13.
Lo primero que notaron, fueron como todas las luces estaban apagadas, y como la basura rebalsaba por todos lados. Ambos guardaron silencio, para escuchar unas voces provenientes del piso superior.
Sin hacer un gran esfuerzo por pasar desapercibidos, comenzaron a subir las escaleras, para encontrarse cara a cara con Ginta, con su torso desnudo y unas grandes ojeras bajo sus ojos, señal de que habia pasado de largo la noche anterior.
-¿Quiénes son...? – Y se callo al reconocer el rostro de Inuyasha - ¡Maldicion! – Con rapidez corrió hacia la habitación de Kouga, encerrándose con él dentro.
- ¡¿Qué demonios haces, Ginta?! – Grito con furia, al verse interrumpidio en medio de una sesión de sexo con una hermosa morena y su hermano.
- Estan aquí – Murmuro con temor.
- ¿Quiénes? – Pregunto Hakkaku, dejando a esa mujer a un lado.
- Inuyasha Taisho, con un hombre que, me atrevo a asegurar, es su padre – Ante esa declaración, los hermanos Wolf abrieron sus ojos con algo de temor.
Kouga se paro, cambiándose como podía, ya que tenia enyesado su brazo izquierdo, y su brazo derecho con vendas, debido a la paliza del peli plata. Queria huir de allí. No queria admitirlo, pero sabia que si Inuyasha no lo habia matado a golpes, era porque sus amigos lo habían sacado de encima suyo. A pesar de los largos días que habían pasado de ese momento, su pomulo izquierdo aun tenia marcas de la paliza que ese joven le propino.
-¡Maldita sea! – Vocifero Hakkaku, también cambiándose - ¡Y tu, maldita zorra, vete ahora! – Le grito a la mujer, que veía la escena algo confundida. Con dificultad, ya que los efectos de la droga aun seguían en ella, se cambio para salir por la puerta, encontrándose con dos hombres mas.
- ¿Quién eres tu? – Pregunto Inu No, sintiendo un nudo en el estomago al notar lo drogada que estaba esa niña, y apenas tenia la edad de Inuyasha.
- Ellos están ahí – Anuncio, sonriendo bobaliconamente, y se fue, prendiéndose de las paredes.
- ¡Abre, Wolf! – Grito el peli plata mayor, pero no obtuvo respuesta del otro lado. Quiso abrir por sus medios, pero la puerta estaba cerrada al cal y canto.
- ¡Kouga, abre! – Grito Inuyasha, temiendo que esas cucarachas se escaparan por la ventana - ¡No hagan que tire la puerta abajo! - No obtuvieron mas que silencio.
- Ustedes lo pidieron – Y de una fuerte patada, por parte de ambos Taisho, la puerta cedió, encontrando a esos tres jóvenes contra la pared contraria, sumamente nerviosos - ¿Asi que ustedes son los malditos hijos de perra que se atrevieron a abusar de mi pequeña? – Hablo con inquietante calma, mientras daba unos pasos hacia ellos.
- ¿Quién eres? – Logro preguntar Ginta, aunque sabia muy bien la respuesta.
- Inu No Taisho. Padre de Inuyasha y de Kaghome – Camino otros pasos, quedando muy cerca de los tres.
- Nos volvemos a ver Kouga, maldito insecto – Gruño Inuyasha, apretando sus puños al verse atacado por una oleada de ira que, sabia, solo podría desaparecer si golpeaba nuevamente a ese peli negro.
- Inuyasha, ya he pagado por lo que le hice a Kaghome.
- Claro que no, pequeña mierda – Hablo Inu No, caminando hacia el oji azul, que intentaba esconderse tras su hermano y amigo – No has pagado nada aun. Todavia no has sufrido ni la mitad de lo que mi pequeña lo hizo. Aun no has sentido como la vida se te escapa en pequeños supiros, porque aun no he puesto mis manos encima de ti pero, cuando lo haga, desearas morir. Porque te golpeare tanto, que ni tus padres podrán reconocerte – Amenazo, sin quitar sus ojos de los de Kouga – Y luego seguirán ustedes, hijos de puta – Miro a Hakkaku y Ginta – Porque no me olvido que ustedes también participaron en esto. Ustedes son tan miserables y merecen pagar, igual que este desgraciado.
- Escuche, señor – Intervino Ginta, armándose de valor – Podemos explicarle lo que ocurrio.
