012
EL MOMENTO DE PARTIR
Maratón 1/3
↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡ Aenarys caminaba por los pasillos de su hogar con un papel arrugado en su mano derecha. Su expresión no era definitivamente cordial ni amable.
—¿Qué es esto?—preguntó a su padre mientras tiraba el pergamino hacia su dirección.
Daemon temió lo peor al reconocer el sello.
Era un pergamino de la casa Royce; la casa de la madre de Aenarys.
—Hija-
—¿Por qué me tengo que enterar de esta manera que la casa de mi difunta madre pide que sea Lady de Runestone?—cuestiona Aenarys con hostilidad—¿Por qué mi propio padre me está negando a reconocer tierras que son de mi propiedad por sangre?
—No serás Lady de Runestone—niega Daemon mientras se acerca a su hija para estar delante de ella—. Quiero que seas Reina de Dorne—explica, acariciando suavemente la mejilla de Aenarys.
—¿Algún día tendré voz y voto en cuanto a decisiones de mi vida se respecta?—cuestiona a la vez que se aparta de las caricias de su progenitor—También me enteré que saco al príncipe Aemond de mi lista de pretendientes.
—Ese verde no merece tener tu mano—responde cortante.
Aenrays suelta una risa vacía.
—No sabe nada. Mi primo es el más competente para tomar mi mano. Y usted solo lo odia porque es el nieto del hombre que se encargó de quitarlo de la línea de sucesión a la corona.
El sonido de un golpe se extendió en toda la sala principal. Sir Lioel dio un paso al frente al ver el rostro volteado de la niña; sin embargo, inmediatamente retrocedió cuando la mirada de Daemon cayó sobre él.
Él podía ser el caballero de entrenamiento de la niña, pero no podía hacer nada cuando es su Lord quien castiga a la menor para educarla mejor.
—Cuida tu boca, pequeña dragón—amenaza Daemon—. Amo que seas así con los demás, pero conmigo vas a aprender a comportarte.
Aenarys asiente, pero no de manera dócil, sino de manera altanera que hace que el ceño de Daemon se frunza.
—Me iré de Dragonstone—avisó—. Y tomaré lo que me corresponde por derecho.
—No iras a Runestone—advierte Daemon mientras agarra salvajemente el brazo de su hija.
—El dragón es salvaje y libre—pronuncia con voz lúgubre—. Tomaré a Kreston y me iré volando.
Jamás debió de pronunciar aquellas palabras delante de su padre. Ahora mismo, se encontraba vigilada por tres guardias, incluido Sir Lioel.
Maldijo a todos los dioses conocidos y desconocidos por haber. Hundiéndose en la miseria de ser vigilada todo el día.
—Debiste quedar callada ni bien te dio el golpe—regaña Rhaena mientras examina la zona rojiza que quedo en la mejilla de Aenarys.
—Sabes muy bien que Aenarys no sabe mantener la boca cerrada, por mucho que lo intente—suelta Baela, quien esta extasiada por el relato que su hermana mayor a contado—. Pero tengo que admitir que esta vez padre si se ha pasado de la raya. Se te formará un moretón en el cachete—se burló Baela.
—Deja de bromear, Bae—regañó Rhaena dulcemente.
Baela rio y se giró hacia Sir Lioel.
—Sir, ¿usted qué piensa? Mi hermana tuvo que quedarse callada, ¿no es así?
El caballero de hebras oscuras se abstuvo a soltar un comentario. Pero aun así no estuvo de acuerdo con que su Lord le levantara la mano a Lady Aenarys.
Aunque propiamente Lioel había visto como Daemon había tratado peor a Aenarys cuando se salió de control en el campo de entrenamiento.
—Da igual. Me marcharé de aquí de alguna manera u otra—musito la Targaryen que hasta el momento se había quedado callada.
Y así iba a ser. ۣۣ፝ۜ͜͡ஓீ†↫
↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡ La pequeña dragón se dirigía al jardín donde le han avisado que se encuentraba su prima Rhaenyra.
