13; Maleta y la realidad.

KIM LALISA.

Suspiré mientras seguía mirando a la nada. Los minutos parecían horas para este punto. Necesitaba bajar de este avión rápido o me volvería loca. Ni siquiera la música me había ayudado, era como si mi mente se hubiese puesto en mi contra para arruinar todo.

Hace un rato, los ruidos de Jungkook habían dejado de escucharse, cosa que me tranquilizó un poco. Pero el silencio se sentía más insoportable.

Por un instante deseé que sus ruidos me distrajeran de los pensamientos imparables en mi cabeza.

Frunci el ceño, porque en verdad se me hacía raro que él no estuviera haciendo lo posible para molestarme. Así que cuando giré la cabeza para ver qué tanto hacía, entendí el por qué no había dicho ni una sola palabra en mucho tiempo.

Tenía los audífonos puestos, sólo que el volumen de la música estaba en un tono muy bajo; sus ojos estaban cerrados y nunca pensé que sus pestañas fuesen tan largas; la boca estaba entreabierta y sus labios se veían más rosados que nuca.

Jamás pensé que alguien podría verse tan atractivo mientras duerme.

—Señorita Kim.

Quité la mirada de Jungkook en cuanto escuché que me hablaban. Alcé la cabeza encontrándome con una de las azafatas.

—En los puestos de atrás hay una amiga que quiere saludarla.—Me avisó.

Frunci el ceño ¿Una amiga?

Me incliné en mi asiento para mirar hacia atrás. Una mujer rubia estaba mirándome y no dudó en darme una sonrisa demasiado falsa para mi gusto.

Suspiré y asentí hacia la azafata. Me aseguré de que Jungkook estuviera dormido todavía y me levanté de mi asiento. 

Estaba segura de que esa suspuesta amiga, tenía que ver con Jimin. Apreté las manos mientras pensaba en lo que estaba haciendo. No sabía si era lo correcto, pero la vida de mi hermana estaba en peligro.

—Hola, querida amiga.—Me saludó la rubia aún sonriente. Se inclinó a darme un abrazo, que muy sorprendida acepté.

La azafata que me llevó, se marchó pronto; cuando lo hizo la mujer que me estaba abrazando, se separó abruptamente.

—Vengo de parte del señor Jimin.

Evité soltar un bufido. Finjamos que no esperaba eso.

—Al lado del compartimiento donde metiste la maleta, habrá otra. Es de flores y blanca. Debes llevarla contigo no importa qué.—Me advirtió.

—¿Y la otra maleta?

—Esa la llevo yo.—Respondió. —Ahora vuelve. No queremos que nadie sospeche. El señor Jimin te llamará en cuanto llegues a Tailandia. Falta poco.

Me quedé estática viendo en un sólo punto. Sentía el corazón apretado. Es tanta la presión porque todo saliera bien en ese maldito viaje, que me había olvidado de las posibles consecuencias que traería todo esto.

—Vuelve.—Repitió la mujer entre dientes.

Y como si fuese algún tipo de robot que ella pudiese controlar, hice caso a su orden. Caminé hasta llegar a mi asiento, sintiéndome tan fuera de mi misma que dolía.

— ¿Señorita Kim?

Me sobresaltó al escuchar la voz—un poco adormilada— de Jungkook. Evité mirarlo mientras me ponía de nuevo el cinturón.

—¿Está bien?—Preguntó de nuevo. Miré de reojo como se removia en su asiento.

Simplemente asentí. Él era policía, me delataría con tan sólo verlo a los ojos y ya tenía suficiente con su presencia.

—No se ve muy bien.—Insistió. Sabia que me estaba mirando a la expectativa, buscando una respuesta o la confesión que él tanto esperaba.

Contuve un bufido y por primera vez en ese momento clavé mis ojos en los suyos. Supe que no lo esperaba cuando se sorprendió un poco ante mi acción repentina.

— Todo está bien, capitán.—Aseguré con la mirada fija en él.

Había notado desde un principio como sus ojos parecían brillar siempre; como si hubiese un millón de constelaciones en ellos. Eran intrigantes y juraría que podrían ocultar los más ocultos secretos.

—¿Segura?—Preguntó sin dejar de mirarme a los ojos. Pude ver como pasaba saliva con dificultad.

–Sí, capitán. —Respondí de nuevo.

Me sorprendí cuando esbozó una sonrisa leve. Arrugó la nariz en un tierno gesto y me pareció lo más adorable del mundo.

—¿Nuevo apodo? ¿Capitán? No tienes que recordarmelo. —Dijo con tonos de grandeza.

Suspiré separando mi mirada de la suya, al fin. Ya se había tardado en mostrar su actitud arrogante.

— Te habías tardado.—Dije esta vez en voz alta, sin mirarlo.—A veces deberías dejar de ser tan arrogante.

—Y tú deberías dejar de ocultar cosas que ayuden en el caso.—Soltó.— Sabes que estás ocultando muchas cosas y eso entorpece nuestra investigación.

Apreté los puños. Él no tenía el derecho a opinar sobre esto. Yo tenía claro que contarle era fijar la sentencia de muerte para Rosé; prefería soportar esto sola a incluir un policía arrogante que sólo me traería problemas.

