Capítulo # 2

Los Granger regresaron a Londres junto con Draco y Hermione. Tomando un avión muggle que causó curiosidad al rubio que miraba a todos lados sorprendido.

Y como iban en primera clase, obviamente pagado por Draco, antes que elijieran los asientos, el patriarca Granger se sentó junto a Draco... <<Quería conocerlo mejor>>

— Así que tú también eres brujo — preguntó Henry serio, pero con claros celos de padre.

— ¡Mago! — respondió Draco — educadamente. Me imagino que tiene muchas preguntas para mí, pero que le parece si tomamos un whisky para estar más relajados.

— Como todo hombre de negocios hizo señas a una azafata, para que lo atendiera.

— Dígame señor — respondió la azafata.

— Dos wiskies en la rocas por favor — pidió el rubio.

La azafata miró a Draco con ojos soñadores y después se giró sobre sus talones para ir a preparar lo que pidió.

Hermione rodó los ojos y suspiró. Siempre era lo mismo. El siempre provocaba que las mujeres se derritieran.

Draco al notar la exasperación en los ojos de su novia, la miró y le guiño el ojo y susurró... Soy solo tuyo.

Les trajeron los wiskies y Draco esperó pacientemente las preguntas de su suegro, si claro que lo consideraba así ya que tenía previsto casarse con Hermione, una vez se graduaran del colegio.

— ¿Cuales son sus intenciones con mi hija? — preguntó Henry — porque si mal no recuerdo, Ud es su némesis del colegio y la insultó mucho y por muchos años.

— Sí, es verdad — respondió Draco suspirando — cometí muchos errores, pero los he ido enmendado poco a poco, una vez que me decidí a expresarle mis sentimientos a Herms.

Vera usted, se que tal vez no me crea. Pero me criaron con la importancia de la supremacía de la sangre, mi padre siempre me repitió que debía llevar en alto mi apellido y debía casarme con otra bruja sangre pura, para continuar una descendencia pura, pero su cálculo falló cuando vi a esa niña de ojos color miel y cabello encrespado, entrar en mi vagón y preguntar por un sapo.

Me negué por años, hasta que ya no pude más. La gota que derramó el vaso, fue aceptar al Señor Tenebroso en mi casa, con todos esos desgraciados seguidores locos y sus malsanos sentimientos, terminaron con mi cordura.

Así que con el apoyo de mi Madre, luche en su contra cómo espía de la Orden del Fénix.

— Uhmm comprendo— suspiró Henry — así pudo acercarse a mi hija y declararle sus sentimientos.

Draco asíntio.

Pues déjeme decirle yerno, que un hombre tan valiente como usted, se merece todo mi aprecio.

Pero el corazón de mi Herms, es otro asunto.  Tendrá que demostrarme a mí y con creces que no será infeliz con usted y los suyos.

Draco movió la cabeza en señal de aceptación.

Hermione se sonrojo de la vergüenza ante sus padres, situación que no paso desapercibida para Jean, le hubiera gustado que su hija de entregué al hombre que sería su esposo, no a un noviecito de colegio.

Ya hablaría con su hija más tarde, sobre algún método de protección para evitar algún embarazo no deseado.

Al cabo de 8 horas llegaron a Londres Muggle. Y se trasladaron a la Casa de los Granger.

Hermione sacó su varita e hizo un encantamiento de limpieza, para que sus padres pudieran descansar.

Draco pudo notar que era mucho más pequeña que su mansión, incluso la habitación de su castaña era la mitad que su propia recámara, pero arreglaría eso después.

Una vez que los Granger mayores se instalaron en su casa. Hermione y Draco se despidieron ya que debían arreglar algunos asuntos para regresar a Howarts, y terminar su año escolar.

Henry iba a replicar por la decisión de su hija, pero Jean lo detuvo, moviendo su cabeza para indicarle que no diga nada. Confirmándole así que su hija pronto se casaría con Draco.

Narcisa estaba sentada en su sillón favorito del salón Azul, cuando recibió un dragón dorado con un corto mensaje de su hijo — ¡Ya llegamos, mamá! Todo salió muy bien. Pronto estaremos en casa.

—¡Trooper! ¡Trooper!  — llamó Narcisa.

Apareció sorpresivamente un pequeño elfo, vestido con traje de mayordomo — Dígame Ama ¿Qué necesita?

— Prepara la habitación de mi hijo y ve a las cocinas para que preparen en la cena, el plato preferido de Draco  — ordenó Narcisa — que hoy llegan mi hijo y su novia.