No camina apresuradamente, pero se siente ansiosa por hacerle saber sobre su petición a la heredera. Espera que su prima acepte lo que le va a decir.
—Aenarys—pronuncia Rhaenyra cuando la ve. Inmediatamente su mirada se dirige hacia Lucerys que se encuentra a su lado.
—Quisiera hablar con usted a solas—pronuncia la menor.
—Claro—asiente hacia su hijo, y lo único que hace el castaño es retirarse a regañadientes—. Ahora dime, ¿de qué quieres hablar?
—De mis pretendientes—responde Aenarys—. No puedo decidir quién va a ser mi marido si no los conozco.
Rhaenyra asiente totalmente de acuerdo.
—Quisiera visitar a cada uno de mis pretendientes en sus respectivas casas.
Inmediatamente es gesto de tranquilidad en el rostro de Rhaenyra se esfuma.
—No creo que tu padre este de acuerdo con esto, Aenarys—la menor arruga su nariz con disgusto—. ¿Has hablado sobre esto con él?
—No. Primero quería saber que opinabas de esto. Si tengo tu apoyo, puedo convencer a mi padre.
La heredera asiente comprensiva.
—Entiendo muy bien que quieras conocer a tus pretendientes antes de querer tomar una decisión importante, como es el matrimonio. Pero considero que a Daemon no le gustará que estés fueras por mucho tiempo, teniendo en cuenta que el listado de tus pretendientes es largo.
—Entonces cree que mis motivos son correctos—medita Aenarys entre susurros—. Creo que me es suficiente. Quisiera que esté presente en la charla que tendré con mi padre hoy cuando anochezca. ۣۣ፝ۜ͜͡ஓீ†↫
↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡ Estaba cansado de ser ignorado. Lucerys había aguantado durante muchos días que Aenarys lo rechazase, pero ya no iba a ser así.
Él entiende que pueda seguir molesta por el enfrentamiento que tuvo él con su tío Aemond años atrás, pero tal vez Aenarys no sepa los motivos correctos por las que se vio obligado a marcar el rostro del Targaryen.
Así que ahí iba él.
Caminando por los pasillos de su casa para encontrar a su tía. Ignorando el hecho de que las sirvientes estaban más atareadas de lo normal.
El primer lugar donde buscó fue el jardín, pues Aenarys solía pasar parte de la mañana sentada junto a las flores; sin embargo, no la encontró.
Buscó en el campo de entrenamiento, en la sala principal, en los aposentos de su madre; pero no la encontró. Su último intento fue buscarla en su propio aposento, encontrándola al fin.
—Sobrino—pronunció Aenarys ante la sorpresa de verlo dentro de su habitación.
—Tía—habló, y cuando verbalizó esa palabra cayo en cuenta de lo difícil que sería contarle todo lo que le deseaba decir a Aenarys sin que se pusiera nervioso—, necesito aclarar nuestras diferencias.
A Lucerys no le pasó desapercibido como las sirvientas dejaban de llenar las pertenecías de su tía a los cobres para poder dejarlos solos.
—Di rápido lo que tengas que decir—demandó Aenarys mientras se giraba y le daba la espalda para verificar lo que había puesto la servidumbre en los cofres.
—Es sobre aquella noche—pronunció con cuidado, viendo si Aenarys reaccionaba para mal. Pero al no ver ningún indicio de ataque de ira, prosiguió—, donde lastimé al príncipe Aemond.
—No sigas—susurró la Targaryen y el Velaryon cerró la boca—. Ya sé lo que pasó ese día—se volteó hacia él—. No necesito escuchar más.
—Él robó el dragón de tu hermana—el castaño dejo de hablarle formalmente, pero aun así no se atrevió a dar un paso al frente para enfrentar a su tía.
—No. Él lo reclamó, y solo le quitó el privilegio a Rhaena de montar a Vhagar—dio un paso hacia adelante—. Y ustedes lo acataron.
