Capítulo 9: Sábado
Narra April:
Me desperté cuando los primeros rayos de sol se filtraron a través de las cortinas, acariciando mi rostro. Mi cabeza aún estaba apoyada sobre el pecho de Neville, que dormía bocarriba con uno de sus brazos rodeando mi cintura. Estiré mi brazo para apartarle el flequillo de la cara, aunque esto hizo que se despertara.
—Buenos días —dijo estirándose.
Yo le devolví el saludo, para después incorporarme ligeramente y besar su frente con dulzura. Él acarició mi mejilla con suavidad, me miraba con tanta ternura que no pude evitar acercarme más a él para besar sus labios. Neville me estrechaba por la cintura, acercando mi cuerpo al suyo, que era muy cálido. Permanecimos así unos instantes hasta que se separó con suavidad de mí.
Su rostro se había ensombrecido ligeramente, haciendo que los recuerdos de lo sucedido el día anterior volvieran también a mi mente.
—¿Bajamos a desayunar? —pregunté.
Él asintió y yo me dirigí al baño.
—Parezco un maldito zombie —murmuré al mirarme en el espejo.
—No exageres —dijo Neville apoyándose en el marco de la puerta.
—Es un milagro que aún me quieras —añadí riendo.
—Nunca voy a dejar de quererte —dijo abrazándome con fuerza.
Cuando aflojó su abrazo me lavé la cara y bajamos las escaleras. Augusta había preparado algunas galletas y había dejado una nota sobre la mesa, que voló hasta mis manos cuando entramos en la cocina.
—Ha salido a Gringotts, volverá para la hora de comer —dije sentándome a desayunar junto a Neville.
—Que raro, aún es muy temprano.
Una idea no muy apropiada se me pasó por la mente ante la perspectiva de pasar toda la mañana a solas con él, haciendo que una sonrisilla se dibujase en mi rostro. Neville me miró con una ceja alzada extrañado, mientras bebía de su taza.
—¿Qué? —preguntó.
—Oh, nada, es solo que vamos a tener mucho tiempo libre hoy...
—Podemos leer juntos un libro —propuso con una sonrisa.
Me lo pensé muy bien antes de añadir lo que dije a continuación, no quería presionarle si no estaba listo.
—O podríamos hacer otras cosas juntos —dije también con una sonrisa, aunque la mía tenía más picardía.
—¿Como escuchar música? —propuso dubitativo. Si aquella hubiera sido la respuesta de cualquier otro chico, habría pensado que estaba jugando conmigo, pero Neville era muy inocente y realmente no entendía a donde pretendía llegar.
—No —respondí finalmente, desde luego aún no era el momento—, leer está bien.
Terminamos de desayunar y subí a lavarme los dientes. Al salir del baño, volví a entrar en la habitación de Neville. La ventana estaba abierta y entraba una brisa fresca, me estremecí ligeramente y decidí cambiar mi fina camiseta de tirantes por una de Neville que había sobre su silla. Era de los colores de Gryffindor y tenía un gran león en su centro. Me quedaba muy grande, pero era más cálida.
Bajé de nuevo a la planta baja y nos sentamos en el sofá, el uno enfrente del otro a leer. Decidí empezarme el libro que me había regalado por mi cumpleaños. Al abrirlo, no pude evitar enterrar mi rostro entre las páginas, inspirando el suave aroma a libro nuevo.
Al alzar la vista, vi que Neville me observaba con una ceja alzada.
—¿Qué? —pregunté—. Huele bien.
El joven rió con suavidad y volvió a centrarse en su lectura.
No nos movimos en media hora, pero pasado ese tiempo comencé a estar incómoda y me puse a moverme por el sofá para acomodarme y seguir leyendo. Acabé sentada entre las piernas de Neville, con mi espalda sobre su pecho.
Pasada otra media hora, él dejó su libro a un lado y, aburrido, empezó a hacer pequeñas trenzas con mi cabello. No pude evitar sonreír y dejarme hacer mientras pasaba una de las páginas. Neville no tardó en cansarse de eso también, así que apartó mi pelo rizado y comenzó a besar mi cuello con suavidad.
Tuve que leerme el mismo párrafo tres veces, pues sus besos no me dejaban concentrarme. Aquello era raro, Neville era muy cariñoso y siempre andaba abrazándome, pero no era tan atrevido como para ir mucho más allá de un corto beso en los labios. Era yo la que tomaba siempre la iniciativa.
Cerré el libro, me giré para mirarle y acaricié su mejilla con suavidad, antes de acercarme más para besar sus labios. No tardamos en pasar de nuestros inocentes besos, a unos más apasionados, haciendo que mi corazón se acelerara y que comenzara a sentir calor.
