17.

Ok. Ok. Para que vean que no siempre soy una bruja cruel, aqui les dejo otro capitulo para que no se queden con la intriga jajajaja

Ven que, cuando me agarra marte con ascendente en mercurio (?) soy buenita? xD

Lxs quiero! ❤

***

- ¡Dejame! ¡Me duele mucho! – Se lamento el niño, justo en el instante en que Inu No, junto al resto de la familia, aparecia por la puerta. No hizo falta mas que un cruce de miradas entre ese pequeño que pedia ayuda en silencio y su celoso padre, para que el peli plata tomo las manos de Sao y las separe de su hijo.

- Sueltalo, maldito engendro – Lo tomo del cuello, y con un rápido movimiento que logro tirar el sillón donde ese hombre se sentaba, lo azoto con fuerzas contra la pared – Te matare por atreverte a tocar a mi hijo – Murmuro sobre su rostro, con un deje de locura que asusto al peli negro.

- ¡Inu No! – Grito Izayoi, pero se callo al ver como el pequeño lloraba y se tocaba su hombro – Mi niño – Murmuro, y se tenso aun mas al ver como esa mujer lo tomaba del brazo – No te atrevas a tocar a mi hijo, maldita perra – Aupo a Souta entre sus brazos, sin separar la mirada de la peli roja que no objeto nada.

- Me duele, mami – Sollozo, logrando que la ira invada el cuerpo de la joven mujer – Duele mucho.

- Ya pasara, mi pequeño – Beso su cabecita, acunandolo mientras le tarareaba en su oido – Ya pasara, mi niño hermoso.

- Ayuda – Rogo Sao, mirando a su mujer, logrando que ella reaccione a lo que estaba sucediendo.

- Lo matara. Sueltalo – Camino hacia ellos, pero se detuvo al ver la mirada enloquecida de Inu No. No hizo falta palabra alguna, para que ella retrocediera hasta dar contra alguien. Se giro, encontrándose con otro par de ojos dorados que la miraban de mala manera.

- Yo que tu, me quedaría quieta y sin molestar – Fue todo lo que Inuyasha dijo, para que esa mujer se sentara en un sillón, quieta, y sin siquiera mirar a su marido.

- Nos dijo que ustedes querían deshacerse de nosotros, porque solo eramos un estorbo – Aseguro la azabache.

- ¡Callate, maldita niña! – Gruño Sao, pero un golpe en su estomago lo hizo toser con fuerzas, escupiendo unas gotas de sangre.

- ¿Cómo te atreves a decirle a mis hijos que son un estorbo para nosotros? Maldita escoria – Gruño, tomándolo nuevamente del cuello, para apretarlo contra la pared - Eres hombre muerto.

- Souta, mi niño, ayúdame – El niño, con pequeños pasos camino hacia el peli plata, tomándolo de su ropa. Sao sonrio aliviado.

- Soso – Murmuro Inu No, mirándolo fijamente, rogando que no le pidiera que lo soltara, porque no sabría si era capaz de hacerlo en ese momento, que estaba muy enojado.

- Has lo que quieras con él, padre – Le regalo una ultima mirada al peli negro, y volvió a los comodos brazos de su madre, que lo esperaba para seguir brindándole amor.

- ¡Maldito niñato! – Rugio, pero el silencio se adueño de él, cuando Inu No lo miro fijamente.

- Renunciaste a su tutela. No quisiste saber de ellos durante tantos años. No te acercaste ni a preguntar como estaban cuando perdieron a su madre y estuvieron un año en el hospital y, ahora, ¿Te atreves a venir a pedirnos que renunciamos a ellos? – Cada palabra era como una daga que se clavaba en el instinto de Sao, sabiendo bien que cuando terminara de hablar, lo golpearía. Podia leer la sentencia en sus dorados ojos – No contento con eso, te atreves a decirle a mis niños que no queremos estar con ellos, ¿Acaso eres estúpido? – Y no esperaba contestación de su parte, porque sabia muy bien que si lo era.

