Capítulo 17: Nieve
Narra April:
Nada más despertarme aquella mañana de diciembre me acerqué a la ventana. En las últimas semanas no había parado de nevar y los jardines estaban cubiertos por un blanco manto. Era sábado y al día siguiente comenzarían las vacaciones de Navidad, así que era mi último día con Neville antes de que se marchara a casa.
Me dirigí al baño y me di una ducha de agua caliente. Al salir, me puse unos vaqueros, un jersey grueso de color gris y unas botas altas. Antes de marcharme de mi habitación, cogí mi bufanda y mi abrigo, últimamente hacía tanto frío que no podía estar sin esas dos prendas.
Bajé a desayunar, era algo temprano y casi no había gente, así que pude sentarme en la mesa de Gryffindor junto a Neville.
—Buenos días —me saludó al verme llegar.
Yo le devolví el saludo y besé su mejilla antes de tomar asiento.
—Hoy pasamos el día juntos, ¿verdad?
Él asintió.
—Respecto a eso, hay algo que aún no te he contado —dijo sirviéndose más zumo de calabaza.
—¿El qué?
—Mi abuela me escribió hace unos días —comenzó diciendo—. Quiere que vengas a pasar las Navidades con nosotros.
Al escuchar aquello esbocé una gran sonrisa.
—¿Hablas en serio?
Neville asintió, él también sonreía.
—Será genial.
Hicimos algunos planes mientras desayunábamos y después salimos a los jardines. Por suerte aquella noche no había nevado apenas y el cielo estaba ahora despejado; en otras ocasiones, cuando salíamos del castillo por cualquier motivo, el viento arreciaba y la nieve nos llegaba por las rodillas.
—Menos mal que hoy no hay mucha nieve, con lo bajita que eres te hundirías —bromeó mientras caminábamos por los jardines.
Yo cogí un puñado de nieve y se lo tiré pillándole desprevenido.
—¡Eso es un golpe a traición! —exclamó riendo.
—Se llama venganza —repuse yo con una sonrisa ladina—. No te metas con la gente bajita.
Neville se agachó y cogió otro puñado de nieve, por suerte pude esquivar su lanzamiento.
—Que mala puntería, Longbottom —me burlé.
Él esbozó una sonrisa y volvió a lanzarme una bola de nieve, esta vez pillándome por sorpresa.
—¿Qué decías? —preguntó triunfal.
Cogí mucha nieve y formé una gran bola. Traté de acercarme más a Neville para lanzársela, pero él comenzó a retroceder. Yo eché a correr para llegar hasta donde estaba y entre risas empezó a huir.
—No seas cobarde, ¡déjame vengarme!
Conseguí correr lo suficientemente rápido como para alcanzarle, pero la bola de nieve era tan pesada que no pude lanzarla bien y cayó al suelo. Neville rió con fuerza ante mi cara de pena por ver mi creación destruida. A pesar de no tener otra bola de nieve, seguía queriendo venganza, así que me lancé sobre él haciendo que los dos cayéramos sobre la nieve.
—Venganza —mascullé acercando mi rostro al suyo.
—El koala ataca de nuevo —bromeó.
—En ese caso, no creo que quieras el beso de un koala —dije separándome un poco de él, aunque seguía estando encima suya.
Neville tiró de mí, acercándome de nuevo a él, y besó con ternura mis labios. La carrera y aquel beso hicieron que dejara de sentir frío.
ϟ
Narra Neville:
April y yo andábamos con cautela por los pasillos, veníamos de robar chocolate caliente de las cocinas. Llegamos hasta el tapiz que ocultaba la puerta a la Sala de los Menesteres, que se abrió para nosotros dando paso a una acogedora estancia.
Nos quitamos los zapatos y los abrigos, y nos sentamos frente a la chimenea en uno de los mullidos sofás. April se acurrucó junto a mí y empezamos a beber chocolate en silencio, escuchando tan solo el crepitar de las llamas.
—Neville, no hemos brindado —dijo incorporándose.
