04; Mentiras.

KIM LALISA

—¡No!—Grité una vez que estuvimos fuera de la cabaña. Podía escuchar los gritos de Rosé diciendo mi nombre.

Intenté mover mis piernas y mirar a mi alrededor, pero no había rastro de mis otras hermanas.

El lugar donde nos tenían estaba en medio del bosque. Casi que vacío. Sólo había árboles y más árboles. Cada cosa que miraba tenía arbustos en ella.

—Cállate.—Dijo entre dientes, el mismo hombre.

— ¡¿Dónde están mis hermanas?!— Pregunté alterada.

— En un mejor mundo.—Abrí los ojos como platos, pero al ver mi reacción soltó una risa.— Cálmate. Le dije a mis hombres que las dejaran botadas en algún lugar de la ciudad.

Genial, tal vez podrían notificar a la policía lo que está ocurriendo.

—Y las amenacé con que mataría a sus hermanas menores si avisan a la policía.— Finalizó, casi que leyendo mi mente.

Suspiré. Cerré los ojos un momento y quise que al abrirlos estuviera el techo blanco de mi habitación. Deseé que todo fuese un sueño. Desde la muerte de papá, hasta lo que está pasando. Quise despertar teniendo diez años de nuevo. Ser la misma niña que amaba jugar con sus hermanas a las escondidas todos los viernes.

—Rosie...— Susurré. Lágrimas calientes cayendo se nuevo.—Ella no merece esto.

Alcé la mirada, viendo la figura de aquel hombre frente a mi.

—Por favor, yo conseguiré sus diamantes, pero se lo suplico...—Me puse de rodillas frente a él. Ya no me importaba mi dignidad frente a esos hombres. Yo sólo quería tener a mi hermanita sana y salva.—Dejen que se vaya. Haría lo que fuera, por favor.

–Exacto. Ese es el espíritu, Lalisa.—Me dijo él. —Harás lo que sea para que tu hermana salga de aquí. Y eso será conseguir los putos diamantes ¿Te parece?— Soltó.

—¿Qué le diré a mis hermanas?

—No lo sé. Diles que se fue a Tailandia más rápido de lo previsto.

Abrí los ojos como platos.

—¿Cómo sabe eso?

— Investigamos. El internet lo sabe todo ¿Sabías?

Negué con la cabeza:—Ellas no me creerán.—Dije segura.— Es muy raro y más después de lo que nos está pasando. Van a pensar que le sucedió algo.

Él se acercó a tomar mis mejillas con brusquedad. Me quejé ya que dolía demasiado la manera en que apretaba sus dedos en mi piel.

—Lo repetiré una vez más; les dirás que Rosé decidió irse a Tailandia y tú la alcanzarás en un par de días, necesito que hagas algunas cosas por mí en ese país. Confirmaras que empezará a estudiar como leí en aquel artículo que le hicieron a tu familia. Pondrás de excusa que no soporta estar aquí, después lo sucedido con su adorado padre.— Me dijo lentamente. La brusquedad de sus manos en mis mejillas, me sacaba lágrimitas leves.

— ¿Qué le harán?—  Llevé mis manos a mis mejillas, tocando este lugar después de que me soltara— No sabemos nada de los diamantes.

— Pues si quieres volver a ver a tu hermanita, será mejor que los encuentres.—Dijo.—Vamos, Lisa. Sé que eres inteligente, por eso te le elegí a ti. Además, estoy seguro de que van a creer tus mentiras ciegamente.

—Por favor no le hagan nada.—Sollocé.

—Todo eso depende de ti.— Apoyó las manos en sus rodillas, mirándome fijamente.—Voy a estar en contacto contigo. Ya sea por llamadas o cartas.

—¿Cómo sabré que es usted? No sé su nombre.

Él sonrió de lado.

— Mi nombre es Park Jimin.

* * *

MIN JUNGKOOK.

Las calles de Seúl se veían bien bajo el sol que traía el verano. Sonreí levemente mirando por la ventana del auto, mientras que manejaba. Mi vista se dirigió por un microsegundo al diamante que tenía en el asiento junto a mi. Frunci el ceño automáticamente.

Era falso.

Después de revisarlo por un rato, era obvio que no era real. Cualquiera se daría cuenta. No sé por qué mi madre tenía diamantes falsos escondidos en su habitación. Todo se me hacía extremadamente extraño.

Por eso salí a escondidas de mi casa, ya que los chicos me prohibieron excederme con el trabajo y más con el caso de mamá. Pero, por primera vez en una semana no iba a hacerles caso. Haría lo que yo sentía correcto.

Así que lo correcto ahora es ir a la comisaría para hablar de esto con mi equipo de trabajo, que incluía a Hoseok.

Para llegar a la comisaría, tenía que pasar por la empresa de Kim Kyung. Ni siquiera quise mirar hacia ese lado, pero mis ojos captaron una figura. Se me hacía conocida. Estaba caminando lentamente, la mirada perdida y a mi parecer no quería entrar a la compañía.

Abrí mis ojos sorprendido cuando la chica se dejó caer en la banca, sollozando tan fuerte que su cuerpo temblaba. Me maldije a mi mismo cuando salí del auto.

Maldita sea ¿Qué estás haciendo Min Jungkook?

Me desconocía con cada paso que daba. Crucé la calle y cuando llegué a ella, me di cuenta de que efectivamente sí la conocía. Era una de las hijas de aquel hombre, Kim Lalisa.

Quise irme. Demonios, quería irme porque no debía estar allí. Pero mi lado caritativo y amable, se quedó dispuesto a ayudarla.

