06; Mentiras y amenazas.

KIM JENNIE.

— Jen, respira. Lisa llegará en cualquier momento.

Lo intentaba.

Juro que lo intentaba. Pero tenía el cuerpo tan rígido y la respiración tan agitada. Todavía sentía las manos amarradas y el miedo en la boca del estómago. Aún me sentía atrapada por esos hombres.

— ¿Dónde está mamá?— Pregunté. Tuve que pasar saliva porque sentía la garganta tan lastimada y seca, que ardía demasiado.

— Ella está donde la abuela. Sabes que el viaje es un poco largo, así que llegará mañana.— Me avisó.

Asentí. Estaba agradecida por no dar explicaciones sobre lo que había sucedido. No hubiese sabido cómo explicarle mi estado, menos lo sucedido.

—Ella no se enterará.— Miré a Jisoo, confundida ante sus palabras.—Ella no sabrá que nos secuestraron.

— Jisoo, tiene que saber.— Le dije, pero volvió a negar.— ¿Cómo vamos a ocultar eso de mamá?— Pregunté con los nervios de punta.

No soportaría mentirle. No después de lo que hemos pasado estos días.

— Hablaremos de esto con Lisa.—Susurró. —Tal vez después podríamos alcanzar a Rosé en Tailandia.

Fruncí el ceño y miré a Jisoo.

— ¿Es cierto que Rosé viajó a Tailandia?

— Sí. Lili lo confirmó. — Asintió. — Es entendible. Ella es muy joven e impulsiva.

—Pero... ¿Viajar a Tailandia? No creo. Además, Lisa todavía está aquí.—Comenté insegura.

—Tal vez se quedará en su apartamento. Lisa se supone que volverá a Tailandia en poco tiempo, sólo vino por una semana.

No podía creerlo. Rosé era impulsiva, pero no llegaría a tanto. Hasta que no hablara con Lisa y me dijera esto en la cara, no le creería nada.

Como si hubiese sido enviada por los cielos, la puerta principal de nuestra casa fue abierta. Mis piernas automáticamente corrieron hasta que pude abrazar el cuerpo de Lisa.

Sentí como mi hermana temblaba y sollozaba sin parar. Pronto, Jisoo también se unió a nuestro abrazo. Diría que es mi lugar seguro, pero aún falta Rosie.

—Lili...—Me separé y sostuvo su cara entre mis manos. Las lágrimas corriendo su maquillaje y un tierno puchero adornando sus labios.

Quise llorar más. Esos malditos le habían hecho esto a mi hermanita.

— ¿Estás bien?—Preguntó Jisoo, depositando caricias en el cabello de la menor. Lisa asintió con la mirada gacha.—Vamos, debes sentarte.

Mientras ambas se sentaban, yo le serví un vaso de agua a Lisa. Le temblaban las manos y lágrimas brotaban sin parar. Definitivamente estaba muy alterada todavía.

— Toma.

Me preocupé aún más cuando vi como tomaba el agua de manera lenta, con un ceño fruncido en el rostro. Miré a Jisoo, ella también sabía que algo estaba mal.

— Lili...—Le llamé levemente.— ¿Segura que estás bien?— Pregunté de nuevo.

— Sí. Es sólo la impresión.— Respondió e intentó reír un poco al final. Pero la conozco demasiado como para saber que aquella risita fue falsa.

Asentí comprendiendo.

— ¿Cómo está Rosie?

Lisa empezó a toser incontrolablemente. Jisoo le dio pequeños golpes en la espalda y yo sólo pude sentirme más preocupada por ella.

Su actitud no era la normal. Y entendía lo que nos había pasado, pero ella simplemente estaba actuando muy extraño.

Aclaró la garganta y nos dio una sonrisa sin mostrar los dientes.

— Ella estaba muy mal. No quería seguir aquí en Seúl. —Nos comentó. Ignoraba nuestras miradas.— Me dijo que iría a Tailandia. Se quedaría en mi apartamento y adelantaría los trámites para sus estudios.

