El Planeta sigue cayendo. Las Esperanzas Están Muriendo.

(Castillo de Hogwarts, Escocia.)

Las explosiones iluminaban la noche mientras los Orcos avanzaban desesperados por el puente del castillo, intentando cruzarlo a toda costa. Sin embargo, al otro lado, potentes destellos de luz impactaban contra ellos, aniquilando a cualquiera que se moviera.

En el cielo, los Ultron Bots intentaban mantener la ofensiva, pero algo los estaba destruyendo sin piedad: figuras de humo blancas y negras se movían entre ellos como espectros vengativos, despedazándolos con precisión letal.

Dentro del castillo, un joven inglés jadeaba, apoyado contra un montón de escombros. Su cuerpo temblaba por la intensidad de la batalla, tratando de recuperar el aliento.

Pero antes de que pudiera pensar en cómo la situación pudo empeorar, un grito resonó en el aire, estremeciendo los muros del castillo.

???: ¡Háganse a un lado! -El joven alzó la mirada al cielo.

Ahí estaba Black Issei, suspendido en el aire, observando con frialdad el castillo. A su alrededor, los robots y los Orcos comenzaron a retroceder lentamente, como si sintieran un peligro inminente.

Con una expresión de aburrida superioridad, Black Issei levantó un dedo y una pequeña esfera negra comenzó a formarse en la punta.

—Vaya, sí que han sido un dolor de cabeza para los Orcos y los Ultron Bots... pero hicieron trampa. Después de todo, se atrincheraron en este maldito Hogwarts. -Los defensores del castillo reaccionaron de inmediato, lanzando una lluvia de ataques de energía contra él.

Pero Black Issei no se inmutó.

Los ataques fueron absorbidos por la esfera negra, haciendo que esta creciera con cada segundo que pasaba.

Un escalofriante brillo púrpura iluminó su rostro mientras una sonrisa sádica se formaba en sus labios.

—Jajajajajajajaja...! —Rió con malicia—. Así que esto sintió Freezer cuando hizo explotar el planeta Vegeta.

Con un simple movimiento, apuntó su dedo hacia adelante y la esfera negra salió disparada directamente hacia el castillo.

Los magos y guerreros en el interior miraron con horror la gigantesca concentración de energía oscura que se dirigía hacia ellos.

Uno de los sobrevivientes, con el rostro cubierto de polvo y sangre, solo pudo susurrar con desesperación.

???: ¿Cómo fue que... todo terminó así? -No hubo respuesta.

Solo una explosión apocalíptica que consumió el castillo entero, extendiéndose por varios kilómetros. La onda expansiva arrasó con los restos de Hogwarts y alcanzó las ciudades escocesas cercanas, que ya habían caído bajo el asedio enemigo.

La magia ancestral del castillo se extinguió para siempre.

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(Belgrado, Serbia.)

En las calles de la devastada Belgrado, las tropas del gobierno serbio resistían con valentía. Disparaban sin descanso, sus balas impactando contra los Stormtroopers que avanzaban implacables por la ciudad.

Los rayos láser rojos de las armas enemigas atravesaban el aire, fulminando soldados serbios sin piedad.

De repente, los Stormtroopers dejaron de avanzar.

El cese del fuego confundió a los soldados serbios. Algunos intercambiaron miradas nerviosas, mientras uno de ellos levantaba la mano en señal de alto.

Un silencio sepulcral se apoderó del campo de batalla.

Entonces, se escucharon pesadas pisadas retumbando en la distancia.

El sonido se volvió más fuerte y amenazante...

Hasta que, detrás de los Stormtroopers, algo enorme emergió de entre las sombras.

El horror acababa de comenzar.

(AT-AT.)

El pánico se apoderó de los soldados serbios. Con desesperación, uno de ellos tomó su radio y gritó una orden a los tanques:

—¡Abran fuego! ¡Disparen todo lo que tengan contra esa cosa! -Los tanques avanzaron rugiendo por las calles destruidas, lanzando una salva de misiles contra la colosal bestia mecánica.

Las explosiones sacudieron el suelo... pero cuando el humo se disipó, la máquina seguía intacta. Ni una sola abolladura.

Entonces, la bestia respondió.

Sus cañones se encendieron al mismo tiempo que los Stormtroopers reiniciaban su ofensiva. Una tormenta de disparos rojos cayó sobre los tanques serbios, haciéndolos pedazos como si fueran de papel.

La criatura avanzó lentamente, aplastando a los soldados que gritaban por refuerzos.

Pero no habría refuerzos.

La muerte estaba sellada.

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(Sainan, Japón.)

Dentro de un transporte militar, Starkiller observaba impasible cómo la ciudad era devastada por los bombardeos. Las explosiones iluminaban el cielo nocturno, reduciendo edificios a cenizas.

Sin apartar la mirada, giró ligeramente la cabeza hacia una computadora, su voz sonando fría y calculadora.

Starkiller: Informe. -La pantalla parpadeó antes de mostrar un mapa del mundo, con varias zonas marcadas en rojo.

Computadora: (Según mis nuevos parámetros, amo, he detectado que todas las naciones africanas y de Medio Oriente cayeron en menos de treinta minutos desde el inicio del ataque.) —La computadora mostró el informe con un desglose de las fuerzas aniquiladas.

