10.
Luego de una ducha que hubiese deseado lo relajara, volvió a la habitación de Kaghome.
Sango seguía tarareando una canción diferente y cuando lo vio, le sonrio.
-Ven, tomala con delicadeza – El peli plata asi lo hizo. Se acerco hacia su hermana, tomándola con suavidad entre sus brazos. Una vez estable, beso su cabello como si con eso fuera a borrar todo el sufrimiento que sentía en su cuerpo – Yo me ire.
- Se encuentra Miroku abajo. Dile que te acompañe – La peli negra acepto y comenzó a caminar hacia la salida – Sango.
- Dime.
- Hazme solo un favor. Cierren con traba la puerta principal y salgan por la puerta de la cocina. Llevense la llave y mañana la traen – Ese pedido la confundio, ¿Qué planeaba? – No quiero que Kikyo vuelva a molestarme, por lo menos no en las siguientes horas. Ella tiene llave y entra cuando desea, pero si tiene traba, no podrá pasar.
- Claro, príncipe – Murmuro Sango con una enorme sonrisa. Su amiga merecia un tiempo a solas con ese chico mas que nadie.
Luego que de sentir como sus amigos se iban, Inuyasha camino escaleras arriba, hacia el balcón donde su hermanita tenia su cama. La recostó con suavidad sobre las sabanas, y con delicadeza, se recostó a su lado. La abrazo con fuerzas contra su cuerpo, sintiendo como su respiración seguía tranquila. Muy diferente a lo que él sentía.
Esas malditas imágenes no dejaban de pasar una y otra vez por su cabeza. Esos malditos desgraciados habían profanado el cuerpo de su pequeña, y eso lo desquiciaba. Deseaba ir hasta la estación de policía y golpear a cada uno de ellos, hasta hacerlos desmayar por el dolor. Pero no podía hacerlo. Sabia que Kaghome no se lo perdonaría si llegaba a asesinar a alguien por ella.
Intentando despejar su mente, se acurruco contra ella, respirando su aroma que tanto amaba. Cerro sus ojos y comenzó a tararear una melodía que su madre siempre cantaba cuando él queria dormir. No sabia porque lo hacia, pero el haber visto a Sango hacerlo, le traía paz.
Poco a poco el sueño fue cubriendo esa habitación. Su cuerpo se sentía pesado, y sus parpados igual. No habia nada que deseara en ese momento que dormir junto a su pequeña.
Aunque para su desgracia, su sueño no duraría mucho.
En medio de la noche, Kaghome despertó sumamente asustada por una pesadilla, donde esos tres chicos lograban violarla sádicamente. Su respiración estaba agitada y sus ojos llenos de lagrimas, pero cuando sintió un cuerpo a su lado, palidecio. No podía ser verdad. Ella estaba en su casa, de eso estaba segura.
Su corazón comenzó a latir desbocado, y sus musculos no querían moverse. El miedo inundaba cada celula de su cuerpo, y el asco invadia sus sentidos, nuevamente.
-¡No! – Grito con fuerzas, lanzándose de la cama, golpeándose el hombro con su mesa de noche.
- Kaghome – Escucho su nombre, pero la oscuridad no dejaba ver bien quien era. El miedo solo lograba que escuchase a Kouga, por lo que comenzó a moverse contra la pared, hasta hacerse una bolita, como si eso fuera a evitar que la violara.
- No. Dejame en paz. No me toques mas – Murmuro llorando sin consuelo, tomando su cabeza con sus manos - ¡Dejame!
- Kaghome, soy yo – Era Kouga. ¡Era el! Una alarma salto en su cabeza, y notando que tenia su boca destapada, comenzó a gritar, quizás tenia suerte e Inuyasha lograba escucharla.
- ¡No! – Chillo a todo pulmón, cerrando sus ojos con fuerza.
- ¡Kaghome, basta! – Escucho otro grito sobre el suyo y se callo. Abrio sus ojos al notar la claridad de la luz y su respiración se calmo cuando vio a su hermano parado allí, con temor de acercarse a su lado. La miraba con pena, y dio un paso hacia ella, para luego detenerse.
- Inu... Yasha – Murmuro, aun sorprendida. Su corazón aun latia dentro de sus oídos, pero su cuerpo se relajo. Apoyo sus manos en el suelo, sin creer lo que veía, como si fuera un espejismo – Inuyasha – Volvio a susurrar.
