Capítulo 15: Ranas de chocolate

Narra Neville:

Al salir de mi última clase del lunes me dirigí a la enfermería para visitar a April, que nada más abrir la puerta, me recibió con un gran abrazo. La estreché con delicadeza entre mis brazos y enterré mi rostro en su cabello.

—Deberías estar en la cama —le dije sin soltarla aún.

—Lo sé, pero la señora Pomfrey ha salido un momento y llevo sin moverme desde... No lo recuerdo —respondió riendo suavemente.

—Aun así, debes descansar.

April suspiró y volvió a tumbarse, yo cogí una silla y me senté cerca de su cama. Lancé una breve mirada a Alison, que yacía cerca con los ojos cerrados.

—No ha pegado ojo por culpa del dolor de cabeza —me explicó April—. La señora Pomfrey le ha dado una poción para dormir hace ya unas horas, no tardará mucho más en despertarse.

—Te he traído ranas de chocolate —dije pasados unos instantes.

Ella enarcó una ceja mientras yo abría mi mochila.

—Confiesa Neville, tu abuela y tú os habéis compinchado para hacerme engordar —bromeó.

—Bueno, si no las quieres... —respondí cerrando la mochila.

—Yo no he dicho eso —se apresuró a añadir.

Dejé que suplicara unos instantes más y finalmente saqué los dulces.

—Cuando Alecto abrió la puerta de mi celda ayer —Comenzó diciendo mientras mordisqueaba una rana de chocolate—, una rata pasó junto a sus pies... Es un detalle al que no presté atención al principio, pero recordando lo sucedido, me he dado cuenta de que ella se apartó en seguida con expresión asqueada, incluso diría que algo asustada.

—¿Me estás diciendo que a una mortífaga a la que no le tiembla el pulso a la hora de torturar y matar, le dan miedo las ratas? —pregunté incrédulo.

—Eso mismo —respondió cogiendo otra rana del montón—. Había pensado en bajar a las mazmorras, capturar algunas ratas y soltarlas en su habitación mientras duerme... Pero creo que podría hacerles algunas mejoras, ya sabes, agrandarlas y hacerlas más agresivas. Solo necesito mirar algunos libros en la biblioteca.

—April, comienzo a dudar de que seas una buena influencia —bromeé.

Ella rió antes de contestar:

—Tú la has liado más que yo en lo que llevamos de curso.

—Que va.

—¿Quién fue el que encaró a los Carrow en el tren sin poder esperar a llegar a Hogwarts siquiera?

—Vale —me rendí—, tal vez yo sea la mala influencia.

April sonrió y se incorporó para besar mi mejilla.

—¿Me ayudarás entonces?

—No me lo perdería por nada del mundo.

Permanecimos unos instantes en silencio.

—¿Qué crees que nos espera hoy? —preguntó April.

—No lo sé, Filch cada día nos ordena algo distinto.

—Ya hemos limpiado los baños de la segunda y de la tercera planta, ordenado los papeles de su oficina, le hemos sacamos brillo a la cubertería, le quitamos el polvo a los trofeos... Hemos hecho tantas cosas que he perdido la cuenta.

—Yo creo... —Comencé diciendo, pero mis palabras se vieron interrumpidas por un gran bostezo.

Ambos nos giramos en dirección a Alison, que acababa de despertarse y se desperezaba en su cama.

—Buenos días, dormilona —dijo April.

Su amiga le devolvió el saludo y sus palabras se entremezclaron con otro bostezo. La puerta de la enfermería se abrió en aquel instante dando paso a Louis, que avanzaba con las manos repletas de dulces y una gran sonrisa en su rostro.

—¡Louis! —exclamó Alison esbozando otra sonrisa.

—Hoy traigo refuerzos —dijo el chico.

Catherine cruzó el umbral de la puerta sonriente, en sus brazos llevaba infinidad de ranas de chocolate para su hermana y al llegar hasta su cama, la abrazó con fuerza.

—¿Cómo estás? —preguntó separándose de ella.

—Mucho mejor, creo que esta tarde podré volver a mi habitación —contestó Alison cogiendo una rana de chocolate—. En serio —añadió cerrando los ojos un instante—, amo el chocolate.

—¿Más que a mí? —Su novio se llevó una mano al pecho fingiendo indignación.

—Louis, por el bien de esta relación, no me hagas responder —rió Alison.

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Narra April:

La señora Pomfrey se mostraba reticente a dejarme marchar de la enfermería, argumentaba que aún necesitaba reposo, pero Alecto Carrow resultó ser muy insistente. Mi odio hacia ella crecía por momentos.

Neville y yo nos dirigimos después de cenar al despacho de Filch, como hacíamos cada noche desde hacía dos semanas, por suerte aquella sería la última vez.

—Seguidme —dijo simplemente al vernos llegar.

