome las miro como si se hubiesen vuelto locas, ¿De quien hablaban?

- Si. Inuyasha. El príncipe dorado – La azabache abrió sus ojos enormes. Cuando dijo que tenia un supuesto "Novio", no pretendía que pensaran que era su hermano. Eso era una locura.

- Veo que lo conocen – Entonces, ¿Por qué demonios les estaba siguiendo el juego? ¡Era una locura!

- Mientes. Inuyasha no puede ser ese que calienta tu cama – Le gruño Cata en su rostro. No se conocía ninguna mujer de ese colegio que haya podido conquistarlo. Solo Kikyo, que provenia de otro colegio de menor categoría.

- Esta claro que miente. Inuyasha sale con Kikyo desde hace tiempo – Sonrio con sorna, pero Kaghome no borro la sonrisa de su rostro. Ya había dado el primer paso en esa mentira, no podía retroceder ahora.

- ¿Kikyo? Esa mujer esta desquiciada – Camino hacia la mesa del baño, sentándose sobre ella y cruzando sus piernas con superioridad. Necesitaba sentirse mas que ellas si no quería que su mentirilla blanca se desplome – Inuyasha hace rato que quiere terminar con ella, pero la muy desgraciada llora y hace un show para que no lo haga. Hasta llego a amenazarlo con que se iba a matar – Miro su mano, como si no le importara en absoluto lo que estaba contando, aunque por dentro su estomago era un nudo de nervios - ¿Qué podía hacer? Lo entiendo totalmente, pobrecito.

- Mientes – Volvio a gruñir, alguna de las tres, ya que no alcanzaba a distinguir sus voces al hablar tan bajo.

- Claro que no, gatita – Las miro y sonrio con arrogancia - ¿Acaso no ven que me trae y me busca al colegio? Esta loco por mi, y yo por él. En la cama es buenísimo, seguro que mejor que Kouga, y me deja completamente satisfecha – Comenzo a abanicarse con su mano – Es insaciable. No me quita las manos de encima. Y yo no me quejo, por supuesto – Como le gustaba ver las bocas abiertas de esas tres. Le pagarían por haberla tratado de esa manera. No se dejaría pisotear por nadie.

- Eso es mentira. Inuyasha no estaría con una niñata como tu, que seguro aun no dio su primer beso – Rosette se acerco hacia ella, mirándola con odio.

- Mira, gatita – Le dijo con burla. Se bajo de la mesa y acerco su rostro al de ella – Me importa muy poco lo que crean ustedes. Me da exactamente lo mismo. Ustedes quédense con su chico, compártanlo con cuanta mujer quieran, que yo sigo disfrutando de MI príncipe dorado – Enfatizo esa palabra, sonriendo aun mas – Mientras ustedes tienen solo un par de minutos de sexo con Kouga, yo tengo toda una noche, todo un dia junto a él, disfrutando de su cuerpo sudado y sus gruñidos en mi oído – Se sorprendio ella misma de las palabras que habían salido de sus labios. Era verdad que no era la primera vez que soñaba con que Inuyasha la tratara asi, pero nunca pensó en decirlo en voz alta – Sigan con su cronograma. Adios.

Al salir del baño, tuvo que prenderse de la pared ya que su cuerpo temblaba visiblemente. ¿Qué acababa de decir? ¿Qué Inuyasha era una especie de novio suyo? ¿Qué Kikyo era una desquiciada? ¿Qué tenían sexo todas las noches?

-¡Por Kami, Kaghome! ¿Qué has hecho?

No sabia porque, pero tenia un mal presentimiento de eso. Sabia que no terminaría nada bien, porque cuando su hermano se enterase de esa mentira, haría que diga la verdad y su vida social se terminaría.

El resto de su jornada escolar la paso sumamente nerviosa. No sabia que excusar inventarle a Inuyasha, pero si le llegaba a sus oídos lo que ella había dicho, seria peor.

-¿Qué hago ahora, Sango? – Le pregunto muy nerviosa al termino de las clases.

- Sigue con la mentira. Es muy simple – La peli negra sonrio como el gato de Chesire al oir esa historia, estaba mas que claro que su pequeña amiga estaba enamorada de su hermano. <<Que historia mas perversa>>

- ¿Cómo? Estoy casi segura que Inuyasha se me enojara cuando se entere – No podía evitar morderse la uña de su dedo pulgar. Los nervios la carcomían por dentro. Queria golpearse hasta la muerte, y dejar que los carroñeros devoren su cadáver. Por culpa de su maldito orgullo estaba en esa situación.

- No se como lo haras, pero que sea rápido porque allí esta el trio de gatos – Señalo a sus compañeras que no dejaban de mirarlas – Y allí, esta tu querido hermano – Y su corazón se detuvo al ver a Inuyasha apoyado en su auto, esperándola con una enorme sonrisa.

- ¿Por qué tiene que ser endemoniadamente bello? – Siseo entre dientes.

