Capítulo 9: Petición

Narra Neville: 

Abrí los ojos y sentí un punzante dolor en mi frente, no pude evitar soltar un quejido tras llevarme la mano a la cabeza. April, que hasta hacía unos segundos dormía acurrucada junto a mí, abrió los ojos y se estiró. Eran las ocho de la mañana, demasiado temprano.

—Buenos días —dijo abrazándose a mí.

Yo gruñí en respuesta y ella soltó una pequeña carcajada.

—Nunca volveré a beber —mascullé frotándome los ojos.

—¿Recuerdas lo que pasó anoche?

—No del todo —admití.

Ella volvió a reír.

—¿Qué pasó?

—Me dijiste que querías que tuviésemos un hijo, que querías casarte conmigo y muchas estupideces más. Además, casi despiertas a tu abuela porque te pusiste a cantar en mitad de la noche.

Cerré los ojos un instante, el dolor no cesaba. Los recuerdos de la noche anterior se aglomeraban de manera dispersa en mi mente, como si trataran de confundirme.

—Recuerdo haberle gritado a un tío en el concierto —añadí cuando volví a abrir los ojos.

—Sí, le dijiste que dejara de mirarme el culo —me recordó tras reír de nuevo.

—¿Te avergoncé mucho?

—Podría haber sido peor, eso sí, tuve que levantarte del suelo por lo menos cuatro veces.

—No dejes que vuelva a acercarme a una botella de whisky en la vida.

—Tranquilo, no te dejaré —respondió levantándose de la cama.

—¿A dónde vas? Aún es temprano.

—En seguida vengo —me aseguró saliendo de mi habitación.

Ahora que se había marchado, la calidez bajo las sábanas había disminuido. Di vueltas por la cama tratando de distraerme del dolor de cabeza. April regresó poco después con una infusión en una mano, y una taza de chocolate caliente en la otra.

Me senté apoyando mi espalda en el cabecero y cogí la bebida que me tendía.

—Bébetela, te quitará el dolor de cabeza —dijo mientras yo me incorporaba.

—Gracias —murmuré.

—No hay de que, osito —respondió besando mi frente con suavidad.

April se sentó a mi lado y se tapó con el edredón.

—Parece mentira que ya hayan terminado las vacaciones —murmuró tras beber un largo trago de chocolate.

—No me apetece volver mañana a Hogwarts.

April me miró un instante antes de volver a centrar su mirada en su bebida. 

—Pero supongo que vamos a volver, ¿no es así? —añadí.

—Yo quiero volver, si nos quedamos aquí no vamos a ser de ayuda a nadie.

—¿Y allí sí? —le pregunté con suavidad.

—Sí, si nosotros no plantamos cara a los Carrow no lo hará nadie.

Empecé a notar como el dolor de cabeza se disipaba y, como no me apetecía hacer de aquello una discusión, simplemente asentí; en el fondo sabía que ella tenía razón.

April, al ver que no iba a seguir hablando de aquel tema, abrió el libro que descansaba sobre la mesita de noche y empezó a leer. Yo por mi parte, dejé mi taza ya vacía a un lado y deslicé mis dedos por su cabello; me gustaba trenzar sus rizos, era algo que resultaba siempre muy... Relajante.

Tras quince minutos de silencio comencé a aburrirme. Abracé su cintura en un intento de reclamar su atención, pero su vista seguía fija en las páginas. Llevé entonces mis dedos hasta su cara y acaricié su mejilla izquierda, April solo sonrió ligeramente y, tras dedicarme una rápida mirada, pasó la página de su novela. Recurrí entonces al plan infalible. Aparté su pelo a un lado y llevé mis labios hasta su cuello, donde empecé a dejar pequeños besos en su piel.

—¿Por qué haces siempre lo mismo? —se quejó dejando su libro a un lado—. Sabes que no puedo concentrarme así.

Yo simplemente esbocé una pequeña sonrisa. April puso los ojos en blanco y se acercó para besar mis labios, aunque no tardó en volver a separarse de mí para levantarse de la cama.

—¿Qué? —me preguntó como retándome a que me quejara—. Tengo hambre —añadió saliendo de la habitación.

Suspiré con pesadez y me puse en pie. Bajé tras ella las escaleras y preparamos el desayuno, mi abuela no tardó en despertarse también y vino a ayudarnos. April, que recordaba mucho mejor que yo lo sucedido ayer, le contó lo bien que lo habíamos pasado en el concierto.

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Narra April:

Al día siguiente, me encontraba en la cocina terminándome una taza de té cuando Augusta entró a prepararse algo.

—Buenos días —dije con una sonrisa.

Ella me devolvió el saludo y se acercó a la alacena para coger una taza.

—¿Dónde está mi nieto?

—Arriba, terminando de preparar su equipaje —contesté.

Augusta permaneció en silencio y cabizbaja, como si quisiera contarme algo pero no se atreviera.

—¿Hay algo de lo que quiera hablar?

—Sí... Estoy preocupada por él, no me gustaría que le pasara nada en Hogwarts —hizo una pausa en la cual tomó asiento frente a mí—. Siendo sus padres personas importantes en la Orden del Fénix y habiéndose enfrentado a Quien-Tú-Sabes en tres ocasiones, no me gustaría que tomaran represalias contra él. No puedo pedirle que no acuda a clases este trimestre, dejándote a ti sola. Pero me gustaría que tú cuidaras de él allí, intenta que no se meta en líos.

Yo asentí.

—Haré lo que pueda —le aseguré.

—Cuida mucho de él, es la única persona que me queda.

Me sentía un tanto abrumada, así que tras murmurar una disculpa, dejé mi taza en el fregadero y salí a la calle.

El aire gélido de la mañana arañó mi rostro, transmitiéndome cierto sosiego. Me senté en las escaleras del porche meditando aquellas últimas palabras. No sabría decir cuánto tiempo permanecí allí, ni siquiera noté cuando empecé a tiritar.

Neville abrió la puerta de la casa y salió a sentarse a mi lado. Pasó su brazo por mis hombros, besó brevemente mi mejilla, transmitiéndome cierta calidez, y permaneció unos instantes en silencio. Yo dirigí mi mirada hacia él y esbocé una pequeña sonrisa, era increíble la facilidad con la que podía hacerme sentir mejor.

—Vas a helarte aquí fuera, ¿entramos?

Yo asentí poniéndome en pie.

—¿Estás bien? —me preguntó antes de abrir la puerta.

—Sí, solo necesitaba un poco de aire.

El equipaje se encontraba en el salón y apenas faltaban unos minutos para tener que marcharnos a la estación, en esta ocasión iríamos los dos solos. Su abuela salió a despedirnos y nos regaló a cada uno una bufanda que ella misma había tejido.

Sentí su mirada fija en mí mientras la anudaba a mi cuello y salía por la puerta. <<Ojalá todo vaya bien este trimestre>> pensé.

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¡¡Preeeeeguntaa!!

¿Cuál es vuestra estación del año preferida? Y ahora una pregunta más potterhead, ¿si pudierais entrar en uno de los libros de la saga y vivir ese curso junto a los protagonistas, qué libro escogeríais?

Yo amo el otoño, me encanta la lluvia y andar por las aceras llenas de hojas caídas. Y, sin duda, yo me trasladaría al cuarto libro para vivir en primera persona el Torneo de los Tres Magos y, ya sabéis, intentar ir al baile con Neville :3

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