Sin Descanso

—Llamen a mi consorte, es hora de ir a ver los asuntos de estado. Demandó Jungkook

Perdone, príncipe, pero su consorte sigue durmiendo.

Con que quieres venir a ser un maldito parásito, ya vas a ver Jimin. Puedes retirarte, yo me ocuparé. Fui a la fuente del palacio, llené un balde de agua y caminé hasta mis aposentos. Jimin estaba debajo de las sábanas, se las quité y le eché el balde de agua fría.

Grité por lo helada que estaba el agua, pero no pude parar por el terrible dolor de mi cuerpo. —¿Por qué me hace eso?

Porque no vas a venir a mi reino a ser un parásito.

—Pero si aún es de noche.

¡Sí, serás estúpido! Tienes que estar listo antes de que se oculte el poco sol que tenemos.

—¿Y la corte? ¿Quiénes me asistirán?

¡Ja! Aquí nadie va a servirte, acostúmbrate a hacer las cosas por ti mismo.

—Está bien, ¿pero dónde puedo asearme?

¡Eres una molestia! Levántate, te diré rápidamente dónde está todo.

Cuando intenté levantarme, me caí por el mismo dolor que sentía; mis piernas temblaban y estaban con sangre seca. Él ni siquiera se volteó para ayudarme, aunque a causa de él estaba así.

—Apúrate, me estás haciendo perder el tiempo.

—Jungkook, ¿me dejarías descansar hoy? Tengo mucho dolor, prometo que mañana...

—Cállate, tu voz me da dolor de cabeza –lo tomé por el brazo, poniéndolo de pie y saliendo con él de los aposentos– Escucha con atención, solo lo diré una vez: por allá están los baños, y por allá, al bajar, está la cocina. Si sigues derecho, luego cruzas a la izquierda, encontrarás donde nos reunimos con el consejo, y en la ala este están los aposentos de mi padre. El ala norte está prohibida, no puedes ir ¿entendiste?

—¿Por qué no puedo ir al ala norte?

—Porque lo ordené yo, y punto. Ahora te quiero listo rápido. Si llega el momento de salir y no estás listo, entonces te irás a pie, ¿entendido?

—Sí.

Lo solté, dejándolo solo. Si quiere ganarse el respeto de todos, debe valerse por sí mismo.

Fui a la habitación y mi águila ya se había acabado la comida con la que la traje. "Hola, pequeño, es momento de irnos a bañar y arreglar. Tú eres mi mejor amigo, ya no me siento solo", sonreí a pesar de mi dolor. Busqué ropa y zapatos, y caminé con todo hasta el baño para no tardar más en regresar arreglado.

"Es hora de irnos subiendo a mi caballo", anuncié.

"Ya estoy listo", dije apresurándome hasta donde estaba Jungkook.

Pero por mil demonios, ¿qué crees que haces?

"¿Qué hago? ¿De qué hablas?"

¿Quieres ridiculizarme? ¿Cómo vas a vestirte de amarillo? ¿Ves a alguien aquí vestido como tú? Te ves ridículo.

"Esta es mi forma de vestir y no la cambiaré. Aunque todos ustedes se vistan así, yo no soy de este reino y, aunque planeo respetar su cultura y costumbres, no deseo cambiar quién soy".

¡Slap! Le di una cachetada. "Ahora no eres solo tú, debes pensar en mi imagen".

Sonreí deteniendo a mi águila, que ya había abierto sus alas. "Tranquilo, todo está bien".

—Si es mejor que controles a tu pollo.

—Príncipe, que sea la última vez que tocas mi rostro. Puedes ser muy fuerte y mi esposo, pero no te permitiré que vuelvas a hacer eso. Conozco mis deberes como consorte y no faltaré a ninguno. Puedes hacer todo lo que quieras, menos tocar mi cara.

—¿Me estás amenazando?

—El reino de la oscuridad necesita de mí para que su magia continúe, ¿no es así? Tal vez puedas creer que puedes deshacerte de mí y tomar a otro doncel del reino de la luz, pero la razón por la que me envían a mí es porque soy el único que sabe activar y controlar su magia.

—¿Me estás amenazando, Jimin?

—No, príncipe. Se lo comunico porque si llego a llorar, tal vez la magia tenga otro efecto en el reino. ¿Entiende eso?

—¡Patrañas!
Ahora es hora de irnos, ¿no es así?

—Sí, y tú usarás ese caballo.

No, yo usaré mi águila.

—¿Cómo puede ese pollo llevarte?

Sonreí, puse al águila en el piso, la acaricié y mi águila creció tanto que tres personas podrían subir perfectamente en ella.

—No me sorprende en absoluto. Mejor vámonos. —Me subí al caballo y empecé a andar, pero lo más extraño es que Jimin, mientras volaba, hacía que el sol iluminara nuestras tierras. ¿Qué clase de doncel es él?

