12; Incómodo y ¡Corre!
KIM LALISA.
— ¡Oh, pero mira quién volvió!— Exclamó cuando volví a sentarme a su lado.—Pensé que no soportaría estar en un viaje junto a mi, señorita Kim.—Continuó.
Sabía que tenía una sonrisa burlona en la cara, pero no me atrevía a verla. Era como si mi orgullo se hubiese ido por el caño con esto.
—Tu amable compañero de asiento se quedó dormido.—Expliqué entre dientes.
Dios, dame paciencia. Por favor.
—Y por supuesto esa fue la oportunidad perfecta para hacerme compañía ¿Verdad?—Cuestionó. —Será un viaje interesante.
Oh, claro que no. Sabía que su ideal de viaje sería molestarme e intentar sacar la mayor información posible; así que tomé los audífonos que normalmente nos brinda la aerolínea para que el viaje se haga más ameno.
—No lo creo.—Le dije mientras me los ponía. Lo escuché soltar un bufido, así que subí aún más el volumen.
Lo miré de reojo y me di cuenta de que él también estaba poniéndose los suyos. Suspiré y apoyé la cabeza en mi mano, la tierna melodía de una canción desconocida llenando mis tímpanos.
Tenía la cabeza hecha un desastre. Mis pensamientos no me dejaban tranquila ni por un segundo y la preocupación estaba prácticamente escrita en mis venas.
Pero cuando una canción que conocía a la perfección se empezó a escuchar a través de esos audífonos, no pude evitar sentir mis ojos húmedos.
You and I de One direction hizo que me acordara automáticamente de Rosé y mis hermanas. Llevé una mano a mi frente y la dejé ahí, mientras murmuraba la letra de aquella canción que sólo me transportaba a momentos felices, donde nada parecía estar mal.
Inicio de flashback.
Reí levemente y entré de manera torpe a la casa, cuando por fin Jisoo había abierto la puerta.
Miré a Jennie que medio podía sostenerse de Rosé, que estaba aún peor. Mis dos hermanas en verdad se habían tomado muy en serio el concepto de divertirse. Se tomaron todo el bar ellas solitas.
Además de haber ido al concierto de One Direction, decidimos darnos un tiempo de chicas y salir un rato a bailar. Aunque no pensamos que terminaríamos en este estado.
—Hagan silencio.—Les regañó Jisoo en tono bajo cuando de repente mis dos hermanas, soltaron una risa escandalosa. Ella era la que estaba en sus cinco sentidos de las tres.
Sonreí de lado porque amaba molestarla y esta vez no sería la excepción.
— You and I, we don't wanna be like them. We can make it 'til the end, nothing can come between. — Empecé a cantar en un tono desafinado que para ese momento, poco me importó.
Tomé uno de los jarrones largos que había como decoración—obviamente con cuidado porque valen más que mi vida — y simulé que estaba dando mi propio concierto frente a ellas. Contaba con tanta pasión que a veces, se me quebraba la voz.
Miré a Rosé para que me siguiera el juego y pronto las dos empezamos a cantar esa canción en un dúo que sinceramente, daba pena. La menor puso su mano en forma de puño y se levantó hasta llegar a mi lado.
Empezamos a bailar al lado de la otra, mientras pretendíamos darle un concierto a nuestras hermanas mayores.
Podía ver cómo Jennie bailaba sentada en las escaleras, mientras movía los brazos de lado a lado. En un momento se levantó y se unió a nosotras, dando pasos de baile torpes y muy mal coordinados.
Ahogué una risa.
—¡Vamos, Jisoo!—Le dijo Rosé, en un intento de que se dejara llevar y saliera de su papel como hermana mayor.
Me sorprendí cuando ella también se unió. Parecíamos gallos cantando, pero la felicidad que para ese momento sentía cada, una era mucho mayor.
Estar con mis hermanas era la mejor sensación de este mundo. No había instante en el cual no lo disfrutara. Y aunque ahora estábamos más borrachas que concientes, sabía que estábamos bien.
Con ellas todo siempre está bien.
Fin de flashback.
Contuve las lágrimas, mientras todavía podía seguir escuchando esta canción. Sentí las piernas temblar y quise comer un postre para calmar mis nervios. La preocupación que me inundó al pensar en Rosé, casi me hace lanzar los audífonos lejos de mi. Pero me contuve.
Apreté los ojos por un momento y al abrirlos, fue como si alguien estuviese mirándome.
Miré a mi derecha y me encontré de inmediato con los ojos de Jungkook. Tenía su mirada clavada en mi y parecía recorrer mi rostro. Frunci el ceño levemente cuando vi un ápice de preocupación cubrir su cara.