- Si, soy yo, Kag...
- ¡Inuyasha! – Grito, y con velocidad, corrió hacia él, prendiéndose de su cuello, comenzando a llorar como una niña pequeña. El peli plata nunca, jamas, habia sentido tanto dolor en un llanto y eso lograba que su alma se despedace trozo a trozo – Eres tu – Murmuro entre sollozos.
¿Qué podía hacer? No lo sabia. No encontraba palabras para tranquilizarla ni consolarla, solo podía acariciar su cabello, sintiéndose imponente porque sabia que eso no causaba nada en ella.
-Si, soy yo, pequeña. Soy yo – La abrazo con mas fuerzas, temiendo que se desvanezca en el aire, que Kouga entrara y lograra llevársela, o que alguno de esos imbéciles se atreviera a tocarla nuevamente.
- Yo... Tenia mucho miedo, Inuyasha – Comenzo a contarle entre sollozos – Ellos me... Me... - Su voz se quebró, no podía contarle lo que le habia hecho. Él la odiaría.
- Lo se, pequeña – Murmuro contra su cuello, aguantando sus lagrimas – Lo se. No necesitas decírmelo.
- Perdon – Fue lo único que pudo decir, antes de volver a llorar con fuerzas. El peli plata cerro con fuerzas sus ojos, notando como las lagrimas volvían a escapar de él. El dolor que su hermanita sentía, él lo podía percibir - ¿Inuyasha? – Pregunto confundida, al sentir como su hombro estaba húmedo.
- Lo lamento, pequeña. No pude protegerte, a pesar de que te lo jure – La abrazo mas contra su cuerpo, aferrándose a ella como su tabla de salvación – Todo fue mi culpa. Mi maldita culpa – Kaghome jadeo al escuchar eso. ¿Por qué no la odiaba? ¿Por qué no la echaba de allí y la aborrecia? ¿Por qué ese amable joven se echaba la culpa? No lo entendia, pero eso llenaba su corazón, como nunca pensó que volveria a llenarse. No era su culpa, pero agradecia que no se la echara a ella.
- No. No lo es – Se separo un poco de él, tomando su rostro entre sus manos para secar esas lagrimas. Sus ojos brillaban mas que nunca y, aunque era un espectáculo hermoso de ver, no deseaba volver a repetirlo – No es tu culpa. Tu me protegiste siempre, como lo habias prometido.
- Pero... - Un delicado dedo de ella callo sus palabras, mientras negaba con su cabeza.
– Solo... Solo abrazame, por favor – Pidio, un poco mas tranquila. Dolia. Golpeaba y aborrecia todo su ser, pero el tener a su hermano a su lado, lograba que todo fuera mas facil de llevar.
- Si – Murmuro Inuyasha, recostándose en la cama, para atraer a esa jovencita a su lado, quedando cara a cara, apoyando sus frentes – Todo paso. Ya nada te lastimara.
- ¿Qué sucedió con ellos? – Pregunto en un murmullo, que apenas pudo oírla el peli plata.
- Golpee a Kouga hasta que me rogo que lo dejara. Bankotsu golpeo a Hakkaku hasta el desmayo y Jakotsu casi abusa de Ginta, pero por mi culpa no sucedió – La azabache abrió sus ojos, sin saber que decir – Ahora están en manos de los policías.
- ¿Policias?
- Si. Encontraron otros cuatro videos en el celular de Wolf – Siseo, intentando mantener la calma – No creo que salgan de allí en un largo tiempo.
- Perdon – Volvio a repetir, aun sintiéndose culpable de lo sucedido.
- No pidas perdón, pequeña – Acaricio su cabello, acomodándolo tras su oreja. Noto como las lágrimas aun salían silenciosas de sus bellos ojos y con su pulgar seco una de ellas – No es tu culpa. Tú eres la victima de todo esto.
- Lo se, pero... Si me hubiese alejado de él como me lo dijo Sango.
