016

NO HAY LÍMITES

         ↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡    Cinco días había pasado desde que había hablado con Rhaena.

         Estuvo a punto de hablar con Lucerys sobre el tema, pero un imprevisto pasó por su mente.

         ¿Qué diría Aemond sobre ello?

         La odiaría, es un hecho.

         Mandó una carta hace cinco días y hasta el momento no recibía respuesta alguna de su primo.

         Aenarys soltó un suspiró y miró el largo mar.

         —¿Qué le aqueja, mi Lady?—preguntó Sir Keller.

         —Tengo una oportunidad para casarme con el hombre que al parecer amo—se dio la oportunidad de ser sincera al ver que no había nadie más en la playa que solo ellos dos—. Pero me temo que perderé a una persona importante para mí sí me caso con él.

         El caballero permaneció callado por unos segundos. Se posicionó al lado de la Lady que juró proteger con su vida y habló:

         —No se siente presionada. A veces el destino te hace escoger entre dos cosas, dos caminos, dos personas. Solo debe escoger lo que más quiera, mi Lady.

         —¿Y si escojo mal?

         —De eso está compuesta la vida, tanto de decisiones malas como buenas. Si escoge mal, tiene una vida por delante para repararlo.

          Aenarys sonrió hacia su caballero.

         —Son palabras muy sabias, Sir Keller.

         El hombre asintió en agradecimiento.

        —Bueno...—la Targaryen se estiró para destensar sus hombros—. Vayamos a dentro, sino Sir Lioel estará como loco buscándonos.

        Los dos sonrieron al saber que el guardia de su padre se ponía esterico si no los veía a los dos en su radar. Un acto que tenía desde que Aenarys se escapó de la casa Tyrell para explorar el bosque que lo rodeaba, y junto a ella fue Sir Keller.

         Ambos se detuvieron cuando pasaron por el campo de entrenamiento. Keller deteniéndose porque su Lady lo ha hecho y Aenarys haciéndolo porque ha podido divisar las hebras castañas de Lucerys.

         —Sir, déjeme a solas con Lucerys—le ordena cuando ve que el entrenamiento ha acabado.

         Keller da una reverencia antes de marcharse. El guardia da una última mirada a Aenarys, y teniendo en cuenta que una dama como ella jamás seria suya, abandona el lugar.

        —Lucerys—lo llama. Y el castaño tiembla en su lugar cuando la ve—. Necesito hablar contigo sobre ALGO—murmura y enfatiza en la última palabra al ver que Jacaerys los observa desde lejos.

        El castaño titubea en ir con Aenarys, pero al final sabe que no puede negarse a las ordenes de su tía.

         —Te veo en la cena, hermano—se despide Lucerys de Jacaerys, quien observa a Aenarys y le advierte con la mirada para que no toque a su hermanito.

         La albina y el castaño caminan hasta llegar al jardín de la casa. Ahí es donde Aenarys lo suelta todo, porque ella juega a todo o nada, las medias tintas no es para ella.

          —No quiero casarme con ningún Lord ni con ningún joven que he visitado durante este último año—Lucerys siente como su corazón se alivia sin que él pueda controlarlo—. Solo quiero estar con el próximo Lord de Driftmark.

         Lucerys no llega a captar lo que Aenarys quiere decir. No, hasta que ve la mirada intensa de su tía sobre él.

         —¿Qué?

         El corazón del Velaryon late a prisa, sus mejillas se tiñen de un color rosado adorable.

         Aenarys tiene que bajar la mirada para poder observarlo al ser el castaño todavía más bajo que ella. Toma las manos del niño que está a pocos años de convertirse en hombre y pronuncia:

         —Te quiero a ti.

         Lucerys traga duramente antes de alejarse y pensar con la cabeza y no con el corazón.

         —Estoy comprometido con Rhaena Targaryen—lo dice como un monólogo que ha ensayado durante semanas—. Estoy...

         —Lo sé. ¿Quién crees que me dio permiso para hacer esta locura?

         Los ojos marrones del Velaryon se extienden ante la sorpresa.

         —Ella...

         —Quiere que ambos seamos felices.

         Aquello a causando impacto en Lucerys, que no sabe si estallar en alegría porque por primera vez ve una oportunidad de tener la vida que siempre soñó con Aenarys o tristeza porque Rhaena no lo consideraba un buen partido como esposo, ¿No cumplía las capacidades para ser uno bueno?

