Capítulo 3: La mañana de Navidad
Narra April:
Desperté al despuntar el alba, era temprano pero la emoción me impedía dormir más. Di mil vueltas bajo las cálidas sábanas hasta que llegaron las 9, entonces salí de mi habitación de puntillas y entré en la de Neville.
Como era bastante habitual en él, se encontraba durmiendo bocabajo y algunos ronquidos llegaban hasta mis oídos. Me acerqué hasta su cama preparándome para realizar el "ataque del koala", aquel era el nombre que Neville le daba a mis abrazos cuando le pillaban por sorpresa
Cogí carrerilla y salté hasta su cama cayendo sobre él.
—Feliz Navidad —dije cuando vi que abría los ojos.
—El koala ataca de nuevo —contestó entre risas dándose la vuelta.
—Me requetechifla la Navidad, ¿no estás emocionado?
—Creo que no tanto como tú —respondió apartándome con delicadeza el pelo de la cara.
Un escalofrío me recorrió la espalda y me apresuré a meterme bajo las sábanas.
—Hoy vas a conocer a mi tío abuelo Algie —dijo mientras me acurrucaba a su lado—, siempre viene a casa a comer el día de Navidad. Es muy simpático, te llevarás genial con él.
Yo esbocé una sonrisa y asentí, Neville parecía muy feliz ante la perspectiva de ver a su tío. Ambos permanecimos unos instantes en silencio hasta que yo hablé de nuevo.
—Cuando acabemos este curso en Hogwarts podríamos ir de viaje a algún lugar.
—¿A dónde te gustaría ir? —preguntó mientras sus dedos recorrían mis rizos.
—A muchos sitios... A Hawaii, París, Nueva York, Tokio...
—París estaría bien, ¿sabes hablar francés?
—Oui, oui monsieur Longbottom —respondí causando su risa.
—¿Dónde has aprendido?
—Recibí clases desde los seis años en el colegio, pero desde que entré en Hogwarts no he vuelto a estudiar nada de francés. Es una pena, pero ya he olvidado la mayoría de lo que sabía.
—Bueno, de algo te acordarás. Cuando acabe el curso nos vamos a París —afirmó con convencimiento.
—A comer croissants de mantequilla junto a la Torre Eiffel —añadí, solo de pensarlo se me hacía la boca agua—. ¿Bajamos a desayunar? Me muero de hambre.
Neville asintió, se levantó de la cama y se dirigió hacia la puerta de su habitación; sin embargo a mitad de camino se giró para mirarme, pues yo seguía tumbada en la cama. El joven se acercó de nuevo a mí y yo estiré mis brazos en su dirección.
—¿Me llevas? —pedí haciendo un puchero.
—No parecías tan cansada cuando saltaste sobre mí antes.
Iba a decir algo en mi defensa pero Neville llevó sus manos hasta mi barriga y comenzó a hacerme cosquillas. Reí a carcajadas tratando de zafarme de su agarre.
—¡Para por favor, ya me levanto! —exclamé entre risas.
—Y el koala declara su rendición ante el todo poderoso... —comenzó diciendo victorioso.
—Osito —dije yo cortando su frase—, eres un osito.
—¿Cómo que un osito?
—Eres adorable y achuchable como un oso de peluche, así que si yo soy un koala tú eres un osito —dije saliendo de la habitación.
Un dulce aroma a bizcocho recién horneado llegó hasta donde me encontraba y apreté el paso. Entré en la cocina, donde Augusta supervisaba con su varita las tareas domésticas. Los platos se fregaban y secaban solos para después dirigirse hasta la alacena, una escoba barría el suelo junto a la mesa y los cubiertos viajaban del cajón al mantel. Lo único de lo que se encargaba ella sin ayuda de magia era de cocinar, aseguraba que el sabor era mejor si elaborabas las recetas tú mismo.
—Buenos días —dije avanzando hasta la mesa, por el camino tuve que esquivar a la escoba y a un par de platos que volaban hasta su sitio.
Augusta me devolvió el saludo antes de ofrecerme algo de beber.