- No podias saber que haría, princesa – Acaricio su brazo hasta lograr enredar sus dedos – No es tu culpa – Unos minutos de silencio se hicieron presente, en los cuales ambos se miraron fijamente. Inuyasha serio, sintiendo como su cabeza se dividia entre las continuas ganas de matar a Wolf, y el alivio de estar al lado de su hermanita, protegiéndola – Quiero matarlo, Kag – Confeso – Quiero ir hasta donde esta, tomarlo entre mis manos y matarlo, lenta y dolorosamente, y eso me asusta – Se movio levemente en la cama, para lograr dejar su rostro en el pecho de ella. La abrazo por la cintura, buscando su calidez. Su odio lo asustaba – Si no hubiese sido por los chicos que me detuvieron, lo hubiese matado.
- Esta bien, perrito guardian – Comenzo a acariciar sus cabellos con suavidad, tragando sus lagrimas. Ella estaba destrozada, pero su hermano también la necesitaba – No lo hiciste. Y eso es lo que cuenta.
- Pero, ¿Si lo hubiese hecho?
- Pero no paso – Lo abrazo mas contra su pecho y se envolvió sobre él, arropándolo con su propio cuerpo – Estas aquí, conmigo.
- No quiero dejarte ir – Murmuro.
- No lo hagas – Pidio con algo de verguenza – Quedate conmigo. Aquí. Ahora y siempre – Eso casi parecía una suplica, pero poco le importo, de verdad necesitaba estar con él y que le dijera que todo estaría bien. Se habia convertido en un total dependiente de su hermano.
- Ahora y siempre – Repitio suavemente, abrazándola con mas fuerzas. Estaba seguro que si alguien intentara separarlos en ese momento, seria imposible, estaban tan unidos que no lograba distinguir donde terminaba su cuerpo y comenzaba el de ella.
Y eso, Angel Bendito, como le gustaba.
***
Varios días después de lo ocurrido, y luego de viajar a la estación de policías mas veces de las que le hubiese gustado, las cosas parecían tranquilizarse un poco.
Sus padres aun no sabían nada de lo que habia ocurrido, ya que ninguno de los hermanos deseaba que, por ese problema que hasta ese momento Inuyasha podía manejar, influyera en la recuperación de Souta.
Asi que, por decisión de ambos, se lo contarían recién cuando regresaran y sabían que no era lo mejor, que su madre lloraría días enteros y que su padre se enojaría, queriendo ir a asesinar a Kouga, tal como le sucedia a Inuyasha, pero era lo mejor.
Por su parte, el peli plata no se habia separado un solo segundo del lado de su hermanita.
Las pesadillas aun seguían, por eso mismo dormian juntos, ya que él no estaba dispuesto a dejarla sola, sufriendo y llorando en su cama, cuando podía abrazarla y cantarle hasta que volviera a dormise. Salían junto con sus amigos al cine o a bailar, pero siempre uno al lado del otro, y no era algo que le molestara a Kaghome, al contrario, amaba que fuera asi con ella, pero aun le seguía molestando el hecho de que Kikyo estuviera en la vida de su hermano.
Entendia completamente que él estaba siendo amable y protector con ella por lo ocurrido, y que Kikyo era su novia mucho antes de que llegara a interrumpir su vida, pero no lo soportaba.
Cada vez que sonaba su celular y él lo miraba con odio, sabia que ocurria.
Y tenia que morderse fuertemente la lengua para no preguntarle que sucedia con la peli negra, ya que hacia muchos días, exactamente desde la fiesta que organizaron, que no la veía por su hogar.
-¿Qué deseas comer, pequeña? – Pregunto el peli plata, mientras estaban sentados en la sala viendo una película.
- No lo se – Penso, acurrucándose aun mas a su lado - ¿Pizza?
- ¿Otra vez? Comimos la noche anterior – La miro, pero cuando ella fruncio sus labios, solo negó con su cabeza, riendo – Esta bien. Tu ganas. Pizza será.
- Gracias, Inu – Le susurro, abrazandolo por el cuello, mientras besaba su mejilla - ¿Qué sucede con Kikyo? – Pregunto sin siquiera pensarlo, e instantáneamente se tapo la boca, mirando hacia un lado. No deseaba saberlo, pero su boca fue mas rápida que su cerebro.
- Nada, princesa – Y se acomodo mejor junto a ella, abrazándola al tiempo que apoyaba su cabeza sobre la de ella – Quiero estar contigo y no logra entenderlo – Cambio el canal de televisión para ver que habia de interesante – No te preocupes por ella. No molestara por unos días.