— Como ordene la señora — respondió el elfo y desapareció.

De repente se escucharon sonidos en la chimenea, Narcisa se levantó feliz para recibir a los jóvenes, pero se encontró con alguien más.

— ¡Buenas tardes Narcisa! ¿Cómo estás? — saludó Helena Greengass  muy seria — Creo que tú y yo tenemos una conversación pendiente .

— Te equivocas querida — respondió Narcisa. Si vienes a hablar sobre ese absurdo contrato que firmaron Lucius y Edmundo, te recuerdo que muerto mi marido, ese documento no tiene validez.

Helen palideció. Ese matrimonio era su única salvación, puesto que su marido murió en manos de los aurores y ellas quedaron en la ruina.

— Hablaré con mis abogados, pero esta humillación no será perdonada — sentenció Helen — dando media vuelta regresó por donde vino.

Narcisa suspiró aliviada, sabía que nada podían hacer los abogados de Helen con ese dichoso documento.

Antes de llegar a la Mansión, los jóvenes visitaron la calle Diagon. Draco debía retirar un encargo.

El rubio dejo sabiamente a Herms en la Heladería de Florean Fortescue y él se dirigió al Banco de Gringots,  a retirar un encargo especial.

Percy esperaba a Draco, para entregarle una joya que el rubio le pidió sacar de sus bóvedas. Era el anillo de compromiso de su abuela Casiopea.

Un hermoso anillo de plata con una Esmeralda de corte cuadrangular y finas tiras con diamantes incrustados.

Draco tomó el anillo y lo guardo en una cajita verde de terciopelo. Para luego  guardarlo dentro del pantalón, despidiéndose rápidamente del pelirrojo, salió en busca de Herms.

Hermione conversaba alegremente con Luna, cuando Draco entró a la Heladería.

— Hola Luna — saludó Draco, si tú estás aquí supongo que Nott anda cerca.

— Pues supones bien — respondió Theo atrás de Draco.

Draco se giró y ambos amigos se dieron la mano y juntos los cuatro se quedaron comiendo helado y conversando sobre los últimos acontecimientos.

— Mi madre rompió el contrato matrimonial que me ataba a Daphne — dijo Theo emocionado — ahora puedo casarme con quién yo amo —  y  tomando la mano de Luna depósito un beso en el dorso de su mano.

— Awww — suspiró Hermione — ante la escena.

Acción que aprovecho Draco, para tomarle con el dedo el mentón a su novia y darle un casto beso.

— ¿Estás lista para ir a mi casa? — preguntó Draco  — mi mamá nos invitó a cenar y luego si quieres puedes dormir en mi habitación.

Hermione sonrió pícaramente, sabía que lo que menos harían sería dormir.

Así era su relación desde que se decidió a experimentar, su rubio fue buen maestro y muy cariñoso. Ella pudo sentir desde el inició de su relación, cómo Draco le demostraba con hechos y con creces que la haría tan feliz que, borraría en su mente y corazón, tantos años de maltratos de su parte.

Se despidieron de sus amigos y tomándose de las manos desaparecieron.

Hermione como siempre llegó con el estómago revuelto. Saludó rápidamente a Narcisa y corrió al baño a vomitar.

Narcisa la miraba preocupada, preguntó — ¿Estás seguro que esas náuseas son solo  por la aparición?

Draco entendió las palabras de su madre, se acarició el cabello, para disimular su nerviosismo y alzó los hombros.

Trooper se apareció en ese momento — ama está lista la cena  — dijo educadamente y desapareció.

Madre e hijo avanzaron hacia el salón. Una vez que le abrió la silla para que su madre tomará asiento, Draco fue a buscar a Hermione, que aún no salía.

— ¿Estás bien cariño? — Draco preguntó — necesitas que traiga alguna poción.

— Una prueba de embarazo muggle mejor — susurró Herms  — para que Narcisa no escuchará.

Pero para mala suerte de ambos jóvenes, Narcisa estaba detrás del rubio y había escuchado su petición.

— ¿Puedo entrar? — preguntó Narcisa — mientras golpeaba la puerta del baño.

No necesitas una prueba de embarazo muggle, si yo puedo ayudarte con eso.

Hermione abrió la puerta, para dejar pasar a su futura suegra.

Narcisa tomó su varita y la pasó sobre el vientre de Herms. Una luz celeste apareció de repente, confirmando lo que ya suponía.

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