Capítulo 1: Salvar y recibir
En el fondo de un bosque inexplicablemente gigantesco y aterrador, habita una bruja sensible incapaz de entregar su corazón al amor.
Si bien este no es el escenario que cualquier esperaría para un ser tan lleno de sentimientos y que sufre ante la inesperada apatía del no amar, la realidad de alguien a veces no coincide con lo que imaginamos desde un inicio.
La bruja Agnes, de hechizos bendecidos por su estudio y la práctica, siempre camina con su misma aura de calma. Su cabello negruzco y corto hasta las orejas, se deja desacomodar con el viento. Sus ojos de un tono entre el azul y el violeta son inmutables ante el horror cotidiano del bosque. No hay piel que se adapte más al frío asesino que la de tono pálido, casi muerto, de ella. Un cuerpo pequeño jamás ha sobrevivido, a diferencia del suyo que venció noches de temores con el fin de poder pasearse como un monstro más.
Su belleza era envidiada por muchos seres, pero nadie se le acercaba. La bruja tenía unos ojos que parecían entregados por la misma muerte, razón más que suficiente para verla de lejos y retener el acercamiento.
—La noche está cálida, qué mal presagio —murmura ella con sus labios de porcelana y menea la cabeza al sentir un aroma familiar: el de la tribu Psyi.
Esa tribu lleva poco tiempo desde que ha sido formada y han causado destrozos más allá del bosque. Son humanos que asustan a otros humanos, debido a sus aspectos gigantescos, y hacen luchas a muertes entre ellos. No son exactamente los seres más simpáticos con las mujeres, pero ante su presencia siempre se echan a correr.
Al final, son humanos: simples mortales. Lo que la diferencia a ella de todos es que no puede morir, su vida se ha vuelto eterna. La bruja de la larga vida también la han de llamar si son muy respetuosos con su figura.
Los Psyi no son estúpidos, siempre saben cómo actuar y dónde meterse para no cruzarse con Agnes, ya que ella está cansada de sorprenderlos, pero hoy hicieron algo especial: traicionaron a uno de los suyos y lo dejaron mal herido en el suelo, como si se tratara de un sucio al que no desean volver a ver. Al menos si matan a uno, ese se entera y se hace en silencio..., pero no hay ni el mínimo de respeto.
Llamativo para ser la tribu de la fidelidad.
Agnes se acerca con sus pasos delicados y, aunque su vestido blanquecino está impecable, se embarra por completo para encontrar la figura que se refugia en este. Es un muchacho moreno de contextura formada, pero no lo suficiente para que sus músculos parezcan deformados por el mismo Dios. Su físico es el de un caballero cualquiera, con la única diferencia de que está vestido tal como cualquiera de la tribu: el torso desnudo, un sombrero de hilos rojo y negro que de él cuelgan cinco amatistas y una falda negruzca de cuero. Se ve muy doloroso tener eso tan apegado al cuerpo para una mujer delicada como ella.
—Eleni, oikos «Ayúdenme, familia.» —pide a los gritos, pero no parece atemorizado por la imagen de Agnes, quien llega a alcanzar su rostro moreno y a quitarle el barro de encima.
—Autoi apechon «Ellos se han ido.»
El shock del dolor corporal, al haber sido atravesado por una lanza en el medio del abdomen, no impide que se note su sorpresa al darse cuenta que la mujer de aspecto joven sepa su idioma.
—Sy autois eipe apechesthai «Pídeles que vuelvan» —dice con mucha dificultad, sin comprender por qué aquella mujer estaba analizándolo por completo.
—Ellos te odian, acaban de dejarte solo y malherido. ¿No fueron ellos quienes te lanzaron esta lanza? ¿No han jugado sucio acaso? —lanza con la expresión más suave en un descargo intenso, pero sabe muy bien que él solo seguirá con su sufrimiento al no entenderle nada.
No habla su idioma, habla el dialecto psyiano.
Se digna a sacar ese cuerpo pesado del barro intenso y a ponerlo a un costado. Su grito en especial se caracteriza por aturdir a la gente, así que le cuesta mantenerse firme cuando empieza a usar toda su voz. No lo hace apropósito, solo quiere llamar la atención de la manada, enviarles un mensaje mínimo.
No entiende que lo abandonaron, su malestar se rehúsa a combinarse con rencor. Solo hay tristeza en su voz, es como un llanto inaudible por la potencia.
A pesar de que los oídos le sangran a mas no poder y eso le hace perder el equilibrio, logra precisar sus manos en el punto exacto y sacarle de un solo tirón la lanza. Aunque esto no significó menos doler para un hombre que se estaba muriendo, solo así podría lograr sanarlo con un hechizo potente.
Ella era odiada y temida por todos por sus hechizos, porque les traía salud a las personas a cambio de algo. No era buena, era justa, cosa que la gente no podía considerar de moneda corriente. Además, se dice que hasta hacía el mismo trato con los animales, algo que resultaba repudiable, pero eso nunca le afectó, al menos no en esos 300 años que han pasado.
Su cuerpo es joven y gasta mucha energía, tiene solo la figura de una chica de 19 años infértil, claro que necesita algo a cambio de sus palabras capaces hasta de destruir.
— Inconscius eris, maledictus eris. Maledictio lunae plenae, benedictio vitae novae. Oblivisci te, clanem tuam, neque redire, etiam si domus ardet. Ex hoc, vivis cum possibilitate amari ut unus plus «Inconsciente quedarás, maldito serás. Maldición de luna llena, bendición de vida nueva. Disponte a olvidar a tu manada, a no volver ni aunque arda la morada. De ahora en más, vivirás con la posibilidad de ser amado como uno más» —cita mientras pone sus manos sobre la herida y hace una presión que deja sin aliento al hombre, llevándolo a la más cercana muerte.
La sangre empieza a teñir sus zapatos bordados de rosas, pero ella no se detiene ni por el olor que empieza a largar el cuerpo aún con vida.
Repite una segunda vez sus palabras y presiona de nuevo, quitándole el último respiro al hombre y ocasionando que deje de utilizar sus fuerzas. Cae rendido ante el hechizo de vida nueva mientras su herida se va cosiendo como si una aguja flotara silenciosamente y empezara a arreglar el mortal daño.
Agnes apoya el oído contra ese corazón sin latidos especiales y de repente siente alivio al notar que ha vuelto a moverse. Sabía que eso sucedería. El día en que sus hechizos pierdan fuerza, temblará ante la ira del Dios que ha hecho enojar para que eso ocurra.
Quizás ese día sea conmemorativo porque al fin podrá morir.
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