- Entiendo – Miro ese aparato delante suyo, mientras su corazón dolia. Lo sabia. Él seguía enamorado de la peli negra, pero estaba con ella solo por lo que le habia ocurrido. Porque era su hermana. Por nada mas - ¿Por qué no la invitas hoy? – El peli plata la miro fijamente, muy serio. No queria.
- No – Fue su escuesa respuesta, pero Kaghome rio para disimular su tristeza.
- Ya estoy mejor, Inu – Tomo su mano, apretándola. Necesitaba su calor, su contacto físico – Y es justo que, luego de tantos días, pases un poco de tiempo con ella.
- Pero tu... - ¿Qué excusa podía darle? ¿Qué de verdad necesitaba estar con ella y que, cuando pasaban tiempo juntos, en lo menos pensaba era en Kikyo? – Esta bien – Murmuro, dándose por vencido. No volveria a cometer el mismo error de antes, menos en la situación que estaban viviendo. No asustaría a su hermanita por no saber controlar sus sentimientos – La invitare.
- Es lo mejor, Inu – Se sento sobre sus piernas, abrazandolo con fuerzas – Tienes que ser feliz tu también – Susurro, tragándose las lagrimas. Su alma dolia. Su corazón dolia. Su hermano tenia que vivir su vida, sin ella estorbando.
- Ahora, vayamos a comer esa pizza – La tomo de la cintura, levantadola para luego depositarla en el suelo – Yo invito en la mejor pizzería de la ciudad.
- ¡Si! – Comenzo a saltar como niña pequeña, logrando que el peli plata apriete sus puños contra su cuerpo. La amaba demasiado, y queria abrazarla a ella, no a Kikyo.
Queria estar siempre a su lado.
***
Poco después de volver de la cena en la mejor pizzería de la ciudad, Inuyasha sintió como la puerta de entrada se abria y se cerraba con rapidez, causando mucho ruido.
Sabia muy bien quien era, y a pesar de que deseaba echarla y volver a encerrar entre sus brazos a su pequeña hermana, solo suspiro resignado y camino hacia el salon recibidor.
-Inu – Llamo con una enorme sonrisa la peli negra, al tiempo que saltaba a sus brazos – Te extrañe – Murmuro sobre su cuello, besándolo.
- Hola Kikyo – Murmuro desganado. Su calor... Su aroma... Su piel... No era Kaghome.
- Estoy muy enojada contigo – Siseo luego de separarse y, orgullosa como era, camino hacia la sala, encontrándose con la azabache que estaba tapada con una manta – Kaghome – Gruño.
- Kikyo – Saludo fríamente, mientras se paraba, lista para irse a su habitación.
- Inu – Volvio a llamarlo melosa, cruzando sus brazos al cuello y besándolo – Tomemos una cerveza – El peli plata la miro fijamente, pero luego fijo su vista en su hermanita, ¿Por qué tenia ese rostro? ¿Acaso era mentira que se sentía bien?
- Kaghome – La llamo, pero ella solo negó con su cabeza, regalándole un leve sonrisa, intentando ocultar lo mucho que su corazón dolia.
– Me ire a dormir – Camino hacia él, logrando que el peli plata se separase de su novia y se acercara a ella también.
- ¿Seguro estaras bien? Aun es muy pronto...
- Seguro, Inu – Lo abrazo por su cintura, sintiendo el palpitar de su hermoso corazón. Como deseaba quedarse asi, siempre – Disfruta tu noche.
- Prometo no hacer ruido, y si me necesitas, solo llamame – Acaricio el puente de su nariz, haciéndola reir.
- Claro, perrito guardian – Se paro en la punta de sus pies, besando su nariz, logrando que Inuyasha se sonroje y Kikyo sisee de la rabia – Dulces sueños – Y sin saludar a la peli negra, camino escaleras arriba hacia su habitación.
- No es necesario que te muestres asi delante mio – Reprocho, ganándose una mirada llena de ira.
- No estaba "mostrándome", Kikyo – Gruño y camino hacia la cocina - ¿Quieres o no tu cerveza?
- No – Murmuro, abrazandolo por la espalda y con delicadeza, lo giro, sonriéndole sensualmente – Lo que quiero, solo puedes dármelo tu – Con delicadeza lo empujo contra la encimera de la cocina, para comenzar a besarlo con hambre.
