10. El segundo secreto de Magnus
Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.
Julio Cortázar,
Rayuela.
La luz entraba por la ventana, dando señal del inicio de un nuevo día. Alec se movió tapándose la cara con la sabana, cómo si fuera la mejor manera de librarse de la luz del sol.
-Creo que alguien está despierto- dijo una voz.
Alec abrió lentamente los ojos y a su lado, encontró a Magnus.
-Buenos días- dijo Alec.
-Buenos días- rescindió Magnus.
El asiático besó los labios de su novio. Alec sentía que jamás había pasado por un dolor de cabeza cómo el que padecía en ese mismo momento. Claro, que había leído sobre la resaca. Pero nunca había experimentado una.
-Que pasó anoche?- preguntó Alec.
-Te pasaste de copas y tuve que traerte a mi casa- respondió Magnus.
-Y nosotros....?
-Intimamos?- preguntó Magnus, con ironía- No, bebé, no quiero que tu primera vez sea borracho.
Alec abrió, a duras penas, los ojos. La boca, abierta por el asombro.
La habitación era más grande que la sala de su departamento, había un gran armario, una biblioteca, una puerta que de seguro llevaba a baño y un pequeño espacio para maquillarse.
-Nunca pensé que vería tu casa- confesó Alec.
-En realidad, bebé- contestó Magnus-, estás viendo ni habitación.
-Es más grande que mi sala- dijo Alec en un hilo de voz.
-No es para tanto cariño.
-Eres prácticamente rico, puedes tener a quién desees y también eres la persona más maravillosa de todas. Por qué yo?
-Por que tu qué?
-Por qué me elegiste a mí?
Magnus se quedó callado y envolvió a Alec en un abrazo. El pelinegro se acomodó en él pecho de su novio. Magnus besó la cabeza de su novio. Si se pudieran verse así mismos, no se sorprenderían por lo bien que encajaban juntos.
-Supongo- dijo Magnus- que sólo pasó. Verte en la cafetería fue cómo encontrar algo que siempre estuve buscando, sin saber que estaba buscando y decidí nunca volver a estar lejos de ti. Luego, me enamoré de todo de ti.
-Que extraño- dijo Alec- yo sentí lo mismo.
Magnus tomó la mano de Alec y este la apretó.
-Nunca te respondí- dijo Magnus.
-De qué hablas?- preguntó Alec.
-En mi bar, cuando dijiste que amabas. Yo nunca te respondí. Yo también te amo, Alec.
Alec se separó un poco del abrazo de Magnus, puso el mentón sobre su pecho y las miradas de ambos conectaron.
Alec se acercó a los labios de Magnus y los besó.
-Siempre supe que amas- confesó Alec- Lo dicen tus labios cuando me besas, tus ojos cuando me miras cómo sólo a mí lo haces, tu corazón cuando late con el mío y tu alma al conectarse con la mía.
-Soy yo el que no sabe cómo te merece, Alexander.
-Sabemos que nos merecemos, por que estamos juntos.
-Siento que esta no es la primera vez, Alexander. Lo sientes también?
-Entonces, apaga el sol y duerme conmigo. La resaca sigue matándome.
***
Por fortuna para ambos, ese día era domingo y por lo tanto, Magnus no iba a trabajar a la cafetería y el bar estaría cerrado.
Después de estar toda la mañana en la cama, decidieron pasar el resto del día juntos.
Ahora, sólo estaban en sala mientras Magnus le alcanzaba un remedio a Alec para la resaca. Magnus se le quedaba viendo, anonadado y cautivado.
La vida suele ser caja de sorpresas, pero, que es la vida en sí de todos modos? Un torbellino de dolor o uno de placer? Una piedra áspera o un dulce corazón? Una estación de tren en el que la gente va y viene o una fotografía del mismo elenco de personas? Una canción o una película? Quizás, una bizarra mezcla de todo sin todo en particular. Era nada y la vez todo.
-Por qué me miras?- preguntó Alec y Magnus salió de su ensoñación.
-Por qué me encantas.
-Parecías estar perdido en tu cabeza.