—¿Desde cuando se brinda con chocolate caliente? —pregunté riendo.
April permaneció pensativa un instante.
—Desde ahora —concluyó—. Por nosotros —añadió chocando mi taza con la suya.
—Por nosotros —dije yo.
Ambos dimos un largo trago a nuestra bebida.
—Que bien te queda el bigote, Nev —dijo April entre risas.
Supuse que me habría manchado la cara de chocolate. Ella soltó la taza sobre la mesita que teníamos delante y cogió una servilleta.
—Deja que te limpie, anda —añadió sentándose más cerca de mí.
April se inclinó sobre mi rostro y deslizó la servilleta con delicadeza, quitando las manchas que el chocolate me había dejado. Cuando terminó, estábamos muy cerca el uno del otro.
—Tengo algo de frío —murmuró esbozando una pequeña sonrisa—. Apuesto a que podrías encargarte de eso.
Tragué saliva ante su proposición y noté que me sonrojaba. En las últimas semanas no habíamos pasado nada de tiempo a solas, y en esos momentos yo deseaba tanto como April recuperar ese tiempo perdido.
Acerqué mi rostro más al suyo y besé tímidamente sus labios, ella me respondió con calidez, llevando sus manos hasta mi cabello y sentándose sobre mi regazo a horcajadas. Sus labios se movían con delicadeza sobre los míos y su lengua no tardó en deslizarse hasta mi boca.
Las manos de April bajaron hasta su camisa para empezar a desabrochar los botones. En ese momento, mis labios abandonaron los suyos y bajaron hasta su cuello. Empecé a besar su piel con suavidad, notando como se estremecía por aquel contacto y disfrutando de su suave aroma.
—No dejes marcas —me pidió en un murmullo.
—Nunca te he dejado marcas en el cuello —repuse mientras empezaba a desabrocharme mi camisa.
—Ojalá fuera verdad —contestó esbozando una pequeña sonrisa.
—Haré lo que pueda.
A su lado, el deseo se imponía sobre la cordura en mi mente, solo quería recorrer cada centímetro de su cuerpo, por lo que bajé las manos acariciando su espalda, hasta llegar al inicio de sus pantalones.
Entonces, April se separó de mí, su rostro reflejaba vergüenza, casi parecía que acababa de reparar en algún detalle que antes había pasado por alto. No pude evitar preocuparme un poco, pensando que, tal vez, había hecho algo que le había incomodado.
—¿He hecho algo mal? —le pregunté colocando los mechones sueltos de su pelo tras su oreja.
—No, no es eso... —murmuró—. Es solo que no podemos seguir haciendo esto, al menos no hoy.
—¿Qué pasa?
—Bueno, ya sabes, cosas de chicas... Andrés está de visita y todo eso...
—¿Qué Andrés? —pregunté confuso.
—Andrés, el que viene cada mes —respondió como si fuera obvio—. La doncella de rojo —yo seguía sin entender, así que April suspiró y fue al grano—. Que estoy en mis días y no te aconsejo que metas la mano en mis bragas para ser más directa.
—Ah, entiendo. Bueno, no te preocupes, es algo natural —dije tratando de tranquilizarla.
—Eres muy comprensivo.
Ahora ella sonreía con alivio.
—Pensé que tal vez te fastidiaría —añadió.
—Por ti esperaré lo que haga falta.
------------
¿Qué os ha parecido este capítulo?
A mí, personalmente, me ha gustado escribirlo, creo que no es habitual ver este tipo de escenas narradas desde el punto de vista del chico, al menos no en los fanfics que he leído. Y menos aún, si ese chico es Neville, porque aún no he encontrado ninguna novela sobre él que narre este tipo de cosas xd
¡¡Preguntaaa!!
¿Qué hechizo os gustaría poder aprender?
Sin duda accio, está hecho para la gente vaga como yo. También el que se usa para transformarte en animago, porque molaría mucho. Y por supuesto, lumos, nox, confundus y alohomora.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top