Alcé una ceja y él giró la cabeza de nuevo, ignorándome. Suspiré llena de alivio cuando la canción terminó. Necesitaba algo más relajante que me permitiera conciliar el sueño.
Y tal vez olvidar lo que pasaba a mi alrededor.
Pero cuando me dispuse a cerrar los ojos por un momento, un canto bajo y muy desafinado inundó el pequeño espacio. Maldije el hecho de que podía seguir escuchando sus ruidos extraños, a pesar de tener los audífonos puestos.
De inmediato lo miré y supe que era a propósito por la sonrisa pícara que adornaba sus labios.
Qué maldito hijo de...
Moví su brazo levemente y él sólo abrió un ojo. Señalé los audífonos en modo de frustración y él sólo se encogió de hombros, mostrando desinterés. Frunci el ceño y volví a moverlo cuando cerró los ojos de nuevo.
Jungkook suspiró y sin quitarse los audífonos, me miró a la expectativa. Le hice la señal de un candado en la boca, para decirle que se callara de una forma más amigable y menos dura.
Creí que me iba a hacer caso cuando pasaron dos minutos de rotundo silencio y parecía poder estar quedándome dormida. Pero justo en ese momento donde creía que caería en los brazos de morfeo, sus ruidos de siempre volvieron; esta vez acompañados de pequeños golpecitos en su pierna.
Llevé las dos manos a mi rostro. Y esta vez a la única persona que quería tirar por la ventana del avión, era a mi misma.
* * *
KIM ROSÉ.
Mi estómago hizo ruidos.
Pero mis sollozos eran aún más ruidosos. Tenía tanta, pero tanta hambre y sueño. Me sentía exhausta de todo y empezaba a perder las esperanzas ¿Mis hermanas se habían olvidado de mi? ¿Mi mamá sabrá lo que está pasando?
Sentía que me volvería loca si seguía miraron estas cuatro paredes. Hace mucho no comía y eso empezaba a afectarme.
Intenté aferrarme a la manta delgada que cubría mi cuerpo, que cada vez sentía más y más débil.
Cerré los ojos, pero de nuevo no podía dormir. Sabía que ya era de día y que no debería intentar dormir ahora, no era el horario para hacerlo.
Pero la noche anterior, no pude conciliar el sueño. Lo intentaba, en verdad intentaba con todo mi ser dormir tranquilamente.
Incluso a veces imaginaba que era una niña de nuevo y que otra vez me había escabullido en la cama de mamá y papá, o había dormido en medio de mis hermanas, después de haber visto una película en Disney.
Sonreí triste pensando en que tal vez, ahora estaríamos viendo de nuevo la saga de Harry Potter.
Sentí las lágrimas calientes caer sobre mis mejillas y ahogué un par de sollozos. Intentaba ser fuerte pero esta situación parecía debilitarme cada vez más. Era como si me volviera más frágil y delicada con el paso del tiempo.
Alcé la mirada aterrada, cuando la puerta empezó a ser abierta. Escuchaba como la persona desconocida abría cada uno de los candados que me tenían prisionera.
Intenté pegarme lo más que podía al rincón en donde se encontraba el colchón. El miedo invadiendo mi sistema y la mente diciéndome que tal vez era el hombre de la otra vez.
Conté los candados y me di cuenta de que estaba en el último, cerré los ojos con fuerza y apreté la manta entre mis dedos.
— Rosé...—Abrí los ojos de inmediato cuando escuché su voz.
Era Jimin.
El alivio me invadió y pude respirar bien, otra vez. Quise sonreír, pero ahora mismo no tenía la felicidad suficiente para hacerlo.
—No pude venir antes, lo siento tanto.—Me sorprendí, no esperaba una disculpa.— Tengo una propuesta para ti.—Dijo de repente.
Evité fruncir el ceño. No quería saber las propuestas de un hombre que me secuestró. Además, él ni siquiera debería estar aquí.
—Supe que tu comida favorita es el sushi.— Me dijo de nuevo.
Abrí un poco la boca sorprendida porque aquello era cierto. Mi estómago al parecer reaccionó de igual manera, tal vez un poco más emocionado porque lo escuché hacer ruidos.
Creo que él también pudo escucharlos, porque rió levemente. Sus ojos se hicieron mas pequeños y juro que se ve muy adorable cuando se ríe.
Debería hacerlo más seguido.
—Pero también sé que el sushi es una comida demasiado deliciosa, como para comerla en un lugar como este.—Dijo.—Vamos a comer en el jardín de la casa ¿Te parece? Ya le pedí a uno de mis hombres que arreglaran la mesa y un par de cosas. Puse margaritas.