- Queria llevarse a Souta para cobrar un bono de discapacidad del gobierno – Comento la azabache, perdida entre los brazos de su hermano mayor, llamando la atención de Inu No – Cuando lo oyo hablar, apretó sus hombros, lastimándolo, y le dijo que era una basura inservible – Todos los presentes, pero aun mas Inu No, se tensaron antes esta noticia.

- Retiro mi pregunta. Eres estúpido – Apreto mas su mano en el cuello del hombre, casi dejándolo sin respiro – Te atreves a venir aquí, a mi hogar e insultar a mi niño, ¿Creista que ellos se irían contigo sin mas? Son mi familia. Y por mi familia... - Se acerco mas al rostro de Sao, que intentaba fundirse con la pared para huir de esa feroz mirada. Nunca creyo que los Taisho serian personas con tanto carácter – Mato – Sentencio, sin dejar de mirarlo.

- No te atreverías – Se animo a desafiarlo, pero se callo cuando noto la sonrisa llena de altivez que ese hombre le regalaba.

- Creeme, Nii, tengo suficiente influencia en el mundo legal como para que no me pase nada si mate a una cucaracha como tu – Volvio a golpearlo en el estomago, y lo tiro hacia un lado. Luego camino hacia su niño – Tranquilo, campeón – Intento tranquilizarlo cuando el niño se tiro a sus brazos – Estas malas personas ya se van y te dejaran tranquilo.

- ¿No me llevaran con ellos? – Pregunto con mucho temor en su voz, lo que causo que el peli plata se derrita de preocupación. Lo abrazo con fuerzas, escondiendo su pequeño rostro en su cuello y beso su cabello.

- Claro que no, pequeño mio. Te quedaras aquí, con nosotros, si eso es lo que quieres.

- Si. Quiero quedarme con papá Inu, mamá Iza, Nito Sesshu, Nito Inu y con Kag – Aseguro, mirando fijamente a Sao, que gruñía por lo bajo, limpiándose la sangre de sus labios.

- Si eso es lo que deseas, te quedaras siempre con nosotros – Se giro, para mirar fijamente a Sao, que aun no habia logrado ponerse de pie. Su esposa, asustada, camino hacia él para ofrecerle un pañuelo – Y ahora, quiero que se retiren de mi casa. No tienen nada que hacer aquí.

- ¡No nos iremos de aquí sin ellos! – Rugio Sao, parándose con dificultad. La ira que irradiaba su mirada hizo estremecer a Kaghome. Una sola vez lo habia visto con esa mirada, y el dia habia terminado con su querida madre en el hospital, con un corte en su cabeza por el plato que ese desgraciado le habia lanzado - ¡Son mis hijos, y si tengo que llevar este caso a juicio, lo hare!

- ¿Para que nos quieres? Si ya te diste cuenta de que Souta puede hablar, no nos necesitas – Le respondio la azabache, acercándose a él, pero se detuvo cuando sintió la suave mano de Inuyasha, tomando la suya. No se giro, pero continuo viendo fijamente a Sao – Ya arruinaste nuestra vida cuando te fuiste, dejándonos tapados en deudas. No te preocupaste ni por preguntar como estábamos luego del accidente, porque se que tu hermana te conto de eso y ahora vienes aquí a reclamar nuestra tutela. ¡¿Qué tan infelices tenemos que ser para estes satisfecho?! ¡¿Para que demonios deseas que vayamos contigo si no nos quieres?!

- Porque quiero hacer su vida tan desgraciada como ustedes hicieron la mia cuando nacieron, bastardos – Siseo por lo bajo, sonriendo con burla, sorprendiendo incluso a Kaghome, que ya no creía que ese hombre pudiera ser mas desgraciado.

Tanto Inu No como Inuyasha se tensaron al escuchar esa declaración, pero antes de poder hacer siquiera un comentario, una sombra negra y plateada se acerco a toda velocidad hacia Sao, azotándolo nuevamente con fuerzas contra la pared.