         —Necesito saber si estás dispuesto a tomar mi mano.

         Las caricias que recibe de Aenarys en su mejilla lo vuelven a la realidad. Los ojos violetas de su tía lo observan con una intensidad diferente. Le agrada, le gusta cómo lo ve.

         —Sí—suelta apenas el monosílabo, y es que no puede con tantas emociones en un día, especialmente no puede concentrarse en nada cuando Aenarys sigue estando muy cerca suyo.

         La Targaryen sonríe y junta su frente contra la de su sobrino.

         —El cielo es claro al fin—pronuncia ella, y Lucerys no sabe a qué se refiere, pues el cielo se encuentra tapado con nubes anunciando llovizna.

         Porque antes Aenarys no sabía que el cielo era así de claro, y ahora que siente que al fin puede ser amada de verdad siente que la luz no volverá a irse nunca más.

         —¿Cómo haremos para decirle a nuestros padres?—pregunta el castaño con temor a que sus progenitores se nieguen a comprometerlos.

         —Déjamelo todo a mí.

         Y Lucerys teme, porque aquella sonrisa que le ha dado Aenarys significa que hará lo que sea para conseguir su propósito.    ۣۣ፝ۜ͜͡ஓீ†↫

         ↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡    —No creo que sea necesario llegar hasta esos extremos—expresó Sir Keller y Aenarys soltó una risita por lo bajo.

         —Le agradezco que se preocupe por mí, Sir; pero conozco muy bien a mi padre y a su esposa como para saber que se negarán a nuestra propuesta.

         Ambos caminaron por los largos pasillos de la casa de los Targaryen. Su destino era la sala principal donde Lucerys y Aenarys habían citado a sus respectivos padres para pedir permiso para tomar sus manos.

         Keller pudo ver que las puertas de la sala principal estaban abiertas, pero aun así el joven Lucerys se encontraba afuera junto a Sir Lioel, al parecer, esperando a su Lady.

          —Lucerys—llamó Aenarys. Y tanto Sir Keller como Sir Lioel se dieron cuenta lo suave y agradable que había sonado.

         El castaño levantó su mirada del suelo ante el llamado. Inevitablemente su sonrisa se extendió por su rostro cuando sus ojos captaron a Aenarys.

         —¿Y tú por qué sonríes?—preguntó Keller en un susurro hacia el caballero de hebras oscuras cuando se posicionó cerca de él.

         —El muchacho ha estado nervioso desde que está aquí—contó Lioel—. Y míralo ahora. Esta relajado desde que Lady Aenarys lo ha llamado.

         Los ojos de Keller se apagaron levemente cuando miró la interacción de la Targaryen y el Velaryon. Pero no podía reaccionar negativamente. No tenía ese derecho. Él solo sería su guardia personal, jamás el hombre con el que tendría hijos y envejecería.

         —Debes de dejarla ir.

         La mirada de Sir Keller se posó en su compañero de luchas ante lo dicho.

         —Sir Lioel...

         —No soy tonto, niño—regañó con dulzura el caballero—. Puedo ver como tus ojos verdes miran de una manera distinta a como un guardia debe mirar hacia la persona a la cual juró lealtad.

         Sir Keller bajó la mirada, avergonzado y sintiéndose como un niño siendo regañado por su maestro. Levantó su mirada y se juró así mismo que eliminaría aquel sentimiento en habitaba en su pecho.

        Amor imposible, es así como he de llamarte.

        Mas, tanto Lucerys como Aenarys, no se dieron cuenta de la charla de los caballeros. Riendo entre ellos y conversando en voz baja hasta que sus padres los llamaran para ingresar en la sala.

         —Sigo enamorándome de ti, y tú solo estás jugando—Aenarys se refirió a los nervios que mostraba su futuro prometido; sin embargo, no lo dijo seriamente, pues en su rostro estaba plasmada una sonrisa mientras sostenía la mano de Lucerys entre las suyas.

         —Le aseguro que no estoy jugando—soltó con solemnidad el Velaryon ante tal acusación—. Nunca te dañaría.

         Aenarys se inclinó y juntó sus frentes en un acto dulce.

         Estás haciendo que enloquezca.

         —La princesa Rhaenyra ha pedido que ingresen a la sala—comunicó el guardia que había salido de la sala para informarles.

         Lucerys soltó un suspiro tembloroso, a lo cual Aenarys se acercó para susurrarle que todo iría bien.