- No lo se, pero disimula porque tu mentira tendrá patas demasiado cortas – Kaghome la miro y se sonrojo, ¿Acaso lo había dicho en voz alta? – Sonrie Kaghome. Ve y abrázalo como si fuera la ultima vez. Disimula, total no te dira nada sobre tu acercamiento. Es tu hermano.

- Pero...

- Ya luego solucionaremos el tema de como salir de esto, pero ahora ve – Y sin darle tiempo a que lo empiece, la empujo levemente.

Kaghome miro a su hermano, tan guapo como siempre, con esos jean gastados y una simple remera blanca. No podía creer que tanta belleza entrara en un solo hombre. Y ahora, por esos minutos, era de ella. Y solo de ella.

Esa idea hizo que sonriera con alegría, y que la atrevida que dormia dentro de ella se despertase. ¿Esas chicas querían ver romance? Les daría romance.

-¡Inu! – Grito saludándolo con su mano, y corrió hacia él, saltando a su cuello.

- Pequeña – Sonrio al ver ese saludo, y no pudo evitar abrazarla con fuerzas de su pequeña cintura - ¿Cómo estuvieron las clases?

- Muy bien – Se alejo un poco de él, pero tomo su mano. Era costumbre entre ellos. Él no sospecharía nada – Sango trajo un perfume, y me puse un poco porque es muy bello. ¿Quieres olerlo?

- Claro – Tomo su muñeca, llevándosela a su nariz, pero no sintió nada – No huelo nada – Le dijo con una sonrisa. Kaghome sonrio con lisonjería. Habia caído en su juego.

- Perfume mi cuello – Movio su cabeza hacia un lado, incitándolo a que se acerque a ella. Inuyasha casi olvido como respirar, era la primera vez que se acercaría tanto a ella, en un momento que ella no estuviera llorando. No podía mentir. Se le hacia sumamente excitante.

Sin decir palabras, tomo su cabello, tirándolo hacia un lado y bajo su rostro hasta que su nariz toco su piel. No sabia si el perfume era de Sango, de su hermana, o era fragancia natural, pero lo estaba volviendo loco.

Por su lado, Kaghome estaba perdida en un mar de sensaciones que nunca antes sintió. El tacto de la nariz de Inuyasha, junto con su agitado respirar, la estaban desorientando. Mas aun, al sentir como su aliento se turbaba mas y mas. ¿Acaso se estaba excitando? Esa idea solo lograba que ella también comenzara a sentir algo entre sus piernas. No sabia como explicarlo, pero le agradaba.

-De verdad... Es muy bello – Se alejo de ese bello lugar y la miro directo a los ojos. La azabache pudo notar un brillo extraño en sus ojos, pero nunca antes había visto, pero eso solo colaboraba a que su bajo vientre se ponga aun mas extraño.

- Me... Me alegro – Susurro y corrió su rostro. Podia sentir sus mejillas a punto de explotar. Tenia que huir de allí – Vamos... Vamos a tomar un helado.

- Claro – Fue todo lo que el peli plata pudo decir. Aun con su mano en la cintura de ella, la acerco hacia el auto, abrió la puerta y espero a que se sentara. Una vez lista, fue a tomar su lugar, aun perdido en sus pensamientos.

¿Qué acababa de ocurrir? ¿Por qué su hermanita le hacia aquello? Podia sentir su miembro reclamando atención inmediata, y solo había acercado su nariz a su cuello.

-Inuyasha – Escucho su nombre de esos carnosos labios y la miro. Era tan bella.

- ¿Qué ocurre, pequeña? – Tenia que acabar con ese clima tenso. No podía dejar que por culpa de su perversión, su pequeña se sienta incomoda. Era un maldito enfermo por excitarse con su hermana, pero no lo podía evitar.

- Vamos – Sonrio con ganas. Tenia que olvidar lo ocurrido recién. No quería que las cosas se pusieran incomodas entre ellos por culpa de su mentira – De verdad, quiero tomar un helado.

- Seguro, pequeña – Encendio el auto y arranco – Te llevare a la mejor heladería de la ciudad.

- Gracias, Inu – Miro por la ventanilla, logrando descubrir el rostro de ese trio. Sonrio satisfecha al ver el odio escapar de sus miradas. Habia logrado su cometido.

Al llegar a la heladería, el peli plata se ofrecio a ir a comprar los helados, mientras ella buscaba lugar.

Eligio una de las mesas mas alejadas, ya que no quería que nadie interrumpa su momento a solas. Miro hacia donde Inuyasha se encontraba, encontrándose con un no tan grata sorpresa. No solo la jovencita que atendia el local, si no que todas, absolutamente todas las féminas lo miraban como si estuviera en una subasta. ¿Qué demonios ocurria con todas? Inuyasha era de ella.

-Malditas, ¿Por qué tienen que mirarlo asi? – Siseo entre dientes, sin darse cuenta que su hermano ya se encontraba a su lado.

