15.
- ¿Te has divertido? – Pregunto la azabache, sentándose a su lado, para sentarlo en sus piernas. El niño volvió a asentir con su cabeza, y con señas, logro decirle algo que hizo temblar el corazón de Kaghome – Lo se, Soso. Yo también extraño a mamá – Lo abrazo con fuerzas, sintiendo como todos los miraban, e intento no llorar – Pero estamos juntos. Y es lo que importa.
Y tras eso, sucedió algo que dejo a todos en blanco. Contra todas posibilidades que la familia habia barajado por su mudez, Souta volvia a sorprenderlos, superando todas y cada una de las expectativas que habían puesto sobre él...
-Pero soy muy feliz con mamá y papá, aquí – Aseguro Soso, con su dulce voz de niño, mirando fijamente al matrimonio Taisho, que aun no lograba asimilar que ese pequeño, que su hijo, había logrado hablar.
Kaghome solo logro mirarlo, y unas lagrimas rebeldes comenzaron a correr por sus mejillas. Hacia tanto, tantísimos días desde la ultima vez que habia escuchado esa melodiosa voz, que creyo estar soñando. No era posible.
-¿Qué? – Murmuraron Izayoi e Inu No a la vez, logrando que Soso riera como un bebé.
- ¡Hablaste, Soso! – Grito la azabache, haciendo reaccionar a toda la familia. Se avalanzo sobre él, abrazandolo, mientras el llanto comenzaba a invadirla. Todo lo malo que habia vivido hasta el momento, habia valido la pena, ya que su hermanito estaba hablando.
- Me ahogas, hermana – Se quejo el pequeño, sin notar la conmocion que causaba en la familia.
- No lo puedo creer, Soso – Seguia llorando la azabache, sin querer soltarlo – Hablas. Lograste hablar.
- Mi pequeño – Izayoi se arrodillo al lado de sus hijos, abrazandolos aun mas fuerte – Bendito sea el Angel.
- Mami, tu también me ahogas – Volvio a quejarse el niño, causando una mas grande conmocion en la mujer.
- Escuchar como me dices "Mami", es la mas grande dicha de todas – Robandolo del regazo de su hermana, lo aupo para abrazarlo mejor – Eres un niño tan lindo, mi pequeño – Susurro sobre su oído, besándolo con amor por todo el rostro – Te comeré a besos – Aseguro, mientras sus lagrimas fluían sin parar.
- Me haces cosquillas – Aseguro, riendo y luego miro a Inu No, que lloraba en silencio - ¿Por qué llora papá? – Le pregunto a la joven mujer, que intentaba secar sus lagrimas.
- Porque esta feliz. Feliz por ti, feliz por tu hermana, feliz por nosotros.
- Sigue hablando, campeón. No te detengas. Por favor – Pidio el hombre, aupandolo también – Quiero oírte mas – Izayoi se acerco a Kaghome, para abrazarla, al tiempo que sonreia por escuchar como el niño complacia a su marido y continuaba con su charla.
- Todo esta bien, mi niña.
- No puedo explicar la felicidad que tengo, madre – La abrazo, escondiendo su rostro en su cuello, regocijándose por las frases casi sin sentido que su hermano compartia con Inu No, Inuyasha y Sesshomaru, que lo alababan por todo lo que decía – Es casi un sueño.
- Pero esta vez, es real, pequeña – Ambas miraron a sus hombres, que reian ante las ocurrencias del pequeño – Todo esta bien.
- Todo esta mas que bien, madre – Ambas se acercaron a ese circulo, donde Souta estaba sentado en las rodillas de su padre, y sus hermanos mayores les hacían muchas preguntas bobas, solo para oir su voz.
- ¡Eso es mentira! El hermano Inuyasha fue el mejor guía que tuvimos. Me dejo oir al circo solo, como un adulto – Regaño a Sesshomaru, que peleaba con Inuyasha.
- ¡Ja! Te lo dije. Soy mejor guía que tu, bobo.
- Callate – Refunfuño Sesshomaru, logrando que todos rieran.
- Vayamos a contarle a Kaede y a Myoga, que se alegraran de escuchar esta noticia – Aseguro Izayoi, mientras tomaba la mano de Souta.
- ¿Los abuelos se alegraran si hablo? Porque la abuela Kaede es muy linda cuando sonríe.