- ¿Podras explicarme porque motivo, razon o circunstancia, abusaron de mi hija? – Una carcajada carente de gracia se escapo de los labios del hombre – Deseo que lo hagas, por favor – Se callo, solo para que ese joven, al cual le brotaba el temor por los poros, hablase.
- Ella lo pidió – Se excuso, logrando que la cordura de Inu No se quebrase, y comience a gruñir igual que Inuyasha – Ella le dijo a Kouga que era una fantasia que tenia...
- ¡Callate de una maldita vez, idi...! – Intento detenerlo Hakkaku, pero fue demasiado tarde. El albino mayor, ya habia tomado su cuello, para tirarlo contra una pared, resonando en toda la casa.
- Eres hombre muerto, Kouga – Advirtio Inu No, sabiendo muy bien que el cabecilla y el que habia creado todo el plan, era ese joven de cabellos negros.
- Y tu, maldito, eres mio – Bramo Inuyasha a Hakkaku, que intentaba proteger a su hermano – Aun no he conseguido golpearte.
- Atrevete – Desafio con una sonrisa llena de burla.
- Eres muy valiente o muy estúpido – Aseguro Inuyasha, antes de tirarse sobre él.
Inu No tenia bajo su cuerpo a Kouga, mientras lo golpeaba repetidas veces, logrando que el peli negro recuerde como lo habia hecho Inuyasha días anteriores y, justo como habia advertido el hombre, deseaba que ese sufrimiento acabase. Sus huesos aun dolían, sus brazos estaban sumamente lastimados y su boca aun tenia cicatrices, que también dolían.
Ginta, al recobrar la consciencia, logro ver como Hakkaku estaba siendo atacado por Inuyasha, asi que corrió a ayudarlo, tomándolo de los brazos.
-Vamos, Hakku. Golpealo – Y el peli blanco asi lo hizo. Comenzo a propinarle una paliza al oji dorado, que intentaba deshacer su agarre, pero le era imposible. Habia gastado todas sus energías en reprimir a Hakkaku.
- Ahora no eres tan malo, ¿No, Taisho? – Se burlo el peli blanco, tomando del cabello a Inuyasha.
- Eres un...
- Maldito cobarde – Se dejo oir una muy gruesa voz, al mismo instante en que Hakkaku caia desvanecido al suelo – Padre – Llamo algo fuerte, llamando la atención del hombre, que lo miro con sorpresa.
- ¿Sesshomaru? – Preguntaron ambos Taisho al mismo tiempo.
- Lo mataras – Anuncio, frio como el hielo, sin demostrar pensamiento alguno. Al notar lo que su hijo mayor decía, Inu No salio de arriba de Kouga, notando como la inconsciencia le habia ganado.
- Sueltame, maldita sea – Gruño, golpeando un lado de Ginta, logrando que lo liberara.
- ¿Tu eres otro de los malditos que se atrevio a tocar a mi pequeña hermana? – Pregunto Sesshomaru, viendo directos a los ojos del pobre, que temblababa como una hoja. Se encontraba el solo contra esos tres.
- Yo... Yo... - Y se callo sin saber que decir.
- Creo que ya has entendido la lección – Anuncio, notando como mojaba sus pantalones.
- Llama a la policía, Inuyasha. Totosai ya habrá logrado que le den una condena.
- Claro.
***
Una vez arreglado el tema con la autoridad, los tres hombres volvieron a su hogar, esperando encontrar a una Kaghome un poco mas calmada, y a su madre igual.
-¿Te duele? – Pregunto su padre a Inuyasha, mientras lo veía por el espejo retrovisor.
- Keh. Esos cobardes no lograron lastimarme mucho – Murmuro, cruzando sus brazos y corriendo su rostro.
- Pero te golpearon.
- Solo un poco. Me encuentro bien – Miro por la ventana, notando como la lluvia comenzaba a mojar el pavimento – Solo quiero ver a Kaghome.
- Seguro – Consintio el padre, y luego miro a Sesshomaru - ¿Cómo nos encontraste?
- Regrese a los pocos minutos que ustedes se fueron. Encontre a mamá llorando junto a Kaghome, y solo me contaron que ustedes se habia ido a buscar a los Wolf, asi que aborde un taxi hasta la casa de ellos, y el padre me dio esta dirección – Guardo silencio, esperando que su padre asimile su historia - ¿Quieres contarme que ocurrio?
- No creo que sea buena idea. Eres igual que nosotros, no podras controlarte y ya demasiado hemos hecho.