-Atrevete a decir eso de nuevo – Gruño con locura Sesshomaru, haciendo presencia en la escena. No comprendia demasiado, pero cuando escucho a Kaghome hablar, supo que ese maldito imbécil que se atrevia a decir cosas tan horribles de sus hermanos, era el padre que los habia abandonado – Escuchame una sola cosa, porque lo dire una vez, en este tiempo ya sufrieron demasiado como para que venga un engendro como tu a seguir molestando en sus vidas.

- ¿Quién... Quien eres tu? – Logro jadear por la falta de aire, sin poder apartar su mirada de esos ojos dorados que le demostraban todo el odio que sentían hacia él.

- Un hermano muy celoso – Lo empujo contra el suelo, y allí mismo, tomando la parte de atrás del cuello de su pulover, comenzó a arrástralo hacia la salida.

- ¡Sueltame, maldito! – Intento soltarse con todas sus fuerzas, pero era imposible. Ese joven mantenía su agarre con tanto ahinco que creyo que desgarraría su ropa con sus dedos.

- ¿Qué piensas hacer? – Pregunto con algo de cuidado Inu No. Sabia muy bien que, de los tres, Sesshomaru era el mas calmo, pero también el que mas se enloquecia cuando perdia los estribos. Definitivamente no era alguien con quien quisieras cruzar la línea de paciencia.

- Poner la basura donde corresponde – Gruño, haciendo caso omiso a las quejas de Sao y de la esposa, que intentaba detenerlo – Myoga, abre la puerta – El anciano, que veía la escena en silencio, obedecio inmediatamente. Con fuerza casi sobre humana, el peli plata lo levanto por los aires y, de un fuerte golpe en su mandibula, lo lanzo contra el suelo.

- ¡Sao! – Grito con desespero la peli roja al ver como el cuerpo, casi inconsciente de su esposo rebotaba contra el suelo - ¡Eres una maldita bestia! – Chillo, viendo como una leve y casi diminuta sonrisa de complacencia se asomaba en el restro de ese joven.

- No tienes idea – Murmuro, dando unos pasos hacia ella, para arrodillarse a su lado y mirarla fijamente, infundiéndole terror – No quiero volver a verlos cerca de mis hermanos – Y sin esperar una respuesta, se adentro en la casa.

Los presentes lo siguieron, ya que habia dejado mas que claro que no querían ser molestados.

Sesshomaru se quedo parado en medio de la sala, intentando calmar su agitada respiración. Sus puños estaban lastimando sus palmas, y su corazón latia con demasiada velocidad. Podia sentir la ira nublar sus sentidos. Necesitaba volver afuera y seguir golpeando a ese maldito.

- Ya termino todo – Murmuro su madre, acariciando su espalda con cariño. El peli plata asintió con su cabeza, suspiro varias veces mas y luego la miro.

- Quiero seguir golpeándolo – Confeso, intentando calmar el temblor que recorria su cuerpo – De verdad lo deseo.

- Lo se, cariño. Pero míralo – Señalo con su mentón hacia el niño que estaba en brazos de su padre. Lo miraba con sus ojos expectantes. Se podía leer en ellos las ganas que tenia de correr hacia Sesshomaru y saltar a sus brazos, para que puedan ir a jugar – Tiene unas ganas locas de estar contigo, ¿Qué prefieres? – No le tomo mas de un segundo elegir. Ese niño podía con él.

- Ven, campeón – Se arrodillo, y Soso corrió hacia él, prendiéndose de su cuello – Juguemos.

- ¡Si! – Grito con felicidad, logrando que toda la familia se regocije junto con él. Parecia que era suficiente que su Nito Sesshu estuviera presente para que todo lo malo que habia vivido en esos minutos se esfumara.

- ¿Qué deseas hacer? – Pregunto con cariño el peli plata, mientras besaba su frente, logrando calmarse casi por completo. Su hermano estaba allí, entre sus brazos, y no se iba a ir. Por su honor que ni él ni Kaghome se alejarían de su lado.

