Capítulo 4: Algie

Narra April:

Después de abrir los regalos subí a darme una ducha y lavarme el pelo. Sabía que, tal vez, el vestido que Augusta me había regalado era muy formal, pero me moría de ganas de estrenarlo. Me lo puse y observé encantada que me quedaba perfecto. Decidí recogerme el pelo en un gran moño para estar más cómoda y me puse un poco de brillo de labios.

—¿Qué os parece? —les pregunté a Neville y a su abuela entrando en la cocina.

—Te queda de maravilla —respondió Augusta con una gran sonrisa—. Yo también debería ir a arreglarme, pronto llegará Algie.

Ella salió de la cocina en dirección a su habitación y yo me giré para mirar a Neville. El joven me contemplaba algo ruborizado y con una gran sonrisa.

—Estás preciosa —dijo tomando mi mano y haciéndome dar un giro para verme mejor.

—Gracias Nev.

Neville me abrazó por la cintura y besó con dulzura mis labios.

—Espero que nunca nada te haga dudar de lo perfecta que eres.

No pude evitar sonrojarme ligeramente por sus palabras.

—Te amo —añadió.

—Yo a ti más —respondí frotando mi nariz contra la suya—. ¿Qué vas a ponerte?

—Aún no lo he pensado.

—¿Puedo ayudarte a elegirlo? —le pedí haciendo un puchero.

—Supongo.

—Genial —dije cogiéndole de la mano—, vamos.

Subimos a la planta superior, él entró al baño a ducharse y yo comencé a curiosear su armario. Neville no tardó mucho y he de decir que me temblaron las piernas al verle entrar en la habitación. Algunas gotas de agua caían de su pelo mojado y recorrían su cuerpo únicamente cubierto por una toalla anudada a la cintura.

—Que sexy, osito —dije causando que se sonrojara.

—Eh... En realidad... Yo...

—Porque está tu abuela aquí, que si no no me hago responsable de mis actos —añadí mordiéndome el labio inferior.

Neville se ruborizó aún más si es que era posible, me encantaba ver esa reacción en él, era su lado más inseguro y tierno. Sencillamente adorable.

—Creo que bajaré a echarle una mano a tu abuela, ponte si quieres lo que he dejado sobre la cama, te quedará bien.

Bajé a la cocina donde Augusta me enseñó a preparar el pavo asado que siempre servía en aquellas fechas. Aprender algo de cocina me entusiasmaba, y teniendo a alguien que sabía tanto para enseñarme sería poco inteligente desaprovecharlo.

—Neville parece un chico más seguro de sí mismo ahora —comentó mientras troceaba algunas verduras.

—Lo es, poco a poco ha ido ganando confianza.

—Y se os ve tan enamorados —añadió en un suspiro.

—Bueno, las cosas han cambiado mucho, recuerdo cuando apenas era capaz de cruzar dos palabras conmigo y un solo abrazo ya le ponía nervioso.

—Siempre ha sido un chico muy tímido, pero eres la persona con la que más se ha abierto. Creo que tú lo conoces incluso mejor que yo.

Aquel comentario me hizo reír un poco.

—Puede ser, pasamos mucho tiempo juntos —respondí.

Un breve silencio se instaló en la habitación hasta que Augusta volvió a hablar:

—Me gusta saber que Neville puede contar contigo, antes solía estar más triste y callado. Desde que salís juntos parece otro, y solo puedo darte las gracias.

Yo iba a contestar pero el joven entró en aquel momento en la cocina. 

—Que guapo estás con esa camisa —dije tras silbarle.

—Tenía que intentar estar a tu altura.

—Bueno, tampoco es muy difícil con lo bajita que soy.

Neville se dio una palmada en la frente mientras intentaba contener la risa.

—¿Cuándo viene Algie? —preguntó poco después.

Casi como si hubiera estado esperando a que lo mencionaran, un ruido en el salón nos indicó que había llegado usando la red de polvos flu. 

—¡Feliz Navidad familia! —fueron sus primeras palabras al vernos entrar en el salón.

Era un hombre alto, de pelo canoso y que compartía algunas facciones con Augusta.

—Vaya, tú debes de ser April —dijo al reparar en mi presencia—. Es un placer conocerte, me han hablado muy bien de ti.

—Lo mismo digo.

—Pero que elegantes todos, menos mal que yo también vengo preparado.

Algie se llevó la mano derecha a la corbata y en ésta se encendieron pequeñas luces de Navidad de todos los colores.

—La corbata del 25 de diciembre, solo tengo permitida usarla en estas fechas —me explicó guiñándome un ojo.

Reí ante su comentario, Neville tenía razón, íbamos a llevarnos muy bien. Mientras el asado se hacía en el horno nos sentamos a hablar en el salón.

—¿En qué casa estás tú, April? —me preguntó.

—En Ravenclaw.

—Casa de los eruditos —afirmó—. Yo conocí a una chica muy bonita mientras estudiaba que también estaba en tu casa, una pena que ella prefiriera salir con el capitán de quidditch de Hufflepuff. 

—Oh, Algie, siempre cuentas esa historia —refunfuñó Augusta.

—La última vez dijiste que el capitán era del equipo de su casa, no de Hufflepuff —añadió Neville por lo bajo.

—Iré a revisar el asado, ya debe estar listo —dijo poniéndose en pie y saliendo del salón con rapidez.

—Siempre cambia la historia, al final hemos llegado a la conclusión de que se la inventó —me explicó Neville que se sentaba junto a mí.

No tardamos en dirigirnos a la mesa de la cocina para comer, después volvimos al sofá para seguir hablando. Comenzaba a atardecer y habíamos encendido las luces del árbol cuando Algie propuso bajar el tocadiscos.

—¿Me concedes este baile? —me preguntó Neville haciendo una pequeña reverencia cuando la música empezó a sonar.

—Por supuesto, será un placer —respondí cogiendo su mano y poniéndome en pie.

—¿Cómo lo estás pasando? —quiso saber mientras sus manos bajaban hasta mi cintura.

—Genial, pasar la Navidad aquí es mucho más divertido que en Hogwarts.

Neville esbozó una gran sonrisa y besó con dulzura mi frente.

—¿Te había dicho ya que estás preciosa?

—Solo tres veces en lo que llevamos de tarde —contesté riendo con suavidad—. ¿Por qué tienes que ser tan adorable?

—Es un don innato —argumentó fingiendo que sacudía su cabello con una mano.

—A veces eres demasiado diva, de hecho eres la diva en esta relación —comenté en broma.

Neville abrió la boca para replicar pero Augusta se nos acercó.

—Cambio de parejas —anunció.

Bailar con Algie resultó muy divertido.

—Cuando era más joven las chicas de mi casa hacían cola para bailar conmigo —me contó.

—Soy una privilegiada entonces.

El anciano rio ligeramente y asintió.

—¿Tienes pensado qué harás cuando acabes en Hogwarts? —preguntó.

—Me gustaría trabajar en San Mungo como sanadora.

Cuando mencioné el hospital dirigió su vista un instante hacia Neville, que bailaba junto a su abuela.

—Parece tan feliz contigo —musitó.

Yo asentí levemente y mi vista también viajó hacia el muchacho.

Seguimos bailando hasta que llegó la hora de que Algie volviera a su casa, nos despedimos de él y le hicimos prometer que volvería a visitarnos pronto. Cuando se hubo marchado nos pusimos ropa más cómoda y Neville y yo pasamos el resto de la tarde viendo películas navideñas acurrucados en el sofá.

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Seguimos jugando :) Esta vez con: George, Draco y Dean.

Besar: Draco 7u7

Casar: George

Matar: Dean





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