         Antes de ingresar a la sala, Aenarys le dio una mirada a su guardia y Sir Keller tuvo que asentir para darle a entender que cumpliría con sus órdenes a pesar de que no estaba totalmente de acuerdo con ellas.

        —Lucerys. Aenarys—saludó Rhaenyra desde la silla donde se encontraba sentada—. Estamos listos para escuchar lo que tienen que decir.

       Daemon se encontraba en una esquina, mirando por una de las ventanas el mar de manera desinteresada. Por alguno motivo, el hombre sentía que ese día una tormenta se iba a desatar en Dragonstone y no a causa de las nubes grises que había sobre él.

        Por otra parte, Aenarys miró a Lucerys para indicarle que ella hablaría primero; sin embargo, Lucerys negó con un leve movimiento de cabeza y adelantó un paso para tomar la palabra.

         —A comparación de Aenarys, yo vengo a pedir dos proposiciones—el puberto de cabellos castaños soltó un suspiro antes de adoptar una faceta mucho más seria—. Vengo a pedir que rompan mi compromiso con Rhaena y pido la mano de Aenarys Targaryen para casarme con ella.

         La sala se llenó de un silencio ensordecedor; un silencio antes del gran estallido de Daemon.

         —¡Qué mierda estás diciendo, niño!

          El mayor se acercó al menor con intenciones de atacar. Sin embargo, paró cuando su hija mayor se interpuso en su camino, y detrás de ella, su guardia juramentado.

         —Es con él, padre. Con él es con quien quiero pasar los restos de mi vida. Y no voy a aceptar un no como respuesta.

          Daemon agarró la muñeca de Aenarys, poniendo en alerta a Sir Keller que no dudó en desenfundar su espada; sin embargo, Aenarys levantó su mano libre para darle entender a su guardia que no atacara a su padre.

          —Daemon—advirtió Rhaenyra, quien se había levantado de su asiento y se había acercado lo suficiente hacia su esposo.

         Daemon murmuró algo por lo bajo en mal humor y terminó soltando el agarre para liberar a Aenarys.

         La menor terminó sobándose la zona del agarre por la fuerza que ejerció su progenitor.

         Lucerys se acercó a ella preocupado y le preguntó entre susurros si ella se encontraba bien, a lo que respondió que estaba de maravilla con una sonrisa en el rostro.

         Rhaenyra se acercó hacia su hijo y hacia su hijastra.

         —Las propuestas que han dado son complicadas.

         Aenarys negó.

         —Solo tienen que darnos su bendición como padres.

         Daemon rio con amargura a lo lejos, antes de volver a estallar. Sin embargo, no sería el único en hacerlo.

         —¡Le estas quitando el prometido a tu propia hermana! ¡Le estas faltando el respeto a ella!

         —¡No vengas a decir blasfemias, padre!—exclamó Aenarys con arrebato, ocasionando que Rhaenyra cerrara los ojos al saber que tanto padre como hija no sabían controlar su fuego interior—¡Antes de hacer todo esto tuve la bendición de mi hermana!

         —¡Y ella donde está que no se presenta en su anulación de compromiso!

         Aenarys rodeo los ojos y suspiró frustrada.

          —Mi hermana odia verte enojado. ¿Crees que no traté de que este aquí?

         Daemon golpeó la mesa de la sala para tratar de calmar su temperamento.

         —Los dioses me han bendecido con una hija lo bastante valiente para encararme y con otra hija lo bastante cobarde como para esconderse de mí.

         Aenarys ignoró el berrinche de su progenitor y se acercó a la heredera.

         —Sir Keller—llamó a su guardia, y este sacó el pergamino que tenía guardado para entregárselo—. Mi hermana no desea estar aquí, pero escribió ella misma estas palabras para dárselo a usted.

         Rhaenyra recibió el pergamino y lo terminó leyendo. Soltó un suspiro por lo bajo y dejó el papel en la mesa, donde Daemon pudiera agarrarlo y leerlo.

         —Madre—pronunció Lucerys al reconocer que su progenitora no accedería a su petición.

         —Sus edades-

         —Eso no es ningún problema—interrumpió Aenarys a su prima.

         —Lucerys es muy pequeño para ti, Arys—murmuró con dulzura Rhaenyra.

         —No pienso casarme con él ahora mismo—reveló la menor—. Cuando él tenga 15 años nos uniremos como matrimonio.