El peli plata, luego de unos segundos, le correspondio el beso. Sus manos comenzaron a vagar por las curvas de esa mujer, sintiendo los pequeños jadeos que ella dejaba escapar. Tambien podía sentir como sus delicados dedos acariciaban sus brazos y espalda, pero algo no andaba bien.
Sus besos no lo calentaban. Sus manos no lo motivaban. Su cuerpo no le causaba absolutamente nada.
¿Qué demonios le sucedia? Si hacia pocos meses, con solo un roce de esa mujer, su cuerpo se prendia llamas.
Que pregunta mas obvia. Sabia muy bien que, o mejor dicho quien, era la causante de ese cambio.
-No, Kikyo – Murmuro algo avergonzado, luego de que ella intentara quitarle la remera – No puedo, discúlpame – La alejo, y camino hacia la heladera, en busca de una cerveza helada. Necesitaba congelar sus ideas, ya que no podía dejar de pensar en su hermanita, ni en lo mucho que le gustaba la idea de dormir a su lado.
- ¿Me estas rechazando, otra vez? – Siseo, apretando su mandibula con fuerza, al igual que sus puños - Es todo por esa maldita niñata, ¿No es asi?
- No hables asi de mi hermana – Esta vez, el enojado era el peli plata. Podia decirle lo que quisiera, pero no soportaría que la metiera a su pequeña.
- ¿Cómo no quieres que hable asi de ella, si es la culpable de lo que nos pasa? – Volvio a sisear, sintiendo como su pulso se aceleraba por la ira que estaba conteniendo.
- Ella no es la culpable de nada, Kikyo. Las cosas se dieron asi. No te pongas como una nena caprichosa – Murmuro, y sin querer discutir, camino hacia la sala, tomando la botella de cerveza de un solo sorbo.
- ¡Claro que es la culpable! – Grito, tomando su brazo, para girarlo y que la viera fijamente - ¿Te crees que soy estúpida? ¿Qué no se que como te toca y abraza, a propósito, solo para molestarme? Desde el momento en que la vi, supe que esa chiquilla se entrometería entre nosotros. ¡Siempre que tiene la oportunidad te toca, solo para calentarte! ¿Crees que no se porque no me llamaste estos días? ¡Todo porque ella te acaparo para si misma! ¡Es una cualquiera! – Inuyasha apretó su mandibula al escuchar eso. Permitiria cualquier cosa, pero no que tratara asi a su pequeña.
- ¿Sabes por que estos días no quise verte, Kikyo? – Se acerco a ella, siseándole en el rostro – Porque tres chicos abusaron de ella cruelmente – La peli negra abrió sus ojos, sorprendida. No la queria a la niñata, pero tampoco era tan inhumana para alegrarse por su desgracia – La ataron, desnuda, en una cama y la tocaron de todas las maneras en que te puedes imaginar, mientras la grababan. Y yo vi ese video – La acorralo contra una pared, refunfuñándole en el rostro – Estuve a dos golpes de matar al imbécil que lo hizo, ¿Y tu dices que estuve con ella porque es una cualquiera que quiere calentarme?
- Yo... No... No sabia – Murmuro muy shockeada. ¿Qué le habia pasado a esa niña?
- No, Kikyo. No sabias. Claro que no – Se giro, comenzando a caminar hacia su habitación – Nunca sabes, ni quieres saber, nada.
- Espera Inuyasha – Con rapidez salio tras él, tomando del brazo nuevamente – Discúlpame. De verdad no sabia.
- No me toques – Fue su única respuesta. Se soltó y prosiguió su camino. Necesitaba una ducha relajante.
***
JO! JO! JO!
Feliz navidad, pequeñxs hanyou's!
Espero que Santa le haya traído muchos regalitos y no pedazos de carbon por haberse portado mal, pequeños rufianes.
Quizas, puede ser, que haga un mini especial de navidad. Tengo que ver la lista de Santa a ver que tal se portaron ustedes.
Se que los especiales se hacen durante tooooodo el mes de diciembre, pero yo soy jodida y lo hago cuando quiero 😂
Asi que esperenlo.
Nada. Eso. Sigan leyendo mis otras historias. Vamos. Circulen.
Lxs quiero!
Lin! ❤
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