Me sorprendí aún más con lo último; las margaritas eran mis flores favoritas ¿De dónde había sacado tanta información de mi?
—Podemos ir ya.—Señaló la puerta entreabierta.
Estaba en un gran debate mental ¿Debería confiar en mi secuestrador? No lo sabía, pero tenía tanta hambre y la idea de salir a tomar aire por un segundo se sentía tan refrescante, que no lo dudé.
Caminé detrás de Jimin, mientras más hombres a nuestro alrededor nos veían. Supongo que era por precaución.
—Siéntate.
Oculté mi sorpresa cuando vi una mesa larga y de madera completamente decorada con pétalos de rosas. El sushi estaba en platos blancos de vidrio y había un poco de vino en copas.
Alcé una ceja porque no esperaba para nada esto.
Junté mis manos sin saber qué debía hacer ahora. Miré expectante a Jimin y creo que él también estaba igual de tímido.
—Deberíamos sentarnos. —Dijo sin mirarme. Asentí y tomé la iniciativa.
Eran dos bancas, él se sentó frente a mi. Dejó sus manos en la mesa y yo sólo posé los ojos en el plato que tenía al frente.
— No sabía cuál era tu favorito, así que pedí de todo un poco.—Mencionó señalando la variedad de sushi que había en la mesa.
Asentí comprendiendo y tomé los palillos más cercanos. Jimin empezó a imitar todas mis acciones, hasta la salsa que tomaba.
Miré a nuestra izquierda. La casa estaba en medio de un bosque. Tal vez si alguien corre hacia abajo, podría llegar a la autopista.
Tal vez si yo...
—¿Te gusta el vino?—Preguntó mientras hacía un amague de servirlo en mi copa.
— ¿Podrías traerme un poco de agua?
Él asintió y se levantó de su asiento. Suspiré mientras miraba de nuevo a la izquierda. Si corría rápido y sin parar, nadie me atraparía. Tal vez, si me apuraba, podría encontrar una salida.
Volvería con mi familia.
Miré por donde Jimin se había ido y froté las manos encima del pantalón que llevaba. Estaba nerviosa porque estaba a punto de hacer algo que podría salir muy mal.
Pero tenía que intentarlo; aunque fuese lo último.
Así que sin perder más tiempo, me levanté rápidamente de mi asiento y empecé a correr cuesta abajo. Estaba empezando a oscurecerse y daba demasiado miedo, pero tenía que ser fuerte.
—¡Rosé!—Escuché el grito de Jimin a lo lejos, pero no me detuve.
No ahora, por favor.
Seguí corriendo entre las ramas y con los brazos me ayudé para quitarme de la cara, algunas plantas que se cruzaban en mi camino.
Daba grandes zancadas porque podía escuchar los pasos apresurados de Jimin, detrás de mi. Sabía que si bajaba el paso, él me atraparía sin más.
Y yo no quería volver a ese lugar. Lo único que quería era estar con mis hermanas y mamá, nada más. Ya no quería estar presa en esa casa y ese cuarto, sin saber qué está pasando en el mundo real.
Justo cuando pensé que iba a lograrlo, mi cuerpo cayó en la tierra en el momento que pisé mal. Solté un gemido de dolor, porque sentí el tobillo doler como el demonio.
Pero no podía permitirme parar.
Así que con la poca fuerza que me quedaba, apoyé las manos en el suelo y me impulsé de nuevo. Intenté volver a correr, pero los músculos no me respondían.
—¡Rosé!
Me sentí temblar de miedo cuando escuché su grito. Caminé más rápido, pero el tobillo parecía fallarme.
Sin más, caí de nuevo. Solté otro gemido, pero esta vez fue cuando una mano fuerte y grande me tomó del brazo.
Intenté alejarme y clavar mis uñas en su piel, pero esto no lo paró. Jimin intentó llevarme, pero yo parecía estar pegada al suelo.
—¡No!—Grité dando patadas y enterrando la mano libre en el suelo, hasta que la tierra llegó a mis uñas.— ¡No!—Volví a gritar tan fuerte, que sentía la garganta desgarrarse.
—¡Cállate!
Sollocé cuando Jimin tiró de mi cabello. Un dolor punzante en mi cabeza, de inmediato. Intenté apartar sus manos, pero ya no tenía fuerzas.
Me tomó del brazo y empezó a llevarme de nuevo a esa casa. Volteé la cabeza y pude ver desde lejos las luces de los carros. Lágrimas calientes recorrieron mis mejillas, porque estuve a punto de cumplir mi cometido.
Estuve tan cerca de lograrlo.
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