-Tranquilo, querido- dijo Magnus mientras se levantaba de su asiento y envolvía con sus brazos la cintura de Alec- Sólo pensaba en cosas sin importancia, tu me haces hacerlo mucho.
-No sé cómo debería tomar eso.
-Te diré cómo debes tomar lo que haré a continuación: con placer- lo último, lo dijo en su susurro en su cuello.
La piel de Alec se estremeció y el bello de su piel se erizó. Magnus empezó a besar el cuello de Alec y este lo movió con placer.
Magnus hizo que su novio levantara y ambos llegaron al sofá. Allí, empezaron a besarse con pasión y deleite. Lenta y placenteramente a la vez.
Estuvieron sin tiempo sólo teniendo una sesión de besos que jamás parecía acabar. La mano de uno, se colaba debajo de la remera del otro y acariciando la piel.
Se aferraban sin soltarse, cómo si al separarse los labios, fuera el fin de todo y la única manera que sus corazones siguieran latiendo. Era la derrota de la razón y un banquete de infinitas emociones placenteras, amables y apasionadas.
Lo único que hacían, era besarse. Pero no sólo era eso. Sus almas y corazones hacían el amor cómo lo harían los cuerpos: unidos, entregados, enamorados y apasionados. Eran las almas, pero no los recuerdos, reviviendo el pasado en el presente. Vidas anteriores conectadas con la de ahora.
Alec y Magnus no lo sabían, pero lo sentían. Era amor en su estado puro cómo sólo lo sienten y experimentan las almas gemelas. Años olvidados, siglos dejados atrás, horas hechas polvo, y todas conectadas a este momento de la forma más humilde en el amor: un beso. Respirar ya no les importaba.
Sólo cuando se separaron, fue cómo si hubieran estado girando en un torbellino.
-Eso fue...-dijo Alec.
-Increíble- terminó Magnus- Tu eres increíble. Creo que nunca he besado a nadie de esta forma, de una manera...tan maravillosa.
-Yo nunca besé a nadie, pero siento lo mismo.
-Quedate aquí, regresaré pronto.
Antes de que Alec pudiera decir algo, Magnus corrió a su habitación.
El moreno llegó a la sala con un libro.
-Está firmando por el autor- dijo Magnus.
La cara de Alec delataba su confusión. Tomó el libro que Magnus le alcanzaba.
El título decía Poesía. El autor, era Henry Shelley.
Alec quedó anonadado.
Lo abrió y estaba firmado por el mismo Magnus Bane.
Alec sonrió por la dedicatoria.
-Este era mi segundo secreto- dijo Magnus- Soy Henry Shelley.
-Pero creí que te llamabas Magnus- fue lo único que dijo Alec.
-Así es, pero Henry Shelley es un seudónimo. Yo escribía, Alec. Y lo que más quería en el mundo era convertirme en escritor.
Mi padre conocía a Raphael Santiago y le sobornó con bebida a cambio de publicar mi libro. Quería seguir escribiendo y publicando, pero cuando papá murió, abandoné esas ideas.
-Magnus, tu poseía es increíble. Yo no se que decir.
-Ya dijiste mucho, amor. Sigo escribiendo, pero no tan a menudo cómo antes.
-Y por qué no me dijiste?
-Lo hago ahora. No quiero esconderte nada, Alec, sólo quiero que me conozcas.
-Yo te amo, Magnus. Seas quién seas y sin importarme tu pasado, te seguiré queriendo de la misma forma en que te amo ahora.
Alec besó los labios de Magnus.
Volvió a leer la dedicatoria.
Desde el momento en que te vi y chocaron nuestras miradas, supe que nuestra historia estaba por comenzar.
Y sin lugar a dudas, era la más completa y absolutamente historia de amor mas bella.
Magnus Bane.
Gracias por leer💜
Que les pareció el capítulo?
Se esperaban ese secreto de Magnus? Recuerdo que alguien si lo había adivinidado.
Un poco de azúcar por los corazones destrozados en Mi mundo feliz.
Aunque amarán y sufrirán en los capítulos de hoy.
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