Y le hubiese creído de no ser por la manera en que jugaba con sus anillos y pulseras. Definitivamente algo estaba ocultando.

— ¿Segura?— Pregunté queriendo saber más allá.

Tal vez la verdad...

Asintió frenéticamente:— Eso es lo que pasó. —Nos aseguró. —Chicas iré a darme un baño, me siento muy cansada ¿Podemos hablar de esto después?

Antes de que pudiéramos decirle algo, ya había llegado a las escaleras. Suspiré frustrada y tomé el agua que Lisa había dejado en el vaso.

Los nervios atacándome de nuevo.

— No le creí ni mierda.—Dijo mi hermana de repente. Alcé la mirada notando como esta tenía los ojos clavados en un punto específico.— Lili es muy ingenua si cree que sus hermanas de toda la vida, van a creer sus mentiras.

Llevé una mano a mi cabello despeinandolo un poco. Todo esto me ponía los pelos de punta, más al saber que esos hombre podían hacernos algo de nuevo.

—Aquí hay gato encerrado.— Murmuró. —Y yo voy a descubrirlo.

Sentí miedo. Cuando Jisoo decía cosas de ese tipo, lo decía en serio. No era un juego para ella, menos con lo que no está sucediendo.

* * *

KIM LALISA.

— ¿Por qué?— Sollocé. Mis manos temblorosas sostenían el portarretratos, donde estaba una foto que tenía junto a Rosé. — Juro que voy a sacarte de ahí, hermanita.— Murmuré, mis manos tocando delicadamente su rostro sonriente en aquel pedazo de papel.

Me dolía la cabeza y sólo quería dormir. Pero mientras mi cuerpo pedía a gritos un merecido descanso, la mente todavía estaba saltando llena de preocupación y ansiedad por toda esta situación.

Habían sucedido tantas cosas en el día, que sentía mi estabilidad emocional destruida al cien por ciento. Podría llorar por lo que quedaba del año y no me sería difícil.

Pensé en hablar con la policía, pero sentí tanto miedo por lo que podrían hacerle a Rosé, que finalmente desistí de la idea. También, consideré contarle a mis hermanas. Eso no se podía. Ese hombre me avisó.

Me advirtió que si no seguía sus instrucciones, mataría a Rosie.

Me sobresalté cuando el ensordecedor sonido de mi teléfono, llenó mis oídos. Abrí los ojos sintiendo el pánico calarme los huesos.

No quería contestar. Genuinamente deseaba continuar con mi pensamiento de que todo esto era una pesadilla de la cual, muy pronto iba a despertar.

Pero al abrir los ojos, el sonido seguía allí. Más fuerte que antes. Más profundo.

Quise llorar cuando contesté la llamada, pero apreté los labios.

— ¿Hola?

— Oh, mi querida Lalisa.

Su voz me heló la sangre. Tan fría. Tan dura. Agarré el vaso con agua que había en mi habitación y me bebí lo que quedaba de un solo trago.

— ¿Llegaste sana y salva a casa?— Preguntó y me dio asco que se preocupara por mí.— Te tengo una motivación para que encuentres los diamantes.

Fruncí el ceño ¿Motivación?

— ¡Hermana!

Alcé la mirada rápidamente al escuchar el grito de Rosé. Mis sentidos agudizandose de inmediato, cuando escuché como la voz se le desgarraba en gritos llenos de dolor. Me levanté de la silla, el lugar haciéndose muy pequeño a mi alrededor.

— ¡No!— Gritó y sentí ganas de vomitar de tan sólo pensar lo que ese hombre podría hacerle a mi hermanita.

— ¡No le hagas nada!— Exclamé. Llevé una mano a mi cabello, tocando mi flequillo y quitándole el orden.— ¡Ni siquiera la toques, maldito desgraciado!

Y no sé si estaba gritando demasiado o si fui muy ruidosa, pero la puerta de mi habitación fue abierta al instante. Mis dos hermanas entrando, preocupadas por tanta algarabía de mi parte.