Al llegar al pueblo, me bajé y los pueblerinos me miraban nuevamente con desprecio. Yo caminaba detrás de Jungkook, a quien realmente no le importaba mi presencia en ese momento. Salí de mis pensamientos cuando un pequeño se aferró a mi túnica huyendo de unos jóvenes.

—Ven acá, pequeño bastardo.

—No le digan así.

—Tú no te metas, rarito vestido de ese modo.

Aclaré mi garganta y me di la vuelta. ¿Pasa algo?

—No, no, nada, príncipe. Es que este raro se mete en nuestros asuntos.

—Yo no soy raro, soy el príncipe consorte. Me llamo Park Jimin y a partir de ahora se dirigen a mí con respeto.

—¿O si no qué? —preguntó un joven desafiando a Jimin.

Sonreí y me acerqué a él, tomándolo por la oreja—. O si no, yo te enseñaré a ser respetuoso.

Todos estaban sorprendidos. ¿Podía ser ese príncipe más infantil?

—¡Jimin, detente!

La voz fuerte de Jungkook me hizo soltar al joven.

—¡Ven aquí! ¿Qué crees que haces?

Le enseño algo a ese joven

Lo único que haces es avergonzarme.

Perdón, dije bajando mi cabeza y caminando detrás de él. Así estuvimos todo el rato, él no me permitía hablar y yo observaba todo detenidamente, incluso las mejoras que podríamos hacer. Mis pies dolían por lo mucho que caminamos y estoy seguro de que mis tíos ahora deben estar más lastimados.

—Jimin, es hora de irnos.

Asentí. De vuelta en el palacio, él me tomó por el brazo y me llevó a una habitación que parecía una biblioteca. —Aprende las reglas de mi reino. No voy a soportar una falta de respeto. Pronto vendrán los administradores del reino y si llegas a cometer un solo error, te las verás conmigo.

Su expresión era fría y llena de odio. Él realmente odia verme, mi simple presencia le desagrada.Lo vi partir y encendí las velas para ponerme a estudiar. No será difícil, en mi reino lo hacía. Tomé libro tras libro hasta que llegué a uno interesante. ¿Qué es esto? Jungkook se enoja conmigo, pero su madre usaba colores vivos y llamativos. Incluso usaba accesorios que sonaban al caminar ella. Y esto: "La emperatriz siempre estaba acompañada de un puma blanco"... ¿Un puma blanco? ¿La madre de Jungkook tenía un guía espiritual? Tal como yo tengo mi águila. Pero si ella no salió del reino de la luz, ¿qué significa esto? ¿Y por qué entonces Jungkook odia verme con ropas de colores vivos? Ahora me he quedado con más preguntas que respuestas.

Llegué a mis aposentos y Jimin no estaba. Ese inútil seguro sigue leyendo. Tendré que ir a buscarlo. Caminé hasta llegar a la biblioteca. —¿Qué crees que haces?.

—Estoy leyendo...

¿Olvidaste lo que te he pedido? Cada noche debes esperarme listo en la cama.

—Perdón por distraerme. ¿Me dejarías hacer un aparato que me diga qué hora tenemos? Es que en el reino de la luz usamos relojes, pero aquí no he visto ninguno.

¿Nos crees menos avanzados que ustedes? Claro que tenemos reloj —dije sacando mi reloj de bolsillo.

—Pensé que no lo usaban.

—Agárrate a algo —le advertí mientras me inclinaba hacia adelante. Mis manos se deslizaron desde su espalda hasta llegar a su trasero y lo jale hacia mí— El apoyo, créeme, lo vas a necesitar, Jimin, y ni porque me mires con esos ojos de cachorro voy a parar.

Sentía que me quedaba sin aliento, siendo prisionero de sus brazos.

—Debo admitir que tu cuerpo es divino. Me encanta lo cálido y húmedo de tu interior.

Me sentía avergonzado y, al mismo tiempo, mi cuerpo se calentaba al tacto de él.

Me acerqué a su cuello expuesto, le di un beso y empecé a abrir los botones de su túnica, dejando más piel al descubierto. Los pezones de Jimin eran rosados y brillantes; sentí la necesidad de probarlos, los atrapé con mis labios, pasando la punta de mi lengua húmeda. Él se movía en respuesta a mi estímulo, apoyándose en la mesa. Sonreí maliciosamente, bajé mis dedos a su miembro y lo vi temblar un poco, soltando un pequeño gemido. —¿Te gusta, Jimin? ¿Quieres más?

—Sí —dije avergonzado, pero al ver su rostro gélido, supe que en sus planes estaba otra cosa.

—Pues mal por ti, porque yo no estoy para regalarte placer. Aquí quien debe servirme eres tú. —Lo puse de espalda y entré en él—Este tonto doncel no va a doblegarme

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