- Claro, cariño. Los abuelos estarán sumamente felices – Aseguraba la mujer, mientras caminaba con Souta e Inu No, hacia la casa de los ancianos.
- Entonces hablare mucho, para verlos sonreir a ellos y a ustedes.
- No lo puedo creer aun – Aseguro la azabache, abrazando a Inuyasha que estiraba sus brazos para recibirla – Estoy feliz, Inuyasha.
- Yo tampoco puedo creerlo. Ese hombrecito por fin habla – Beso su cabeza, respirando su aroma que tanto amaba, y la abrazo con mas fuerzas – Adoro escuchar que eres feliz.
- Pensaste que nunca iba a llegar ese dia, pequeña – Sesshomaru acaricio su cabeza, sonriendo levemente.
- Es casi un sueño – Confirmo, sonriendo con felicidad, logrando abrazarse a sus dos hermanos que besaban su cabeza o acariciaban su cabello con lentitud – No veo la hora de contarle a Sango y Miroku.
- Vamos a buscarlos, ¿Quieres? – Sugirio Inuyasha, logrando que la azabache asintiera con alegría.
- Vamos, rápido, por favor – Se prendio de su brazo, queriendo moverlo hacia la salida.
- Tranquila, pequeña. Deja que me abrigue – Rio ante su urgencia, ya que le causaba demasiada ternura.
- No vuelvan muy tarde. Kaghome mañana tiene colegio – Advirtio Sesshomaru, logrando que Inuyasha ponga los ojos en blanco.
- Si, papá – Se burlo, para salir hacia su auto – Vamos, pequeña.
- ¡Vamos!
***
Al dia siguiente, los padres de Souta lo llevaron al colegio, ya que querían ver la cara de sorpresa que su maestra y sus amigos pondrían. Con anterioridad, llamaron a la directora, para pedirle que los dejaran entrar junto con él, para poder disfrutar de ese momento.
-¿Estas nervioso, pequeño? – Pregunto su madre, tomando su mano para apretarla con suavidad.
- Si, mami – Un escalofrio recorrio el pequeño cuerpo del niño - ¿Y si ya no me quieren?
- Cariño mio – Susurro la mujer, arrodillándose a su altura - ¿Quién no te querria? Eres el mas bueno de todos los niños – Acaricio su cabello con delicadeza y beso su frente – Confia en mamá. Ellos te adoraran aun mas.
- Vamos, campeón – Su padre tomo su mano, y su madre la otra, y juntos caminaron hacia el salon de clases, donde su profesora los recibió con una enorme sonrisa.
-Clase, hoy nos visitan los padres de Souta, ya que quieren darnos una sorpresa – Miro a los padres y luego al niño - ¿Cómo te encuentras, Soso? – El pequeño sonrio, asintiendo con su cabeza – Me alegro mucho – Acaricio su cabeza y luego se dirigio al matrimonio Taisho – Bueno, papis, pueden darle las noticias que tienen.
- En realidad, el que les dara las noticias, será Souta – Tanto Inu No, como Izayoi apoyaron sus manos en los hombros de él, que no paraba de sonreir – Cuentales, campeón – Souta dio un paso adelante, mirando con expectación hacia sus compañeros y profesora.
- Hola, me llamo Souta Higurashi y espero que nos llevemos bien de ahora en adelante – Saludo con una enorme sonrisa, aunque por dentro comenzó a sentirse nervioso al ver como todos, incluida su maestra, se lo quedaban mirando – Bueno, yo...
- ¡Estas hablando, Soso! – Grito la joven profesora, abrazandolo con animos, escuchando como todos sus amigos gritaban de alegría, para ir a abrazarlo todos juntos.
- ¡No lo puedo creer! – Grito una niña de cabellos rubios.
- ¡Que felicidad! – Comento otro pequeño, de cabellos rojos.
- Estamos tan felices por ti, Soso – Volvio a comentar la profesora.
- ¿Qué sucede aquí? – Por la puerta del salon, se asomo una mujer adulta, sonriendo al ver ese enorme abrazo – Un gusto verlos, señores Taisho.
- El gusto es nuestro, directora Liliam – Saludo Izayoi, que estaba conmovida por lo que su pequeño vivía.