— Y tú no me grites, bonita. No estás en posición de pedir nada.— Respondió tranquilo.— Te tengo una propuesta.

Alcé una ceja. No me gustaban ninguna de sus propuestas. Tampoco me gustaban las miradas que mis hermanas me estaban dando.

¿Debería decirles? Yo ya no podía seguir con eso sola. Ya no más. No soportaría las cosas que ese hombre podría decirme o hacer.

— Viajarás mañana en la tarde a Tailandia.—Frunci el ceño.— Necesito que me hagas un par de favores. Sabes qué puede pasar si no lo haces.

Abrí los ojos de par en par.

Oh, mierda.

* * *

MIN JUNGKOOK.

— Siento que no avanzamos.— Exclamó Namjoon, para después restregar sus ojos.

Miré el reloj que marcaba las tres de la mañana. Suspiré y dejé caer los papeles en el escritorio. Sonreí cuando mi amigo Hoseok dejó un café frente a mi, después hizo lo mismo con Namjoon.

— Deberíamos esperar a que salgan más pruebas, Kook.— Negué con la cabeza de inmediato.

— ¿Investigaste que ha estado haciendo últimamente Kim Lalisa?

— Sí. Nos llegarán noticias en un par de horas.— Asentí.

— ¿Ya salieron los resultados del carro?

Hoseok negó con la cabeza, le dio un sorbo a su café.

— No. Pero ya están hechos, sólo falta que lo entreguen. El vehículo de Kim Kyung fue llevado a la empresa. Debe estar en el aparcamiento. —Avisó.

Hice una mueca, no me gustaba aquello. Prefería estar en contacto con todas la apruebas y no dejarlo en manos de terceros.

En algunas casos, no puedes confiar ni en tu sombra.

— Necesito verlo.— Les dije. Hoseok me miró de inmediato. Alcé una ceja.

— Lo tienen en custodia. No podrás verlo, ellos no te dejarían.

Sonreí socarrón:— ¿Quién dijo que ellos sabrían?

— Kook, es riesgoso.— Bufé cuando escuché las palabras de Namjoon.— Además... ¿Para qué quieres verlo?— Me cuestionó.

Me levanté de mi escritorio. Tomé dos sillas que había encontrado y las puse juntas; estas simulaban los asientos del piloto y copiloto en el carro.

— Namjoom tú serás Kim Kyung y Hoseok tú serás mamá.

Los chicos me miraron confundidos, pero al ver el ademán que les hice se apuraron a seguir mis instrucciones. Saqué el arma de mi pantalón.

— Woah, woah.— Exclamó mi amigo Namjoon, alzando las manos en modo de defensa.— Cuidado, amigo.— Me advirtió.

— No tiene nada.— Respondí moviendo el arma de lado a lado.— Quiero recrear lo que pasó ese día.

Hoseok alzó una ceja:— ¿Lo que pasó ese día?

Asentí.

Tomé el arma y le apunté a Namjoon, que ocupaba el lugar de Kim Kyung.

— Kim Kyung recibió el impacto de bala justo en la entrecejo. Así que después de pensarlo el asesino, en esta caso sería yo, lo sorprendió desde la ventana. Él se volteó y recibió el disparo.— Expliqué.

Hoseok aclaró su garganta:— Pero tu madre también tenía un disparo en el entrecejo y algunas rastros de sangre en el rostro, que pertenecía a Kim Kyung.

— Así es. Me parece imposible que después de haber matado a Kim Kyung, mi madre se hubiera quedado. Le hubiese dado tiempo de correr o intentar escapar.

— Tal vez no la mató en el auto.— Opinó Namjoon.

Asentí:— A eso voy. Otra teoría sería que mi mamá intentó escapar cuando le dispararon al señor Kim Kyung. Pero el asesino la atrapó y llevó a otro lugar, donde le disparó.

— Eso tiene sentido. Pero no tenemos ninguna prueba de esa teoría.

— No tenemos pruebas, pero nos llevan a una conclusión.

– ¿Cuál?

— Tengo que ir al lugar del asesinato a investigar.




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