Además, era la hija de ese hombre. Debía recolectar pruebas y ver qué hacía después del asesinato.

—¿Kim Lalisa?

Ella alzó su cabeza, casi que asustada. Alcé una ceja, su actitud me desconcertaba. Se levantó de inmediato y pude notar su rostro más de cerca. En la comisaria cuando nos conocimos por primera vez no lo había notado, pero era muy hermosa. Ni siquiera las lágrimas en sus ojos le restaban a su belleza.

—¿Qué quieres?—Preguntó fría. De repente noté como miraba hacia muchos lados. Su rostro mostrando una paranoia que me ponía nervioso.

— ¿Está bien?

Al preguntarle eso, clavó sus ojos abruptamente en mi. Me sentí un tanto intimidado por su mirada profunda. Pero bajé la vista hacia sus manos, jugaba con sus anillos rápidamente y las manos le temblaban. Estaba nerviosa y asustada.

¿Qué le había sucedido?

—Claro. Estoy bien.—Respondió y noté el sarcasmo en su tono de voz, aunque intentó ocultarlo.— Mi padre fue asesinado y hasta ahora no encuentran al culpable. Además, mi hermana fue...—Se cortó a ella misma, como si lo que fuese a decir estuviese prohibido.

—¿Qué sucede con su hermana?— Pregunté queriendo saber más. Me miró no muy segura y justo cuando iba a decir algo, el sonido de su teléfono nos interrumpió.

Sus manos de nuevo temblaron. Hasta su labio lo hizo cuando vio quién la llamaba. La miré con desconfianza y aunque se alejó de mi para mantener esa llamada, tuve mis ojos en ella todo ese tiempo.

NARRADOR OMNISCIENTE.

– ¿Quién es ese hombre?

Eso fue lo primero que le dijo Jimin cuando contestó. Lisa se alejó de Jungkook, que no quitaba su mirada de ella. Cada acción le parecía más y más intrigante.

—Sabes que si vas con la policía, mataré a Rosé.

Negó con la cabeza, sus ojos llenándose de lágrimas de nuevo. Jungkook quiso acercarse para preguntarle qué sucedía, pero entendió que debía respetar su espacio y tal vez su confianza repentina no le gustaría.

—No. Él no es policía.— Mintió y rogó que Jimin no supiera que Jungkook es uno de los policías más famosos de Seúl.

-—¿Quién es?—Exigió.

Lisa le dio una rápida mirada, para después desviarla.

— Es mi novio.—Soltó.

Escuchó la risa de Jimin y eso le heló los huesos. Inconscientemente empezó a buscar rastro del hombre por todos lados. Las personas que pasaban la miraban raro; estaba dando vueltas en un mismo lugar, mientras tenía el celular en la mano y los ojos llorosos.

De nuevo, Jungkook quiso decir algo. Pero algo lo mantenía alejado de ella.

—Es mi novio.—Repitió. Más para ella que para él.

—No me jodas la puta vida, Lalisa.— Soltó esta vez serio.—No soy idiota.

—Cree lo que quieras.—Dijo y colgó la llamada, cansada de segur hablando con él.

Pero al instante se dio cuenta de su error, así que intentó marcar de nuevo el número.

—Mierda.— Murmuró cuando no le contestó ¿Qué había hecho?

— ¿Está bien?

Se dio la vuelta encontrándose con Jungkook. La conversación que había tenido con Jimin hace unos segundos, inundando de nuevo su mente.

Es mi novio. Es mi novio.

Era su novio. Así que para hacer las cosas más reales ante Jimin y la persona que la seguía, tomó a Jungkook del cuello de su camisa y chocó sus labios con los de él, en una acción rápida.

Jungkook sólo sintió un sabor a cereza contra sus labios, proveniente del labial que Lisa llevaba ese día. Mientras tanto la chica parecía estar entre las nubes, con la suavidad que desprendía la boca de Jungkook.

El chico abrió sus ojos de par en par y sólo reaccionó cuando pasaron un par de segundos. Terminó el beso como pudo y la sorpresa aún seguía intacta en su rostro; mezclada con confusión cuando de nuevo, Lisa miró hacia su alrededor con miedo. Segundos después, clavó la mirada en el teléfono que tenía en la mano.

— Lo siento.—Susurró.—Lo siento.— Repitió y cuando estuvo a punto de irse, la mano de Jungkook tomó la suya.

Y tal vez quedaron muy cerca. Tal vez estaban armando una escena. Pero el corazón de Lisa tuvo una respuesta inmediata al toque de Jungkook. Y no le gustó. No le gustó que su corazoncito hubiese saltado levemente cuando su rostro se encontró tan cerca de Jungkook.

—Déjeme.— Exigió, sus ojos grandes en los de él.

Jungkook sabía que ella ocultaba algo. Lo tenía demasiado claro. Él era policía y esas actitudes no pasarían desapercibidas para él.

— ¿Qué estás ocultando, Lalisa?— Preguntó.

Lisa notó como los ojos de Jungkook se pintaban con curiosidad, intriga y un sin fin de emociones que la agobiaban.

Era demasiado. No podía soportar las miradas acusadoras que le daba Jungkook. No podía soportar que ahora la libertad de su hermanita estuviera sobre sus hombros.

Era mucho para ella sola.

Negó con la cabeza y se veía tan atormentada, que Jungkook la dejó ir. Observó como Lisa corría hasta entrar por primera en el día a la compañía. Pero eso no lo pararía.

Él sabía que Lisa estaba ocultando algo importante.

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