         —Es un no, Aenarys—soltó su padre.

         —Pero yo quiero a Aenarys—Lucerys se plantó frente a Daemon, ignorando el temor que crecía en él cada vez que los ojos filosos del hombre se posaban en él—. Solo la quiero a ella.

         —Tú te casaras con Rhaena, niño.

         —No—demandó Rhaenyra para sorpresa de Daemon—. El compromiso de mi hijo con Rhaena queda anulado.

         —No puedes hacer esto, Rhaenyra.

         —Tu hija no desea este compromiso, ¿Piensas obligarla?

         —¿Entonces piensas aceptar la propuesta de nuestros hijos? ¿Aceptarás su compromiso?

         El silencio de su prima dio a entender a Aenarys que Rhaenyra no iba a casar a Lucerys ni con ella ni con su hermana.

         Aenarys soltó un suspiro y se giró hacia su guardia juramentado, dando una señal para darle a saber que el plan que había planeado ya iba a comenzar.

         Sir Keller se acercó a Lucerys por la espalda y lo jaló hacia atrás como había ordenado su Lady.

         Lucerys miró al guardia sin entender que era lo que hacía hasta que su mirada se dirigió a Aenarys. La Targaryen levantó su falda, la abertura en su vestido le facilitó ver que la funda de una daga estaba atacada a su muslo.

         —¡Aenarys!—gritó el Velaryon al ver el arma en las manos de su amada, haciendo que Rhaenyra y Daemon dejaran de discutir entre ellos. Intentó acercarse hacia ella temiendo que atacara a su madre o a su padrastro, pero el guardia que lo sujetaba no lo dejó ni avanzar un paso.

         Sir Lioel se acercó hacia ellos.

         —Suelta al joven, Keller—susurró el caballero—. ¿Qué estás haciendo?

         —Siguiendo las órdenes de mi Lady.

         Sir Lioel se giró para mirar a la joven Targaryen con el arma en mano. Sabia por cuenta propia que la menor manejaba muy bien aquel recurso.

          —¡Suéltenme!—gritó Lucerys.

         El guardia que les dio el aviso de pasar, intentó acercarse a los dos guardias y al joven; sin embargo, la amenaza de Aenarys lo impediría.

         —Toquen a mi guardia y serán comida de Kreston.

         —Aenarys, qué haces—bramó Daemon, poniendo a Rhaenyra detrás suyo.

         —Le dije que no iba a aceptar un no como respuesta.

         La parte filosa de la daga cortó la piel callosa de Aenarys, inmediatamente su mano brotaba una hilera de sangre.

         —¿Qué haces?—susurró su padre y se acercó rápidamente a ella para detener el derrame de sangre.

         —Dentro de poco sentiré mareos, debilidad o somnolencia, fiebre o temblores—avisó—. Estoy segura que han escuchado los rumores.

         Los ojos de todos los presentes se abrieron de sorpresa.

         —¡Traigan al maestre Gerardys! ¡YA!—exclamó Daemon. Y Sir Lioel y el otro guardia no tuvieron de otra que ir a buscar al maestre.

         Había rumores en todo Westeros que Aenarys era dominadora de veneno de dragón, la habían apodado La Guerrera del Extraño al saber que ninguna de las víctimas de la Targaryen sobrevivía. Se decía que todas las armas de La Guerrera tenían una letal toxina, que si te tocaba ya eras hombre muerto.

         —Para cuando el maestre Gerardys encuentre la cura, yo ya estaré muerta.

         —¿Qué has hecho?—murmuró Daemon débilmente mientras el temor en él crecía.

         —Quiero casarme con Lucerys, padre—murmuró, mientras que escuchaba los gritos de Lucerys por acercarse a ella—. Quiero a Lucerys.    ۣۣ፝ۜ͜͡ஓீ†↫

┎─────«❀»─────┒
¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
┖─────«❀»─────┚

¿Aenarys es manipuladora? Si. Lo afirmo y lo vuelvo a reafirmar

Pero de qué se casa con Lucerys, se casa

Más bien, pobre Daemon. Tener como hija a Aenarys le saca puros paros cardíacos xd

[•••]

Este capítulo está dedicado a ValeMorganLacrontte

Gracias por comentar y votar en mi historia, linda ❤

SÍGUEME • COMENTA • VOTA

Instagram: Kriss.sama

© Kriss-sama

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top