- Nito Inu me prometio que iríamos al circo – Murmuro, mirando al peli plata menor que se acerco hacia ellos, junto con Kaghome.

- ¿Quieres que te lleve Sesshomaru? – Intervio el peli plata menor, sin soltar a la azabache, que temblaba notablemente afectado por aquello.

- Si. Quiero ir con él – Aseguro, aferrándose al cuello del mayor, que solo sonrio levemente.

- Esta bien. Iremos, pero a otro circo mas grande, ¿Quieres?

- ¡Si! – Salto de sus brazos, corriendo hacia sus padres que intentaban dejar de temblar. Sonrieron con amor cuando el pequeño comenzó a saltar a sus pies, reclamando atencion – Mami. Papi. Nito Sesshu me llevara a un circo grande – Comento con una sonrisa, que contagio a los adultos.

- Que bueno, mi niño, ¿Vas a ver a muchos payasos?

- Si. Y a los magos también.

- Yo me voy a cambiar y vamos, ¿Quieres?

- Tu también tienes que darte un baño – Izayoi tomo la mano del menor, mirando a su marido. No hizo falta palabras para que el peli plata entendiera la preocupación de su mujer.

- Hablare con Totosai. No dejare que mis niños pasen por un traumante juicio – Beso su frente, mientras revolvía los cabellos de Souta.

- Claro, cariño – Beso sus labios y miro al niño, que le devolvía la mirada expectante – Vamos a ducharnos, para ponernos muy guapos para ir al circo.

- ¡Si! – Y sin esperar a su madre, corrió escaleras arriba para meterse en su baño. La joven mujer rio con fuerzas y miro a su pequeña. Sin decir ni una palabra se acerco a ella, la abrazo y beso su cabeza. Luego salio tras Souta.

- ¿Tu te encuentras bien, mi niña? – Pregunto Inu No, acariciando su rostro con delicadeza. La azabache lo miro y asintió con su cabeza. No deseaba mentirle a sus padres, pero tampoco queria preocuparlos aun mas.

- Si, padre. Solo fue la impresión del momento – Se acerco a él y lo abrazo con fuerzas por su cintura. Él, con cariño, le devolvió el gesto – No te preocupes por mi.

- Eso es imposible, mi niña – La separo con sutileza y la miro – Ire a hablar con Totosai, no dejare que ese maldito los haga pasar por otro juicio innecesario.

- Claro – Asintio con su cabeza, con una sonrisa totalmente fingida. Inu No beso su frente y se fue a su despacho, para acomodar un poco todo lo que habían tirado.

- Pequeña – Murmuro Inuyasha, una vez que se encontraron solos. La abrazo por la espalda con suavidad, y ella se recostó mas sobre el pecho de él.

- Solo quiero recostarme a ver una película, ¿Podemos? – Giro su cabeza para mirarlo fijamente. Él beso su nariz y, tomando su mano, comenzaron a caminar hacia su habitación.

- ¿Qué deseas ver? – Pregunto, mientras veía como ella quitaba sus zapatos, su pulover, quedando únicamente con su falda y remera manga largas, y se recostaba, tapándose con el cobertor azul de él.

- Lo que quieras – Murmuro, sin animo alguno. Inuyasha no dijo mas nada, y prosiguió a seguir sus pasos. Una vez mas libre de ropa, se recostó a su lado, atrayéndola a su cuerpo. Eligio una película cualquiera, porque sabia que, apenas comenzara, ella no le prestaría atención.

Podia sentir como el cuerpo de ella se convulsionaba levemente debido al llanto que se avecinaba, pero él no dijo nada. Solo se dispuso a abrazarla y mimarla.

Asi pasaron todo lo que duro la película, abrazados, enredados, sin dejar una parte de su cuerpo separada de la del otro. Inuyasha estaba seguro que nadie seria capaz de separarlos, y si para ello tenia que jugar sucio, asi lo haría.

Por el Angel, que esa pequeña se quedaría a su lado. Por siempre. 

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