Capítulo 18

— Corre Draco corre — gritaba Hermione desesperada o el tren nos dejará.

— Cuidado mi vida,  ¡por favor el bebé! — pidió Draco atrás de su novia — ya que no quería perderlos a ninguno de los dos.

A lo lejos unos ojos venenosos miraban la escena como una invitación, para empezar su venganza contra los Malfoy y los Nott que habían desechado sus únicas oportunidades para mantener las apariencias en su triste vida vacía.

Así y sin perder el tiempo hechizo la entrada a la estación mágica provocando que Hermione se diera de frente con la pared de ladrillo.

El golpe ocasionó la caída y pérdida de consciencia de la castaña.

El guardia muggle de la Estación se acercó para alejar a los curiosos y darle aire a la señorita.

Draco levantó la cabeza buscando a Hermione y se encontró con un muggle, su corazón empezó a latir fuertemente, como vaticinando lo peor.

No, no ... Se repetía en la mente Draco, mi Hermione está bien, ella ya cruzó la pared.  Tranquilo Draco todo está bien.

Pero al bajar la cabeza visualizo sus piernas y sin perder más el tiempo corrió hacia ella y tomándola en brazos desaparecieron de la estación para llevarla a San Mungo.

Fue tal su desesperación que se olvidó de desmemorizar al guardia muggle.

Con su novia en brazos corría como loco por las salas del hospital en busca de un medimago.

— ¡Ayuda! ¡Ayuda! — gritaba el rubio desesperado — mi novia embarazada se golpeó la cabeza y está inconsciente.

— Tranquilo Sr. Malfoy — respondió un medimago que se le acercó mientras atraía una camilla hacia él, para que recueste a su novia.

— Soy el Medimago Barkley — se presentó el Galeno — yo me encargaré de su novia y su bebé ¡por favor espereme afuera!

Draco salió y se tumbó en una esquina, metió su cabeza entre sus piernas y se puso a llorar mientras se culpaba por su descuido.

Narcisa estaba sentada en su sillón favorito del salón azul tomando el té con Lorraine y Elizabeth como todos los Martes, pero esta vez tenían una nueva invitada, su nombre era Molly Weasley.

Conversaban de cosas triviales, cuando la chimenea se encendió dejando ver una silueta ya conocida por las tres brujas....

— Así que ahora que sus maridos están muertos confratizan con sangres sucias y traidores a la sangre — se burló Helen con las manos en la
cintura.

— Eso no es tu problema, querida — respondió arrogante Lorraine — que yo sepa tú no has sido invitada al té, así que no entiendo qué haces aquí destilando tu veneno.

— Y lo que hagamos es nuestro problema — arremetió Narcisa — nosotras decidimos si queremos seguir con las estúpidas reglas sobre la sangre o dejamos qué nuestros hijos sean felices con quién ellos amen.

— ¡Amoooor! — se burló Helen ¿Cuál amor?  — que ya se olvidaron que nosotras nos casamos sin amor y con hombres escogidos por nuestros padres y aquí estamos enteras y contentas.

— ¡Tú no lo estás! — respondió Elizabeth o crees que no sabemos que tu marido delapido su riqueza con negocios sucios y ahora quieres que nuestros hijos limpien tu apellido.

— ¿Ustedes piensan que se salieron con la suya y liberaron a sus estúpidos hijos del contrato matrimonial que hizo Edmundo, verdad? — preguntó sarcástica Helen pues se equivocan si de mi depende ¡Nunca serán felices!

— Así que prepárense para mi venganza, que ya inició hoy ... Sonrió Helen ya que el engendro de la sangre sucia podría... desaparecer hoy.

Una vez dichas estás palabras tomó su varita y lanzando un conjuro oscuro se envolvió en humo negro y desapareció dejando perplejas y preocupadas a las cuatro brujas.

Sin perder el tiempo cada una lanzó su patronus con mensajes para sus hijos,  para saber sobre Hermione y su nieto.

Blaise salía del baño luego de colocarse el uniforme de Slytherin, cuando entró el patronus de su madre ... <<Blaise, ¿Cómo está Hermione?>>

El moreno salió corriendo del baño en busca de Draco y en el camino se encontró a Theo y a Ron que también buscaban al rubio, pero todo era en vano, ya que ellos no habían subido al tren.

Antes de contestarles a sus madres, Theo envío su patronus a Draco, para saber que habría pasado con ellos.

Pero en ese momento, vieron pasar a una muy contenta Astoria que brincaba feliz y tenía una sonrisa de victoria en su rostro.

Su hermana Daphne que estaba parada cerca de Ron notó su presencia mirándola detenidamente y entrecerando los ojos quiso leer su mente para saber el motivo de su felicidad.

Astoria se dio cuenta de la intromisión, pero no hizo nada por evitarlo... Quería que Daphne supiera que ya había quitado del medio a la sangre sucia.

— ¡Eres una víbora! — susurró Daphne acercándose a su hermana ¿Cómo puedes ser feliz con el sufrimiento de los demás? ¡Es solo un bebé! Por Merlín.

— ¡Era un asqueroso mestizo que no debía nacer! — susurró esta vez Astoria y no, no me da pena — madre me dijo que muerto el bastardo  se acaba la rabia.

Daphne movió la cabeza de un lado a otro en señal de fastidio y lástima hacia las estúpidas palabras de su hermana y girándose hacia Theo le dijo — Están en San Mungo.

Theo no perdió el tiempo y conjugando neblina oscura desapareció del tren.

Blaise y los demás corrieron hacia el vagón donde estaba el resto para contarles la noticia.

Harry escuchaba molestó lo que había pasado con su amiga, aunque aún no entendía como o porque habría llevado Draco a Hermione al hospital.

Ya llegaría a Hogwarts para pedirle permiso a Minnie e ir a ver a su hermana, como él la llamaba.

Pansy observaba a su novio, sabía que estaba sufriendo por Hermione así que para consolarlo se acercó y lo abrazó.

Barkley tomó el pulso de la castaña e iba anotando con su pluma mágica, los indicadores de la condición de Hermione.

Pasó su varita e hizo un breve diagnóstico de la condición del bebé, todo estaba bien.

Colocó su mano en la frente de Hermione y le susurró — ¡Eres una mujer valiente, despierta! Afuera hay un hombre preocupado por ti.

Al poco tiempo entró una enfermera con unos pequeños botecitos llenos de poción sanadora para que Hermione bebiera una vez despertará.

— ¿Falta mucho Medimago Barkley para que despierte la paciente? — preguntó la enfermera mientras acomodaba los botecitos en una mesita cerca de la camilla.

— No — respondió Barkley ya se estabilizó su pulso — en cualquier momento abrirá los ojos.


Theo se apareció en San Mungo y buscando a su amigo con la mirada, lo encontró en una esquina, se le acercó y colocó su mano en el hombro del
rubio para que sepa que no estaba solo.

Draco levantó la cabeza y miró a Theo  agradecido.

Aún no sale el Medimago. Me dijo que espere afuera.

— Tranquilo Draco, todo estará bien — aconsejó Theo roguemos a Merlín que solo sea un susto.

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