- ¿Tiene que ver con Kaghome? – Pregunto con algo de inquietud, ya que esa niña era lo mas parecido que tenia a una hermana. Se habían visto muy pocas veces, pero aun recordaba cuando jugaban de niños y las ocurrencias que ella tenia. Siempre la habia cuidado, y no habia semana que no llamara a Naomi, preguntando por ella, y por el pequeño Souta.
- Si – Contesto Inuyasha, ganándose una mirada reprobadora de su padre – Se enterara de todos modos, padre – Miro a su hermano con seriedad – Solo promete que te contendras.
- Dime.
- Esos tres abusaron de Kaghome – Solto, como lo habia hecho a sus padres. No estaba de humor para dar vueltas – La drogaron, la ataron en una cama y jugaron con su cuerpo.
- ¿Abusaron sexualmente? – Siseo entre dientes, apretando sus puños.
- No hubo penetración – Intento tranquilizar Inuyasha, pero era demasiado tarde. Con fuerza, Sesshomaru golpeo el tablero del auto, quebrándolo.
- Esos malditos hijos de puta – Gruño con fuerzas.
- Lo se, hijo. Te puedo asegurar que siento lo mismo. Pero ya no hay nada que podamos hacer. Ya los golpeo Bankotsu, Shippo, Jakotsu, Miroku, Inuyasha y yo, si volvemos a hacerlo, solo lograremos matarlos y ni Kaghome ni mamá nos perdonarían.
- Lo se – Murmuro, intentando respirar – Lo se.
Al llegar a su hogar, los tres hombres entraron, encontrándose con ambas mujeres sentadas en la sala de estar, mientras Izayoi tarareaba una canción y Kaghome, solo se mantenía callada, con sus ojos cerrados. Cuando escucharon el ruido de la puerta, ambas se levantaron, para ir hacia sus hombres.
Izayoi abrazo con fuerzas a su marido y a su hijo mayor, mientras Kaghome saltaba a los brazos de Inuyasha, que la recibia para brindarle todo su amor y comprensión.
-Inu – Murmuro, rompiendo en llanto nuevamente.
- Aquí estoy, princesa. Tranquilizate, ya nada te pasara – La abrazo con fuerzas, besando su cuello, intentado serenarse. El verla asi, lograba que su ira aumentase.
- Mi pequeña – Murmuro Inu No, logrando que ella se suelte de Inuyasha y lo abrace a su padre, para llorar aun mas fuerte – Lamento todo esto, mi amor. Pero ya todo paso. Esos tres se van a pudrir en una celda, y yo mismo me asegurare de ello.
- Gracias, padre. Muchas gracias – Logro decir entre llantos, ya que sus hipos de sufrimiento no dejaban que ella hablase.
- Vamos, pequeña – Llamo su madre – Date una ducha y duerme un poco. Te hara bien.
- Claro, madre – Miro a Inuyasha, llamándolo con su mirada. Aun no estaba lista para dormir sola.
- Me dare una ducha también, y en minutos estare contigo, princesa.
- Gracias – Murmuro, acompañando a su madre. Una vez que las mujeres se perdieron en el piso superior, Inu No miro a sus dos hijos.
- Es nuestro deber protegerla de ahora en mas – Anuncio – Se vendrán tiempos difíciles con el juicio, y ella tendrá que verlos nuevamente a la cara a esos tres malditos. Pero aun peor, la sociedad se enterara y comenzara a hablar a sus espaldas, algo que no nos agradara a ninguno.
- No dejare que nada mas la lastime – Aseguro Inuyasha, llamando la atención de los hombres.
- Yo tampoco dejare que nada la lastime. Es mi hermana, al fin y al cabo.
- Muchas gracias – Miro a Sesshomaru, pidiéndole ayuda con su mirada – Me dare una ducha para ir de Totosai y luego a la estación de policías, ¿Me acompañas, Sessh?
- Claro, padre.
- Yo me quedo con Kaghome – Miro en dirección de la habitación de la azabache, sintiendo como sus ansias de estar con ella aumentaban – No dormirá si no estoy con ella.
- Hijo mio, tu no la quieres como una hermana – Aseguro su padre, logrando que se tense y corra su rostro sonrojado.
- Me ire a duchar – Anuncio y se alejo, casi corriendo.
- ¿Esta bien eso, padre?
- Claro que si, Sessh – Palmeo su hombro, sonriendo con cariño – Esta mas que bien.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top