—¿Café o té?
—Café por favor —respondí.
—Yo quiero té, abuela —Neville se sentó frente a mí.
Augusta sirvió la bebida y tomó asiento junto a su nieto.
—Bueno, ayer no me contasteis nada de vuestro primer trimestre, ¿qué tal os ha ido con los Carrow por allí?
Neville y yo intercambiamos una rápida mirada.
—Pues...
—Podría haber sido peor —contesté—. Hacen demasiado hincapié en el la superioridad de los magos de sangre limpia, pero por lo demás nos ha ido bien.
—¿Ningún incidente entonces?
Volví a mirar a Neville, pero él tenía la vista fija en su humeante taza.
—Ninguno —respondió.
—Es curioso, porque llegó hace algo más de un mes una carta de Amycus Carrow diciendo que te habían castigado dos semanas —el tono de voz de su abuela no se elevó, ni si quiera sonaba severo.
—Pretendían obligarnos a ejecutar la maldición Cruciatus sobre alumnos de quinto —dijo yo en nuestra defensa.
—¿A ti también te castigaron?
Yo asentí.
—Abuela, será mejor que dejemos este tema.
—Como queráis, pero no quiero que os sintáis obligados a volver después de vacaciones. Si Hogwarts no es un lugar seguro deberíais permanecer aquí.
—Venimos de familias de sangre limpia —Neville seguía con la vista baja—, no tenemos nada que temer.
Terminamos el desayuno en silencio y, tras recoger la cocina, subí a mi habitación en busca de dos regalos envueltos. Volví a bajar las escaleras, esta vez para dirigirme al salón, allí me senté en el suelo junto al árbol de navidad. Neville y su abuela no tardaron en llegar también con sus regalos.
Este verano, mientras nos dirigíamos al callejón Diagon para hacer algunas compras, habíamos pasado frente a una tienda muggle de costura y Augusta se había mostrado muy interesada en aprender a tejer; por eso le había regalado un libro para principiantes, un par de agujas y varios ovillos de lana. Para Neville había comprado una caja llena de bolsitas de semillas de plantas mágicas de todo el mundo, utensilios para cuidar sus plantas y un libro recién publicado de Herbología.
—¿Cómo has conseguido que el autor te firme el libro? —preguntó incrédulo cuando desenvolvió su regalo.
—Una bruja nunca revela sus trucos —respondí guiñándole un ojo.
Hannah me avisó de que iría a la presentación del libro y le pedí el favor, pero para Neville siempre sería un misterio.
—Hay muchísimos tipos de semillas aquí —dijo asombrado—, algunas las llevaba buscando mucho tiempo, en Londres no venden tanta variedad —añadió. Cuando se repuso de la sorpresa dejó el regalo a un lado y me abrazó con fuerza—. Muchas gracias April.
—No hay de que, osito —contesté revolviendo su cabello.
Augusta me agradeció el regalo y me entregó una caja de tamaño medio envuelta en papel de regalo. En su interior había un bonito vestido rosa palo con un gran lazo en la cintura, me quedé maravillada, no podía esperar a probármelo.
—¿Te gusta? —me preguntó Augusta.
—Me encanta, muchas gracias.
Le di un abrazo y me dispuse a abrir el regalo de Neville. La caja, algo más pequeña que la del vestido, contenía una cámara de fotos y un sobre. Alcé la mirada un instante, el joven me contemplaba esperando con ansias mi reacción a su regalo. En el interior del sobre encontré dos entradas para un concierto de Bon Jovi.
—No te creo... ¡Es el mejor regalo del mundo! —exclamé dándole un gran abrazo—. Me encanta, Neville. Además, ¿cómo sabías que quería una cámara?
—Un mago nunca desvela sus trucos —respondió sin soltarme aún.
Sonreí sin poder evitarlo ante sus palabras.
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Seguimos con el juego :)
Esta vez los tres personajes serán: James, Sirius y Remus.
Besar: Sirius 7u7
Casar: Remus
Matar: James
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