Nos guió por estrechos pasillos y escaleras hasta el aula de pociones.

—Tenéis que limpiar todos los calderos, quiero que parezcan nuevos, así que emplearos a fondo —nos dijo tomando a la señora Norris en brazos—. Cuando acabéis, vaciad el contenido de todos esos botes en la basura y limpiadlos. Hace años que están ahí y nadie los usa.

Eché un vistazo a los botes de cristal, estaban llenos de ingredientes para pociones con un aspecto cuanto menos desagradable.

Filch se marchó cerrando con fuerza la puerta detrás de él.

Neville y yo nos miramos un instante, antes de acercarnos al primer caldero para empezar a limpiar.

—Esto es un asco —mascullé poniéndome unos guantes.

—Iremos más rápido si uno de los dos empieza a limpiar esos botes —dijo Neville.

—Me pondré yo con eso.

Bajé todos los tarros de cristal de las estanterías, los dejé sobre una mesa cercana a él y me preparé mentalmente para lo que me esperaba. 

Abrí el primero de los botes y arrugué la nariz al oler el repugnante aroma que desprendía. 

—April —dijo entonces Neville—, ¿puedo preguntarte una cosa?

—Claro.

Me giré para mirarle, pero su vista permanecía fija en uno de los calderos que estaba limpiando.

—Antes de nuestro primer beso... ¿Habías besado a alguien más?

No pude evitar reír ante su pregunta, se había sonrojado y todo al decirlo, era realmente adorable. Me senté sobre la mesa y comencé a limpiar el primero de los botes, tras vaciar su contenido en una gran bolsa.

—En realidad sí, fue en tercero. Un chico de Slytherin me robó un beso, pero me aparté en seguida y le crucé la cara de una bofetada —No pude evitar hacer una mueca de disgusto al recordarlo—. No significó demasiado para mí, así que prefiero pensar que tú me diste mi primer beso.

Neville alzó la vista y esbozó una pequeña sonrisa.

—Tú sí fuiste mi primer beso —masculló.

Yo estiré mi brazo para pellizcar su mejilla.

—Oh Neville, tus mejillas.

—¿Qué pasa? —preguntó palpándose la cara.

—Ya no son tan pellizcables.

—¿Prefieres el aspecto que tenía hace dos años?

Yo negué con la cabeza y tiré de su brazo para acercarlo a mí.

—Ahora eres más... Sexy —reí.

Neville se sonrojó aún más, si es que eso era posible, y trató de responder, pero yo acallé sus titubeos con un beso. A pesar de todo, teníamos mucho que hacer, así que no tardé en separarme de nuevo de él.

—Venga, Longbottom, no querrás que venga Filch y nos pille así —dije bajándome de la mesa.

—Pero si has empezado tú —se defendió.

Yo esbocé una sonrisa y seguí vaciando los botes.

—¿Crees que podríamos usar esta porquería para hacer una bomba fétida? —le pregunté poco después.

—Supongo, ¿qué pretendes?

—Tirarla en la habitación de Amycus la noche que dejemos las ratas en la de Alecto —contesté.

—April, no sé si todo esto es buena idea...

—¿Por qué no iba a serlo? Si no nos pillan no pasará nada —le aseguré.

—Ya, bueno, ¿y si nos pillan? —repuso frunciendo el ceño—. Haciendo eso les atacas directamente, no quiero ni imaginarme el castigo entonces.

—Dijimos que no se lo pondríamos fácil este año, qué mejor que hacer de su estancia en Hogwarts un infierno —argumenté.

—Solo me preocupo por lo que podría pasar. ¿Has olvidado ya que Alecto te lanzó una maldición imperdonable? —me cuestionó alzando ligeramente la voz.

—No, claro que no lo he olvidado... Aún duele, ¿sabes?

La expresión en su rostro se suavizó.

—Lo sé, y probablemente las molestias no cesen hasta dentro de una semana.

Recordé entonces que a él también le habían lanzado la maldición Cruciatus el curso anterior. A mi mente volvieron los recuerdos de la lucha en el Ministerio y no pude evitar llevarme la mano al brazo, donde la palabra "Traidora" había sido escrita con mi sangre.

—Tal vez tengas razón y sea demasiado arriesgado, pero no voy a dejar que nos traten así sin que reciban nada a cambio —respondí tras un largo silencio.

—En ese caso te ayudaré —Yo lo miré extrañada, por lo que añadió—. Estamos juntos en lo bueno y en lo malo, ¿no?

Yo asentí y esbocé una pequeña sonrisa antes de seguir limpiando.

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¡¡Preguntaaa!!

¿Qué mago os gustaría que os tocara en una rana de chocolate?

A mí me gustaría que fuese Dumbledore o Rowena Ravenclaw :p

Capítulo dedicado a:

PotterheadFlitwick

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