— No estoy ocultando nada ¿Cómo tengo que demostrarlo? Yo más que nadie deseo que el asesino sea revelado. Como le dije antes, ocúpese de hacer su trabajo y deje de joderme.—Finalicé.

Poco me importó no recibir una respuesta por parte suya. Toda esta situación me daba dolor de cabeza y sólo quería un poco de silencio por su parte.

Necesitaba pensar y llenarme de valentía para soportar lo que venía. Todo tenía que salir bien. Todo saldría bien y tendría a Rosé de nuevo conmigo.

Ella estará conmigo.

* * *

KIM HEECHUL.

La vida da tantas vueltas.

Ellas tanto que confían en mi. La manera en la cual depositan su vida en mis manos, como si fuese alguien que en verdad las aprecia, me sorprende.

El padre de estas chicas era un idiota en todo el sentido de la palabra. Poco sabía él que se ganaría un enemigo en quien alguna vez vio un hermano.

— ¿Ya recibió la maleta?—Pregunté mientras miraba mis uñas.

—Así es. Todo está saliendo como lo planeamos.—Me respondió Jimin.

— ¿Y Rosé? Está dando problemas ¿Verdad?

—No. Ella está bien.—Alcé una ceja porque parecía dudarlo. No quería ninguna sorpresa y menos con ella.

— ¿Seguro?

Rosé era la más sensible, ingenua y moldeable de todas las hermanas. Podía herir sus sentimientos con tanta facilidad, que me daba mucha gracia. Por eso mismo la elegí de todas ellas para mantenerla como rehén.

Kim Jisoo es muy fuerte y hace lo que quiere todo el tiempo; ella probablemente hubiera escapado con mucha facilidad. Kim Jennie es un dolor de cabeza; puedo ser lo más dulce en un segundo, para al otro actuar como tu peor pesadilla.

Y Lalisa, ella fue la elegida para buscar mis diamantes. Definitivamente había heredado la inteligencia a comparación de sus hermanas. Sabia que no iba a fallarme, era la consentida de su padre; debía saber todo sobre él.

No tenía más opción que traerme mis diamantes.

—Claro que lo estoy, señor Heechul. Ahora mismo estoy pendiente para llamar a Lisa.—Me avisó.

—Está bien. Debes mantenerme informado y no quiero ningún error ¿Entiendes?—Recalque.

Colgué la llamada con una sonrisa vaga en mis labios. Todo estaba marchando justo como quería.

— Heechul.—Alcé la mirada cuando escuché su voz. Sonreí de lado al verla y me levanté de mi asiento. Ignoré cómo dio un paso hacia atrás cuando me acerqué a ella.

—¿Por qué te asustas, querida Momo?— Pregunté.

Puse una mano en su mejilla suave y la acaricie con la yema de los dedos. Sentirla temblar ante mi toque, me llenaba ese lado orgulloso y dominante que creo todos tenemos.

—¿Qué haces?—Preguntó con un hilo de voz cuando llevé mi mano a su cuello.

Envolví la piel pálida de esa zona con mis dedos, sin hacer mucha presión. Pero sí la suficiente para hacerle saber que estos días se había comportado muy mal conmigo.

—¿Por qué sales tanto, mi amor?—Susurre contra su oreja, porque sabía que me estaba hablando sólo para pedirle permiso.—¿Con quién lo harías? Sabes que no tienes amigas aquí.—Continué.

Olía a flores y su esencia suave. Podria embriagarme de ella, si tan sólo pudiera provocar algo en mi cuando la veo.

Pero ella era sólo un juguete más de mi colección; la diferencia era que lo había llevado todo mucho más lejos pidiéndole matrimonio.

Momo era mucho más joven que yo. A mis cincuenta años, jamás pensé en comprometerme con una mujer de veintitrés años, pero supongo que la vida da tantas vueltas y ella se veía tan vulnerable que terminamos encontrándonos.

Es una lástima que mi corazón—o lo que quedaba de él — se hubiera ido con mi ex esposa cuando ella murió.

—No es eso.—Negó. Hice un poco más de presión con mi mano y la escuché jadear.—Chanyeol vuelve hoy.—Dijo como pudo.

Solté su cuello e ignoré como intentaba recuperar la respiración. La miré sorprendido porque había olvidado el regreso de mi propio hijo.

Todo el tema de los diamantes me tenía en otro mundo. El regreso de Chanyeol era algo que había estad esperando por mucho tiempo; después de tres años estando en Nueva York por sus estudios mi hijo al fin volvería para graduarse en Seúl.

— ¿Por qué sólo me dices ahora?—Le reclamé.

—Estabas hablando por teléfono, no quería interrumpirte.—Respondió y supe que estaba nerviosa cuando empezó a mirar hacia todos lados, menos mis ojos.—Él dijo que había estado llamándote, pero que no contestabas.

Suspiré y pasé una mano por mi cabello.

—Está bien. Sólo sal de mi vista.—Le pedí.

Sabia perfectamente que Chanyeol querría ver a Rosé. Él llevaba enamorada de esta chica desde que prácticamente nació, una lástima que ella lo ignore tanto.

Sólo espero que su estupido corazón no arruine mis planes.

* *  *

¿Qué les parece lo que está haciendo Lisa? ¿Ustedes le contarían a Jungkook?

¿Y creen que sólo Jimin es un trabajador de Heechul? 🤔

Los leooo.

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