—¿Esa no es mi camiseta? —preguntó tras separarse por la falta de aire.
—Quítamela si quieres —respondí con picardía, aunque nunca pensé que fuera a hacer lo que le decía.
Neville me quitó la camiseta con manos temblorosas y movimientos torpes y, sin darme mucho tiempo a reaccionar, comenzó a besar mi cuello de nuevo, bajando luego hasta mi pecho, mientras jugueteaba con uno de los tirantes de mi sostén. Un jadeo se escapó de entre mis labios y él se separó de pronto de mí.
—Neville...
No me respondió, simplemente bajó la mirada avergonzado y completamente sonrojado.
—No estamos haciendo nada malo —dije tratando de acercarme de nuevo a él.
Pero Neville se levantó del sofá, aún cabizbajo, alejándose más de mí.
—Lo siento —murmuró antes de perderse escaleras arriba.
Permanecí unos instantes más allí sentada, contemplando el lugar donde estaba hasta hacía unos segundos, tratando de comprender qué había sucedido.
Finalmente me levanté del sofá yo también y, tras coger su camiseta, subí a la planta superior. La dejé junto a su puerta y me metí en mi habitación, donde me puse una camisa limpia y me tumbé en la cama.
Me abracé al gran oso de peluche que Neville me había regalado, sin poder evitar pensar en l que acababa de suceder. Permanecí allí toda la mañana, él no vino a mi habitación ni yo fui a pedirle explicaciones a la suya. Cuando Augusta regresó, no bajé a comer con la excusa de que me dolía la barriga, aunque tarde o temprano tendría que salir de allí.
Serían las cinco cuando salí al baño, llevaba ropa limpia y me di una ducha de agua fría. Luego me dispuse a volver a mi habitación, pero subí al desván en su lugar. Allí puse el disco de Bon Jovi, dejando que la melodía de "Always" me envolviera.
Escuché unos pasos a mis espaldas y me giré, encontrándome con Neville, que me miraba arrepentido. Sentí mi corazón ablandarse en aquel momento pero, a pesar de querer correr a sus brazos, me mantuve donde estaba, esperando a que dijera algo.
—April... Lo siento, no sé por qué he hecho eso... Yo... No pretendía herir tus sentimientos... Me entró miedo, es que... —me lanzó una mirada suplicante mientras se dejaba caer en el suelo.
Me senté a su lado y lo abracé con fuerza.
—Perdóname... Por favor —me pidió.
—Oh, Neville, claro que te perdono —dije acariciando levemente su mejilla—. Pero la próxima vez recuerda que hay más formas de decirle a una chica que aún no te sientes preparado.
Permanecimos abrazados unos instantes, hasta que el recuerdo de la muerte de Dumbledore volvió a mi mente, solo que esta vez, vino acompañado de lo sucedido minutos antes, cuando me entregó aquellos frascos de cristal. Desde que me los entregó no había vuelto a pensar en ellos.
—Espérame aquí —le pedí a Neville.
Bajé corriendo las escaleras hasta mi habitación. Allí rebusqué entre mi ropa, hasta dar con el bolso que había llevado a la boda, por suerte los frascos de cristal seguían allí y no se habían roto. Volví al desván para mostrárselos a Neville.
—¿Qué son? —preguntó.
—Recuerdos —contesté.
Él permaneció pensativo unos instantes, hasta que su rostro se iluminó.
—Ayúdame a buscar —me pidió mientras se acercaba a unas polvorientas cajas amontonadas en un rincón.
—¿El qué? —pregunté siguiéndole.
—Un pensadero.
—¿Qué es un pensadero?
—Tú solo busca una especie de cuenco grande y pesado.
—Está bien —respondí resignándome.
Pasados veinte minutos, ya habíamos abierto y vaciado casi todas las cajas.
—¿Es esto lo que buscamos? —pregunté abriendo la última de ellas.
—Sí —contestó llevándolo hasta el escritorio.
Yo murmuré un hechizo que ordenó las cajas de nuevo y lo seguí.
—¿Para qué sirve?
—Para ver los recuerdos, solo tienes que extraerlos del frasco usando la varita y verterlos en el pensadero.
—¿Empezamos entonces? —pregunté nerviosa y emocionada a la vez.
Neville asintió y vertió el contenido del primer frasco en el pensadero.
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¡¡Preeeeeguntaa!!
Si pudierais salir con un personaje de la saga, ¿con cuál saldríais?
Creo que mi respuesta es obvia ejem Neville ejem xdd
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