- ¿Por qué estamos tan felices? – Pregunto mirando al grupo.
- Por esto, directora – La profesora dejo ver a Souta – Vamos, Soso.
- Hola, señora Liliam – Saludo nuevamente, notando como esa mujer también se quedaba de piedra.
- Por el Angel – Murmuro, arrodillándose a la altura del pequeño – Por el Angel, mi niño – Lo abrazo, llorando levemente por la emoción.
- Lo dejamos en sus manos, profesora – Anuncio Inu No, sin querer interrumpir a su hijo.
- Me alegro tanto por él y por ustedes – Saludo con sus ojos lagrimosos, tomando las manos de la joven madre.
- Nosotros también nos alegramos mucho por él – Miro a su esposo, y ambos sonrieron – Lo dejamos en sus manos.
- Seguro – Los tres miraron hacia los niños que reian junto con la directora y Souta – Seguramente pasaremos la jornada festejando este milagro.
- Claro. Lo vendremos a buscar a la salida – Y sin querer interrumpir ese momento que lograba que hasta Inu No se emocione, el matrimonio se retiro.
- Lo estamos haciendo bien, ¿No, cariño? – Pregunto el peli plata, regalándole una ultima mirada a su hijo que reia sin parar.
- Si, mi amor – Se abrazo con fuerzas a su brazo, limpiando unas pequeñas lagrimas que corrian por sus mejillas – Lo estamos haciendo muy bien. Tenemos la familia mas feliz de todas, a pesar de las penas, las sonrisas siempre son mas.
- Te amo tanto, mi reina – Murmuro, tomando su delicado rostro entre sus manos y acercando su boca a la de ella.
- Y yo, te amo mucho mas a ti, mi rey – Cruzo sus brazos por el cuello de él, sintiendo como la levantaba del suelo, para estar mas a su altura y no pudo evitar reir como una niña pequeña. Desde hacia 26 años que, cada vez que la besaba, hacia lo mismo.
Y, por el Angel, que no deseaba que lo dejara de hacer nunca.
Lejos estaban de pensar que todo esa felicidad que sentían, se viera se viera opacada por una visita nada placentera.
Su gran familia feliz podía estar a punto de separarse.
***
El dia parecía completamente normal.
Cada habitante de la casa se encontraba en su habitación, con sus respectivos asuntos. Souta jugando con los videos, Kaghome viendo una película e Inuyasha, como casi siempre, estudiando ya que tenia una materia importante que sacar, aunque sus pensamientos se iban hacia su hermana, que se encontraba a pocos metros. Quizas, en unos minutos, iria con ella.
Sesshomaru, por su parte, disfrutaba de sus días libres yendo con Jaken, su mejor amigo, a tomar un café y, dicho sea de paso, a mirar algunas lindas mujeres.
En la planta baja, el matrimonio Taisho, se encontraba en la cocina, charlando con Kaede y Myoga, mientras tomaban un te con bocadillos, cuando el timbre irrumpio en la morada.
Myoga, a paso seguro, a pesar de sus muchos años, llego con rapidez a la puerta, encontrándose con una pareja que lo miraban muy serios. Demasiado.
Un hombre de mediana edad de cabellos negros con algunas canas y una mujer de teñidos cabellos rojos, y sus labios de igual (Y horrible) color, que se prendia del brazo de él, como si fuera una garrapata.
-Buenas tardes, ¿Qué desean? – Saludo con la formalidad que sus 55 años de servicio como mayordomo de la familia Taisho, lo caracterizaban.
- Buscamos a Inu No e Izayoi Taisho – Hablo el hombre, con total desprecio, lo que no agrado nada a Myoga.
- ¿Por qué tema es?
- Nada que tenga que interesarte a ti, sirviente – Corto la mujer, mirándolo de arriba abajo, como si fuera algo menos que un humano.
- Lamento decirle que si no me dan una explicación, no podre interrumpir a los señores en sus labores – Corto seriamente el anciano, parándose aun mas recto, ya que la actitud de esos dos no le agradaba nada.
- Quiero hablarles sobre mis hijos, Kaghome y Souta – El hombre abrió sus ojos como platos, y su cuerpo tembló levemente, aunque logro disimularlo. Ese desgraciado era el que había abandonado a sus niños a la suerte.
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