- ¿Mirar a quien? – Pregunto con una sonrisa gatuna. Habia escuchado su pregunta y eso lo alegro. Asi que él no era el único celoso en esa pseudo relación.

- ¿Eh? – Lo miro fijamente, con sus mejillas completamente sonrojadas – A nadie. Solo era... Era... Una canción – Termino la frase con rapidez, queriendo cambiar de tema – Sientate.

- ¿Cómo estuvo tu dia? – Pregunto con una sonrisa, que se borro enseguida al ver como Kaghome tomaba ese helado. No entendia la necesidad de pasar su lengua asi, como si estuviera... Estuviera... ¡Maldicion!

- Muy bien. Solo unas chiquillas que me amenazaron por acercarme a un compañero – Inuyasha borro todo pensamiento raro y la miro fijamente. ¿Qué unas niñatas la molestaban? – Dicen que Kouga es de todas, y hasta tienen un cronograma para señalar que dia puede salir cada una con él. ¿No te parece ridículo?

- ¿Y te molestaron a ti? – Siseo. Nadie molestaba a su niña.

- Algo asi – Le dijo, restándole importancia – Estan completamente locas.

- Pero, ¿No te hicieron nada?

- No, perrito guardian – Sonrio, mientras seguía con su helado – Solo me dijeron que me alejara de él, pero no tengo la culpa de que él me siga hacia todos lados. Me dijo que quiere salir conmigo – Comento pensativa.

- ¿Qué quiere que? – Su respiración se corto. No creía que un chico se fijara tan rápido en su hermanita. Era verdad que era muy bella y bien proporcionada, pero no hacia ni una semana que habia comenzado las clases.

- No se. No le preste mucha atención. Es un mujeriego, eso lo se, no quiero nada con él – Sonrio, aliviándolo. Si Kaghome no quería nada con ese niñato, mucho mejor. Aunque no podía evitar el sentir como la bilis le subia y le bajaba por la garganta de solo pensar en que ese maldito se atreviera a tocar indebidamente a su pequeña.

- Te dije que tuvieras cuidado con los mirones, Kaghome – Bromeo, sonriéndole, aunque por dentro intentaba controlar su ira para no ir a matarlo a golpes.

- Lo se. Me se cuidar sola, perrito guardian – Le tiro un beso, logrando que el peli plata se sonroje y gire su rostro a un lado. La azabache sonrio y lo miro un rato largo, como comia su helado, pero una fuerza mayor la hizo girar hacia la calle, encontrándose con la mirada de las tres jovencita que, ese mismo dia, habia mentido sin descaro.

Sus compañeras la miraron fijamente y sonrieron con tanta maldad, que se le helo la sangre. Si no pensaba en algo en ese mismo momento, su mentira se iria por la cañería y, no solo seria el hazme reir de todo el colegio, si no que también, Inuyasha se enojaría con ella y pensaría que solo era una chiquilla inútil.

¿Qué podía hacer? ¿Decirle a Inuyasha ella misma o dejar que sus compañeras le digan?

-Kaghome, ¿Qué ocurre? – Pregunto preocupado, al ver como su hermanita miraba con preocupación hacia la puerta - ¿Quién viene? – Se giro levemente, pero solo encontró tres niñas de su edad... Tres niñas - ¿Ellas son las que te molestan? – Le pregunto con algo de rabia en su voz, mirándola fijamente.

- Asi es – Levanto su mirada, encontrándose con sus ojos dorados y trago con dificultad. Definitivamente tendría que decirle la verdad, si no, todo saldría mal.

- Hablare con...

- ¡No! – Tomo su brazo para que no se mueva y lo miro seria – Necesito que me escuches.

- ¿Qué ocurre? ¿Te amenazaron con que no le cuentes nada a nadie? Yo las puedo poner en su lugar – El solo pensar que alguien estuviera molestando a su pequeña lograba que su estomago se revolviera como mil demonios.

- No. Solo... Solo escúchame – Le susurro con vergüenza, agachando su rostro – Hoy, cuando esas chicas me acorralaron en el baño, solo se me ocurrio una idea para sacármelas de encima – Levanto levemente su cabeza, pero la volvió a agachar cuando noto la intensa mirada de su hermano – Les dije que yo tenia novio.

- ¿Novio? – Susurro. Primero su corazón dolio de solo pensar que ella tomaría a cualquier compañero inútil como su pareja, pero segundos después, la misma ira que habia sentido al comienzo, volvió a reaparecer - ¿Quién es tu supuesto novio? – Le gruño levemente, apretando el vaso del helado.

- El... Mi novio... - Su cuerpo comenzó a temblar levemente, mientras veía como sus compañeras caminaban hacia ella, con esa sonrisa maligna aun pintadas en sus rostros. Era ahora o nunca – Mi novio eres tu – Lo miro fijamente, notando como sus ojos se abrían por la sorpresa. 

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