Aenarys amaba a sus hermanas con todo su ardiente corazón, pero ese amor no se podía comparar con la adoración que sentía por Aemond.
No había nadie que amara más a Aemond que Aenarys.
—Esa noche fueron tus hermanas quienes lo atacaron—relató Lucerys—. Y no voy a negar que él se defendió. Pero luego empezó a insultarnos a hermano y a mí.
—Les dijo bastardos—rio cínicamente—. Ahora lo sabes. Aemond no mentía.
Lucerys bajó la cabeza. Él lo sabe. Ahora lo sabe. Por sus sangres no corre la sangre Velaryon. Y eso duele, porque acepta que los rumores que circulan alrededor de sus hermanos y de él son ciertos.
—Eres un bastardo—pronuncia cruelmente y Lucerys se sorprende cuando Aenarys levanta su rostro para que la mire—, pero no te avergüences de eso. Tú no tienes la culpa de haber sido producto de una relación de adulterio.
El Velaryon arruga su entrecejo cuando se da cuenta que Aenarys le echa la culpa a su madre y a su padre biológico, Sir Harwin Strong.
—Pero aun así reconozco que Aemond buscaba pelea con sus palabras—Aenarys se aleja del castaño, y este se siente perdido al ya no sentir su toque—. Tuviste mucha valentía para cortarle el ojo.
La Targaryen observa la mano con la que tocó el rostro de Lucerys. Jamás pensó que la piel del castaño fuera tan tersa y cálida. Sin embargo, no tiene mucho tiempo en pensar en la calidez del Velaryon cuando es este mismo quien toma la palabra.
—En ningún momento sentí valentía, Aenarys. Lo único que sentía era miedo y temor a que mi hermano saliera más lastimado.
Aenarys levanta una ceja al no entender.
—El príncipe Aemond sostenía una roca en lo alto para lastimar a Jacaerys. Mi hermano se encontraba indefenso en el suelo y lo único que pensaba en ese momento era defenderlo.
—No—pronunció Aenarys casi en un susurro. Encontrándose rígida en su posición—. Así no fue como sucedieron las cosas.
Aemond le había contado una cosa muy diferente ese día.
—Juro que no estoy mintiendo por los siete dioses—prometió el joven Velaryon.
¿Por qué Aemond mentiría?
¿Y si es Lucerys quien la está engañando?
—Mientes.
—¡No!
—Sí.
Aenarys se negaba a creer que Aemond fuera capaz de mentirle. Él no.
—¡Era un niño de cinco años, Aenarys! ¡Tenía miedo! ¡Solo actué en defensa!
Los gritos de Lucerys pararon cuando vio los ojos idos de la Targaryen. Sus ojos violetas ya no mostraban aquel brillo fascinante, sino que ahora se hallaban opacos mirando a un punto inexacto.
—¿Tía?—la llamó, pero Aenarys no reaccionó hasta que la tocó.
—Vete—demandó—. Necesito estar sola.
Aenarys comprendió a Lucerys poco después de haber descubierto que Aemond le había contado una historia distorsionada. El castaño solo dañó a Aemond para defender a su hermano.
Algo dentro de ella comprendió al reconocer que Lucerys también era capaz de cualquier cosa para defender a las personas que consideraba importantes.
Sin embargo, para el pesar de los dos, esa iba a ser la última ocasión que Aenarys cruzaría palabras con Lucerys en mucho tiempo, porque tiempo después ella estaría partiendo a Dorne junto a Daemon para visitar a su pretendiente, el príncipe Qyle Nymeros Martell. ۣۣ፝ۜ͜͡ஓீ†↫
┎─────«❀»─────┒
¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
┖─────«❀»─────┚
Próximamente:
Ya no será solo Aemond el contrincante de Lucerys, sino que alguien más se agrega a la lista
[•••]
Este capítulo está dedicado a SoY_DiOs_BiTcHeS
Gracias por comentar y votar en mi historia, hermosa ❤
SÍGUEME • COMENTA • VOTA
Instagram: Kriss.sama
© Kriss-sama
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top