—Las Américas, Europa y Asia siguen resistiendo, pero Superior Iron Man ha erradicado Australia, Nueva Zelanda y el resto de Oceanía. -Starkiller analizó el mapa hasta que sus ojos se fijaron en Suecia. Algo no cuadraba.

Adelantó la imagen en la pantalla y, al ver lo que ocurría en una ciudad sueca, susurró con desprecio:

Starkiller: Parece que esos tipos nos siguieron. -Eran una facción primitiva en comparación con sus ejércitos, pero su superioridad numérica les permitía replicar tácticas soviéticas de asalto en masa.

Sin embargo, en los cielos, Ultraman aniquilaba sus naves como si fueran juguetes de papel, mientras que las flotas de Thrawn terminaban el trabajo con precisión quirúrgica.

En tierra, Red Death y Devastator se encargaban de exterminar a los rezagados antes de que pudieran solicitar refuerzos.

—Arrogantes... —Murmuró Starkiller—. Pensaron que podían ganar ellos solos.

Sin perder tiempo, activó su comunicador y dio la orden definitiva:

—¡Destruyan esa casa hasta reducirla a cenizas! ¡No quiero que nada ni nadie salga de ahí! -Los bombardeos se intensificaron, lanzando una oleada de explosivos que arrasó con todo en su camino.

Cuando el fuego y el polvo se disiparon, la casa objetivo ya no existía.

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(Seúl-Corea del Sur.)

De pie sobre un rascacielos en llamas, Dawnbreaker observaba la destrucción total de Seúl.

Era el fin de la última nación de la Corea dividida.

Sonrió con nostalgia, recordando al hombre que intentó oponerse a él.

Dawnbreaker: Ese tipo fue una molestia... pero no lo maté por órdenes del Batman que Ríe. -Una explosión iluminó su rostro. Los gritos de civiles llenaban el aire como una sinfonía de desesperación.

—Aun así... fue divertido ver cómo McGrath salió volando antes de que pudiera matar a su contraparte de Prototipo. -Dicho esto, salió disparado hacia el espacio. Su próximo objetivo: derribar la Estación Espacial Internacional y desatar un desastre global.

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(Nebraska-Estados Unidos.)

Dentro de una base secreta del gobierno, Murder Machine caminaba lentamente hacia una sala de control.

A su paso, cadáveres de soldados y científicos cubrían el suelo, formando un camino de sangre.

Sin inmutarse, llegó hasta la computadora principal, al otro lado de la cual descansaba una bomba nuclear lista para ser activada.

Colocó sus manos sobre la terminal. Sus ojos brillaron con una luz roja mientras su mente invadía los sistemas de seguridad más avanzados del planeta.

Murder Machine: Tiempo de desbloqueo de las armas nucleares: 30 minutos y 47 segundos. -El fin del mundo estaba en marcha.

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(Kuo, Japón.)

El caos reinaba en las calles. Civiles corrían desesperados, perseguidos por drones asesinos que disparaban sin piedad desde el cielo.

Entre ellos, una niña tropezó y cayó al suelo.

Llorando, levantó la mirada para ver a un robot gigante acercándose. Sus ojos mecánicos brillaban con frialdad, y en su brazo se formaba un cañón de plasma, listo para disparar.

Pero antes de que pudiera apretar el gatillo...

Un destello carmesí cruzó el aire.

El robot fue partido en pedazos.

La niña parpadeó, viendo la figura de un joven de cabello castaño, cubierto por una armadura roja con forma de dragón, desgarrada y perforada en varias partes.

???: Mierda... —Gruñó el joven, cayendo de rodillas—. Me voy solo cinco segundos... y ahora el mundo está enfrentando un fin mundial. -Se levantó, mirando con furia a los drones que se acercaban.

—¡Ese es el trabajo de los héroes mundiales, no el mío! ¡Pero ya qué! -Volvió su mirada hacia la niña.

—¡Corre hacia el portal! ¡Te llevará a un lugar seguro, donde seguro están tus padres! -Sin esperar respuesta, despegó hacia el cielo, lanzándose contra los enemigos.

La niña volteó con miedo, viendo el portal rojo detrás de ella. Con una última mirada a la batalla, cerró los ojos y saltó al portal.

Cuando despertó, estaba rodeada de miles de refugiados de todo el mundo.

Algunos estaban ilesos, otros gravemente heridos... y algunos ya no respiraban.

Aferrándose a su oso de peluche, cerró los ojos.

Quería que todo esto fuera solo una pesadilla.

Quería despertar en su cama, escuchar a su madre diciéndole "buenos días" y sentir el abrazo cálido de su padre.

Pero sabía que ese mundo ya no existía.

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(Musutafu, Japón.)

Las calles estaban cubiertas de cadáveres de civiles y héroes caídos.

Orcos marchaban entre los cuerpos, dirigiéndose hacia la gigantesca academia con un único propósito: aniquilar todo lo que quedaba de la U.A.

Liderándolos, Evil Cole alzaba su Amplificador, desatando descargas eléctricas y llamas desde su cuerpo.

Pero entonces, sintió una presencia detrás de él.

Sonrió con malicia.

Evil Cole: Supongo que ahora tengo el privilegio de acabar con tu vida... -Se giró lentamente, encontrándose con una silueta de pie entre las sombras.

Su sonrisa se ensanchó.

—¿Verdad, Izuku Midoriya? -El enfrentamiento estaba a punto de comenzar.

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